El
veterano y acreditado programa de la televisión pública española “En Portada”
ha emitido un reportaje con el título de “Japón: No es país para viejos”. En
este se muestra la situación de grandes contingentes de personas mayores
afectadas por un sistema escuálido de pensiones. El resultado es que muchos no
tienen otra alternativa que prolongar su vida laboral hasta casi los ochenta
años, en tanto que muchos otros entran en la espiral de la pobreza y
marginación social. Esta situación determina que tengan que delinquir para
poder sobrevivir -robos de comida y medicamentos- por lo que la población
anciana ingresada en las cárceles ya alcanza un 30% del total de población
recluida. Recomiendo vivamente visionar este reportaje, en el que muestra
crudamente que ingresar en prisión representa ventajas para los afectados,
tales como comer o tener asistencia médica.
El
problema de fondo que suscita esta situación es la necesidad de las sociedades
neoliberales avanzadas -Japón es un paradigma de las mismas- de sacrificar una
parte de la población para garantizar el bienestar de otra. El sacrificio es la
cuestión clave del neoliberalismo. Extender la competencia a toda la vida para
diferenciar a las poblaciones y determinar a las descartables. Milei en
Argentina está ejecutando un programa cruel que envía a distintas poblaciones a
la pobreza severa. El ojo cíclope de las instituciones de la evaluación y la
gestión construye un campo social en el que los descartados se acumulan tras
una frontera invisible que separa a aquellas poblaciones que siguen compitiendo
de aquellas que han sido eliminadas ya de dicha competencia. En el caso de Japón son los mayores los
descartados cuando resultan inservibles para la producción. El estado7mercado
disuelve el compromiso con ellos, siendo expulsados a las tinieblas exteriores.
De este
modo, este país se configura como una sociedad neoliberal completa, en tanto
que, reduciendo drásticamente las pensiones y transformando el sistema de
asistencia sanitaria en un mercado eficiente, en tanto que construye barreras
de acceso inexpugnable para grandes sectores sociales mediante el precio
inaccesible de muchas de sus prestaciones, reduce el gasto público severamente,
liberando a la economía productiva de cargas asistenciales. La edad es un
criterio muy pertinente para discriminar a grandes cantidades de personas
afectadas por el envejecimiento.
En lo que
se refiere a España, este modelo “japonés” es el sueño inconfesable de los
ministros de economía de tan moderno régimen: Boyer, Solchaga, Solbes, Rato,
Montoro, Salgado, de Guindos, Escolano, Montero, Calviño y el actual Cuerpo. El
avance hacia una sociedad neoliberal completa exige reducir el gasto público
reconfigurando el sistema nacional de salud y recortando drásticamente las
pensiones. Pero cualquier partido que intente una solución quirúrgica sería
penalizado por los colectivos afectados. Esta imposibilidad de una solución
final contundente genera un doble lenguaje entre los tecnócratas que filtran a
los medios en determinadas ocasiones para rectificar después, además de la
implementación de una ingeniería de los recortes graduales, en espera de una
situación de crisis en la que fuera factible reducir imperativamente. Es el
sueño griego de la tecnocracia neoliberal.
En estas
condiciones, las poblaciones discriminadas son las que carecen de derechos con
anterioridad, y, además, se encuentran lejanas al sistema político. Los
sacrificados son los contingentes jóvenes precarizados brutalmente, al tiempo
que convertidos severamente en infrainquilinos en un mercado de la vivienda
desbocado. No obstante, esta discriminación no genera un montante monetario equivalente
al de la jibarización del sistema público de asistencia sanitaria combinado con
la disminución de las pensiones. Esta imposibilidad de avance hacia una
sociedad neoliberal completa, genera juegos de espejos, multiplicación de
comunicaciones sutiles, incremento de un área oculta a los espectadores, además
de tensiones políticas subyacentes.
Porque la
defensa del sistema público de salud y las pensiones, descansa sobre el PSOE,
partido comunicado con el mercado por unas puertas giratorias supremas. Hoy en
Madrid, la exministra socialista Trinidad Jiménez, convertida hoy en próspera
directiva de conglomerados empresariales, presenta nada menos que al bueno de
Milei. Casi toda la élite partidaria de los últimos veinte años se encuentra
ubicada en las direcciones de empresas u organismos globales que impulsan el
proyecto de reconversión de la sociedad neoliberal incompleta española en
curso. Así, nos encontramos asentados sobre un terreno blando en el que son
factibles cambios al estilo del protagonizado por el último Zapatero,
convertido súbitamente en apóstol de la austeridad.
En las
manifestaciones de pensionistas se pueden percibir los temores colectivos a la
solución griega. Muchos participantes expresan sin ambigüedad su falta de
confianza y miedos de ser convertidos en las víctimas sacrificadas en el altar
del mercado perfecto. La tecnocracia que empuja hacia el avance del
neoliberalismo, aliada con los expertos de las instituciones globales, erosiona
el imaginario colectivo y espera pacientemente su oportunidad para asestar el
golpe definitivo al desgastado y debilitado sistema sanitario, así como al opulento de las pensiones.
Por estas razones, el reportaje de En Portada tiene un valor premonitorio y anuncia el futuro de muchos pensionistas en el caso de que se produjera esta modernización fatal. El reemplazo de las poblaciones sacrificadas tendría como consecuencia un shock social a los mayores. Con estos ya se ensayan formas de reducción de sus costes, tales como el deterioro de la asistencia sanitaria, de los servicios sociales y las residencias. Los guettos residenciales se expanden paralelamente a la separación de sus herederos.
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