martes, 28 de junio de 2022

MÓNICA OLTRA Y LOS DELITOS DE LOS PODEROSOS

 

Ni es tan difícil descubrir a qué se debe ese fracaso de las revoluciones: es que, por afán realista, emplean para sus fines las mismas armas del Orden que querían derrocar, no digo ya espadas o bombas, sino la legislatura, la fe en la Persona, las de los Amos que derriben o repongan y las de la gente, sus ansias y necesidades personales, confundidas con lo que quedaba de pueblo indómito, y la fe en el futuro, en que también la revolución tiene sus fines; que es lo que lleva la revolución a su fin: “toma el poder” como decían los militantes de mi adolescencia y así el Poder no cae, sino que cambia de sitio y color[…] y así la rebelión contra el Poder mismo queda asimilada, desvirtuada y muerta.

Muerta nunca del todo: sigue siendo posible luchar contra la Fe, la del Amo y la de uno mismo, por más difícil y largo que sea descreer y dejar que lo que nos queda de pueblo vivo diga “No”, que es lo que sabe hacer, y que el NO haga lo que pueda.

Agustín García Calvo

 

La dimisión de Mónica Oltra, tras su imputación por encubridora de un delito de abusos sexuales a una menor tutelada ( y recluida) es un acontecimiento que trasciende su singularidad, para inscribirse en la espectacular caída de la nueva izquierda nacida en 2014, que converge en el proyecto de una reforma radical del deteriorado régimen del 78. El éxito de Podemos en las elecciones europeas de 2014, abrió un proceso que concluyó con un gran éxito en las elecciones generales de 2015 y municipales y autonómicas de ese año prodigioso. Tras instalarse en los parlamentos, en los años siguientes comienza el declive de esta izquierda, que muestra la vulnerabilidad de su programa y la caducidad de sus métodos  y repertorios de acción política. En todas las partes se desatan luchas internas de una gran crueldad, que eliminan a no pocos dirigentes y afiliados, y producen la multiplicación de las siglas y los movimientos de contingentes militantes.

La recesión electoral resultante es disfrazada por su integración en un gobierno de coalición con el PSOE en 2019, justamente cuando su influencia y recesión organizativa deviene en menguante. En esta situación se intensifican los abandonos y las salidas, que muestran unos imaginarios y métodos partidarios que representan una versión posmoderna de la vetusta III Internacional. El mal clima alcanza el éxtasis en el presente, haciéndose patente en Andalucía, donde la lucha interna alcanza una intensidad inusitada y dos candidaturas que practican el juego de la eliminación. Como ejemplo del grado de descomposición de los reformadores de 2014, la impúdica discusión pública entre Antonio Maestre y Pablo Iglesias, que se desafían a debates públicos para desvelar a qué poderosos de los medios se acoge cada uno (Roures y Florentino/Ferreras).  El mal estilo  y el fantasma de la autodestrucción comparece en la superficie sin cortapisas. Imagino lo que hubiera pensado simón Sánchez Montero y otros resistentes al franquismo de este rango si hubieran presenciado este dislate narcisista.

En estas coordenadas cabe comprender el asunto de Oltra. En síntesis, representa lo que García Calvo afirma en la cita que abre este texto: Emplean las mismas armas del orden que pretenden derrocar. Oltra ha desarrollado una gran parte de su biografía política en la confrontación con una élite terrible, la oligarquía valenciana de Zaplana, Camps y Barberá. La afirmación del insigne historiador de la revolución rusa Isaac Deutscher, que entiende que en una confrontación prolongada con un poder desmesurado, este termina por transferir sus métodos y supuestos a sus rivales, se hace factible. Este es el código para comprender las actuaciones de Oltra en este asunto: Entiende que el problema se debe a la acción de un enemigo exterior y solo los tribunales pueden juzgar el delito; los demás, están inhabilitados para decir, tratando de instituir un denso silencio sobre el cierre de sus acólitos. El libreto del viejo PP en una nueva versión.

Desde la perspectiva de la sociología y criminología crítica, se abre camino a la conceptualización de un tipo especial de delitos: Los de los poderosos. Estos disponen de cuantiosos recursos para influir en las definiciones de estos, y también en su tratamiento penal, de modo que influyan en las decisiones de los tribunales o amortigüen las sentencias. El capitalismo global ha propiciado la proliferación de delitos cometidos por autoridades económicas y políticas. En España, el Régimen del 78 ha sido espléndido, ofreciendo un repertorio de poderosos que han terminado en los tribunales. Mario Conde o Ruiz Mateos son figuras insignes de estas élites superdotadas en su defensa, pero también Rato, Matas, Bárcenas, Chaves, Griñán y otros muchos.

Así, los tribunales acreditan sus limitaciones para resolver los delitos de los poderosos, de forma que la relación entre las fechorías y las sentencias sanciona severamente la proporcionalidad: menguadas condenas para tan prodigiosas transgresiones. El caso De Urdangarín es un icono de esta escasa productividad. No es de extrañar que la exvicepresidenta valenciana se acoja a esta instancia, como hicieron sus predecesores, con la esperanza de repetir el éxito de un personaje de la categoría de Camps. De este modo se adhiere a uno de los elementos más perniciosos del régimen del 78 que se proponía modificar, como es la elusión de las responsabilidades políticas, en la certeza de que todo se dirima en los tribunales. Tomás Díaz Ayuso es el último beneficiario de este privilegio de los poderosos.

