Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

lunes, 12 de septiembre de 2022

YOLANDA DÍAZ Y LOS TRUKIS

 

La calidad teatral del mundo político se había tornado tan patente, que el teatro podía aparecer como el reinado de la realidad

 Hannah Arendt

La demagogia es la capacidad de vestir las ideas menores con las palabras mayores

Abraham Lincoln

La propuesta de Yolanda Díaz acerca de la cesta de la compra con productos básicos abaratados constituye un ejemplo elocuente de la política del vigente gobierno de izquierda. En un tiempo de hiperinflación, cuya expansión comenzó impetuosamente con anterioridad a la invasión rusa de Ucrania, una proposición de esa naturaleza se ubica en el exterior del núcleo de la cuestión. Es decir, que no sólo no reduce la inflación sustantivamente, sino que es relativamente secundario al consumo de las personas y las familias. Carrefour ya se ha adelantado haciendo una oferta de su cesta: 30 productos, 30 euros. En esta no se encuentran los productos básicos del pan, la leche o los huevos. En su ausencia se ofrecen productos secundarios, y hasta la, en este caso, estrafalaria Coca-Cola.

Así, se trata de la reedición de la estrategia de Díaz, muy acorde con el gobierno y con las actuaciones del presidente Sánchez –Yo, el Supremo-, que se fundamentan en una lógica comunicativa ajena a los procesos que configuran las realidades económicas y sociales y las políticas públicas. Como no es posible modificar los factores estructurales que encorsetan la economía, así como la rigidez de las orientaciones europeas respaldadas por el mercado infinito, se trata de tomar medidas dotadas de valor comunicativo-mediático, que otorguen a su gobierno un respaldo fundamentado en la ilusión, por parte de los esforzados ciudadanos televidentes prestos a la seducción por las apariencias.

Yolanda Díaz, junto con Garzón, son los sobrevivientes de la vieja IU, que fue el traje que vistió el desgastado PCE tras su catástrofe electoral del 82. El problema de las derrotas colosales y sucesivas de este partido desde la instauración de la alegre democracia española, es que se ha reventado su programa máximo, que aludía al socialismo como destino colectivo, entendiendo este como un más allá del capitalismo. El socialismo ha desaparecido drásticamente de los discursos, de los programas y de las comunicaciones de este conglomerado partidario. Solo se revive nostálgicamente en las fiestas anuales del PCE, mediante la adhesión expresiva a la delegación cubana. Así, esta formación política adquiere el aspecto de una organización de excombatientes.

Anguita fue el último secretario general que defendió ardorosamente un programa que suponía la reforma de izquierdas del viejo capitalismo fordista y keynesiano. Con posterioridad a su mandato, IU inventa su versión del fin de la historia mediante una política de acceso a los  gobiernos - estatal y autonómicos- a la cola del PSOE. En esos insípidos tiempos se produce la revuelta que inicia el 15 M y el ascenso de Podemos. Una parte del aparato de IU se conecta a este movimiento mediante el “pacto del botellín”, que asegura su presencia, primero en el parlamento, y después en el gobierno. Las convergencias entre segmentos de la izquierda, terminan en una enorme colisión de todos contra todos, que inicia una fatal recesión política y de reducción de sus apoyos electorales.

Este tiempo de gobierno junto al PSOE sanciona la vuelta al presente, sustentados en el imaginario del capitalismo del bienestar de los treinta gloriosos tras la II gran guerra, que se entiende como una realidad que se puede reformar y perfeccionar. Todas las propuestas se inscriben en ese context, ya superado por un nuevo capitalismo neoliberal, postfordista y global que genera un presente que se come todas las reformas parciales. Es sorprendente el hecho de que la izquierda heredera del PCE niegue las nuevas realidades globales, viviendo en la nostalgia del viejo capitalismo de rostro humano fenecido y enterrado irremediablemente. La recurrencia a la venerable institución de la concertación social, refuerza la orientación al pasado de tan misericordiosa izquierda.

Recuerdo un buen amigo de los primeros años ochenta que tras constatar el avance de su calvicie acudió a un instituto que le prometía conjurar su alopecia incipiente mediante una técnica de implante. Resulta que le insertaron un espeso  injerto de pelo que caía sobre su frente. Pero, en muy pocos meses, el proceso de la alopecia seguía su curso, ubicada más atrás, afectando a nuevas zonas de la cabeza. El efecto estético del mechón inalterable de la frente, en contraste con las zonas claras y calvas ubicadas en su retaguardia, le reportaba un aspecto horrendo. Me permito recurrir a esta ruda metáfora para esclarecer los efectos indeseados de muchas de las medidas adoptadas por el vigente gobierno, que apela a medidas socialdemócratas convencionales en un contexto estrictamente neoliberal y global, que desvía o reduce sus efectos.

