La lectura
del libro de Estados Mórbidos ha abierto varias cuestiones que no se
encontraban bien resueltas. Esta es una lectura que ha contribuido a una
reflexión personal notable, en la que me he replanteado algunas cosas y he
problematizado otras, renovando mi interés por el campo de la salud. Esta es la
razón por la que presento varios párrafos de la introducción, que pueden
contribuir para algunos lectores a conocer la propuesta de la autora.
DRESDA E, MÉNDEZ DE LA BRENA
ESTADOS MÓRBIDOS
INTRODUCCIÓN
ESTADO DE MAL-ESTAR
Cien años de
soledad ayuda a ejemplificar el ciclo del problema que anima a la coreografía
del capitalismo neoliberal actual: aquel que rebosa nuestro ensamblaje al
mercado y su productividad; ese que articula el agotamiento, la fatiga, el
cansancio de los cuerpos a partir de estructuras de hiperactividad y de
rendimiento; ese que autonomiza nuestros deseos de mejoría para adecuarlos al
mundo del mercado a través de una pedagogía de la felicidad y pensamiento
positivo que nos ayuda a olvidar nuestro desgaste. Sin embargo, no todos los
cuerpos se adecuan a los modos de vida que el mercado ofrece. Ahí empieza el
problema, ahí comienza el malestar. Las dolencias inventadas por la
superstición de los indígenas (García Márquez 2007,20) […] ahora son estados de
malestar colectivizados relacionados con las vulnerabilidades y con las
fragilidades de algunos cuerpos que no se adecuan exactamente a los
requerimientos del capitalismo neoliberal. El malestar contemporáneo es todo lo
que el sistema capitalista incluye y, el síntoma, todo aquel cuerpo que no
puede olvidar que el desgaste de la vida es requerimiento de productividad, de
la eficacia y de la temporalidad. Esto
es el Macondo moderno, un estado de mal-estar, de enfermedad y agotamiento.
Este
malestar, este estar-mal que agobia cotidianamente, es parte del ensamblaje de
síntomas sociales que sumados entre sí enuncian una grave enfermedad. Síntomas
de dolores cotidianos fermentados en la plaga inducida del olvido que aparecen
como enfermedades o padecimientos registrados en el cuerpo (López Petit 2014).
Enfermedades que constituyen una crítica al Estado de bien-estar que, en su
primera formulación keynesiana resaltaba lo mejor de una sociedad en busca de
generar las mejores condiciones económicas y humanas y que, ahora, encausa sus
proyectos políticos-económicos en la trituración de nuestras vidas y a la
extracción de nuestra fuerza vital para orientarlas a la infinita
productividad.
Estamos
viendo en las sociedades capitalistas contemporáneas o, en palabras de Mark
Fisher (2016), en un realismo capitalista tecnológicamente desarrollado, la
emergencia de un conjunto de síntomas cuya característica transversal es que no
se corresponden con ninguna causa orgánica clara, según los parámetros biomédicos
hegemónicos. Enfermedades como la fibromialgia, la Encefalomielitis
Miálgica/síndrome de fatiga crónica y/o sensibilidades químicas múltiples son
síntomas de mal-estares (en plural porque no hay un solo tipo de mal-estar en
el capitalismo) imbricados profundamente con el sistema capitalista neoliberal
y que son factores propiciatorios y perpetuadores de enfermedades que nos dejan
ver el semblante menos benefactor del Estado. El Estado es, ahora, parte
importante en la coproducción de estas enfermedades que recién nombraba, que no
son nuevas ni tampoco emergentes, sino recordatorios somáticos de la
sintomatología social propia de nuestros tiempos que se presenta en este libro
como Estados Mórbidos.
Estados
Mórbidos sostiene la hipótesis de que para comprender el incremento de las
enfermedades contemporáneas englobadas en nombre de Síndrome de Sensibilización
Central (SSC) es necesario leer los síntomas corporales desde la perspectiva
crítica de las sociedades globalizadas y neoliberales actuales y sus estructuras
de poder que se materializan en el cuerpo a través de la enfermedad. Requiere,
por tanto, abordar estas sintomatologías en discusiones más amplias que
analicen los mecanismos de desgaste corporal como facilitadores de la
enfermedad […] Significa colocar estas enfermedades como parte de los procesos
de muerte social (Puar 2009, 2017; Shildrick 2015) que obligan a las personas a
permanecer en estados situados entre la vida y la muerte; en estados de
morbilidad.
