jueves, 30 de enero de 2020

EL SIAP EN EL LABERINTO DE LAS TORTUGAS


El próximo mes de febrero tendrá lugar en Madrid una nueva edición de los Seminarios de Innovación de Atención Primaria. En esta ocasión trata sobre “Pobreza y Salud. En la Clínica, en Salud Pública y en la sociedad”. Las sesiones presenciales tendrán lugar en el centro pastoral San Carlos Borromeo, en el barrio de Entrevías de Madrid, que es uno de los focos en los que tienen lugar múltiples iniciativas de solidaridad activa. Este centro parroquial es una isla que recoge a numerosas víctimas del gran naufragio derivado por la instauración progresiva de una sociedad severamente dual.

Esta edición tiene una significación especial, en tanto que se realiza en un contexto en el que crecen las desigualdades sostenidamente, retorna la pobreza severa, decrece el sistema sanitario público y la medicina intensifica su ghosting institucional proverbial con respecto a las poblaciones peor dotadas de recursos. Los recortes derivados de las políticas públicas inspiradas en el mercado infinito operan selectivamente sobre los sectores sociales más desfavorecidos. En este sentido se está produciendo un retroceso con respecto a los avances de los años ochenta y siguientes, al calor de la reforma sanitaria y a la refundación de la atención primaria, amparadas en la ilusión óptica de que se estaba reconstituyendo el fordismo-keynesianismo.

Ghosting es un término preciso para describir los comportamientos mayoritarios presentes en la asistencia. Denota un desdén que se manifiesta en el no reconocimiento específico de las poblaciones definidas por sus carencias. Así, la reforma Abril de los años noventa, acreditaba su capacidad de escucha a las poblaciones de clases medias y altas. Por el contrario, las poblaciones penalizadas por la desindustrialización y la dualización, no son identificadas por sus singularidades. Una forma brutal de ghosting sanitario es no distinguirlas, integrándolas ficcionalmente en una sola demanda sanitaria. Recuerdo algunas formulaciones brutales de algunos gerentes y médicos de élite en las clases, que mantenían un negacionismo frente a las desigualdades sociales y sanitarias.

Tengo que confesar que tengo cierta nostalgia de estos seminarios. Pienso que es una de las mejores experiencias de mi vida anterior. Soy un animal criado en el medio desértico del aula. Durante muchos años he habitado este extraño lugar. En los últimos años se sucedían los brotes verdes mediante la intervención de algunos estudiantes, que conformaban una oligarquía en la clase, mediante su toma de la voz, que contrastaba con el silencio de la mayoría. Mi primera experiencia en los SIAP me impactó al encontrarme en un hábitat completamente diferente. El debate virtual en un tiempo prolongado multiplicaba los contenidos y las intervenciones de los participantes.

Recuerdo que, cuando me sentaba ante el ordenador a las siete y media de la mañana, ya había una actividad considerable. Por eso en mi intimidad reprochaba a algunos participantes su decidida vocación de madrugar. Después fluían los mensajes, las recomendaciones, los textos que los acompañaban, las diferencias, las bifurcaciones temáticas. En los últimos días me encontraba desbordado, en tanto que no podía seguir todo, e iba acumulando lecturas y tareas que no tenía tiempo para resolver. En un tiempo virtual tan fértil, las sesiones presenciales corrían el riesgo de defraudar. Pero el clima creado en la interacción virtual era volcánico. Los SIAP son un ecosistema dotado de una diversidad inimaginable en el aula convencional, tanto en su versión clásica de clase magistral corregida por la constitución de una oligarquía activa, como en las últimas regidas por las versiones amables de la animación.

El tema de la pobreza me evoca una película que he visto recientemente “Buñuel en el laberinto de las tortugas”. En ésta, cuenta las vicisitudes del rodaje de la película documental “Las Hurdes, tierra sin pan”. Esta fue financiada por un escultor amigo de Buñuel,  Ramón Acín, mediante el dinero obtenido por un premio de la lotería. Este episodio recuerda al nacimiento de los SIAP, una experiencia autofinanciada y renovadora, que rompe la pauta establecida en la profesión médica del presente, que realiza sus actividades en el vergel de la industria. El lema “Sin humos industriales” sintetiza la voluntad de producir conocimiento con autonomía de los poderosos y generosos financiadores instalados en este campo profesional. En ambos casos se puede identificar una voluntad de romper los equilibrios de lo sólidamente establecido, para abrir rutas hacia otras realidades.

