lunes, 18 de marzo de 2024

LA ESCALADA DE LA VIDEOPOLÍTICA EN ESPAÑA

 

El homo sapiens está en proceso de ser desplazado por el homo videns, un animal fabricado por la televisión cuya mente ya no es conformada por conceptos, por elaboraciones mentales, sino por imágenes

Giovanni Sartori

 

Contemplo asombrado el veloz proceso de degeneración derivado de la videopolítica. Esta ha mutado hacia una segunda fase, en la que los gabinetes de comunicación de los contendientes, ponen en circulación numerosos videos dirigidos a públicos amigos, en los que se denigra al adversario. Estos han proliferado extraordinariamente, representando un vector de comunicaciones que se complementan con las emitidas por las televisiones. Al tiempo, los tertulianos más avezados y leales a sus patrones políticos y mediáticos promueven videos en TikTok o Instagram para captar nuevos receptores, ensayando audaces formas de persuasión basadas, más que en sus argumentos, en la explotación de repertorios audaces de comunicación no verbal.

La videopolítica alcanza así un nuevo estadio, en el que el parlamento mismo adquiere la naturaleza de un teatro, en la que los contendientes ensayan formas agresivas de comunicación que son filmadas escrupulosamente por los operadores televisivos, para ser difundidas por todas las redes sociales, alimentando fragmentos de distintas clases (videos, memes, zascas, composiciones visuales y otras). Estos fragmentos audiovisuales tienden a desplazar a los proverbiales discursos escritos, ocupando un espacio dominante en el sistema comunicativo total. La última generación de políticos incorporados a las direcciones partidarias ha sido forjada en la batalla de los videos.

En el estadio en que se encuentra el sistema político inaugurado en 1978, la descomposición de sus instituciones, así como el deterioro de las reglas de juego se hace manifiesta. Al tiempo, los partidos van compareciendo como icebergs mediante distintos escándalos de corrupción, que muestran impúdicamente la facilidad con la que se desenvuelven los protagonistas de estos, los clanes políticos-empresariales que proyectan y ejecutan sus negocios con el consentimiento tácito de sus formaciones políticas. Lo nuevo estriba en que las direcciones de los partidos, así como sus medios de comunicación de referencia, presentan profusamente los casos de los rivales, al tiempo que resisten silenciosamente las alusiones a los suyos.

El parlamento y las instituciones representativas se cartelizan, adoptando las formas de las contiendas entre los cárteles de las economías ilegales. La última sesión del parlamento nos obsequió de primeros planos de altas autoridades amenazándose mediante gestos profusos, dotando a las imágenes de una fuerza equivalente a las mejores series policiales. A modo de crónica, es imposible no destacar a las nuevas estrellas de este género: María Jesús Montero, Oscar Puente, Patxi López y otros políticos progresistas, que se homologan con los proverbiales insultadores del pepé. Recuerdo la llegada de Zapatero al gobierno y las sesiones parlamentarias fatales en las que la derecha recurría a la bronca y los insultos. Los antológicos Rafael Hernando, Javier León de la Riva (el alcalde de Valladolid de los morritos de Leire Pajín) y otros artistas de violencias verbales y escénicas.

El paso de los años ha desarrollado en el nuevo pesoe unas capacidades para la bronca equivalentes a los de la derecha. De este modo, las sesiones del Congreso derivan en un espectáculo morboso de competición regida por las acreditadas competencias de insultar, abroncar, satirizar e injuriar a los contrarios. Estas competencias han crecido vertiginosamente en los partidos, que más bien devienen en clanes, en tanto que protegen las operaciones ilegítimas ejecutadas por sus operadores con el mercado y que salen a la luz. La videopolítica ya ha cancelado los análisis políticos para ser sustituidos por fragmentos audiovisuales. En la última sesión del congreso, me impresionó de sobremanera el gesto de Sánchez y Montero, rehuyendo el saludo a Díaz, marcándola así al estilo del padrino, lo que tuvo un impacto notable en el rostro de esta. Ni el mismísimo Coppola hubiera puesto en escena una situación así.

Entretanto, la ministra Margarita Robles, en un fragmento audiovisual sacado de una entrevista, alcanza un rango de memorable pues, así como quien no quiere la cosa, advierte de una guerra necesaria e inminente, nada menos que con Rusia. En un texto se podría argumentar en favor de esa posición, pero en la entrevista realiza una simplificación salvaje: Dice que, al igual que Putin ha invadido Ucrania, va a atacar a otros países europeos, por lo cual debemos prepararnos para la guerra. Esta ministra está chapada a la antigua y carece de competencias teatrales que la sitúen en el centro del volcán comunicativo videopolítico. De ahí resulta que su proposición pase inadvertida. Al no ubicarse en el cuadrilátero para competir a golpes con sus rivales frente a los públicos participantes, elude cualquier control. Tras esta incidencia se esconde una realidad inquietante: la derecha, representada en Aznar situó a España junto a las potencias promotoras de la guerra de Irak. Pues bien, veinte años después, la izquierda, representada en Sánchez, auxiliado por Yolanda Díaz, nos sitúa en la primera línea del frente en la guerra contra el renovado imperio del mal, que siempre se ubica al este.