¿Por qué es
importante este análisis? Porque el neoliberalismo lee estos síntomas en su
beneficio mientras nos ciega con la plaga del olvido. Y, en esa lectura, estos síntomas parecieran
ser una expresión del triunfo de las lógicas capitalistas sobre nuestra
vulnerabilidad y fragilidad. […] El capitalismo nos hace olvidar nuestra
vulnerabilidad y fragilidad reemplazándola por el hechizo de una realidad
imaginaria….. (que nos resulta….. menos práctica pero más reconfortante (García
Márquez 2007, 22), porque nos identifica con una oportunidad, con una promesa
de que nuestro esfuerzo nos dará los recursos necesarios para seguir adelante
(Berlant 2011; Puar, 2009; Shildrick 2015). En otras palabras, se nos promete
que los beneficios de la gestión empresarial propia, es decir, el éxito de ser
emprendedores de nuestra propia debilidad, nos permitirá incursionar al mercado
y su palpitante economía. Nuestro agotamiento, cansancio y enfermedad al
servicio del capital.
Este libro
ofrece un análisis de un sentido más profundo del agotamiento, la fatiga y el
dolor cronificado como parte del ensamblaje asociado a una serie de estructuras
político-económicas que hacen del cuerpo una composición vulnerable y sujeta a
la expresión de enfermedades y padecimientos. En este sentido, el concepto de
“Estados Mórbidos” pone en el centro del análisis una crítica a una serie de
arquitecturas perversas que materializan su poder sobre el cuerpo a partir de
la creación de condiciones que propician y perpetúan la enfermedad. En este
encuadre, Estados Mórbidos es una herramienta conceptual que permite una
crítica en una doble dimensión. Por un lado, estados mórbidos (minúscula)
incorpora regímenes afectivos contemporáneos de auto-precarización y
auto-responsabilización que definen la enfermedad como estado de
responsabilidad individual y de autogestión de nuestra debilidad. Por otro
lado, Estados Mórbidos (mayúscula) refiere la macro-administración y
necro-aprovechamiento de la morbilidad que operan a través de estructuras de
poder que denomino como morbopolíticas y que posibilitan y perpetúan la
expresión de la enfermedad. Este doble juego en el concepto de Estados Mórbidos
revela como en las incisiones, cruces y conexiones de estos elementos se
configura/manufactura la enfermedad.
En este
ensamblaje (para subrayar una direccionalidad no lineal de causa-efecto) lo
relevante es explorar, por un lado, los marcos morbopolíticos de producción de
la enfermedad y, por el otro, analizar cómo esos marcos morbopolíticos se
materializan y se incorporan en el cuerpo.
[…..]Según
lo expesto, mi acercamiento al estudio de la fibromialgia no es solo como
experiencia biológica, sino como parte de una estructura compleja de poderes
que se entraman con diferentes técnicas disciplinarias, entre ellas el género.
La organización machista de la vida social genera morbilidades diferenciadas
según sexo y género y, que afectan, sobre todo, a los grupos más vulnerables
que confluyen e interactúan en diferentes ejes de poder y desigualdad (Llombart
2017, 71).
¿Y si el
dolor corporal y el diagnóstico de fibromialgia, por sus características
específicas, pudieran ser parte de una gramática de malestar inextricablemente
ligada a la violencia de las prácticas capitalistas neoliberales, sus
estructuras de poder y de género dentro del marco que he denominado Estados
Mórbidos?
La
fibromialgia se manifiesta como un dolor crónico difuso sin causa orgánica
clara […] no existe una prueba diagnóstica concluyente. El diagnóstico de la
fibromialgia es el nombre de una condición que, por falta de evidencia es considerada como parte de
las nuevas enfermedades que se constituyen como la ciencia-ficción de la
medicina (Rendueles en Moreno 2011, 82) Dado que las enfermedades asociadas a
la tríada dolor, cansancio y estrés, como la fibromialgia, son las más
cuestionadas por los profesionales de la salud al considerarlas como quejas de mujeres (Valverde 2010) lo más
probable es que las mujeres que las padecen sean diagnosticadas con depresión,
frustración vital o hasta histeria (Ramos García 2012) y por ello reciban
tratamientos específicos con ansiolíticos, antidepresivos y derivados de
opioides.
En el
encuadre de la propuesta del concepto de Estados Mórbidos se pone de manifiesto
la perversidad de las estructuras morbopolíticas de dirigir sus esfuerzos al
desgaste de los cuerpos de las mujeres a partir de técnicas disciplinarias
relacionadas con las tareas de cuidados, la violencia en sus relaciones
personales y familiares, las estructuras económicas que se manifiestan en la
base de la doble o triple jornada, de forma mantenida, son constantes en la
vida de las mujeres. Estados Mórbidos analiza las complejidades de las
relaciones sociales desiguales y los contextos de vulnerabilidad de género
imbricados profundamente con el sistema capitalista neoliberal que, en sus
cruces y conexiones con los cuerpos, posibilitan y facilitan la expresión de
enfermedades como la fibromialgia.
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