El próximo
mes de febrero tendrá lugar en Madrid una nueva edición de los Seminarios de
Innovación de Atención Primaria. En esta ocasión trata sobre “Pobreza y Salud.
En la Clínica, en Salud Pública y en la sociedad”. Las sesiones presenciales
tendrán lugar en el centro pastoral San Carlos Borromeo, en el barrio de
Entrevías de Madrid, que es uno de los focos en los que tienen lugar múltiples
iniciativas de solidaridad activa. Este centro parroquial es una isla que
recoge a numerosas víctimas del gran naufragio derivado por la instauración
progresiva de una sociedad severamente dual.
Esta edición
tiene una significación especial, en tanto que se realiza en un contexto en el
que crecen las desigualdades sostenidamente, retorna la pobreza severa, decrece
el sistema sanitario público y la medicina intensifica su ghosting
institucional proverbial con respecto a las poblaciones peor dotadas de
recursos. Los recortes derivados de las políticas públicas inspiradas en el
mercado infinito operan selectivamente sobre los sectores sociales más
desfavorecidos. En este sentido se está produciendo un retroceso con respecto a
los avances de los años ochenta y siguientes, al calor de la reforma sanitaria
y a la refundación de la atención primaria, amparadas en la ilusión óptica de
que se estaba reconstituyendo el fordismo-keynesianismo.
Ghosting es
un término preciso para describir los comportamientos mayoritarios presentes en
la asistencia. Denota un desdén que se manifiesta en el no reconocimiento
específico de las poblaciones definidas por sus carencias. Así, la reforma
Abril de los años noventa, acreditaba su capacidad de escucha a las poblaciones
de clases medias y altas. Por el contrario, las poblaciones penalizadas por la
desindustrialización y la dualización, no son identificadas por sus
singularidades. Una forma brutal de ghosting sanitario es no distinguirlas,
integrándolas ficcionalmente en una sola demanda sanitaria. Recuerdo algunas
formulaciones brutales de algunos gerentes y médicos de élite en las clases,
que mantenían un negacionismo frente a las desigualdades sociales y sanitarias.
Tengo que
confesar que tengo cierta nostalgia de estos seminarios. Pienso que es una de
las mejores experiencias de mi vida anterior. Soy un animal criado en el medio
desértico del aula. Durante muchos años he habitado este extraño lugar. En los
últimos años se sucedían los brotes verdes mediante la intervención de algunos
estudiantes, que conformaban una oligarquía en la clase, mediante su toma de la
voz, que contrastaba con el silencio de la mayoría. Mi primera experiencia en
los SIAP me impactó al encontrarme en un hábitat completamente diferente. El
debate virtual en un tiempo prolongado multiplicaba los contenidos y las
intervenciones de los participantes.
Recuerdo
que, cuando me sentaba ante el ordenador a las siete y media de la mañana, ya
había una actividad considerable. Por eso en mi intimidad reprochaba a algunos
participantes su decidida vocación de madrugar. Después fluían los mensajes,
las recomendaciones, los textos que los acompañaban, las diferencias, las
bifurcaciones temáticas. En los últimos días me encontraba desbordado, en tanto
que no podía seguir todo, e iba acumulando lecturas y tareas que no tenía
tiempo para resolver. En un tiempo virtual tan fértil, las sesiones
presenciales corrían el riesgo de defraudar. Pero el clima creado en la
interacción virtual era volcánico. Los SIAP son un ecosistema dotado de una
diversidad inimaginable en el aula convencional, tanto en su versión clásica de
clase magistral corregida por la constitución de una oligarquía activa, como en
las últimas regidas por las versiones amables de la animación.
