Cuadernos
para el Colapso es una publicación que representa un pensamiento alternativo,
que, en esta época de ausencia de pensamiento, espejismos múltiples y, como se
afirma en la presentación de este blog, certezas
afiladas como cuchillos, representa un confín insólito para las miradas
integradas en un sistema cerrado, perimetrado y embotado. He publicado en el
blog algún texto de Tiqqun, cuyos textos trascienden las fronteras del
hermético y autorreferencial régimen de conocimiento.
Ahora subo
este texto lúcido, que remite a la idea rectora de ese blog, el colapso. Su
lectura suscita, inevitablemente, muchas preguntas que carecen de respuesta en
las coordenadas de los sistemas políticos y culturales del presente. La
experiencia de leerlo ha sido gratificante, en tanto que ha conmovido todos mis
esquemas referenciales, dando lugar a varias problematizaciones, que espero que
sean fructíferas. Si algún lector experimenta una conmoción intelectiva análoga
a la mía propia me sentiré recompensado.
CÓMO EMPEZÓ
TODO
TESIS DE
ESTRASBURGO
Aparecido en
diciembre 2023 en Die Aktion 4.0
https://cuadernosparaelcolapso.noblogs.org/post/2023/12/01/como-empezo-todo-tesis-de-estrasburgo/#more-682
Si hemos
sido derrotados, no podemos hacer nada más que volver a empezar desde el
comienzo. Y por suerte, la tregua, probablemente muy breve, que tenemos
concedida entre el fin del primer acto y el principio del segundo acto del
movimiento, nos brinda el tiempo preciso para realizar una labor de imperiosa
necesidad: estudiar las causas que hicieron ineludibles tanto el reciente
estallido revolucionario como la derrota de la revolución, …
Engels, Revolución
y contrarrevolución en Alemania, Londres 1851
TESIS DE ESTRASBURGO
1
En el curso
de su colapso interior, esta sociedad no ha encontrado mejor truco para
jugársela a sus oponentes que tomarles prestada su nueva moral de sustitución.
Por eso, en la fase final del nihilismo la opresión se expresará en términos de
ecología, feminismo y antirracismo. Los fascistas llevan las de ganar, por
contra, presentándose como los verdaderos partidarios de la libertad, de la
democracia, de la alternativa contrahegemónica y, por último, de la revolución.
2
Ha llegado
el tiempo del feminismo Barbie y de la izquierda Pfizer, de los
anarquistas pro-censura y de los autónomos pro-otan, del horizontalismo
autoritario, de la energía nuclear verde y del estalinismo vacunal, de los
bombardeos por los derechos lgtbiqa+ y del anti-papa –el papa que en materia de
migrantes, de ecología, de crítica del capitalismo, de la guerra o de la
jerarquía, devuelve al izquierdismo a su inanidad devolviéndolo a su origen–.
3
No hay nada
más serio, y más seriamente contemporáneo, que la teología. La ignorancia
teológica es la que le permite a ésta perpetuar su reinado al amparo de la
política, la economía, la ciencia, la filosofía, la literatura e incluso de la
vida cotidiana. Para superar a la teología habrá que superar su
desconocimiento. Ateos, ¡un esfuerzo más si queréis ser revolucionarios!
4
«Se asiste
ahora a una verdadera manía para consagrar al feminismo, la sociedad ha llegado
incluso a adoptar una actitud de promoción… Los modos son múltiples e insidiosos
y, aunque no se quiera, se corre el riesgo de caer en ellos y ser atrapado. La
necesidad de reconocimiento propia de las mujeres se ve estimulada por un clima
de interés y de oportunidades prácticas. La sociedad está dispuesta a aceptar
las premisas del feminismo sin comprender la evolución que clarifica esas
mismas premisas. Ve en el feminismo una ideología, dicho de otra manera, un
poder, y como tal lo respeta porque él confirma –en lugar de ponerlo en crisis–
eso que queremos subvertir» (Carla Lonzi, Escritos, voces de Italia,
1977)
5
«El gran
peligro consistiría en sustituir el mito de las clases obreras portadoras del
futuro de los valores por el de la defensa del medio ambiente, de una
salvaguarda de la biosfera que podría tomar con la misma facilidad un carácter
totalmente totalizador, totalitario (…) A la industria nada le gustaría más que
utilizar al movimiento ecologista como ha utilizado al movimiento sindical para
su propia reestructuración del campo social (…) El movimiento ecologista debe
entonces, en mi opinión, preocuparse prioritariamente de su propia ecología
social y mental.» (Félix Guattari, Chimières, nº 28, 1991-1992)
6
El
movimiento obrero fue derrotado por haber criticado a la sociedad burguesa en
su propio lenguaje –el de la economía–. Actualmente hay chiflados que pretenden
desafiar a la sociedad cibernética en su propio lenguaje –el de la ecología–.
