Resulta que
Sergio Minué abandona la Escuela Andaluza de Salud Pública para ubicarse como
consultor internacional de Atención Primaria en la Organización Panamericana de
Salud. La significación de su marcha tiene una importancia fundamental en la
historia de la Escuela, debido al papel tan relevante que ha desempeñado desde
su incorporación. Sergio no sólo ejercía como docente, investigador y
consultor, sino que representaba un vínculo fuerte con la inteligencia de la
Atención Primaria estatal, así como con el mundo de la cooperación
internacional. Su presencia en la EASP generaba una demanda sustantiva. De ese
modo era una parte muy importante del menguante capital intelectual y relacional de la misma.
La salida de
Sergio trasciende la dimensión de un caso individual, representando un símbolo
del certificado de defunción de la vieja escuela. Como reza la frase
convencional de “la gota que desborda el vaso de agua”. Esto es lo que
significa su ausencia tras las jubilaciones de la generación fundacional, los abandonos
de profesionales cualificados o la relegación organizativa de las cabezas
pensantes. No se puede interpretar este episodio desde la referencia local de
esa organización, sino que, por el contrario, representa el drama eterno de la
emigración del talento en la España eterna, que se agudiza en este tiempo de un
imaginario gobierno, el más progresista de la historia, que bajo sus retóricas
triunfales oculta su incapacidad de mejorar las organizaciones públicas de
todos los niveles.
Conozco muy
bien, tanto la escuela como Andalucía. Por esta razón en mi interpretación
resalto dos cuestiones esenciales: el desprecio del talento y el castigo sutil
y continuado a quienes son considerados como independientes. En la historia de
la escuela siempre han estado presentes, pero, tras los primeros tiempos, esto
ha sucedido de forma incremental, generando una suerte de ley inversa del
mérito individual que penaliza a quienes más aportan. Imagino el sufrimiento de
Sergio en los últimos años, tratando de someterlo a un modelo provinciano de
servicio a las necesidades de la Conserjería de Salud. En vez de favorecer su
expansión se procede institucionalmente a su reducción, con el propósito de
convertirlo en un funcionario gris y obediente.
La escuela
siempre ha sido una organización extraña en la Andalucía postfranquista. El
modelo de gobierno de las instituciones y organizaciones se corresponde con el
modelo de monarquía absoluta. Quiero decir que se entiende el ejercicio del
gobierno apoyado por una institución central: la corte. El monarca se sustenta
en una red de vínculos de lealtad absoluta, entendiendo que debe gobernar el
territorio mediante gobernadores, que significan una duplicación del mismo.
Estos son los gobernadores, que despliegan un haz de relaciones entre una
nobleza que se instala en las gerencias de las organizaciones públicas.
La corte es
un dispositivo de poder monolítico, homogéneo y subordinado al mando
centralizado. En este sentido, la escuela, desde su misma fundación nunca ha
encajado bien en ese esquema. Desde la primera dirección de Patxi Catalá, a la
del cesado Joan Carles March, pasando por directores-gobernadores integrantes
de la Corte de Sevilla, se puede entender la escuela como resistente a ese
orden cortesano, así como aspirante a una autonomía imposible en esa galaxia de
la Corte del Presidente de la Autonomía y su Consejero de Salud. La presencia
de Natxo Oleaga, otro potentado en el arte de ocultar su inteligencia y
singularidad, resultaba extraña en la homologación de las voces de la Corte. De
ahí resulta una sucesiva creación de tensiones subterráneas y tormentas sin
aparato eléctrico. En esta cuestión radica la grandeza de la escuela, que pretende
hablar por sí misma en un desafío a la docilidad imperante en las
organizaciones públicas andaluzas.
Los
sucesivos monarcas y sus espesas cortes que han ejercido el gobierno desde su
fundación, han pretendido el sometimiento de la misma ejerciendo distintas
estrategias y tácticas. Pero, en general, las presiones se han incrementado,
alcanzando su máximo nivel en el tiempo de la monarca Susana Díaz y su
gobernadora María Jesús Montero. Estas entendían la escuela como un recinto a
someter. La caída del imperio socialista tuvo como consecuencia la aparición de
un nuevo monarca: Juanma Moreno, escoltado por Jesús Aguirre. Estos renunciaron
a destruirla y, mediante la designación de una directora profundamente
enraizada en la nueva corte, esta fue cercada paso a paso. En mi intimidad
suelo decir que la situación de la escuela se asemeja al célebre cerco de
Leningrado, en el que sus conquistadores renunciaron a tomarla y optaron por
cercarla y estrangularla.