No puedo dejar de evocar a Luis Buñuel, con quien tengo tantas deudas. Es miembro de una generación irrepetible. Su inteligencia y creatividad rompe moldes y genera tensiones en la sociedad establecida. Me impresionó mucho su afirmación, en una de sus biografías, de que su persona solo era posible por la adversidad del medio en el que nació. Este lo forjó como un disidente y hereje de la razón imperante. La Calanda de final del siglo XIX era un medio social que constreñía severamente a sus hijos. Sus estructuras sociales duras, configuran a aquellos que quieren escapar de ellas. Buñuel decía que él mismo no sería posible en un medio como las sociedades de consumo instauradas desde los años sesenta, tiempo en el que se abre paso la posmodernidad y el individualismo contemporáneo, definido en los términos de la era del vacío de Lipovetsky.

Las imágenes de los habitantes de las Hurdes de la película de Buñuel, desvelan realidades ocultadas en ese tiempo. La visión de los poblados desde las colinas colindantes, se encuentra dominadas por las casas-chabola, cuyos tejados se asemejan a los caparazones de las tortugas. De ahí el título de la película. La intención de los artistas era que estas realidades, que tanto impacto emocional tenían sobre ellos mismos, fueran visibilizadas, contribuyendo así a crear las condiciones para que se modificasen. Se puede definir el proyecto en el lema de “sacar la pobreza extrema a flote”, para que dejase de ser una realidad sumergida en la infosfera de este tiempo. Su vocación explícita era la de cambiar la situación en beneficio de la población excluida de las Hurdes.

La finalidad de este SIAP de febrero de 2020 es la misma. Se trata de rehabilitar a las poblaciones con carencias materiales y reivindicar unas políticas de salud y una asistencia sanitaria fundada en sus especificidades. La carencia es una situación vivida. De este modo, estas poblaciones crean modos singulares de percepción, de valoración y de usos o prácticas. Estas siempre presentan una coherencia indiscutible con sus condiciones sociales. Si no se comprende esta invención de usos de la asistencia, los practicantes se hacen ininteligibles y son desplazados a la etiqueta de la irracionalidad. Desde siempre me he peleado con profesionales de la entonces prometedora atención primaria, porque sus protocolos y criterios profesionales eran universales y centrados en categorías diagnósticas.

En el comienzo de la atención primaria se crearon equipos muy bien dotados en zonas en declive en Andalucía. No puedo dejar de mencionar a Cartuja y otros granadinos. Mi mejor experiencia con un equipo enclavado en un territorio en declive fue el de Torrejón en Huelva. Me impresionó el compromiso sólido de muchos de los miembros del centro con los pacientes, así como su propensión y esfuerzo por aprender de sus propias prácticas, lo cual es muy poco común entre los profesionales sanitarios. También muchas de las experiencias de Asistencia en medios rurales, adquirieron un valor incuestionable y forjaron grupos profesionales abiertos a sus experiencias.

En los últimos años, la situación se ha modificado considerablemente. La gran reestructuración neoliberal orienta las políticas sanitarias, seleccionando a las poblaciones por su capacidad de invertir recursos en el gran pastel de la asistencia. La privatización es una homologación con el mercado, que se funda en la producción de diferencias y fronteras. Los sectores con menor renta son desplazados hacia un sistema low cost, como ocurre en los demás mercados. Este es el sentido que preside las políticas públicas restrictivas. El mensaje a los médicos que tienen que ver a tantos pacientes diarios no se puede decir públicamente, pero es inequívoco. Este es que tenga la capacidad de inventar un producto asistencial barato para las poblaciones descartadas. Así de sencillo y duro, pero esto es.

La gran paradoja estriba en que, en tanto declina la atención primaria, el reclasamiento que opera a nivel social global expande las necesidades de salud. La ecuación resultante es insostenible, generando un malestar sordo y la ilusión de que esta situación pueda ser modificada por una decisión ministerial aislada. No, se trata de que el nuevo estado refuerza sus compromisos con la industria y los mercados, en tanto que se deshace gradualmente de sus compromisos con las poblaciones consideradas superfluas en cuanto a su contribución al mercado. Así se generan unas patologías institucionales que tienen consecuencias fatales para los segmentos descartados. Estos son modelados mediante la expansión prodigiosa del low cost y el circo mediático.