Si esta sociedad envuelve a esos activistas con una mirada tan benevolente es
porque pretenden llevarnos a una derrota similar.
7
El escritor
de ciencia-ficción ecologista Kim Stanley Robinson declaró recientemente: «Me
reúno con muchos tecnócratas, y a algunos les gustaría que hubiera mucho más
activismo. (…) Las alianzas y una sinergia son posibles entre tecnócratas,
activistas y acciones ciudadanas de masas». Nadie se alía con alguien más
fuerte que él sin convertirse, conscientemente o no, en su vasallo. Actuar
guiado por el inconsciente no ha constituido nunca una excusa.
8
Los
activistas de la ecología están agotando los últimos recursos subjetivos
movilizándolos inútilmente contra quienes «agotan los recursos naturales». Al
igual que a sus «enemigos», apenas les preocupa cómo se forman y se
reconstituyen tan preciados recursos: el valor, el entusiasmo, la confianza,
los saberes. En tanto que extractivistas a su manera, ellos aspiran a
ser reconocidos como interlocutores al mismo nivel por la otra mafia del
extr-activismo.
9
La ecología
es el nombre de un problema, en ningún caso de una solución. Cuando es una
civilización la que desfallece, cuando, por tanto, es la forma en que nuestros
problemas están configurados la que se vuelve problemática en sí misma, no hay
«solución» por ninguna parte. «Los ecologistas nos enseñan por qué y cómo está
en juego el futuro del hombre. Pero es al hombre y no al ecologista al que le corresponde
decidir su futuro.» (Georges Canguilhem, La cuestión de la ecología,
1973)
10
El discurso
del progreso ha permitido al Capital superar toda resistencia interna a los
estragos que suponía la modernización. Su función era mucho menos cuestión de legitimar
que de desinhibir. Servía menos a fines de convicción externa que
interna. Actualmente su rendimiento es casi nulo, incluso negativo. A juzgar
por sus resultados, ya nadie puede creer en el progreso. Paradójicamente, es el
discurso ecologista el que ha tomado el relevo. De ahora en adelante, el
Capital buscará en la ecología, con su bioeconomía y su green new deal,
la fuerza para continuar haciendo lo que siempre ha hecho: explotar, arrasar,
masacrar, producir. El discurso ecologista no es eso a pesar de lo cual
todo continúa como antes, sino eso que autoriza la perpetuación del business
as usual y la profundización del desastre. Así pues, en el futuro tendremos
biotecnologías, energía nuclear y geoingeniería en nombre de la ecología.
11
El último
recurso que han encontrado para silenciar a las mujeres ha sido el de
autorizarlas a hablar solo en cuanto que «nosotras, las mujeres». El
antifeminismo se realiza como feminismo exactamente del mismo modo que
el anti-ecologismo se realiza como ecologismo.
12
El presente
estado social es un estado alucinatorio. Las categorías de la psicopatología se
han convertido en las mejores categorías para el análisis político; no es
necesario buscarlas más allá del DSM [Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders]. El reinado, propiamente orwelliano, de la mentira sobre
todas las cosas no es un mal, sino una enfermedad.
13
El síntoma
es el resultado de un estado de sufrimiento sin salida. Aquel que no encuentra
en ninguna parte de la Historia que le cuentan el hilo que lleva al mundo en el
que ha nacido, no puede encontrar el hilo de su propia vida. «Los padres
comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera».
14
Hay quienes
hacen la historia y quienes la cuentan. Los que hacen la historia saben que los
que la cuentan mienten, pero esta mentira es también para ellos la condición
para poder continuar haciéndola, sin impedimentos.