La salida de
Sergio representa un hito en esta estrategia. Me cuentan que ni siquiera le han
dedicado unas palabras de reconocimiento. La forma que ha adquirido este
homicidio organizacional ha sido prescindir de los campos en que operaba
Sergio, como la Consultoría Internacional. Así ha sido posible su cerco
personal. El poder cortesano instituye un orden en el que es ninguneado,
devaluado, ignorado y convertido en un sujeto-máquina que se subordina a las
reglas. Esos procesos de marginación incremental son muy eficaces, en tanto que
los cortesanos tratan de negar su individualidad para homologarlo brutalmente
con una categoría profesional. El objetivo es conseguir su sujeción creciente.
La Corte siempre opera así, definiendo un sistema de significación en la que la
obediencia impera sobre la inteligencia, la formación y la singularidad.
El mayor
efecto perverso del orden cortesano es que el sujeto cercado es requerido para
el disimulo de su inteligencia y preparación. Así recuerdo a Sergio, muy
cuidadoso en sus intervenciones tratando de suavizar el efecto de su saber y su
capacidad. Él iba descubriendo los secretos de la Corte, lo cual generaba una
perplejidad inocultable. Me acuerdo de la gradación de sus tonos de voz en sus
intervenciones, así como su rostro, que tenía expresiones similares a las del
inolvidable Buster Keaton en su película de “Siete ocasiones”. Este mantenía la
expresión del rostro constante, en tanto que en su entorno inmediato se
sucedían situaciones vertiginosas e insólitas. Porque en la Corte cada cual
debe acreditar su dependencia y renovarla todos los días.
La magnitud
de la disimulación de la inteligencia y la capacidad requerida a Sergio,
adquiría dimensiones siderales. Este pertenecía a las primeras promociones de
médicos de familia y tenía una formación y experiencia considerable. Además,
una formación humanística fuera de lo común en esas tierras. En el terreno de
la gestión era conocedor de las corrientes críticas y se encontraba conectado a
la inteligencia médica global. Era difícil de disimular en ese páramo aldeano
su perfil. Espero que en estos tenebrosos años los expertos en convertir
profesionales en bonsáis, limitando su crecimiento y cercándolo, no le hayan
hecho mucho daño personal.
No puedo
concluir sin rememorar nuestros encuentros en el módulo de gestión en el máster
de Salud Pública, en el que precisamente yo mismo me despedí; en unos cursos de
Atención Primaria que él dirigía y en donde yo impartía una sesión de
sociología; en algunos de los SIAP; como lector de su blog, El Gerente de
Mediado, que representa una voz reflexiva imprescindible para la Atención
Primaria, y nuestra convergencia en una plataforma interprofesional de crítica
a la Evaluación. Esta terminó con un número especial de la Revista de la
Asociación de Sociología de la Educación, que yo mismo coordiné y en la que
pedí a Sergio un artículo que resultó, como siempre en él, acorde a las
expectativas.
Así termina
esta historia que ha tenido lugar en un espacio de cierta excepción a la sucesión
y reemplazo de sucesivas Cortes en Andalucía y España. Aquellos que como Sergio
no se adaptan a los imperativos cortesanos de funcionamiento son
inevitablemente penalizados. Esta es una historia oscura de persecución de la
inteligencia en organizaciones que se definen como productoras del
conocimiento. Por introducir un toque berlanguiano recuerdo que en los
tránsitos interminables entre las máscaras de la institución gestión, hace años
se puso de moda el término “gestión del capital intelectual”. En este episodio
se muestra como cruelmente patético, en tanto que esta es una historia de
liquidación del capital intelectual.
Un fuerte
abrazo para este disidente perplejo y forzoso, rechazado por las sucesivas
versiones de la venerable institución Corte. Con lo crítico que soy con las
organizaciones internacionales de salud, el nuevo medio profesional en la que
se desarrolla Sergio también le pondrá constricciones. Pero en eso ya tiene una
experiencia óptima, y, además, ya no tendrás que ocultar tu inteligencia y formación. Pero no me cabe duda de que vienen malos tiempos para la lírica en las instituciones globales.
Un fuerte
abrazo para ti, Sergio, y decirte que algunos no te olvidaremos, en tanto que
representas el reverso de la mediocridad.
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