Una decisión del rango de una guerra, ni es deliberada en el parlamento, ni en las universidades, ni en la inteligencia y la cultura, ni en ningún lugar. La descomposición de la sociedad española alcanza un nivel inédito. Este distanciamiento ascético de las actuaciones del poder político se relaciona, no me cabe la menor duda, con la preponderancia del sistema mediático, que ha debilitado el tejido social y ha reconvertido el tejido político-social en audiencias perplejas, que aceptan sin rechistar cualquier decisión, una buena parte de ellas, en contra de sus propios intereses. En ese ecosistema pervertido de comunicación, cualquier tema puede suscitar un interés provisional si adquiere el formato del guiñol político, caracterizado por una batalla en la que las personas adquieren la forma de muñecos vivientes. Me asombra que, en las próximas elecciones norteamericanas se confronten dos vetustos gerontes que adquieren la forma de estereotipos vivientes.

Confieso mi perplejidad ante el silencio del feminismo, convertido de facto en un sindicato para la defensa de los intereses de las mujeres, pero huérfano de cualquier proyecto de sociedad. Ni una sola voz ha suscitado públicamente el cuestionamiento a la actuación de las mujeres soldado y pilotos israelíes que coprotagonizan las carnicerías humanas en Gaza. Tampoco comprendo porqué se desentienden de la amenaza de una guerra, a la que nos arrastra la OTAN y nos recuerda Margarita Robles. La sociedad española se ha vaciado inquietantemente para transformarse en grupos de interés en el interior del estado.

Desde esta perspectiva se puede comprender la metamorfosis de los partidos convertidos en auténticas bandas que defienden sus intereses materiales especificados en negocios prósperos. El resultado de esta metamorfosis partidaria es la proliferación de violencias sórdidas instaladas en los representantes políticos, que imprimen a los debates parlamentarios y mediáticos una impronta defensiva de trinchera. Me disgusta contemplar cómo los partidos/banda se aglomeran sin grietas ni excepciones para defender a Ábalos o Ayuso. No existe una gama de matices ni posicionamientos, todos compactados frente al enemigo en defensa de su mercado oculto, que es factible en tanto conserven sus posiciones en los distintos gobiernos.

Pero lo más pernicioso es que esta comunicación político-mediática se encuentra orientada inequívocamente a la construcción de un público movilizado y estimulado por el imperativo del enemigo construido. Laborar para construir adictos a ese juego letal del cuadrilátero, esa es la cuestión. Así, en sesiones del congreso han desaparecido discursos propositivos fundados en el análisis riguroso. Los dirigentes ya no discuten de problemas específicos, sino que bombardean a los contrincantes mediante la activación de la hemeroteca. La dinámica de las sesiones remite a reforzar los públicos fieles mediante la advertencia del peligro que porta el rival que puede ocupar las posiciones del gobierno.

Me preocupa la impronta corrosiva e infantiloide de la mayoría de intervenciones de los líderes. En ese medio solo prosperan los gritadores y zascadores. Me impresionan los más jóvenes que se incorporan como relevo. Las estrellas ascendentes son gentes dotadas para esta confrontación de escalada de violencias verbales. Ayuso muestra su destreza en este arte y ya ha formado una escuela. Su sucesora, dotada de aptitudes para la confrontación, armada con un repertorio de frases cortas hirientes y condenas contundentes y rápidas, Noelia Núñez, ya hace sus primeras armas en el Congreso, acreditando su prometedor futuro en esta charca. El contrapunto es María Jesús Montero, que muestra su pericia como habitante del ring hablando de modo semejante a una ametralladora. Pronuncia frases en un tono que las asemeja a las ráfagas. Ahora ha ampliado su repertorio no verbal cerrando un catálogo temible para sus enemigos.

Muchas veces trato de imaginar cómo percibirían Peces-Barba y otros líderes semejantes de los orígenes estas confrontaciones en las que imperan modelos de comportamiento estrictamente gansteriles. En mi entorno cotidiano he podido comprobar lo pernicioso de esta importación de formas de seguir la política determinadas por la infantilización y la futbolización.

 

 

 

 

 

 

1 comentario:

  1. La política que los políticos hacen no tiene más fundamento que estar al servicio de la Empresa (es la economía, estúpido) y articular sus oportunidades a través de bandas políticos-empresariales con sus sociedades mercantiles fantasmales para el aprovisionamiento de fondos públicos desde las posiciones de gobierno, en último término son las facilidades de la política para los pelotazos, y cuando ello sale en las pantallas siempre habrá un espectador contemplativo que inquiera a su interlocutor ¿si tu estuvieras ahí no harías lo mismo?

    Muy bien traido lo de la fubolización, pues tal parece que ese es el modelo de gestión espectacular en el que se basa la confabulación de sus señorías: disponer de hinchadas para hacer 'negocios' y proporcionar el espectáculo necesario para que la imbecilidad y la bruticie pueda ser democraticamente accesible a través de los medios de formación y pueda a su vez corearse con 'emoción' en los enredamientos asociales.

    El Capital a sus asuntos, siempre necesita tener garantías para el movimiento del Dinero, ya sea a través del complejo industrial sanitario o el complejo militar industrial, sus señorías nunca defraudarán y siempre podrán aprovechar las transaciones para intermediar.

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