15
«Fueron
militares rusos, en la Rusia soviética, quienes enseñaron a los alemanes las
tácticas de guerra con carros blindados gracias a la cual arrollaron a Francia
durante la Segunda Guerra Mundial; también fueron cuadros soviéticos quienes
instruyeron a los primeros pilotos de asalto alemanes, que tantas sorpresas
iban a dar al comienzo de ese mismo conflicto» (Franz Jung, El camino hacia
abajo). En agosto de 1936, es decir, después del estallido de la
Guerra Civil española, la totalidad del Comité Central del Partido Comunista
italiano firma un llamamiento «por la salvación de Italia y la reconciliación
del pueblo italiano». Decía: «Los comunistas adoptan el programa fascista de
1919, que es un programa de paz, libertad y defensa de los intereses de los
trabajadores, y os dicen: luchemos juntos por la realización de este programa».
¡Apañáosla como podáis con esto!
16
Jamás ha
habido tan pocas personas que hablen en nombre propio como en esta sociedad de
narcisismo generalizado. La magia social te tiene pillado por el ego. Operar
más allá del ego no es ningún mandato moral, sino una condición estratégica.
17
En el fondo
el activismo es de naturaleza esencialmente terapéutica. Si se deja a un
lado el revuelo mediático pasajero que puede ocasionar, no tiene otro efecto
que permitir al activista «sentirse mejor consigo mismo», procurarle el
sentimiento distintivo de no ser «como todos los demás» –esa masa pasiva de
imbéciles y puercos anestesiados–. Para el activista, pretender actuar «por los
demás», «por el planeta», «por el bien» no es más que una modalidad retorcida
de narcisismo y autopromoción universal. En este comercio de indulgencias no
hace falta más que trabajar, amparándose en motivos genéricos y generosos, para
su propia promoción moral individual.
18
La mezcla de
cooperación y competición, de información y disimulo, de sumisión y traición,
pacificación y guerra, individualismo fanático y mandatos sociales que tejen la
presente sociedad imperial se ha ingeniado en los términos de la teoría
de juegos. No es por casualidad que el sitio de California donde esta teoría ha
sido desarrollada es el mismo lugar donde se concibieron posteriormente todos
los dispositivos cibernéticos individualizados de los cuales constituye el código
fundamental. A la pregunta «¿qué aplican las aplicaciones?», la respuesta
es simple: la teoría de juegos.
19
En los años
50, los creadores de la teoría de juegos tenían por afición jugar en la
cafetería de la Rand corporation, donde trabajaban, a un juego de
mesa que habían inventado; su nombre era «Fuck your buddy!». «Fuck your
buddy!» es la moral implícita de todas las relaciones sociales actuales –tanto
afectivas como profesionales, amistosas o comerciales, virtuales o cotidianas–.
No hay nada menos lúdico que la gamificación universal. No hay nada
que no se haya convertido en un terreno de competición, incluso el número de
«amigos», y por tanto, la simpatía se vuelve un momento de hostilidad general.
20
Las
ficciones sociales son por naturaleza eficaces. La antigua ficción
consistía en que el hombre era propietario de su fuerza de trabajo y la vendía
al propietario de los medios de producción. El sujeto humano seguía siendo
libre hasta en la sumisión y soberano hasta en la alienación de su tiempo y sus
fuerzas. Su dignidad y su integridad quedaron fijadas para toda la eternidad,
aunque fueran ultrajadas a diario. Este era el tema del humanismo clásico, del
que juristas y militantes nunca nos dejan de hablar sin una punzada de
nostalgia, pero al que son incapaces de reconocer como una ficción social
perfectamente obsoleta. El que ahora prevalece es el del capital humano.
El tema del capital humano se define como la agregación de su capital social,
su capital salud, su capital relacional, su capital cultural, su capital
capilar, etc. En ningún caso, él es propietario del capital que él es.
Él es su capital social, su capital salud, su capital relacional, su
capital cultural, su capital reputacional, su capital capilar, etc. Y no son
cosas que pueda alquilar, alienar, poner a disposición de otros sin perderlas
en ese mismo instante, sin perderse a sí mismo. Eso le pone más celoso.
Tampoco son cosas que existan por sí mismas, más allá de las interacciones
sociales que les dan existencia y que, por tanto, importa multiplicar tanto
como sea posible. Estos capitales son capitales oxidables, igual que hay
monedas oxidables [de interés negativo]: sólo tienen que ser activados,
cuidados, acumulados, apreciados, maximizados, en resumen: producidos en
cualquier momento y en cualquier interacción –amenazados como están por su devaluación.
