Una gran
parte de mi vida he sido profesor universitario. En mis años de desempeño como
tal, he sido testigo de situaciones inverosímiles con respecto a la producción
de los currículums de los aspirantes, los métodos de selección para la
adjudicación de las plazas y las formas de operar de la burocracia
universitaria. En esos largos años pude vivir en primera persona la
transformación de la universidad, en la que se ejecutó una reforma fundada en
una variante creativa de la doctrina del shock. He contemplado verdaderas cazas
de bujas académicas entre clanes; actos de crueldad con los desamparados; una
creatividad encomiable para manipular las normativas; actuaciones que hacen del
nepotismo una obra de arte y otras manifestaciones de lo insólito. El resultado
es la conformación de un cierre integral y perfecto al exterior, que ampara un
proceso de subjetivación que asemeja a los docentes/investigadores a una orden
de clausura. En este mundo, el secreto termina siendo el factor sobre el que se
funda la cohesión, así como el principio organizador que articula una cultura
organizacional.
La nueva
universidad ha sido diseñada según la función de servir a los requerimientos
del capitalismo cognitivo. Es, entonces, una factoría del cognitariado sobre el
que se sustenta la producción inmaterial. El capitalismo académico conforma el
umbral de entrada al mercado de trabajo definido por la dualización, la barrera
infranqueable entre las élites académicas y los grandes contingentes de
aprendices-aspirantes que rota por el espacio académico global en busca de
acreditaciones. Mis años en Granada me proporcionaron un mirador privilegiado
de este tránsito. La espesa red de titulaciones de tercer grado soporta los flujos
de compradores de créditos, que colaboran obligatoriamente sustentando
proyectos de investigación.
El doctorado
es la sección más relevante de esta factoría. En este nivel, cada aspirante es
esculpido en la santa virtud de la paciencia. Tiene que experimentar un
aprendizaje del arte de ubicarse como subalterno a la red de investigadores
principales. Las relaciones en estos procesos se asemejan a los moldes
establecidos en el feudalismo. Cada uno tiene que aprender efectivamente a
someterse al guion establecido. La esperanza final que motiva a estos novicios
es la de ser ascendidos a los cielos de una plaza confortable y prometedora.
Así, pueden escapar de la jungla de contrataciones inestables en las que el
futuro depende de una combinación entre la condescendencia benevolente de los
decisores y el azar. He visto la proliferación insólita de múltiples actos de
vasallaje.
De este modo
se conforma un próspero mercado que se sustenta en la existencia de un
verdadero ejército de reserva formado por los aspirantes que se concentran
principalmente en los doctorados. En estas condiciones se hace factible
comprender los itinerarios de los neófitos, que pueden desempeñarse durante
largos años sometidos a formas de contratación que los precarizan severamente.
Esta situación es soportable en tanto el subalterno mantenga la esperanza de un
desenlace final feliz. Pero la verdad es que se impone la pauta fatal de
“muchos son los llamados y pocos los elegidos”.
Desde esta
perspectiva se puede comprender el efecto de la Reforma Laboral en curso sobre
la universidad y la producción inmaterial. Resulta que la CRUE (Conferencia de
Rectores), advierte que el sistema Ciencia-Tecnología-Innovación puede verse
afectado negativamente al suprimir el contrato por obra y servicio. Este
significa efectivamente el agujero negro sobre el que se hace factible explotar
una mano de obra barata que sustente los proyectos de investigación. Esta se
sostiene sobre unos costes bajos, que es el requisito para su continuidad. El
argumento subyacente en el texto de los rectores apunta a la temporalidad de
los proyectos de investigación. Estos necesitan de mano de obra cualificada que
concluye con el fin del proyecto. Así, la investigación se homologa con la
hostelería, la producción agrícola y otras actividades productivas definidas
por su estacionalidad.
En el modelo
vigente, muchos investigadores adquieren el estatuto de temporeros del
conocimiento. Así, tienen que rotar en distintos proyectos. El óptimo de una
carrera profesional basada en este modelo supone el encadenamiento de
contratos, que supone una competencia intensa entre los candidatos. La
condición esencial de la precariedad es precisamente la rotación y la
movilidad. Un sujeto precarizado tiene que dotarse de la competencia de moverse
en el espacio global de la investigación, lo que le puede reportar nuevos
contratos temporales. Si la secuencia de contratos se rompe, el riesgo de ser
expulsado del sistema es patente. El mercado de la producción inmaterial se
basa precisamente en la indefensión aprendida de los candidatos aspirantes.
El
comunicado de la CRUE evidencia la resistencia al cambio con la que se va a
encontrar esta piadosa reforma. Las Universidades desarrollan modelos de
funcionamiento semejantes a las Iglesias. La CRUE, como Sínodo de Directores
Académicos, domina el arte de la advertencia sutil. Sus comunicaciones,
expresadas en términos moldeados por la santa prudencia, anuncian una tormenta
de grandes dimensiones. La precariedad matrimoniada con la pluralidad de formas
de contratación, constituyen el fundamento de los procesos de producción de
conocimiento en el capitalismo académico y cognitivo. Los rectores devienen en
un grupo de presión que actúa a favor de mantener el equilibrio existente.
Concluyo con
un texto a propósito de este asunto de CCOO de la Universidad de Granada. Este
tiene la virtud de exponer con claridad la cuestión. Pero en un medio definido
por el grado cero de transparencia, como es el de la universidad y el mercado
de la producción inmaterial, la reforma laboral abre una batalla oculta, en la
que las élites académicas tratarán de encontrar una forma de aplicar la ley que
sea capaz de neutralizarla. Este campo social se va a activar considerablemente
los próximos meses. Los poderes académicos han mostrado su capacidad de vaciar
las normativas y aplicarlas de forma contraria a sus finalidades. Seguiré este
proceso que se abre con este comunicado.
Este es el
texto de CCOO. Sin desperdicio para una doble lectura
CCOO INFORMA
¿SUPONE LA REFORMA LABORAL UN PELIGRO
PARA EL PERSONAL INVESTIGADOR
Y EL LLAMADO PERSONAL DE CAPÍTULO VI?
CCOO señala
el elevado fraude de ley existente en la contratación del personal del sistema
de ciencia e investigación, su precariedad y temporalidad, y la oportunidad que
supone la reforma laboral para acabar con una situación que afecta
negativamente tanto a las carreras profesionales de estas personas como al
conjunto de la investigación española.
La
Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) advirtió hace unos
días en una nota de prensa de los “impactos negativos que la reforma laboral
podría ocasionar en el ámbito de la investigación”.
Pese a encabezar el comunicado con una declaración formal a favor de
“dignificar la carrera investigadora”, señalaban como punto crítico la
desaparición del contrato por obra o servicio “al no incluir una alternativa de
contratación que dé respuesta a las necesidades el Sistema Español de Ciencia,
Tecnología e Innovación”.
Afirma la CRUE que el contrato de obra o servicio es de “frecuente utilización
en las áreas de la investigación y la transferencia del conocimiento”, porque
los proyectos científicos se desarrollan mayoritariamente en un contexto
internacional muy competitivo y de carácter temporal.
Sin embargo, olvida la CRUE que la mayor parte de los contratos de obra o
servicio en las universidades se realizan a los mismos investigadores e
investigadoras, al mismo personal técnico, en diferentes proyectos de
investigación que se van encadenando, lo que constituye un fraude de ley,
como han reconocido ya numerosas sentencias.
Un proyecto de investigación no debe identificarse como una obra o servicio
determinada. Hacerlo así produce concatenación ilegal de contratos, que da
lugar a reclamaciones judiciales; períodos de paro entre contratos para evitar
las concatenaciones; pérdida de personal capacitado por la falta de
perspectivas y estabilidad; etc.
La CRUE debería plantearse la reforma laboral como una oportunidad
para acabar con la temporalidad y dignificar la carrera investigadora,
apostando por la contratación indefinida, superando viejos esquemas que
han condenado a investigadores e investigadoras a una precariedad insoportable.
Igualmente debería ser una oportunidad para reforzar la estructura de apoyo a
la investigación, acabando con la precariedad de parte del personal técnico y
de gestión.
Para CCOO, lo que sería una disfunción es pretender mantener la
temporalidad y la precariedad en el Sistema Español de Ciencia, Tecnología e
Innovación porque está demostrado que la temporalidad y la precariedad
afectan negativamente a la carrera del personal investigador y al propio
sistema de la investigación española.
Rectores tiene La Iglesia. Brillante como siempre Juan (y en un lodazal de oscuridad). Un abrazo amigo.
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