El tema de
la pobreza me evoca una película que he visto recientemente “Buñuel en el
laberinto de las tortugas”. En ésta, cuenta las vicisitudes del rodaje de la
película documental “Las Hurdes, tierra sin pan”. Esta fue financiada por un
escultor amigo de Buñuel, Ramón Acín,
mediante el dinero obtenido por un premio de la lotería. Este episodio recuerda
al nacimiento de los SIAP, una experiencia autofinanciada y renovadora, que
rompe la pauta establecida en la profesión médica del presente, que realiza sus
actividades en el vergel de la industria. El lema “Sin humos industriales”
sintetiza la voluntad de producir conocimiento con autonomía de los poderosos y
generosos financiadores instalados en
este campo profesional. En ambos casos se puede identificar una voluntad de
romper los equilibrios de lo sólidamente establecido, para abrir rutas hacia
otras realidades.
No puedo
dejar de evocar a Luis Buñuel, con quien tengo tantas deudas. Es miembro de una
generación irrepetible. Su inteligencia y creatividad rompe moldes y genera
tensiones en la sociedad establecida. Me impresionó mucho su afirmación, en una
de sus biografías, de que su persona solo era posible por la adversidad del
medio en el que nació. Este lo forjó como un disidente y hereje de la razón
imperante. La Calanda de final del siglo XIX era un medio social que constreñía
severamente a sus hijos. Sus estructuras sociales duras, configuran a aquellos
que quieren escapar de ellas. Buñuel decía que él mismo no sería posible en un
medio como las sociedades de consumo instauradas desde los años sesenta, tiempo
en el que se abre paso la posmodernidad y el individualismo contemporáneo,
definido en los términos de la era del
vacío de Lipovetsky.
Las imágenes
de los habitantes de las Hurdes de la película de Buñuel, desvelan realidades
ocultadas en ese tiempo. La visión de los poblados desde las colinas
colindantes, se encuentra dominadas por las casas-chabola, cuyos tejados se
asemejan a los caparazones de las tortugas. De ahí el título de la película. La
intención de los artistas era que estas realidades, que tanto impacto emocional
tenían sobre ellos mismos, fueran visibilizadas, contribuyendo así a crear las
condiciones para que se modificasen. Se puede definir el proyecto en el lema de
“sacar la pobreza extrema a flote”, para que dejase de ser una realidad
sumergida en la infosfera de este tiempo. Su vocación explícita era la de
cambiar la situación en beneficio de la población excluida de las Hurdes.
La finalidad
de este SIAP de febrero de 2020 es la misma. Se trata de rehabilitar a las poblaciones
con carencias materiales y reivindicar unas políticas de salud y una asistencia
sanitaria fundada en sus especificidades. La carencia es una situación vivida.
De este modo, estas poblaciones crean modos singulares de percepción, de
valoración y de usos o prácticas. Estas siempre presentan una coherencia
indiscutible con sus condiciones sociales. Si no se comprende esta invención de
usos de la asistencia, los practicantes se hacen ininteligibles y son
desplazados a la etiqueta de la irracionalidad. Desde siempre me he peleado con
profesionales de la entonces prometedora atención primaria, porque sus
protocolos y criterios profesionales eran universales y centrados en categorías
diagnósticas.
En el
comienzo de la atención primaria se crearon equipos muy bien dotados en zonas
en declive en Andalucía. No puedo dejar de mencionar a Cartuja y otros
granadinos. Mi mejor experiencia con un equipo enclavado en un territorio en
declive fue el de Torrejón en Huelva. Me impresionó el compromiso sólido de muchos
de los miembros del centro con los pacientes, así como su propensión y esfuerzo
por aprender de sus propias prácticas, lo cual es muy poco común entre los
profesionales sanitarios. También muchas de las experiencias de Asistencia en
medios rurales, adquirieron un valor incuestionable y forjaron grupos
profesionales abiertos a sus experiencias.