El sujeto del capital humano, en cuanto siervo del capital que es mucho más que
dueño de sí mismo, empresario de sí mismo mucho más que sereno propietario de
su persona, sólo conoce las interacciones estratégicas cuyos resultados
se trata de optimizar. La teoría de juegos, en la que ninguna finta,
ninguna mentira, ninguna traición está de más para alcanzar sus fines, es la
teoría de este «sujeto» de una precariedad absoluta, de una obsolescencia
programada y de una inconsistencia tal que puede ser cancelada al menor
paso en falso, según los movimientos imprevisibles de la opinión y los códigos
vigentes. Haber hecho del animal humano ese centro de cálculo vacío, frenético
y angustiado; esta es la mutación antropológica que han coronado las redes
sociales.
21
Amante
especialmente celosa, esta sociedad acoge como una conmovedora muestra de
lealtad cada vez que uno de sus miembros consiente en traicionar a un amigo, un
allegado o un pariente, por el bien de ella y de sus manidos «valores». Lo que
está surgiendo, tras el ritual mediático de la confesión pública, es una sociedad
de la traición –una sociedad en la que la traición recíproca, es decir, la
posibilidad de que se produzca en cualquier momento, se considera un nuevo
pacto social–. Toda la parresía que se derrama sobre el público es la
que no tiene lugar en las relaciones que ella pone en tela de juicio y remite
mediante su adulación a su definitiva espectralidad.
22
El
imperativo alineamiento ideológico exigido a los ciudadanos durante la
operación covid –seguida de la operación Ucrania, la operación Clima y la
operación Palestina– ha sido la ocasión para la especie de revuelta de los
mediocres que siempre acompaña a la fascistización de las sociedades.
23
El fascismo
ya ha ganado cuando todos han renunciado a pensar el «episodio covid».
Todo el mundo pudo ver claro entonces lo que valía la «cultura», y cómo todos
esos «intelectuales críticos» estaban más apegados a su estatus social que a su
pensamiento. El desprecio de la cultura y la inteligencia mostrado por esta izquierda
zombi quedó sellado por su mutismo cómplice, mucho antes de que los
fascistas vinieran a pisotearla.
24
Quienes
pretenden que en alguna parte habría una fuerza constituida, un determinado
movimiento sobre el que apoyar la posibilidad de una revolución, o simplemente
capaz de oponerse a las maniobras gubernamentales, no hacen más que engañarse y
engañar. Al ocupar así el terreno, obstaculizan que emerja algo nuevo,
capaz de apoderarse de la época y de retorcerle el cuello.
25
La necesidad
de fantasear con la existencia de un movimiento proviene de que, para cierto
número de ilusos, esta ficción hace las veces de consistencia social: ellos
«formarían parte». En efecto, es común que, cuando no se sabe lo que se quiere,
se llegue a querer existir –y por tanto, fatalmente, a fracasar ya que
existir no puede resultar de una voluntad. Algunos han creído,
manifiestamente, que se podía aplicar a la revolución la consigna «fake it
until you make it», que tiene tanto éxito en la economía de las start-ups.
26
A medida que
las redes sociales han extraído lo esencial de la existencia social y de la
valorización a ella vinculada, los militantes radicales se han reducido
insensiblemente a un subsector marginal de dichas redes, que los ha subsumido
casi integralmente. La imposibilidad, y el carácter finalmente superfluo, de
disponer de una estrategia efectiva se deriva lógicamente. De ahora en
adelante, los movimientos sociales están allí en primer lugar como soporte para
la existencia individual de los militantes en las redes sociales. Si no
conducen a ninguna parte, si no importa que desemboquen en una victoria o a una
derrota, es porque ya cumplen ampliamente esta función básica.
27
Para el
activista, la razón de ser de la acción sólo es relativa a las imágenes que
pueden producirse, y más aún a la explotación política de estas imágenes, así
que no hay por qué escandalizarse de la aberración estratégica o del pasotismo
táctico de dichas acciones. La verdadera eficacia de la acción reside fuera
de ella misma, en los efectos secundarios que debe permitir. Desde este
punto de vista, un herido grave no es necesariamente una pérdida, y una derrota
rotunda puede también convertirse con facilidad en un éxito patente; si al
menos no se es demasiado sensible al sufrimiento de los mártires.
