Este es el
décimo año desde que comenzaron estos tránsitos. En este tiempo se han
producido numerosas transformaciones que han reconfigurado el escenario
sociohistórico. Se puede afirmar que el signo general de los procesos en curso
es la confirmación de un despegue de las instituciones vinculadas al proyecto
neoliberal. Esta cuestión no es visualizada desde los paradigmas que sustentan
a la izquierda, profundamente nacional y enredada en una serie de equívocos que
debilitan sus posiciones y su arraigo sobre los suelos de este siglo XXI.
La cuestión
principal radica en la cosmovisión anclada en el pasado que confiere al estado
y el gobierno la preponderancia de la regulación social. Así se forja un
pensamiento débil, que ampara la acción de los agentes orientada a los procesos
electorales que configuran los parlamentos y gobiernos. Esta visión deformada
ignora integralmente el modo de operar del proyecto neoliberal, que es
marcadamente transpolítico, pero operativo con gran eficacia con respecto a las
instituciones.
Así, los
aldeanos de la izquierda política se focalizan en la tarea de cambiar el estado
aquí y ahora, sin comprender que cualquier proyecto político es bloqueado en el
suelo social, en donde se encuentran arraigadas la trama de las instituciones
de la individuación. En este tiempo se han consumado algunas reformas
esenciales, como es la de la universidad. Esta ha concluido exitosamente su
reconversión y es gobernada desde los supuestos y sentidos de las agencias de
evaluación, que impulsan una individuación desbocada en un medio en el que cada
cual es un operario de sí mismo en la insigne tarea de acumular méritos en una
carrera que son comparados con sus semejantes en un modelo infinitesimal.
Así la
educación, el mercado de trabajo, la empresa, las ayudas sociales, el sistema
sanitario… Toda la vida pública es unificada por las nuevas instituciones de la
individuación, que formatean a los sujetos en competencia eterna. También la
vida privada es transformada en la misma dirección, resultando un arquetipo
personal centrado en la activa gestión de sí mismo en la vida privada, en la
que las redes imponen la obligación de cumplir con las exigencias y destacar
ante los demás mediante la exhibición de los méritos laborados en el ámbito
privado, convertiendo a las personas en activistas de sí mismo.
EN un medio
así, la política se ha convertido en una esfera laminada del conjunto
institucional. Así cristaliza un espectáculo de contiendas partidarias y
personales vaciadas de sentido. La creencia generalizada en la izquierda acerca
del poder de transformación de esta política degradada, alcanza el umbral de lo
patético. Así, medidas que pretenden reducir las desigualdades sociales como el
ingreso mínimo vital, los subsidios de desempleo o el salario mínimo
interprofesional son reabsorbidos por la trama de instituciones de la
individuación, que no tienen réplica alguna.
En estos
años he contado aquí las desventuras del aula, los avatares de un enfermo
diabético, los códigos ocultos de la asistencia sanitaria y sus instituciones
deterioradas, así como otras realidades. En los primeros años existía alguna
conexión entre los textos y los contextos de aquél tiempo (cambiar el estado
aquí y ahora), en los últimos tiempos, es patente la desconexión, en tanto que
los antiguos aspirantes –antes de 2014- a grandes cambios han sido doblegados
por el peso muerto formidable de los procesos sociales en curso. Ahora
proliferan los minimalistas políticos, cuyas aspiraciones son manifiestamente
escuetas y parcas, en tanto que sus esperanzas se han multiplicado mediante la
activación de una fe encomiable.
El proyecto
en curso que patrocina Yolanda Díaz es manifiestamente minimalista. Lo más
inquietante resulta de la recesión intelectual que no es capaz de comprender lo
que ha sucedido en el suelo. En este ha renacido nada menos que una versión
adaptada del viejo franquismo. En tanto que esta se incrementa la izquierda
minimalista saca sus tópicos a pasear, evidenciando los déficits clamorosos de
sus análisis. En este escenario de la tercera década del siglo predomina una
quimera resultante de la sobrevaloración del potencial del feminismo. Las
posiciones y argumentaciones de los minimalistas resultan sombrías desde la
perspectiva de los suelos sociales. Asimismo, esta ideología de la izquierda de
saldo atribuye a las instituciones educativas un poder del que que carece por
completo.
El resultado
es que, cuando comencé a escribir aquí tenían lugar múltiples iniciativas
desplegadas por distintos agentes políticos para transformar el esqueleto del
viejo y desgastado régimen del 78. Ahora el panorama resulta lúgubre: Una
extrema derecha pujante, unos poderes fácticos en la justicia, en la educación,
en el sistema sanitario, en las fuerzas de seguridad, que exhiben su orgullo de
haber vencido los débiles intentos de modificarlos. De este modo, se
multiplican las ostentaciones de la persistencia en todos los lugares en
ausencia de los que pretendieron reformar las instituciones.
La Covid ha
reforzado estos procesos de regresión y los sectores críticos de los primeros
años han devenido en limosneros. Las estrellas mediáticas se manifiestan a
favor de la regresión y exhiben sus gestos de neutralidad ante la presencia
creciente de la extrema derecha y sus preceptos y símbolos. Entretanto, la
izquierda en el gobierno se constriñe a las simulaciones mediáticas de sus
eslóganes y símbolos, que ocultan su gran evasión de los suelos sociales. La
verdadera institución que la articula es la misteriosa piñata, es decir, la
apropiación y reparto de bienes públicos entre sus clanes instalados en los
gobiernos y sus inmediaciones.
De este
modo, mis marcos de referencia quedan disociados de los minimalistas
derrotados, que se encuentran en trance de supervivencia, bien asidos la las
instituciones de la mediatización. Ver a gentes como Carolina Bescansa en los
programas de la tele es ilustrativo e indican la naturaleza y la intensidad de la restauración del deteriorado régimen. En este vacío intelectual absoluto, la
izquierda es representada por los líderes mediáticos ubicados en los mercados
de las imágenes. Mal presagio. Habrá que esperar a la siguiente emergencia.
Entretanto, la sociedad será estrictamente dual y el control social habrá
alcanzado un nivel macroscópico.
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