No puedo dejar de comentar una cuestión azarosa en relación a las múltiples significaciones del concepto pobreza. Se trata de la expansión de gentes que muestran, tanto sus carencias cognitivas, como las de alejamiento de los valores que sustentan la cohesión social. Es  desolador vivir continuadamente situaciones que evidencian ambas cuestiones. Para explicarlo es menester recurrir de nuevo a la coherencia. El mercado total privilegia la mediatización mediante el circo, y penaliza cruelmente la educación, convirtiéndola en una herramienta de una de sus partes, el mercado de trabajo.

Así que este tiempo es de ghosting múltiple. De los privilegiados con respecto a los desfavorecidos; de la mayoría profesional respecto a los encerrados en el nuevo low cost asistencial; de los gobiernos y sus contingentes de expertos en gobernabilidad con respecto a los profesionales. Aún podríamos enunciar algunas más.
Desde esta perspectiva, esta edición de los SIAP se revaloriza considerablemente. Me imagino las efervescencias y las idas y venidas del debate virtual. Un abrazo para toda la gente a bordo y dos para Juan y Mercedes. No sé si es pertinente preguntar si va a haber una celebración especial de oro en la edición 50.






martes, 28 de enero de 2020

MEDITACIONES SOBRE LAS SOCIEDADES POSTMEDIÁTICAS: BAUDRILLARD




Descubrí a Jean Baudrillard en el final de los años setenta. En este tiempo me encontraba inmerso en la gran segunda disidencia que ha modelado mi vida: la del partido comunista. En tanto que deliberaba conmigo mismo acerca de mi propia identidad, para discernir si me inscribía en la categoría hereje o en la de renegado, su libro publicado por Kairós “A la sombra de las mayorías silenciosas” tuvo un impacto considerable en mi persona. Desde entonces, siempre ha estado presente como un rico dilema que me obliga a meditar sobre mis propias deliberaciones internas.

Incluí una cita suya en mi tesis doctoral, en un capítulo acerca de la naturaleza del paciente, un ser social cargado de misterio. Para reforzar el argumento seguido, no podía estar ausente lo espectral, como en la mayoría de fenómenos sociales del presente. De ahí su comparecencia. Mi director de tesis me recomendó no incluirlo. Fue su única recomendación en el curso de la tesis. Los sociólogos españoles, en general, groseramente empíricos, desdeñan el pensamiento. Si, además, este es el pensamiento singular de Baudrillard, asistemático y brillante, autor de textos que pueden ser leidos como un conjunto de fragmentos, lo que le confiere una naturaleza de pop-sociológico, alcanza la categoría de un maldito, que en España significa que es desechado en su totalidad.

He vuelto a reencontrarme con él en mi devenir existencial de los últimos años, que ahonda la bifurcación entre la nueva sociedad postmediática que se está instaurando aceleradamente, y mi forma de conocer y de vivir. Ahora lo leo pausadamente, meditando acerca de sus aportaciones en tanto que me encuentro rodeado de seres vivos que se ausentan de su entorno físico inmediato y habitan compulsivamente el espacio virtual. Me propongo recuperar a algunos autores críticos con el presente para compensar el vacío que se deriva de la velocidad y de la ausencia de pensamiento crítico con respecto a la catarata de novedades.

Los párrafos que siguen los he seleccionado de “El crimen perfecto”, un libro que fue publicado en 1995 en francés y en 1996 en su primera edición en español en Anagrama, traducido por Joaquín Jordá. Este tiene su mérito por la dificultad que entraña traducir a Baudrillard. La última edición, que es la quinta y es de 2016. Los 25 años transcurridos desde la escritura del texto, revalorizan sus aportaciones. No cabe duda de que este autor fue capaz de comprender el núcleo duro de este tiempo histórico. Todos los párrafos son extremadamente sugerentes. Que cada lector juzgue. A mí me suscitan terremotos intelectuales.

Estos son:

Vivid vuestra vida en tiempo real; vivid y sufrid directamente en la pantalla. Pensad en tiempo real; vuestro pensamiento es inmediatamente codificado por el ordenador. Haced vuestra revolución en tiempo real, no en la calle, sino en el estudio de grabación. Vivid vuestra pasión amorosa en tiempo real, con vídeo incorporado a lo largo de su desarrollo. Penetrad en vuestro cuerpo en tiempo real: endovideoscopia, el flujo de vuestra sangre, vuestras propias vísceras como si estuvierais allí.

