Los ciudadanos saben
perfectamente que no se les llama a votar para consultar sus razones, sino
para hacerles entrar en razón.
Carlos
Fernández Liria
Soy enemigo del sufragio
universal; pero su manejo práctico no me asusta.
Antonio
Cánovas del Castillo
¿Qué quiere mi máquina de visión y de
escucha, y piensa lo mismo que yo? Cuestión tanto más ineludible cuanto que
nuestro margen de libertad se reduce a medida que aumenta la interposición
mediática, multiplicación de las redes y complejidad de los circuitos Siempre
ha habido una máquina de hacer creer, desde el ágora griega y sin duda mucho
antes. Pero hoy, la laringe colectiva gobierna la palabra pública. Hoy nuestra
realidad es una mediavisión del mundo, dispositivo que dispone de nosotros,
dotado de una fuerza de arrastre planetaria.
Regis Debray
Recuerdo el
vigor de las primeras campañas electorales del postfranquismo. Los partidos
movilizaban su capital militante, que se ampliaba considerablemente en ese
tiempo. Con el paso de los años, las campañas han ido desfalleciendo, al tiempo
que se transformaban en un género televisivo en detrimento de la densidad de
los actos partidarios. Los escasos asistentes son colocados tras los candidatos
por los asesores de comunicación, para conformar un capital visual que privilegie
las cámaras. La unanimidad en estos actos es inquietante. Es imposible estar en
ellos sin ser un cofrade experimentado y probado.
Estas han
terminado siendo un episodio que congrega a las audiencias en torno a los
denominados debates. El formato de estos favorece a los presentadores, que son
las estrellas de las televisiones, que ofician un intercambio verbal de un
nutrido grupo de candidatos, que tienen que responder a un menú despiezado de
los programas máximos. Así, se abordan varios temas que se desglosan en varios aspectos.
De este modo, cada aspirante dispone de sucesivos dos o tres minutos para
presentar una secuencia de propuestas. El resultado es un insufrible
intercambio de golpes dialécticos que favorece a los mejor dotados en
comunicación no verbal. Para el espectador representa un visionado en el que
sobresalen los zascas. Cada uno espera que su candidato zurre al contrario. De
ahí resulta un estado de confusión, redundancia y catástrofe programática, que
destapa la lucha de los egos de los contendientes. De esta manera se constituye
como la máxima expresión de la desinteligencia, la ocultación y la
manipulación. En este sentido, se ha llegado muy lejos.
Pero la
campaña actual ha batido todos los récords imaginables. Se puede constatar un
distanciamiento escatológico de la gran mayoría. El agotamiento de este formato
de campaña es manifiesto. Impera un
estado de saturación que llega a la tristeza. Este juego sólo interesa a las
formaciones políticas contendientes y a los operadores mediáticos. La verdad es
que las partes beligerantes se muestran inscritas en unas rutinas que llegan a
ser autodestructivas por la reducción de apoyos activos. En tanto, que estos
disminuyen, los candidatos se muestran formateados por sus haceres ante las
cámaras. De esta forma proliferan numerosos videos sin contenido que denotan un
narcisismo imposible de ocultar.
Como es
frecuente en estos meses, la campeona es Yolanda Díaz. Esta se prodiga en
entrevistas con periodistas de las constelaciones del corazón y sus asociados,
en las que muestra su frivolidad y aprovecha para minar a sus rivales mediante
mensajes de doble significado. Su encuentro con Jorge Javier fue antológico.
Estas actuaciones muestran a las claras como se imponen los mensajes ligeros y
disminuyen las intervenciones sostenidas en una argumentación. El problema de
fondo es interrogarse acerca de a quién se dirige Yolanda, Ada Colau y otras
estrellas de la fanfarria político-mediática. Desde luego no a quienes se hagan
preguntas o se encuentren relativamente orientados.
El problema
crucial que se trasfiere a la campaña es la desconexión creciente entre los
partidos y las realidades, así como la fragilidad de los proyectos. Quien siga
el discurrir de la misma se encontrará con un contenido que responde al molde
del Huffington Post, que representa una suerte de información con formato
frivolizado y personalista. Pero, por debajo de lo que parecen desvaríos se
encuentran proyectos ocultos que sustentan la campaña. Las tómbolas de bienes
públicos de los candidatos ocultan las estrategias de los mismos. Hace unos
días he publicado un texto en este blog sobre el origen de la derecha con la
pretensión de explicar sus aparentes desvaríos espectrales.
Sin embargo,
tras la aparente irrealidad de su campaña contra el fantasma de la ETA, se
esconde una estrategia bien pensada. Se trata de ilegalizar a los partidos
nacionalistas de Cataluña y Euzkadi, lo que le reportaría una mayoría cómoda a
nivel estatal. Estamos en la primera fase de la realización de un proyecto para
asentar a la derecha en el poder de manera estable. Los estados mayores son los
comunicadores que afirman que la vieja ETA se ha reencarnado en Bildu. El
aspecto más relevante de esta falacia es la constatación de que la derecha está
rompiendo con el mismísimo régimen del 78. Esto es lo que se está dirimiendo.