28
El
triunfalismo desubicado, seguido del mutismo sobre la derrota una vez que ésta
se ha consumado, designa una de las formas más perversas que toma el amor
por la derrota de la izquierda, tanto entre los activistas como entre los
sindicalistas. La celebración de victorias inexistentes enmascara oportunamente
la retirada final o, las más de las veces, la completa ausencia de estrategia.
Hay que considerar, sin paradoja alguna, que los verdaderos derrotistas son
aquellos que, siempre positivos, no dejan de aplaudir y felicitarse a sí
mismos. Y que son aquellos que critican «el movimiento» sin complacencia, los
que manifiestan más claramente su rechazo a dejarse vencer estúpidamente y, por
tanto, su determinación a ganar.
29
Hay quien
quiere vencer y quien quiere ser reconocido, es decir, quien considera
una victoria ser reconocido. La verdadera victoria no tiene que ver con el
enemigo, sino con la posibilidad de desplegar los propios planes justo después
de los éxitos tácticos. Y hay que tener planes.
30
La forma en
que, de repente, no quedó nadie para enfrentarse al gobierno durante el
golpe de mundo cuya ocasión fue servida por el covid, apoya esta otra
hipótesis: que todo el mundo está en otra parte.
31
No existe el
privilegio de la conciencia política. Nadie ha resultado ser más embaucado, en
los últimos años, que quienes se creen «politizados». Nadie ha sido más
estúpido que las personas «cultivadas». Hay que buscar a aquellos con los que
haremos la revolución por todas partes excepto entre los «politizados» –éstos
tienen demasiado capital social que perder como para no ser estúpidos y
cobardes–.
32
Ya no
tendréis noticias nuestras, o sólo por accidente. Desertamos de vuestro espacio
público. Nos pasamos al bando de la construcción real de fuerzas y formas. Nos
pasamos al bando de la conspiración, al bando del conspiracionismo activo.
We are «exiting the vampire’s castle». See you on the outside!
33
Creer lo
suficiente en lo que se piensa como para no decirlo. Creer lo suficiente en lo
que se hace como para no hacerlo público. Dejar a los cristianos, y los
izquierdistas, el gusto publicitario del martirio.
34
Sólo habrá
lo que construyamos. Precisamente porque no hay nadie a quien salvar es tan
necesaria una revolución. La cuestión política central del siglo XXI consiste
en saber cómo constituir realidades colectivas no fundadas en el sacrificio.
35
«Desde ahí
que queremos contribuir a crear, como un frente de ondas colectivo, las
condiciones para un cambio cultural ético que nos saque de la trampa de la
cohabitación cultural actual centrada en relaciones de desconfianza y de
control, de dominación y de competición propias de la cultura
patriarcal-matriarcal que llevamos prácticamente por todo el planeta» (Humberto
Maturana & Ximena Dávila, Habitar Humano)
36
Los que han
ganado la guerra se llenan la boca de la palabra «paz». Los que se han
apropiado de todo sólo hablan de inclusividad. Aquellos animados por el cinismo
redomado sólo hablan de bondad. Incluso han conseguido el milagro de convertir
a casi todos los izquierdistas y militantes del mundo a esos «valores». Así es
como han logrado reprimir incluso la posibilidad de una revolución. Y en
efecto, los vencedores saben muy bien que no existe una revolución inclusiva,
ya que consiste, como mínimo, en su exclusión violenta. Tampoco existe una
revolución benévola o ecológica –a menos que se considere que lo
sería quemar palacios, enfrentarse a las fuerzas armadas o sabotear las grandes
infraestructuras–. «Sólo la violencia sirve donde reina la violencia», decía
Brecht. Para los vencedores, la paz es simplemente la eternidad de su victoria.
37
Los cabrones
utilizan todas las ideologías humanitarias posibles para proscribir toda
compartición neta en el seno de la humanidad –lo que obviamente les
perjudicaría–. Nosotros militamos por un mundo sin cabrones. Nos parece un
programa mínimo a la par que coherente y satisfactorio.
38
Aprender a
reconocer a los cabrones y, para empezar, admitir su existencia, está en el
origen de nuestra fuerza: el analfabetismo y el indiferentismo en cuestiones
éticas benefician obviamente a los cabrones.
39
El Partido
se fortalece depurándose de sus elementos oportunistas, nihilistas, escépticos,
covidianos, perversos, narcisistas, posmodernos, etc.
40
La verdadera
potencia colectiva sólo puede construirse con quienes ya no tienen miedo a
estar solos.
Moses
Dobruška