Tiene glamour para maquillar la
decadencia
Moria Casán
¿Qué es un cínico? Es un hombre que
sabe el precio de todo y el valor de nada”
Oscar Wilde
Quien canta, sus males espanta
Sancho Panza
La moción de
censura presentada por Vox, protagonizada por Ramón Tamames, ha constituido una
parodia abrumadora, que, más allá de su materialización, representa
inequívocamente un deterioro bochornoso de la democracia española, cuyo agotamiento
se evidencia en sus discursos, sus prácticas políticas, sus actores, sus
vetustas instituciones y las legiones mediáticas que congrega para construir
sus triviales narrativas. El sistema político sigue la pauta instaurada por una
de sus instituciones centrales: la Monarquía. El derrumbe del Rey Juan Carlos
ha desencadenado una sucesión que privilegia la ficción. El reinado de Felipe
VI se materializa en una enorme operación de maquillaje que trata de soslayar
los largos años de corrupción que le han precedido.
He vivido
esta democracia desde sus mismos orígenes, formando parte del exiguo
antifranquismo, hasta el día de hoy, en el que la moción de censura era
presentada por uno de los ilustres miembros de la oposición de entonces. La
intervención de Tamames ilustra acerca de las miserias ocultas de la Transición
Política. Una persona de tanta relevancia entonces que se incorpora a la gran
operación política de lo que se denomina como “La Reconquista”. No he podido
evitar ser invadido por un sentimiento de bochorno y una sensación de ruina
política e intelectual.
Uno de los
rasgos más pronunciados de la democracia española radica en su origen, que se
materializó en un compromiso entre los escuálidos contingentes democráticos y
las poderosas fuerzas del régimen anterior. Estas inician una resistencia
encomiable desde el primer día por conservar esferas inmunes al nuevo régimen,
para después irlas ampliando. Así se han conservado varios archipiélagos que
funcionan con las reglas del antiguo régimen, pero que reclaman su adhesión a
la Constitución de 1978. Con el paso de los años se han ido construyendo una
red de pasarelas entre las numerosas islas rebeldes, que se han adherido a la
nueva Constitución leyéndola de forma selectiva. La Monarquía era entendida
como un equivalente a la preeminencia del general Franco. Todo ha terminado en
una convergencia entre los distintos isleños
en grandes autopistas que ha posibilitado la idea de Reconquista.
Uno de los
símbolos de la misma, es la recuperación de gentes como Tamames, pero este no
puede ser considerado como un garbanzo negro, pues las evoluciones ce muchos de
los prominentes líderes de la izquierda es mucho más que inquietante.
Contemplar las actuaciones de Leguina, Corcuera, Vázquez, Redondo, Barrionuevo
y otros muchos, remite a interrogarse acerca del primer tiempo del
postfranquismo. No quiero comentar siquiera las evoluciones de González,
Guerra, Solana, Serra y otros prohombres del gobierno del cambio constituido en
1982. Esta parece ser la democracia que propicia envejecer manifiestamente mal.
Tamames ha
puesto en escena el derrumbe del espíritu de la resistencia del antifranquismo.
Esta ha concluido integrándose con el espíritu de la reconquista reivindicado
por los herederos del franquismo, referenciados en la última versión de este
que se proclama como mal menor. Ayer puede ser el día que simbolice la tercera
derrota de la segunda república. El espectáculo esperpéntico de su intervención
puede asociarse a la proliferación de gerentes que ocupan las tierras altas de
las gastadas democracias occidentales. Este es un indicador inequívoco de
declive.
Por esta
razón, este acontecimiento puede ser considerado como una moción de clausura,
que pone fin a las esperanzas incubadas en la democracia española de los
primeros años felices, para instaurar un tiempo sórdido de mantenimiento de
unas instituciones mediante una gran simulación mediática, al estilo de la
Monarquía de Felipe VI. Los partidos, el ecosistema mediático e institucional
que los sustentan, amparan a una corte de beneficiarios y algunos segmentos de
poblaciones cuyos intereses se encuentran representados en ese vodevil. En el
exterior de ese mundo se encuentran distintos sectores de población cuyos
intereses no se encuentran representados.
