jueves, 28 de septiembre de 2023

LA AYUSIZACIÓN

 

La sesión de investidura de Núñez Feijoo hace visible la naturaleza del juego que tiene lugar en las degradadas instituciones políticas, así como en el ecosistema mediático que las acompaña. La línea seguida por la derecha cuando se encuentra en la oposición, que se caracteriza por su esencialismo, ferocidad y personalización del enemigo en el gobierno, se ha transferido a sus contendientes. Así, el PSOE, puso en escena la última versión del “dales caña, Alfonso”.  La intervención de Oscar Puente estuvo a la altura de las mejores traducciones de esta forma de hacer oposición de la derecha, que consiste en ajustarse a los escenarios, actores y énfasis de los guiñoles.

Isabel Díaz Ayuso representa la forma más evolucionada y eficaz de hacer gobierno/oposición en este género de política televisada. Tiene el honor de practicar la política en el modo de cuadrilátero, que he desarrollado en varias ocasiones en este blog. Se trata, ante todo, de estimular a su público, que no demanda discursos espesos argumentados, sino gestos de contienda y la determinación de constituirse en vencedora sobre la ruina de sus oponentes. Ayuso elude, en todas las ocasiones, el control parlamentario ejercido por la oposición, mediante el arte de no descender a lo específico de las decisiones de gobierno. Así, si alguien le pregunta o le recrimina acerca de ratios de servicios públicos u otras cuestiones de gestión, le responde volcánicamente aludiendo a alguna cuestión esencialista acerca de su ideología, en buena parte de las ocasiones a hechos e interpretaciones sucedidas en otro escenario histórico.

La aturdida oposición madrileña, bien la izquierda woke en versión local -producto de varias metamorfosis tras las que terminan por renunciar a los nombres de sus viejas ideologías, siendo reemplazadas por términos que aluden a los mágicos guarismos aritméticos de Más o Sumar- bien los fragmentos activos del PSOE sobrevivientes a varios diluvios políticos, no se encuentra preparada para resolver esta confrontación de emociones de los públicos degradados. Este estilo de Ayuso, de soslayar su gestión aludiendo a lo histórico-ideológico para desplazarse a la demonización y descalificación total de la oposición, es practicado en la referencia de una de sus propuestas simbólicas favoritas: el proverbial arte de torear.

El éxito radical de Ayuso, que desde 2019 ocupa el gobierno madrileño ampliando sus apoyos, imprime una naturaleza deportiva/futbolística a la contienda política, y obtiene la sanción positiva de las televisiones, que movilizan sus audiencias con los zascas, las afirmaciones propias de campos de batalla, las puestas en escena que estimulan la percepción de las instituciones como frentes militares. El resultado es una convergencia de las audiencias televisivas y las nubes de mosquitos que habitan en las redes sociales. Ciertamente, su éxito remite a su innegable capacidad de transformismo, en la que hace desaparecer su gestión.

Parece inevitable que este éxito se facture y se deslocalice al sistema político estatal. Así se puede explicar que, en la sesión de investidura de Feijóo, comparezca, por primera vez, un antiayuso, o más bien, una clonación de esta adoptada por sus rivales políticos. Este es el papel representado por Oscar Puente, convertido en un virtuoso habitante de ring concentrado, más en dañar al enemigo para regocijo del público que como portavoz de un discurso dotado de espesor institucional. Se consuma el salto a un nuevo estadio de la videopolítica, que se puede resumir en los discursos dotados de énfasis no verbales, junto a su finalidad de erosionar al oponente mediante la ironía, la burla y la priorización de la crítica a sus maniobras, en tanto que los discursos se difuminan inquietantemente.

Es menester recurrir a los orígenes de estas formas de debate. No cabe la menor duda de que este se referencia en los modelos de la expansiva telerrealidad. Los formatos de este género privilegian estallidos conflictuales y el control de las emociones de los protagonistas, que tienen que acreditar en cada situación su competencia de afrontar situaciones difíciles, en las que tienen que poner en juego sus habilidades. El éxito de este género ha determinado su exportación a otros campos, llegando hasta la política. En este sentido, se hace pertinente el vínculo entre Ayuso y Belén Esteban, María Patiño o Lydia Lozano.

