miércoles, 21 de junio de 2023

ESTADOS MÓRBIDOS: INTRODUCCIÓN

La lectura del libro de Estados Mórbidos ha abierto varias cuestiones que no se encontraban bien resueltas. Esta es una lectura que ha contribuido a una reflexión personal notable, en la que me he replanteado algunas cosas y he problematizado otras, renovando mi interés por el campo de la salud. Esta es la razón por la que presento varios párrafos de la introducción, que pueden contribuir para algunos lectores a conocer la propuesta de la autora.

 

DRESDA E, MÉNDEZ DE LA BRENA

ESTADOS MÓRBIDOS

INTRODUCCIÓN

ESTADO DE MAL-ESTAR

 

Cien años de soledad ayuda a ejemplificar el ciclo del problema que anima a la coreografía del capitalismo neoliberal actual: aquel que rebosa nuestro ensamblaje al mercado y su productividad; ese que articula el agotamiento, la fatiga, el cansancio de los cuerpos a partir de estructuras de hiperactividad y de rendimiento; ese que autonomiza nuestros deseos de mejoría para adecuarlos al mundo del mercado a través de una pedagogía de la felicidad y pensamiento positivo que nos ayuda a olvidar nuestro desgaste. Sin embargo, no todos los cuerpos se adecuan a los modos de vida que el mercado ofrece. Ahí empieza el problema, ahí comienza el malestar. Las dolencias inventadas por la superstición de los indígenas (García Márquez 2007,20) […] ahora son estados de malestar colectivizados relacionados con las vulnerabilidades y con las fragilidades de algunos cuerpos que no se adecuan exactamente a los requerimientos del capitalismo neoliberal. El malestar contemporáneo es todo lo que el sistema capitalista incluye y, el síntoma, todo aquel cuerpo que no puede olvidar que el desgaste de la vida es requerimiento de productividad, de la eficacia y de la temporalidad.  Esto es el Macondo moderno, un estado de mal-estar, de enfermedad y agotamiento.

Este malestar, este estar-mal que agobia cotidianamente, es parte del ensamblaje de síntomas sociales que sumados entre sí enuncian una grave enfermedad. Síntomas de dolores cotidianos fermentados en la plaga inducida del olvido que aparecen como enfermedades o padecimientos registrados en el cuerpo (López Petit 2014). Enfermedades que constituyen una crítica al Estado de bien-estar que, en su primera formulación keynesiana resaltaba lo mejor de una sociedad en busca de generar las mejores condiciones económicas y humanas y que, ahora, encausa sus proyectos políticos-económicos en la trituración de nuestras vidas y a la extracción de nuestra fuerza vital para orientarlas a la infinita productividad.

Estamos viendo en las sociedades capitalistas contemporáneas o, en palabras de Mark Fisher (2016), en un realismo capitalista tecnológicamente desarrollado, la emergencia de un conjunto de síntomas cuya característica transversal es que no se corresponden con ninguna causa orgánica clara, según los parámetros biomédicos hegemónicos. Enfermedades como la fibromialgia, la Encefalomielitis Miálgica/síndrome de fatiga crónica y/o sensibilidades químicas múltiples son síntomas de mal-estares (en plural porque no hay un solo tipo de mal-estar en el capitalismo) imbricados profundamente con el sistema capitalista neoliberal y que son factores propiciatorios y perpetuadores de enfermedades que nos dejan ver el semblante menos benefactor del Estado. El Estado es, ahora, parte importante en la coproducción de estas enfermedades que recién nombraba, que no son nuevas ni tampoco emergentes, sino recordatorios somáticos de la sintomatología social propia de nuestros tiempos que se presenta en este libro como Estados Mórbidos.

Estados Mórbidos sostiene la hipótesis de que para comprender el incremento de las enfermedades contemporáneas englobadas en nombre de Síndrome de Sensibilización Central (SSC) es necesario leer los síntomas corporales desde la perspectiva crítica de las sociedades globalizadas y neoliberales actuales y sus estructuras de poder que se materializan en el cuerpo a través de la enfermedad. Requiere, por tanto, abordar estas sintomatologías en discusiones más amplias que analicen los mecanismos de desgaste corporal como facilitadores de la enfermedad […] Significa colocar estas enfermedades como parte de los procesos de muerte social (Puar 2009, 2017; Shildrick 2015) que obligan a las personas a permanecer en estados situados entre la vida y la muerte; en estados de morbilidad.