Nada se le escapa. Siempre hay una cámara oculta en algún sitio. Pueden filmarte sin que lo sepas. Pueden llamarte a repetirlo todo delante de cualquier cámara de televisión. Crees que existes en versión original, sin saber que sólo eres un caso especial de doblaje, una versión excepcional para los happy few. Estás bajo la mirada de la retransmisión instantánea de todos los hechos y gestos en cualquier canal. Antes lo habríamos vivido como control policial. Hoy se vive como promoción publicitaria.

El concepto clave de esta Virtualidad es la Alta Definición. La de la imagen, pero también la del tiempo (el Tiempo Real), la música (la Alta Fidelidad), el sexo (la pornografía), el pensamiento (la Inteligencia Artificial), el lenguaje (los lenguajes numéricos), el cuerpo (el código genético y el genoma). Por doquier la Alta Definición marca el paso, más allá de cualquier determinación natural, hacia una fórmula operativa -<<definitiva>> precisamente-, hacia un mundo en el que la sustancia referencial se hace cada vez más escasa. La alta definición del medio corresponde a la más baja definición del mensaje; la más alta definición de la información corresponde a la más baja definición del evento; la más alta definición del sexo (el porno) corresponde a la más baja definición del deseo; la más alta definición del lenguaje (en la codificación numérica)corresponde a la más baja definición del sentido; la más alta definición del otro (en la interacción inmediata) corresponde a la más baja definición de la alteridad, el intercambio, etc.

Quimera paradójica esta operación virtual del mundo. Declinación mundial de todos los datos, fantasía idéntica a la declinación de los nombres de Dios; quimera en la que nos hundimos como en un sarcófago metálico; en estado de ingravidez, pensando en vivir, por la gracia del Digital, todas las situaciones posibles. Fantasía de síntesis de todos los elementos con los que intentamos forzar las puertas del mundo real.
Con la Realidad Virtual y todas sus consecuencias, hemos pasado al extremo de la técnica, a la técnica como fenómeno extremo. Más allá del final, ya no hay reversibilidad, ni huellas, ni siquiera nostalgia del mundo anterior. Esta hipótesis es mucho más grave que la de alienación técnica o el apresamiento heideggeriano. Es la de un proyecto de desaparición irreversible, en la más pura lógica de la especie. La de un mundo absolutamente real, en el que, contrariamente al artista de Michaux, habríamos sucumbido a la tentación de no dejar huellas.

No sólo la Inteligencia Artificial, sino toda la elevada tecnología, ilustra el hecho de que, detrás de sus dobles y sus prótesis, sus clones biológicos y sus imágenes virtuales, el ser humano aprovecha para desaparecer. Como el contestador automático: <<Estamos fuera. Deje un mensaje…>> O el vídeo conectado al televisor, que se encarga de ver la película en lugar de uno […..] Todo acaba por originar una masa de posibilidades rechazadas, y la idea de tener una máquina para almacenarlas y filtrarlas, en la que se mitigarán suavemente, es una idea profundamente tranquilizadora.

La triste consecuencia de todo eso es que ya no sabemos qué hacer con el mundo real. Ya no vemos la necesidad de ese residuo, que se ha vuelto embarazoso. Problema filosófico crucial: lo real está en paro técnico. Ocurre, por otra parte, lo mismo que en el paro social: ¿qué hacer con la fuerza de trabajo en la era de la informática? ¿qué hacer de ese deshecho exponencial? ¿Relegarlo a los basureros de la historia? ¿Ponerlo en órbita, mandarlo al espacio? No nos liberaremos tan fácilmente del cadáver de la realidad. En último término, nos veremos obligados a convertirlo en una atracción especial, una puesta en escena retrospectiva, una reserva natural: << ¡En directo a la realidad!¡visiten ese mundo extraño! ¡Concédanse el estremecimiento del mundo real!
¿Será posible que existan dentro de un tiempo los vestigios fósiles de lo real, de la misma forma que existen los de las eras geológicas pasadas? ¿Un culto clandestino de los objetos reales, venerados como fetiches y que adquirirán de repente un valor mítico?