El acontecimiento más irracional de la política en curso es el llamado debate electoral. En el mismo concurren varios candidatos y las cuestiones programáticas a se diseminan en varios temas y múltiples cuestiones. Los participantes son requeridos a contestar en un minuto a cuestiones complejas y sustantivas, que son reemplazadas a un ritmo acelerado que sanciona el bloqueo del espectador. En esa extraña torre de Babel triunfa el que demuestra la capacidad de encajar, aprovechar sus oportunidades o decir enfáticamente algunas proposiciones. En ese medio turbulento, fatal para la inteligencia de los atribulados receptores, el arte de dañar a los contendientes adquiere una importancia primordial. La caricatura y el meme adquieren todo su esplendor.

Los antecedentes de la guiñolización de la (video)política radican en la transformación en un espectáculo de rivalidad personal de las sesiones de control al gobierno, en las que los medios casan a parejas rivales capaces de suministrar un espectáculo de aversión personal, que se sobrepone sobre los contenidos. Las estrategias seguidas por los recién casados se concentran en ridiculizar al adversario mediante la administración de la parodia de sus posiciones. En particular, el Presidente Sánchez y el ínclito Feijóo, han conformado una pareja de hecho que ha mostrado sus desavenencias conyugales en las tardes del senado en la pasada primavera.

Un acontecimiento ha puesto de manifiesto la extrema banalización del sistema de la (video)política imperante. La historia es así. Douglas Rushkoff, un original y lúcido ensayista norteamericano, ha publicado su último libro, que ha sido traducido al castellano con el título “La supervivencia de los más ricos”, editado por Capitán Swing. El diario El País, el 20 de septiembre, publica una reseñafirmada por Manuel Pascual, en la que resume una entrevista al autor. Pues bien, Yolanda Díaz comparece días después ante las televisiones, aludiendo a esta reseña, aunque sin citarla. En la misma, hace un resumen en el estilo imperante en la videopolítica, que remite a los discursos del insigne Cantinflas. Termina diciendo atropelladamente que los ricos están prestos a escapar en cohetes del devastado planeta tierra. Su intervención tiene una forma y un contenido lamentable, que expresa el nivel existente en una gran parte de las élites parlamentarias españolas.

Esta intervención es desmenuzada en memes, titulares, fragmentos audiovisuales y otras formas por sus rivales, generando una guasa monumental en las redes, y alimentando los discursos parlamentarios del mismo Feijóo. Lo más lamentable del asunto, es que se trata de un libro estimulante, cuya idea principal es que los magnates tecnológicos controlan el mundo evadiendo el control de los estados, generando una capacidad de destrucción que incrementa varios peligros combinados. Pero lo peor radica en que sus ideologías digitales, que convierten la vida real en información, les hace evadirse de la misma realidad que ellos contribuyen a generar. Este círculo se cierra mediante la afirmación de Rushkoff de que ellos mismos son inequívocamente pesimistas respecto al futuro, lo que les diferencia de otras élites de distintos pasados. De ahí su proyecto de evadirse en caso de catástrofe.  Así, un libro espeso y una reseña estimulante ha sido neutralizada por el bloqueo de la inteligencia característico del sistema político español, agotado y reconvertido al género de la comedia.

Bienvenidos a la era de la ayusización, en la que podremos disfrutar de varias pantallas con los clones de Ayuso correspondientes. El torrente de titulares y fragmentos que nos aguarda es prometedor. Me pregunto acerca de lo que hubieran sentido Gregorio Peces Barba, Enrique Tierno Galván, Miguel Herrero de Miñón u otras gentes de la primera fase del postfranquismo. La última sesión de investidura estuvo regida por la burla a lo otra parte porque no liga, o la mofa a la contraria de que liga con cualquiera. En fin, un triunfo incontestable de lo que representa Ayuso. La mismísima comprensión lectora en peligro.

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