¿Por qué es importante este análisis? Porque el neoliberalismo lee estos síntomas en su beneficio mientras nos ciega con la plaga del olvido.  Y, en esa lectura, estos síntomas parecieran ser una expresión del triunfo de las lógicas capitalistas sobre nuestra vulnerabilidad y fragilidad. […] El capitalismo nos hace olvidar nuestra vulnerabilidad y fragilidad reemplazándola por el hechizo de una realidad imaginaria….. (que nos resulta….. menos práctica pero más reconfortante (García Márquez 2007, 22), porque nos identifica con una oportunidad, con una promesa de que nuestro esfuerzo nos dará los recursos necesarios para seguir adelante (Berlant 2011; Puar, 2009; Shildrick 2015). En otras palabras, se nos promete que los beneficios de la gestión empresarial propia, es decir, el éxito de ser emprendedores de nuestra propia debilidad, nos permitirá incursionar al mercado y su palpitante economía. Nuestro agotamiento, cansancio y enfermedad al servicio del capital.

Este libro ofrece un análisis de un sentido más profundo del agotamiento, la fatiga y el dolor cronificado como parte del ensamblaje asociado a una serie de estructuras político-económicas que hacen del cuerpo una composición vulnerable y sujeta a la expresión de enfermedades y padecimientos. En este sentido, el concepto de “Estados Mórbidos” pone en el centro del análisis una crítica a una serie de arquitecturas perversas que materializan su poder sobre el cuerpo a partir de la creación de condiciones que propician y perpetúan la enfermedad. En este encuadre, Estados Mórbidos es una herramienta conceptual que permite una crítica en una doble dimensión. Por un lado, estados mórbidos (minúscula) incorpora regímenes afectivos contemporáneos de auto-precarización y auto-responsabilización que definen la enfermedad como estado de responsabilidad individual y de autogestión de nuestra debilidad. Por otro lado, Estados Mórbidos (mayúscula) refiere la macro-administración y necro-aprovechamiento de la morbilidad que operan a través de estructuras de poder que denomino como morbopolíticas y que posibilitan y perpetúan la expresión de la enfermedad. Este doble juego en el concepto de Estados Mórbidos revela como en las incisiones, cruces y conexiones de estos elementos se configura/manufactura la enfermedad.

En este ensamblaje (para subrayar una direccionalidad no lineal de causa-efecto) lo relevante es explorar, por un lado, los marcos morbopolíticos de producción de la enfermedad y, por el otro, analizar cómo esos marcos morbopolíticos se materializan y se incorporan en el cuerpo.

[…..]Según lo expesto, mi acercamiento al estudio de la fibromialgia no es solo como experiencia biológica, sino como parte de una estructura compleja de poderes que se entraman con diferentes técnicas disciplinarias, entre ellas el género. La organización machista de la vida social genera morbilidades diferenciadas según sexo y género y, que afectan, sobre todo, a los grupos más vulnerables que confluyen e interactúan en diferentes ejes de poder y desigualdad (Llombart 2017, 71).

¿Y si el dolor corporal y el diagnóstico de fibromialgia, por sus características específicas, pudieran ser parte de una gramática de malestar inextricablemente ligada a la violencia de las prácticas capitalistas neoliberales, sus estructuras de poder y de género dentro del marco que he denominado Estados Mórbidos?

La fibromialgia se manifiesta como un dolor crónico difuso sin causa orgánica clara […] no existe una prueba diagnóstica concluyente. El diagnóstico de la fibromialgia es el nombre de una condición que, por falta de evidencia es considerada como parte de las nuevas enfermedades que se constituyen como la ciencia-ficción de la medicina (Rendueles en Moreno 2011, 82) Dado que las enfermedades asociadas a la tríada dolor, cansancio y estrés, como la fibromialgia, son las más cuestionadas por los profesionales de la salud al considerarlas como quejas de mujeres (Valverde 2010) lo más probable es que las mujeres que las padecen sean diagnosticadas con depresión, frustración vital o hasta histeria (Ramos García 2012) y por ello reciban tratamientos específicos con ansiolíticos, antidepresivos y derivados de opioides.

En el encuadre de la propuesta del concepto de Estados Mórbidos se pone de manifiesto la perversidad de las estructuras morbopolíticas de dirigir sus esfuerzos al desgaste de los cuerpos de las mujeres a partir de técnicas disciplinarias relacionadas con las tareas de cuidados, la violencia en sus relaciones personales y familiares, las estructuras económicas que se manifiestan en la base de la doble o triple jornada, de forma mantenida, son constantes en la vida de las mujeres. Estados Mórbidos analiza las complejidades de las relaciones sociales desiguales y los contextos de vulnerabilidad de género imbricados profundamente con el sistema capitalista neoliberal que, en sus cruces y conexiones con los cuerpos, posibilitan y facilitan la expresión de enfermedades como la fibromialgia.

 

 

 


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