Los abusos sexuales a la niña tutelada, tuvieron lugar en una institución total. En esta, la vulnerabilidad jurídica de las poblaciones recluidas y tratadas es colosal. Sobre ellos pesa un estigma monumental y la cultura del personal que los custodia se funda en unos supuestos y sentidos basados en la sospecha permanente de los internos. Las tensiones entre ambos son permanentes y son frecuentes los conflictos de muy distinta índole entre los mismos. Como consecuencia de esta realidad, estos centros están protegidos de las miradas exteriores y el personal se cierra completamente al entorno. Por esta razón, el poder efectivo de las autoridades se encuentra constreñido por ese silencio y resistencia a la intrusión externa por parte del personal. El resultado es que cualquier acontecimiento producido en su interior presenta unas dificultades enormes de ser visibilizado y analizado.

Así las investigaciones por parte de autoridades externas se encuentran con una resistencia macroscópica difícil de gestionar. El caso de la ínclita Cifuentes en la Universidad Carlos III evidencia el espesor de las solidaridades internas, de los silencios y las complicidades, así como los poderes internos intimidatorios. De este modo se hace inteligible que la institución no denunciase, para después desplegar una resistencia encomiable en la protección del compañero. He vivido situaciones así en la universidad, en el ejército, en las instituciones sanitarias y en otras semejantes. Precisamente, uno de los elementos que configuran ese tsunami que se ha abatido sobre todas las organizaciones, y que se denomina como “nueva gestión pública”, tiene como finalidad central deshacer las solidaridades pétreas entre los profesionales y empleados de estas instituciones.

Por consiguiente, la definición de este problema, desde mi perspectiva, no es tanto jurídica, como que el comportamiento de Oltra ante el mismo, se puede encajar en el molde de “nueva zarina valenciana”. Como autoridad administrativa y política máxima, ha escondido el problema, reforzando así a los profesionales y empleados. Este ha sido convertido en un secreto, de modo que todas las miradas externas han sido calificadas en el molde de “el enemigo exterior”. No niego la envergadura de los medios de la extrema derecha procaz, que han explotado su oportunidad. Pero esta no es la cuestión. Esta radica en la gestión política de un abuso mayúsculo de poder en una institución total. Y esta gestión ha sido fatal, incomprensible desde las coordenadas de la izquierda y menos aún del feminismo.

Oltra se ha sentido amenazada y ha tratado este problema orientada a conservar su privilegiada posición de vicepresidenta y a conjurar a sus enemigos, eludiendo todos los controles y amenazando con derribar todo el templo en el caso de no obtener respaldo. Estos acelerados días ha mostrado un repertorio aciago de prácticas de un mal gobierno, contribuyendo al derrumbe de la nueva izquierda del 2014, mostrando la ausencia de un proyecto viable de cambio en las organizaciones. Así, su contribución a una izquierda, que solo actúa sobre el producto final de las instituciones: leyes, subvenciones y medidas administrativas, en ausencia de un proyecto de mejora de las mismas, destrozadas a día de hoy por la transición letal del modelo burocrático al de nueva gestión pública, evidencia la superficialidad de cualquier cambio en profundidad.

La vicepresidenta ha explotado de las competencias asociadas a su posición institucional, en la convicción de que era posible redefinir el problema y expulsarlo de su realidad. En esta secuencia no sólo ha intensificado las malas prácticas de gobierno, sino que ella misma ha deshumanizado a la víctima, tratándola como si fuera un expediente administrativo. Así ha reinventado su mismo programa político, que dice inspirarse en mejorar la vida de la gente, descubriendo que quien moleste no es parte de la gente. La perniciosa fórmula que ha creado, que se puede materializar en la fórmula “La gente menos tú”, remite a un nepotismo vinculado a la élite valenciana precedente.

Pero lo peor radica en su talante autoritario y su histrionismo expresivo. Sus actuaciones ante los medios han carecido de espesor institucional, llegando a extremos insólitos en la práctica de un liderazgo tóxico. Ciertamente, su estado psicológico se muestra tormentoso, y su incapacidad de encajar el golpe le aproxima a la valenciana “señora Rita”, exalcaldesa de Valencia, que reaccionó negando las realidades de su gestión, interpretando que las críticas a esta se debían a la acción demoníaca de los enemigos exteriores.

La mala gestión de este problema por parte de Oltra ha desvelado la metamorfosis que ha experimentado Compromís, común a la nueva izquierda de 2014. El partido inserto en la administración, ha mostrado su núcleo duro de altos y medianos cargos que han mostrado la adhesión incondicional a la lideresa sin grieta alguna. Así, no sólo cancelan el pluralismo, inseparable de cualquier colectivo, sino que se muestran como un competente grupo de interés, que actúa concertadamente y sin fisuras frente a sus rivales. La reaparición pública de Baldoví, que ante las cámaras amenaza a sus socios de coalición mediante la fórmula “Si nos tocan a una nos tocan a todos”, es elocuente en la caracterización del imaginario de este partido. Se trata de una asociación para promocionar los intereses de sus miembros.