Desde hace algún tiempo estamos trabajando sólo para aquellos que nos descubrirán un día , a nosotros y a nuestra <<realidad>>, como los vestigios de una época heteróclita, o misteriosa, igual que el cráneo de Pilt-down: mezcla del cráneo de hombre de Neanderthal con mandíbula de australopitecus; eso es lo que descubrirán más adelante los arqueólogos de una era metafísica para la cual nuestros problemas resultarán tan ininteligibles como para nosotros el modo de vida y de pensamiento de las tribus neolíticas. El único problema será el de la datación y clasificación, desde el fondo de las arqueotecas, convertidas en los campos de excavaciones de la Era del Digital. No sabemos qué carbono 14 permitirá, gracias a la radioactividad moribunda de esos pocos vestigios, explicar la génesis de todos esos conceptos, sin hablar de su sentido, ya que mientras tanto habrá nacido otra cronología: el año cero de la Realidad Virtual. Todo lo anterior se habrá convertido en fósil. El propio pensamiento comienza a adquirir ya el aspecto de un objeto fósil, de huella arqueológica, digno de ser visitado como atracción especial, bajo el báculo de algún think-operator: << ¡El pensamiento en tiempo real! ¡Concédase el escalofrío histórico del pensamiento!>>.


Dejo a Jean y vuelvo a ser Juan. Estos párrafos serían suficientes para estimular una conversación pausada entre varias personas, para darle vueltas a sus afirmaciones. Pero la conversación también es un verdadero fósil, un residuo no reciclable en una era en la que cada uno es un activista compulsivo editor de imágenes y mensajes cortos, y también receptor depositario de las producciones de los demás. Por eso el título de esta entrada es provocador, en tanto que se refiere a una palabra estigmatizada: meditar. Cada cual se encuentra rodeado de dispositivos que envían estímulos incesantemente. Vivir es resolver rápidamente cada uno de estos estímulos. Las sociedades postmediáticas y sus misterios. Seguiré con Baudrillard aquí.

viernes, 24 de enero de 2020

SEB,DA-SONG Y LOS NUEVOS NIÑOS DESARRAIGADOS






Las películas Sorry We Missed You, de Ken Loach, y Parásitos, de BongJoon-ho, ilustran acerca de los cambios sociales que operan en el presente, en los que la educación se colapsa por efecto de los mismos. Seb es un chico hijo de un extrabajador industrial, ahora uberizado por efecto de la mutación del trabajo. Es inevitable su colisión con la institución educación, cuyo modelo institucional es desbordado por la transformación del sacrosanto mercado laboral. Seb no será un trabajador industrial continuado, sino un rotante entre distintos empleos temporales, sometidos a unas condiciones crecientemente severas. La escuela se muestra incapaz de comprender sus comportamientos “desviados”, que son congruentes con sus condiciones familiares y sociales. El abismo entre ambos se hace manifiesto.

Loach muestra crudamente la cotidianeidad de Ricky, el padre de Seb, que tiene que aceptar una situación laboral que socava su vida y destruye su persona. La inestabilidad integral de su condición precaria, en la que cada día se renueva la situación, cercena su vida diaria, generando un estado personal en el que se acrecientan los problemas. En este desaparece la idea de futuro, sobre la que se funda la educación. Así que Seb presenta un cuadro de anomias que es congruente con su no-futuro. La escuela tiene un modelo institucional pétreo e inamovible. La temporalidad es su eje estructurante. Pero esta quiebra en una situación familiar en la que la inestabilidad es la regla y las tensiones conforman la normalidad. El distanciamiento de Seb del mundo escolar parece inevitable.

La película presenta los efectos de la uberización radical. Cuando una de las estructuras sociales, el trabajo, se modifica radicalmente, las demás estructuras sociales se resienten inevitablemente, reajustándose mutuamente. La promesa implícita en la escuela-institución, que es la de amparar la futura integración en el mercado de trabajo, queda aplazada indefinidamente. El resultado es la aparición de un repertorio de comportamientos que rehabilitan el concepto de anomia. Esta mutación desborda la capacidad de comprensión del sistema, que las entiende como problemas sectoriales o generacionales. Estos dan lugar a la invención de saberes y métodos que conforman a distintos expertos. Estos tratan estos problemas como si fueran sectoriales.