En los
últimos años, la situación se ha modificado considerablemente. La gran
reestructuración neoliberal orienta las políticas sanitarias, seleccionando a
las poblaciones por su capacidad de invertir recursos en el gran pastel de la
asistencia. La privatización es una homologación con el mercado, que se funda
en la producción de diferencias y fronteras. Los sectores con menor renta son
desplazados hacia un sistema low cost, como ocurre en los demás mercados. Este
es el sentido que preside las políticas públicas restrictivas. El mensaje a los
médicos que tienen que ver a tantos pacientes diarios no se puede decir
públicamente, pero es inequívoco. Este es que tenga la capacidad de inventar un
producto asistencial barato para las poblaciones descartadas. Así de sencillo y
duro, pero esto es.
La gran
paradoja estriba en que, en tanto declina la atención primaria, el
reclasamiento que opera a nivel social global expande las necesidades de salud.
La ecuación resultante es insostenible, generando un malestar sordo y la
ilusión de que esta situación pueda ser modificada por una decisión ministerial
aislada. No, se trata de que el nuevo estado refuerza sus compromisos con la industria
y los mercados, en tanto que se deshace gradualmente de sus compromisos con las
poblaciones consideradas superfluas en cuanto a su contribución al mercado. Así
se generan unas patologías institucionales que tienen consecuencias fatales
para los segmentos descartados. Estos son modelados mediante la expansión
prodigiosa del low cost y el circo mediático.
No puedo
dejar de comentar una cuestión azarosa en relación a las múltiples
significaciones del concepto pobreza. Se trata de la expansión de gentes que
muestran, tanto sus carencias cognitivas, como las de alejamiento de los
valores que sustentan la cohesión social. Es
desolador vivir continuadamente situaciones que evidencian ambas
cuestiones. Para explicarlo es menester recurrir de nuevo a la coherencia. El
mercado total privilegia la mediatización mediante el circo, y penaliza
cruelmente la educación, convirtiéndola en una herramienta de una de sus
partes, el mercado de trabajo.
Así que este
tiempo es de ghosting múltiple. De los privilegiados con respecto a los
desfavorecidos; de la mayoría profesional respecto a los encerrados en el nuevo
low cost asistencial; de los gobiernos y sus contingentes de expertos en
gobernabilidad con respecto a los profesionales. Aún podríamos enunciar algunas
más.
Desde esta
perspectiva, esta edición de los SIAP se revaloriza considerablemente. Me
imagino las efervescencias y las idas y venidas del debate virtual. Un abrazo
para toda la gente a bordo y dos para Juan y Mercedes. No sé si es
pertinente preguntar si va a haber una celebración especial de oro en la
edición 50.
2 comentarios:
la expansión de gentes que muestran, tanto sus carencias cognitivas, como las de alejamiento de los valores que sustentan la cohesión social
Cuáles son los valores que sustentan la cohesión social y cómo diseminarlos hoy, en los medios y en las instituciones.
Gracias, Antonia, profesora de filosofía
Gracias Antonia
Los valores que sustentan la cohesión social son los clásicos reivindicados por la modernidad. Entre ellos, el principio de solidaridad y el del valor supremo de lo común, aunque este haya adoptado las formas de distintos patriotismos.
Estos valores son disueltos por la preponderancia absoluta del mercado, que ha adquirido una centralidad absoluta en este tiempo. El mercado se sustenta en una revolución tecnológica que ha aumentado prodigiosamente la capacidad de producir objetos y servicios. Sobre esta base nacen un conjunto de nuevas instituciones que modifican totalmente la sociedad y reestructuran las instituciones existentes. Las principales son la gestión, la psicologización, la medicalización, la mediatización, el marketing, la publicidad...
El gran salto de todas estas instituciones genera un nuevo individualismo y un nuevo arquetipo individual.
Si es válida esta premisa mi escepticismo con respecto a diseminar valores de la modernidad en las instituciones, y en la educación en particular, es un modo de ir a la contra, adquiriendo la condición de insularidad, es decir, que se encuentra rodeado de lo adverso por todas partes. En el caso de los medios la situación es peor aún. La televisión y las redes han creado un mundo en el que parece imposible intervenir.
Siento ser tan pesimista.
Saludos
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