En 2017 escribí un texto en el blog comentando una movilización de un grupo de estudiantes en unas jornadas oficiales de feminismo. Este es extraordinariamente elocuente con respecto al desplome de la izquierda, que ha instaurado un simulacro de su propio programa en los últimos cuarenta años. El vacío generado por esta ficción, que ampara el ascenso de un conjunto de nutridas castas a los ámbitos del poder institucional, ha propiciado su propio derrumbe final por ausencia de sentido. Lo peor radica en el retorno de una derecha dura a la cúspide de las instituciones, así como la factibilidad de las amenazas a los avances que se han producido en esferas limitadas.
Por esta razón, considero pertinente rescatar el texto de 2017, que lo entiendo como un compendio de los males que han determinado el hundimiento final de la ínclita izquierda institucional. El vídeo que lo acompaña es un testimonio lúcido de la farsa institucional que caracteriza a las instituciones del régimen del 78. Obsérvese que la réplica tiene lugar en la esfera estrella de la izquierda oficial: el feminismo.
He vivido muchos años en medio de estas narrativas y ficciones, que encubren la realidad del pétreo estancamiento de las instituciones, que se manifiestan cada vez más semejantes a sus antecesoras creadas en el franquismo y antes de él. Lo único que adquiere una naturaleza tragicómica son mis palabras finales aludiendo a un mundo mejor. Resulta que todo ha terminado mediante una transición inversa a la de 1977-78. Este bloqueo institucional ha creado las condiciones para su misma reversión.
La lectura hoy es ilustrativa
Estos son el texto y el vídeo
TOMAR LA PALABRA
En el tiempo presente la simulación y la falsificación adquieren una dimensión macroscópica. Las instituciones se apoderan de los contenidos de los cambios requeridos para bloquearlos desde su interior. La perversión institucional alcanza niveles insospechados. Todas las causas sociales imaginables son absorbidas por los discursos institucionales, para ser vaciadas mediante la proliferación de instancias especializadas que neutralizan las presiones al cambio. De este modo, los cambios se estancan y se produce un desánimo de las personas que los apoyan. La producción del escepticismo queda convertida en una obra de arte por parte de las instituciones pervertidas.
La universidad es una institución especial, que instituye el milagro de conservar sus estructuras autoritarias --que favorecen el dominio de los docentes, en particular de los ubicados en los estratos superiores, en detrimento de los estudiantes—al tiempo que absorbe todos los contenidos derivados de los malestares sociales, para disiparlos en sus prácticas institucionales. El resultado es una apoteosis del cinismo que carece de parangón. De este modo “roba” los contenidos a cualquier propuesta de cambio, desactivando a cualquier agente de cambio.
El acoso sexual, al igual que otras formas de violencia de género, es una realidad múltiple que se encuentra inserta en todas las relaciones institucionales. Se trata de una realidad vivida por todos los participantes en las actividades cotidianas de la organización. Siguiendo su pauta habitual, la universidad se apodera de este problema, creando un órgano especializado presidido por un notable de guardia. Este hace un protocolo, una línea de comunicación pública institucional y un día simbólico de celebración formal en la que toman la palabra las insignes autoridades.
Pero resulta que ante los problemas reales surgidos en las aulas, estas instancias especializadas y sus protocolos se subordinan al elemento estructural permanente de esta organización, que es un corporativismo desbocado. Los profesores son protegidos mediante la omisión de investigación de las denuncias, el silenciamiento de los procedimientos, la ausencia de sanciones efectivas y el fabianismo en los procesos, que demoran sine die la resolución.
En todas las facetas de la vida académica se puede constatar la ausencia integral de un concepto de buenas prácticas. Este se puede especificar en todos los órdenes. He vivido en mis largos años como profesor múltiples situaciones que me gusta denominar como “cosmológicas”, de incumplimientos graves, plagios de cinco estrellas, utilización de los estudiantes para la investigación, omisión de responsabilidades y, también acoso sexual y otros problemas vinculados a discriminaciones de género. El orden universitario se encuentra vaciado de un ethos congruente con su supuesta función.
En estas condiciones, cualquier cambio implica tomar la palabra por parte de los afectados ante el bloqueo de cualquier procedimiento institucional. Se trata de pujar por espacios en donde se imponga la voz de los afectados. Esto implica un momento de ruptura, en tanto que la institución remite a los emergentes a su orden interno, que, como he señalado con anterioridad, implica encerrar el problema en un carril sin salida.
El video muestra la toma de palabra de un grupo de estudiantes en la facultad de Derecho de la universidad de Granada ante la falta de receptividad de los órganos oficiales ante los problemas suscitados. El video es muy elocuente. Que cada cual haga su lectura. No puedo evitar sintetizar la mía. Lo más considerable es la constatación de la frialdad y distanciamiento del acto académico. Las imágenes son impresionantes. Sin público; las autoridades rodeadas de una corte de dependientes; sin tensión alguna; exhibiendo un ritualismo destructivo…
La irrupción de las chicas que toman la palabra se encuentra cargada de sentido. Estas ponen en práctica la única alternativa que tienen, que es tomar el espacio y exponer su voz. Me ha impresionado favorablemente su saber estar. Están justamente en su sitio, que no es el de un sujeto pasivo que ha pagado una matrícula, sino la de una persona activa que tiene que actuar para estar incluida. Me encanta el tono con el que afirman “Nosotras hablamos ahora”. Eso es.
No obstante, el conjunto del video muestra una realidad sórdida, en tanto que las chicas no obtienen respuesta alguna a los problemas que suscitan. La cuestión principal es si a las autoridades les queda algo de vergüenza. Pero la verdad es que en una institución así, las buenas prácticas solo pueden sostenerse en el arraigo en las personas, y no en un protocolo falsario que contribuya a construir una fachada institucional hueca. ¿Esto es educación?
Muchas gracias y un abrazo para todas las participantes. Vuestra acción nos permite imaginar un futuro mejor
No hay comentarios:
Publicar un comentario