La gran amenaza que supone este affaire, junto a su percepción, no como mala práctica de gobierno sino como “ataque” desde el exterior, ha determinado lo que se entiende como clausura organizacional, es decir, un cierre efectivo de los canales de comunicación con el exterior, lo cual produce una gravísima distorsión del conocimiento y de la forma de conocer. El resultado es la activación de un estado emocional explosivo, en el que se multiplican los enemigos. Las palabras de Mónica atribuyendo a sus socios de coalición la intencionalidad de eliminarles son una verdadera joya para la psicología social de lo que representa una alteración de la percepción.

En ese estado colectivo de peligro tiene lugar la ceremonia del baile ante las cámaras, que representa un verdadero exorcismo con respecto a sus malvados enemigos. Los dirigentes se presentan en estado de éxtasis, con sus rostros encendidos por la cohesión grupal como forma de conjura de los demonios que se han inmiscuido en su realidad. Días después, cuando presenta la dimisión, el estado de exaltación deviene en estado colectivo de depresión, como es común a algunos procesos críticos en organizaciones. Los rostros de la cúpula comparecen expresando el catálogo de emociones negativas. En esta situación de depresión colectiva ha aparecido el principio de realidad y los mil cargos del partido han aceptado su continuidad mediante el sacrificio de la lideresa.

No puedo concluir sin aludir a un elemento pernicioso común a esta nueva izquierda. Se trata de utilizar lenguajes emancipadores del nuevo anticapitalismo en contextos en los que los mismos hablantes practican modelos antitéticos. Así, Oltra, vicepresidenta del gobierno valenciano que exhibe su fuerza institucional para aplastar a una chica tutelada-recluida, una don nadie que no merece ni siquiera el privilegio de formar parte de la mitológica gente, dice a sus acólitos que ahora tenemos que hablar entre nosotras, sororidad, y tenemos que cuidarnos. La distorsión adquiere proporciones cósmicas. Esta es una perversión típica de esta izquierda. Durante algunos años, todos los que eran abrazados por Iglesias eran expulsados sin piedad a las tinieblas exteriores. El libro de Errejón,”Con todo”, es una verdadera joya en la caracterización de lo que denomina como “estalinismo cuqui”.

Lo peor de esta historia es el previsible final. En él puede concurrir un buen desenlace jurídico con un desastre político, el retorno de los brujos del PP a la Generalitat. Ignoro si estos le harán un monumento a Mónica Oltra en agradecimiento. Pero lo peor es que aterrizarán sobre las mismas instituciones que dejaron, las esculpidas por la nueva gestión pública sometida a un racionamiento tan drástico que las sitúa en la indigencia. El mítico cambio es fantasioso, lo único que no cambiará es que Baldoví seguirá siendo diputado y que el pueblo vivo de García Calvo seguirá diciendo no, pero con menos vigor.

 

 

3 comentarios:

  1. Un ejemplo perfecto (más) de lo que se llama respetar escrupulosamente la presunción de inocencia. Para qué perder el tiempo esperando a que la justicia se pronuncie sobre si hay o no evidencias para la imputación de Mónica Oltra. En fin, con lo poco que me importa a mi Compromis...

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  2. El naufragio de la "nueva política" se va haciendo cada vez más evidente y el espectáculo (deprimente) de una política histriónica bailando en un escenario "improvisado", acompañada de los pesos pesados de Compromis hasta su dimisión entre lágrimas el martes siguiente (Me voy con la cara bien alta y los ¿dientes apretados? no deja lugar a dudas al respecto y refleja a la perfección el espíritu del relato y del "significante vacío" tan caro al ideario de Podemos y "sucursales". Un saludo al autor del blog.

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  3. Yo no tengo tan claro que la reacción visceral de Oltra no sea comprensible teniendo en cuenta que es la extrema derecha la que lo ha montado todo, la nueva izquierda tiene, es cierto, muchos defectos, entre otras cosas porque ni es tan nueva ni sus fallos se contemplan con indulgencia como los de otros que ni son izquierda ni lo han sido nunca son el sistema de extremo centro en todo caso.
    Tengo una conocida que se pasa el día diciendo que todos los políticos son iguales, aunque ella solo critica del PPSOE hacia la izquierda.
    En cualquier caso al final a dimitido seguro que por las presiones recibidas, otros ni eso han hecho y mienten y mentirán como Fernández Díaz y no pasa nada, en cualquier caso apreciado Juan en este post desde luego has utilizado la presunción de culpabilidad mucho mas que la de inocencia, bueno a ver si el tiempo pone las cosas en su sitio, aunque la justicia en este país me da mas miedo que el covid y la viruela del mico juntas, pero respeto mas bien poquito o nada me merecen esta pandilla de togados francófonos de Franco.
    Saludos.

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