Pero Seb presenta un cuadro en el que se manifiesta el terremoto social de intensidad máxima que genera la desestabilización del trabajo. Su figura representa la síntesis de toda una época. Así se evidencia que los problemas globales no se pueden tratar parcialmente mediante los múltiples repertorios profesionales dela pedagogía y la psicología. Estas han multiplicado su intervención, generando estructuras expertas que manifiestan una eficacia inversa a su tamaño. Cuanto más crecen, menos eficacia ostentan. Las distintas tribus profesionales psicopedagógicas muestran inequívocamente su fracaso, que se funda en una manifiesta crisis de inteligibilidad. Los mundos sociales resultantes de la gran precarización-uberización desbordan cognitivamente a los dispositivos expertos constituidos para reconducirlo.

Porque ¿qué futuro le aguarda a Seb? La verdad es que se trata de una persona que es carne de custodia. Su destino es ser custodiado por instituciones que definen las distintas etapas para su integración en el sistema de rotación por el mercado de trabajo. En cada una de ellas surge inevitablemente la tensión entre vivir la cotidianeidad y adecuarse a las exigencias de las instituciones de custodia (educativas). La gran verdad es que estas le recortan su autonomía personal, le limitan su responsabilidad y le ubican en una situación en la que la pauta esencial es aceptar su condición de sujeto en espera. Tiene que aprender a esperar a que le llegue su turno de aspirante a un trabajo, que, en la mayor parte de las ocasiones, es un intervalo que antecede a otro tiempo de espera-formación.

Seb ilustra la miseria de la sociedad definida por sus dígitos prodigiosos, de renta, de dinero, de cosas que se hacen y se venden. Pero este esplendor oculta algo muy importante en su interior. Una de esas cuestiones es la vivencia del largo tiempo de espera, que para millones de personas representa un tiempo miserable que encubre la amarga verdad de que no hay nada estable para él ahora, ni tampoco mañana. Esta espera custodiada eterna es compensada mediante la oferta infinita de relatos audiovisuales disponibles y las cataratas de objetos-baratijas que conforman el mundo low cost, constituido para ellos. Por esta razón, Seb solo tiene la alternativa de vivir en los márgenes de ese sistema hermético y opresivo que se le impone. Su única esperanza es escapar ahora de este sinsentido que lo aprisiona, y al que tendrá que regresar mañana. Es un artista del momento. Solo puede aspirar a vivir pequeños momentos que se intercalan en el tedio que domina la situación de custodia.

Su regreso al hogar le confronta con una realidad sórdida. Tiene que convivir con las crisis sucesivas de su padre, encerrado en una situación social en la que no hay alternativa. Pertenece a un mundo definido por su posición ínfima en la escala de consumo, en una situación en la que los objetos y las vidas sofisticadas se hacen presentes por todos los medios en la cotidianeidad, mediante las imágenes exuberantes de la abundancia y el confort. El quinto miembro de la familia, el televisor, les conduce a un universo inalcanzable para ellos. Así se construye un adolescente desarraigado, que vive entre varios mundos inaccesibles.

La fascinante película de Bong Joon-ho Parásitos, presenta otro infante radicalmente desarraigado, Da-song. Este caso es completamente diferente. Esta película me ha conmovido y ha interpelado a mi imaginación. No dejo de pensar en la sugestiva utopía de los pobres devenidos en expertos para los ricos. Ki-woo y Ki-jung, los hijos de la familia pobre, son personajes esplendorosos, que simulan experticia. Como afirma Guillermo Rendueles, los gerentes y terapeutas son los nuevos brujos de la tribu, revestidos de ornamentos tecnológicos y de máscaras técnicas.  La terapia que inventa Ki-jung me ha fascinado. Una familia pobre ejerciendo sobre una rica la relación más autoritaria e inhabilitante que existe en el presente: la experticia.

Pero no cabe duda de que el personaje central es Da-song, el hijo del acaudalado señor Park. Este es un infante sometido a un encierro doméstico que tiene como objetivo protegerlo del mundo. Vive recluido en su casa-palacio, rodeado de todos los lujos imaginables, en donde es vigilado, estimulado y convertido en depositario de unos afectos que se sitúan en la frontera de lo patológico. Da-song vive en una jaula de oro aislado radicalmente del mundo. Su figura representa la mistificación de la infancia y del concepto de felicidad, imperante en este tiempo para los acomodados en la abundancia.