El desastre
de la moción de censura y el rescate de Tamames muestra impúdicamente que este
sistema político se encuentra deteriorado por la corrupción. Esta no puede ser
entendida como el conjunto de los casos
que han comparecido en los juzgados y los medios. Por el contrario, la
corrupción se fundamenta en un deterioro institucional que se especifica en una
desviación de fines permanente en el tiempo. Robert Michels, en su libro canónico
sobre los partidos políticos ilustra las desviaciones de las finalidades de
estos y los procesos de reestructuración de los mismos determinados por la
mutación de sus objetivos, que instituye patologías organizacionales y
constituye un conjunto de castas oligárquicas.
He vivido
largos años en una institución profundamente corrompida, como es la
universidad. El ethos universitario había sido completamente abatido, siendo
sustituido por finalidades relativamente ocultas. Una autoridad de mi
departamento, que llegó a ser secretario de estado de universidades, me
aconsejó no dedicar tanta energía a las clases. Me dijo “exactamente esto: “No
dediques tanto tiempo a las clases. Haz faenas de aliño en el aula, y que los
estudiantes trabajen para ti”. Esto es lo que ocurría en la mayoría de los
casos. Muchos profesores se constituían en verdaderos artistas de la
simulación. Lo he contado profusamente en este blog.
Recuerdo un
amigo que vive en Londres y sus hijas son inglesas. Una de ellas fue a la
Universidad de Granada de Erasmus. Estaba asombrada porque se encontró con
profesores que obviaban el programa de la asignatura y exponían allí temas de
su propia tesis doctoral, ahorrándose la preparación de las clases. He conocido
muchos casos de profesores que estando investigando un tema, requerían a sus
alumnos para hacer trabajos de exploración de su campo, de modo que resultaban beneficiarios
del trabajo de los estudiantes. Esta inversión de finalidades se encuentra
arraigada en la conciencia colectiva de la institución, generando una cultura
organizacional cuyos supuestos básicos son ocultados y reintegrados en aquello
que no se dice ni se habla, pero que se encuentra presente.
La
democracia española nacida tras la Transición Política es portadora del gen
destructivo de la mutación de finalidades. Los partidos políticos desarrollan
sus repertorios de acciones y comunicaciones en función de los objetivos
supremos de ganar apoyos electorales, en detrimento de sus propios programas.
Así reemplazan sus finalidades por sus movimientos tácticos. El resultado es
más que decepcionante. Al estilo de la institución central, la Monarquía, ponen
en escena actuaciones destinadas a seducir a los espectadores, pero que carecen
de sustento real. La ficción se apodera del sistema político.
En esta
moción de clausura ha desempeñado un papel relevante Yolanda Díaz. Su
afirmación acerca del derecho a la felicidad culmina un discurso y puesta en
escena en la que lo programático se difumina para ser reemplazado por un
repertorio teatral en el que se impone la ficción. Lo peor resulta del concepto
que tienen de los votantes. Estos son interpelados por un conjunto de tonos y
gestos amistosos que remiten al célebre programa televisivo de “Lo que
necesitas es amor”, que conducía el ínclito Jesús Puente, convertido en un
intermediario que reunía a las parejas rotas mediante la magia. Así, Yolanda
nos emplaza a congregarnos en su próxima presentación enviándonos un piquiño
como culminación de las ingenierías de la gestión del rostro que protagonizan
todas las seducciones.
No, la
corrupción principal no es la de su forma macro, la de los garbanzos negros
excepcionales que se apropian grandes sumas de dinero, sino la de la alteración
de las finalidades, la de la instauración de unas comunicaciones que ocultan
cuidadosamente muchas de las cosas de las que se piensan y no se dicen. Así, en
las conversaciones ordinarias entre profesores en la universidad, se
descalifica a los estudiantes para justificar la docencia de aliño que permite
a cada cual dedicarse a cosas más productivas para sí. Lo mismo dicen de los
electores. Susana Díaz, personaje antológico por excelencia, decía que en sus
mítines daba y recibía cariño. Entretanto, se profundizaba el deterioro de los
servicios públicos.
Tamames
escenificó en la moción de clausura la ruina ética y política de la flamante
democracia española, que cada vez más ofrece medidas gubernamentales teñidas de
ficción. En tanto que los servicios públicos menguan inquietantemente, somos
adulados, besados, seducidos y cortejados por unas castas altamente
cualificadas en el arte de la seducción mediática. Como afirma certeramente
Sancho Panza, “quien canta, sus males espanta”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario