En los últimos días he leído los Poemas Apátridas de Erich Fried por recomendación de una amiga. La verdad es que me ha impresionado mucho su lucidez y sensibilidad. Pero lo más importante ha sido experimentar una extraña conexión con sus poemas. Habiendo fallecido en 1988, parece haberlos escrito ayer mismo. Este vínculo puede explicarse recurriendo al tiempo histórico vivido, que funciona como un cemento que une a muchas personas de varias generaciones, que comparten la experiencia de vivir entre distintas formas de totalitarismo. La liberación de uno de ellos conduce a un período de transición en el que se configura el siguiente tras un dilatado impasse.
Estas generaciones hemos conocido el fascismo, en cualesquiera de sus distintas versiones, también las resistencias que suscitaron. Con posterioridad, asistimos al derrumbe de aquello que se denominó como “socialismo real”, que resultó ser un sistema manifiestamente perverso. La democracia aparecía como un horizonte esperanzador en un capitalismo con rostro humano. Pero, inmediatamente después se reconfiguró el capitalismo, dando lugar a la apoteosis neoliberal y global. El deterioro de las instituciones que sustentaban las democracias keynesianas parece no tener límite.
Esta experiencia de aparición de nuevos horizontes amenazadores es la característica común a las biografías de las gentes de esta generación. La degradación de las democracias y los electorados derivada de la lógica de las nuevas sociedades postmediáticas se hace patente. Trump es un síntoma de la época que se asienta en todas las partes. El resultado es que nuestras trayectorias son sacudidas por victorias aparentes tras las que comparece el temible tiempo del impasse, en espera de que la amenaza siguiente termine por asentarse. Los miembros más lúcidos de estas generaciones mantienen el espíritu crítico, que es el soporte de la resistencia, que en este tiempo no es posible sin la lucidez. En contraposición, muchos prefieren mantenerse en el pasado confortable de los primeros años prometedores que tienen lugar tras la derrota de la constelación múltiple de los fascismos.
Me pregunto cómo hubiera afectado a una inteligencia como la de Fried la vivencia del capitalismo desorganizado y mediatizado en curso. Pero sus versos tienen la capacidad de ser relativamente intemporales, en tanto que tras la derrota siempre provisional de los fascismos comparece otra amenaza, que se va haciendo perceptible lentamente. Es el coste del impasse perpetuo, propiedad inexorable de nuestras biografías.
He aquí algunos de los poemas de Fried, en los que la lucidez trasciende a su misma época específica. Se pueden leer con el fondo de la banda sonora de la época, representada en las tertulias televisivas. Durante la lectura he creído escuchar la palabra “pinocho”, pronunciada en el contexto de una discusión a gritos propia de lo que en este tiempo se denomina “debate”. Espero que disfrutéis.
ADAPTACIÓN
Ayer empecé a
aprender a hablar
Hoy estoy aprendiendo a callar
Mañana dejaré
de aprender
ACERCA DE LA LIBERTAD INTERIOR
Me agaché
para besar
las relucientes botas negras
de nuestro Señor
pero él me dijo:
¡Agáchate más¡
Cuando me agaché todavía más
percibí en mí
la maravillosa
resistencia
de mi columna vertebral
que no quería doblegarse
Seguí arrastrándome alegre
agradecido a nuestro Señor
por esta vivencia
de mi dignidad
y mi fortaleza
interior
MÁS DÉBILES
Vuelven a ser más fuertes
¿Quiénes?
Ellos
¿Quiénes han de ser?
No han de ser
solo son
¿Más fuertes que quién?
Que tú
pronto quizás que muchos
¿Qué quieren?
Ante todo
llegar a ser más fuertes
¿Por qué dices todo esto?
Porque todavía
puedo decirlo
¿No podría perjudicarte?
Claro que sí
porque se están haciendo más fuertes
¿Cómo lo sabes?
Por tu advertencia
de que puede perjudicarme
LO QUE SUCEDE
Ha sucedido
y sigue sucediendo como antaño
y seguirá sucediendo
si nada sucede para impedirlo
Los inocentes no saben de nada
porque son demasiado inocentes
y los culpables no saben de nada
porque son demasiado culpables
A los pobres no les afecta
porque son demasiado pobres
y a los ricos no les afecta
porque son demasiado ricos
Los tontos se encogen de hombros
porque son demasiado tontos
y los inteligentes se encogen de hombros
porque son demasiado inteligentes
A los jóvenes no les preocupa
porque son demasiado jóvenes
y a los viejos no les preocupa
porque son demasiado viejos
Por todo ello nada sucede para impedirlo
y por ello ha estado sucediendo
y sigue sucediendo como antaño
y seguirá sucediendo siempre
EL LÍMITE
Siempre he creído
que el horror tiene un límite
donde detenerse y contemplar desde arriba
cómo se retuerce
o escupe brujas
o sonríe
o apesta y se pudre ante nuestros ojos.
Un límite
que sabemos
que es peligroso
Donde no hay que dar un paso más
ni asomarse
Donde es mejor retirarse uno o dos pasos
Aunque estuviera provisto de pretil
al cual aferrarse
no habría que fiarse de él
Podría estar resquebrajado
y derrumbarse o desmoronarse
Nunca he creído
que fuera un límite consistente
pero lo consideré una especie de aviso
<<hasta aquí pero no más>>
O <<no llegar hasta el límite>>
E incluso en mis pesadillas
que me mostraron cuán engañoso y peligroso puede ser
siempre seguía creyendo
que el horror tiene un límite
No sé por qué lo creía así
pero era un consuelo
PERPLEJIDAD
¿Por qué
todavía escribes
poesías
sabiendo que
por este medio
solo llegas
a minorías?
me preguntan amigos
impacientes de que
con sus métodos
únicamente llegan
a minorías
Y yo no tengo
ninguna respuesta
para ellos
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