La satisfacción total de sus deseos, alcanza un patetismo entrañable en la escena de la tienda de campaña. El niño decide dormir en una tienda de las que utilizaban los indios norteamericanos antes de ser exterminados. Bajo una fuerte tromba de agua se instala en ella y los padres se acomodan en un sofá para vigilarlo. Nadie contraría a Da-song. Cualquier conminación es entendida como una agresión autoritaria. Su mundo es una burbuja en la que se trata de eliminar cualquier idea de sufrimiento o cualquier forma de cuestionamiento de sus deseos.

La escena de la fiesta de cumpleaños es antológica. Todos transformados en indios para cumplir con la imaginación del infante enclaustrado y aislado del mundo, al que solo accede por sus mentores domésticos. Así, ese niño deviene en un monstruo que conoce el sufrimiento ni las limitaciones del mundo real. Así se conforma como un ser necesitado de terapia, objeto de los extravagantes expertos psi que pueblan la contemporaneidad. Da-song es un ser asistido por un dispositivo que trata de ocultarle el mundo existente.

Así se ilustra acerca de uno de los aspectos más singulares del tiempo histórico de la sociedad neoliberal avanzada. Este es el de la compartimentación severa. Los habitantes de los mundos de la abundancia se blindan y se recluyen en un espacio sólidamente cancelado a los demás. De ahí se deriva la consolidación de múltiples fronteras internas. Seguramente, Da-song nunca vivirá una situación abierta en la que tenga que compartir el espacio con gentes de otras clases sociales. Su vida es una sucesión de encierros amables, en los que las necesidades materiales se encuentran excluidas. Así se configura un ser que vive en un mundo distorsionado. Todo termina inevitablemente en la terapia.

Da-song es un sujeto encerrado en su paraíso imaginario, que se puede definir rigurosamente como una perturbación determinada por el exceso. Su mundo resulta de su imaginación y sus relaciones sociales convergen en la adulación. Su posición social se sobrepone a todo. Es un sujeto resultante de la abundancia entendida como un shock inevitable, que le mutila los sentidos. Su imagen del mundo es inevitablemente desfigurada. En este medio es inevitable la presencia de la imbecilidad. Sus padres, los acaudalados señores Park, la representan admirablemente. Especialmente su madre, Yeon-kyu, desempeña este papel mediante la excelencia.

Este es el corrosivo mensaje de Bong Joon-ho, que muestra la superioridad de aquellos que viven estimulados por la privación, y que tienen que habitar en un mundo social compartido con gentes de otra condición. La familia de Ki-tack, que vive en un sótano, se ve impelida a sobrevivir en la áspera superficie habitada por seres sociales plurales. Así se desarrolla su imaginación y sus competencias de adaptación. Estos son los que viven en un medio abierto, que excluye encierros institucionales y de clase, y que interpela a la inteligencia como única forma de prosperar y sobrevivir. Su encierro es solo nocturno en el sótano-vivienda, paliado por el el wifi pirateado.

Seb y Da-song son dos seres sociales del presente que ilustran acerca de los distintos “internados” generados para albergar a la infancia y la adolescencia. 


domingo, 19 de enero de 2020

LA EXTINCIÓN DE LA ESCUELA ANDALUZA DE SALUD PÚBLICA: COERCIÓN INSTITUCIONAL, SADISMO GERENCIAL Y QUIMIOTERAPIA POLÍTICA



La liquidación en curso de la EASP, es un fenómeno poliédrico, susceptible de varias lecturas. En tanto que afecta a los intereses de sus profesionales y empleados, adquiere el perfil de un conflicto de interés, repetido durante tantos años en el proceso parsimonioso, constante e incremental de extinción del sector público. Esta es la perspectiva que privilegia el poder político, ahora ejecutado por el pepé. Pero este óbito organizacional se puede inteligir desde otras perspectivas. La cuestión principal radica en considerar si la función que desempeña esta organización puede ser ejercida por otra instancia alternativa. En este sentido, el denominado Instituto Andaluz de la Salud, nace sin identidad alguna, siendo definido como un tanatorio de las organizaciones que le anteceden. No existe un discurso acerca de su misión ni de su identidad, lo que indica que se trata de una operación de tráfico de patronazgos.