Así, Yolanda Díaz se ha especializado en el arte de inventar medidas que resultan imposibles si no se modifican las lógicas estructurales que las limitan. Dado que sus resultados son muy modestos, se trata de venderlas adecuadamente, mediante una comunicación basada en la magia comercial, que ha inventado múltiples formas de fidelizar a los consumidores, haciéndoles creer que la oferta conlleva ventajas irrechazables. En estas ensoñaciones comerciales se encuentra con el presidente –Yo, el Supremo-, que también se topa con dificultades insalvables para cumplimentar un programa socialdemócrata convencional en el nuevo entorno. Así se fraguan las ingenierías de las palabras, imágenes y puestas en escena que amparan a las medidas externas a las lógicas del mercado infinito de este tiempo.

El presente es un tiempo opaco, en el que las viejas ciencias sociales son desplazadas por la preponderancia de un conjunto de saberes emanados de la tecnología fusionada con el mercado.  Estos saberes se liberan de las coherencias y rigores de las viejas disciplinas. Así comparece, con su origen en la informática, el concepto central de truco. Este se puede definir como un procedimiento astuto e ingenioso para conseguir algo. El mercado exalta los trucos, que adquieren el estatuto de milagro inserto en toda la vida: trucos para adelgazar, para buscar piso, para mantenerse joven, para mejorar la imagen…para todo. Este concepto termina por instalarse en todas las partes, y también en las políticas públicas. Yolanda ha acreditado su excelencia en este hipermoderno mundo de los trucos. Su reforma laboral representa una excelsa obra de arte plena de trucos: en tanto la precariedad y vulnerabilidad se extienden y las desigualdades sociales se agudizan, comparecen las comunicaciones eufóricas que contribuyen a ocultarlas mediante trucos retóricos.

Pues bien, el caso de la cesta es un truco retórico, del mismo rango que el de la excepción ibérica que ha capitalizado Yo, el Supremo. Este da lugar a una euforia mediático-comunicativa fundada en comparaciones estadísticas propensas a distintos trucos, que contrastan con la cruda realidad final de las facturas, rigurosamente individualizadas para cada uno de los ciudadanos-espectadores de la predistigitación estadística. Así se configura una nueva izquierda, impotente para frenar la gran contrarrevolución neoliberal, pero que muestra su competencia en el arte de las apariencias. El sistema sanitario es un campo paradigmático de este extraño mundo del gobierno basado en la comunicación y los trucos. Para cualquier economía familiar, la inflación actúa como un reductor de recursos cruel. En ausencia de solución efectiva, comparecen trucos ingeniosos que son utilizados como coartadas frente a las carencias de la acción gubernamental.

En el caso de Yolanda, los trucos alcanzan su máximo semiológico, mediante puestas en escena que restituyen a las ensoñaciones, dotándolas de un estatuto de realidad. Su adaptación a la videopolítica es asombrosa. Su espectáculo de presentación, tan cuidado y profesional, omitió a sus aplaudidores, concentrados bajo el implacable sol vespertino del julio madrileño. Esta lideresa alcanza su esplendor en el arte de solicitar a las gentes algo tan prosaico como creer. Su mensaje se puede reducir a la fe, en ausencia de otra alternativa. La cesta de la compra liberada de la inflación alimenta la oscura esperanza en algunas personas, de la salvación frente a los efectos letales de esta última peste amenazadora.

Pero la verdad es que, la cesta mágica, junto a la estabilidad laboral imaginaria, así como otras acciones semejantes, encubren el enorme vacío del proyecto de la izquierda naufragada. ¿Podemos pensar un futuro liberado del capitalismo pernicioso del siglo XXI? ¿Es factible reformar este capitalismo infame para grandes poblaciones? Estas son las preguntas que articularían reflexiones, discusiones y controversias en otro tiempo. En el presentese encuentran sepultadas por el alud de comunicaciones triviales y por las magias de las políticas públicas basadas en trucos. En el caso de la ilustre Yolanda, los trukis.

 

 

 

 

 

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