Por parte de
la izquierda, el giro del PSOE para presentarse como el partido de la gente,
muestra su debilidad e inconsistencia. El supuesto giro a la izquierda es la
resultante de cálculos electorales. Pero, con respecto a la socialdemocracia
histórica, este significa una regresión. Esta supuso un proyecto en acción de
construcción de una red de organizaciones públicas asentadas. El PSOE actual se
ha evadido de la responsabilidad de impulsar organizaciones públicas sólidas,
incluso las debilita considerablemente. El mantenimiento de un sector público
fuerte, era la base para hacer realidad el verbo “transformar”. Los cambios se
encontraban respaldados por esta garantía organizacional.
En los
últimos años de giro izquierdista, el PSOE debilita la Administración y los
sistemas públicos del estado del bienestar, para sustituirlos por una cadena
deslavazada de medidas de apoyo a
distintos sectores sociales. Esta política tiene la finalidad de conseguir
apoyos electorales inmediatos, pero no modifica las estructuras y deja libres a
las instituciones del mercado. Pienso que el giro simbólico/imaginario del PSOE
a la izquierda, es nefasto, en tanto que el debilitamiento de todas las
organizaciones públicas - de la enseñanza, de la investigación, de la sanidad,
de los servicios sociales- deja el camino trillado a la derecha cuando recupere
el gobierno. Andalucía representa un laboratorio elocuente del declive del
PSOE. Mientras tanto, las maquinarias jurídicas y mediáticas de la derecha
inician el camino para aislarlo, privándole de sus proverbiales aliados
nacionalistas.
Un aspecto
esencial del debilitamiento de lo público estriba en que la política de la
izquierda, también Izquierda Unida y ahora la constelación de la nueva
izquierda, supone la colonización de las distintas organizaciones públicas, lo
que les permite situar un conjunto de directivos fieles dichos partidos. El
resultado de esta reapropiación y repoblación gerencial, practicada desde los
años ochenta, ha representado un factor de bloqueo de estos sectores. Así, una
red inmensa de afines, estrictamente obedientes construye las cadenas de mando
en un prodigioso dispositivo de gerentes, asesores, falsos especialistas y
renovados comisarios políticos. La espiral perniciosa resultante bloque e
inmoviliza a dichos sectores. Por poner un ejemplo, este es el problema
principal de la Atención Primaria, y no quiero ni siquiera acordarme de la
Universidad, en la que muchos de los más mediocres eran promocionados para
desempeñarse en lo que llamaban “gestión”.
Respecto a
la nueva izquierda, su derrumbe es patente. Su fragmentación infinita, la
apoteosis de los personalismos, la incapacidad de poner en tierra las grandes
cuestiones del ecologismo y el pacifismo, el vacío programático, la
reconversión estética, la competencia en la simulación. En este contexto, tiene
lugar un verdadero descarrilamiento del feminismo, materializado en el
Ministerio de Igualdad, convertido en un cohete espacial que alberga una
nutrida troupe militante, que va perdiendo pie y distanciándose de la realidad.
Asimismo, las propuestas excéntricas como la vigilancia estatal de Tinder y las
propuestas de resolver los problemas sociales, nacidos precisamente de la
consolidación de las instituciones neoliberales de la individuación, con la
multiplicación de la psicología y la psiquiatría.
Estas
elecciones marcan un punto de inflexión para la izquierda más allá del PSOE.
Porque es ineludible interrogarse, tras tantos años de ejercicio de gobierno,
acerca del estancamiento de sus apoyos. Incluso, por la naturaleza del sorpasso
al PSOE, que se ha mostrado incapaz de ampliar los apoyos al conjunto de la
izquierda. ¿Cómo es posible que, en distintas instituciones, en las que han
desempeñado el gobierno, resulta que nutridos contingentes de electores no
renuevan su apoyo, e, incluso, viajan en
otra dirección. El caso de Ada Colau es más que elocuente. Tras ocho años de
alcaldía no conquista nuevos apoyos. La nueva izquierda se encuentra estancada
y presenta un inquietante déficit de conocimiento. En sus mítines se proyecta
la crispación de una radicalización por fracaso.
Dicho esto,
tengo dudas acerca de si el próximo domingo, escribiré aquí sobre el desenlace
de esta sórdida campaña, cuyas claves sumergidas he explicado aquí. Mi
pronóstico es sombrío, con una derecha desbocada, una izquierda desnortada, que
compiten en sus ofertas de tómbolas en detrimento de la Administración Pública
y los sistemas públicos, que siguen la senda del deterioro inexorable. El
autoritarismo creciente de los socios de gobierno, así como de la oposición son
consustanciales a esta orfandad programática y descentramiento que constituye el paradigma de la tómbola. Bueno, que
mañana es martes y en mi condición de mayor iré al cine por dos euros.
Ya se puede ir al cine por dos euros? Pues se me pasó el martes. Un gran abrazo
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