martes, 24 de octubre de 2023

LA EXPIRACIÓN DE LA ESCUELA ANDALUZA DE SALUD PÚBLICA: UN HOMICIDIO DOLOSO CON SEDACIÓN FINAL

 

Es mejor quemarse que apagarse lentamente
Kurt Cobain

No son los males violentos los que nos marcan, sino los males sordos, los insistentes, los tolerables, aquellos que forman parte de nuestra rutina y nos minan meticulosamente como el tiempo.

E.M. Cioran

 

La muerte de la EASP adquiere la forma de una expiración que culmina una última etapa de vida asistida, que se asemeja a la de los pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos. El desenlace ha sido el óbito inexorable, planificado y preparado cuidadosamente desde el nuevo gobierno del PP, que ha movilizado las ingenierías del desmontaje de las organizaciones públicas que habitaron el espacio de los viejos estados del bienestar. Los saberes y las prácticas acumulados durante décadas para desmantelar las grandes empresas industriales, y también aquellas que formaban parte del sector público, han sido aplicados con un rigor encomiable sobre esta organización nacida en 1986.

La EASP constituyó una excepción con respecto a las organizaciones, empresas, agencias y fundaciones que conformaron lo que se denominó como “administración paralela” en Andalucía. Su fundación estaba impulsada por un proyecto compartido por varios grupos salubristas, así como de las primeras promociones de médicos de familia. Este se desarrolló en los años siguientes, fusionándose con los proyectos extranjeros sustanciados, tanto en las especialidades médicas hospitalarias como en las industrias biomédicas. En esta simbiosis la EASP conservó una parte sustantiva de su proyecto salubrista originario, lo que le ha otorgado una identidad organizacional, que fundamenta su singularidad y su diferencia con respecto al conglomerado de la administración paralela.

Esta especificidad, fundada en una identidad propia resultante de procesos de intercambio cultural con otros proyectos, generó, a lo largo de toda su historia, tensiones con el poder político regional, que se manifestaron de distintas y sutiles formas. Así se forjó una paradoja que acompañó a esta organización durante toda su existencia, consistente en que formando parte del orden organizacional del poderoso patrón que fue el gobierno andaluz del PSOE, supo establecer cierta distancia, administrando su obediencia debida mediante una rica y variada gama de matices.  Se puede afirmar que, en la mayoría de tiempos de existencia de la escuela con distintas direcciones, su obediencia no fue mecánica, y que de forma subrepticia comunicaba su aspiración a mayor autonomía.

La llegada del PP al gobierno andaluz, tras varias décadas de estar confinado en la oposición, propició la demolición gradual y controlada de la administración paralela, que fue despiezada y abatida paulatinamente. Gran parte de las organizaciones desmanteladas, se corresponden con lo que se denomina en este tiempo como chiringuitos, es decir, organizaciones carentes de un proyecto propio. En el caso de la EASP, no sólo no se consideró la excepción, sino que esta fue considerada como una poderosa razón para abatirla. El proyecto mestizo de la escuela, que incluía algunos importantes elementos neoliberales, que se manifestaban en el vigor en la adopción de versiones radicales del gerencialismo de este tiempo, no fue excusa para ser salvada y debidamente reconvertida. Desde el primer momento, el nuevo gobierno manifestó su firme convicción de terminar con ella. Por eso resalto su final como homicidio doloso.

La sobrevivencia de un proyecto propio, aún acosado por los poderosos gobiernos regionales, así como la naturaleza híbrida de este, hizo posible la coexistencia de distintas especies profesionales y discursos, en el que se encontraban presentes muy distintas fuentes.  De este modo, en el equipo de la EASP siempre hubo cierto pluralismo y heterogeneidad. A pesar de que nunca hubo discusiones públicas, se reconocieron distintas voces y enfoques. En mi caso tengo que agradecer que pudiera exponer mis críticas al gerencialismo o a las representaciones mágicas asociadas al salubrismo, incubadas en las organizaciones sanitarias globales de forma desinhibida en módulos en los que desfilaban gerentes duros contando sus relatos prodigiosos acerca de los milagros de la gestión, así como los portadores de herramientas que se mostraban como remedios universales para resolver los problemas. Estoy persuadido acerca de que este nivel de conversación fue también una excepción en el unánime y monolítico ambiente de los foros profesionales.

En varias entradas que he escrito en este tiempo final de la escuela, he recurrido a la metáfora de las serpientes constrictoras. Se trata de matar lenta y pausadamente, debilitando a la víctima incrementalmente hasta su expiración final, descartando el efecto rápido del veneno letal. El calendario del homicidio comienza mediante la imposición de una directora, una persona considerada un peso pesado en el partido, que nunca dialogó con el proyecto. Su acción ha consistido en crear las condiciones óptimas para un discreto final referenciado en un relato que omita el proyecto, la historia y los vínculos de la organización y lo reformule en los términos de que se trata de salvaguardar los intereses de un grupo de personas consideradas como aptas para ser recolocadas en otros espacios de la administración. También el factor localista que priva a Granada de una agencia que produce sustanciosos beneficios en su transporte y hostelería.

Una vez instalada una administradora colonial se procede al vaciado del proyecto, mediante una congelación de presupuestos que impide desarrollar proyectos nuevos. El resultado es el inicio de una diáspora de la inteligencia, de modo que se debilita la cohesión del colectivo. La ingeniería de las jubilaciones termina por romper las simetrías de la plantilla. El proyecto que ha sustentado la escuela, es debilitado hasta su extinción progresiva, terminando por convertirse en un remedo de lo que fue. La agonía del proyecto debilita el sistema de relaciones profesionales con el exterior, constituyendo así el preludio del desmoronamiento.

El último acto radica en que, una vez que la organización funciona de forma asistida, al modo de los cuidados intensivos, se espera el momento oportuno para asestarle el golpe final, semejante a la desconexión. Así se logra que este homicidio organizacional tenga un coste político cero. Después de tanto tiempo ubicados en la galería de la muerte, los sobrevivientes se encuentran extremadamente debilitados, y supongo que esperanzados en su nueva ubicación. Me parece que es menester reseñar la ausencia de respuestas de los antiguos pobladores de la escuela en los medios. La desproporción entre el valor de la actividad realizada por la escuela y la casi total ausencia de réplicas es descomunal. Pero este es el signo del tiempo, en tanto que los mismos métodos se están ensayando en el pausado debilitamiento del sistema público sanitario, cogestionada entre gobiernos progresistas y conservadores.

No puedo concluir sin aludir a un problema político de primer orden. La alternancia inexorable de los gobiernos implica la demolición de la totalidad del espacio organizativo que estos han construido. No hay excepciones. De este modo, la democracia adquiere un inquietante perfil de tránsito de patrones, que se relevan en largos períodos de tiempo. Los proyectos sobreviven por la presencia de sus patrocinadores. En estas condiciones, el sector público se encuentra fatalmente destinado al bloqueo, y las relaciones políticas a la relación entre las cúpulas de los gobernantes.

En estas geometrías fatales, la EASP ha constituido un ejemplo de rescatar lo oblicuo, tratando de escapar de la lógica de las grandes configuraciones simétricas características de este sistema político. En este sentido hubiera merecido, al menos, una muerte mejor que la de la desconexión y la adulteración de su propio relato. Porque para una organización productora de conocimiento la existencia de un proyecto y una dosis de pluralidad es imprescindible. Desde luego, en España, no abundan los ejemplos.

 

 

 

 

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