De este modo se cumple la premonición fatal enunciada por algunos de los fundadores de la escuela en los años ochenta. Esta nace con la vocación de arraigarse en un terreno yermo, descartado por las facultades de medicina y las entidades de investigación biomédica. La salud pública significa, además, la especificación de varias problematizaciones que afectan al campo político. En este sentido, el poder académico y el poder político, constituyen amenazas potenciales para un proyecto de esta naturaleza. Desde sus orígenes, estas admoniciones han estado siempre recónditas, adquiriendo un variado repertorio de formas latentes y manifiestas, revestidas de una gama de sutilezas.

En el curso de su vida, la escuela ha reconfigurado su proyecto inicial en sucesivas ocasiones, mostrando su capacidad de adaptarse a las continuas transformaciones de su entorno. Esta flexibilidad ha adquirido la forma de un pluralismo interno, en el que han coexistido distintas tendencias. El núcleo salubrista cohabitaba con varias tendencias racionalizadoras de las prácticas biomédicas, los devotos de la institución central de la gestión y su estela de saberes y métodos, así como los referenciados en la inteligencia médica crítica global. La coexistencia, moderadamente pacífica, entre distintas tendencias, ha sido la condición de sobrevivencia de esta organización.

Pero, con el paso de los años, la autonomía de la EASP, se ha reducido considerablemente. Tras la muerte de Patxi Catalá, un acreditado maestro en el arte de lidiar con el poder político, este ha situado en la cúspide de la escuela a varios profesionales cuya misión fue reducir su autonomía, para inscribirla en el orden organizacional de la conserjería, el SAS, los servicios centrales y otras configuraciones referenciadas en la metrópoli política. Esta colonización ha tenido varias etapas, en las que se han configurado distintos equilibrios internos. La etapa de la dirección de Joan Carles March, significó la recuperación de una parte de su autonomía e identidad. Su cese constituyó un acontecimiento fatal, en tanto que significaba la subordinación a la enigmática metrópolis sevillana y sus imperativos políticos.

La llegada del PP al gobierno regional, significó la materialización del peligro. Todas las ofensas percibidas por las élites políticas, biomédicas y académicas, acumuladas durante tantos años, con respecto a los considerados como intrusos, cristalizaron con el nombramiento de Blanca Fernández-Capel, un peso pesado del PP provincial. Cuando conocí su designación no tuve dudas acerca de que se trataba de la ejecución de una operación de extinción inexorable, instrumentada de modo que tuviera los menores costos políticos posibles. La experiencia acreditada por las élites políticas, en el arte de extinguir entidades inscritas en el sector público, es movilizada para resolver la disolución de la escuela, reintegrándola en el orden académico-político-biomédico imperante.

Así, la metodología empleada para este caso constituye un monumento a la perversión institucional. Primero se toma la decisión de extinción, para después hacerla pública como propuesta legislativa. Se espera que el efecto sobre los afectados sea letal, tal y como se ha acreditado en la doctrina del shock, ensayada en múltiples ocasiones y contextos de este tiempo. Estos son situados a la defensiva, en tanto que se encuentran insertos en una relación de coerción manifiesta. El círculo se cierra mediante la comunicación sutil de que una parte de la organización, genéricamente “la que funciona bien”, va a continuar prestando sus servicios en el velatorio asignado, que es el fantasmagórico Instituto andaluz de la Salud.

Esta es una forma de ejercer el poder que puede definirse inequívocamente como sádica. Se instituye sobre un colectivo debilitado, al que se convoca a aceptar la situación, en tanto que cada cual puede formar parte de los salvados. En una situación así se emplaza a las víctimas a un diálogo ficcional, en tanto que sus posiciones han sido debilitadas. Las asimetrías en la decisión final son de una envergadura insalvable. Este modo de autoritarismo encubierto y de manipulación grosera, descansa sobre la endeblez de la posición de los profesionales y empleados. Estos son disuadidos de resistir, y conminados de facto a aceptar la situación, focalizándose en el azar de ser elegidos como sobrevivientes. El PP deviene en la figura del “Súper”, de Gran Hermano, con el que discutir comporta resultados fatales para el afectado. En estas condiciones se instituye el diálogo, que no afecta a la decisión final ya ejecutada.

Esta definición del diálogo, que tiene como límite la inevitable adscripción al nuevo instituto de los elegidos, escamotea la cuestión principal, que radica en la función que ha ejercido y ejerce la escuela. Así, sus profesionales son expropiados de facto de sus propios activos y aportaciones, debilitando su identidad profesional, condición esencial para asestarles el golpe final. Los desempeños organizacionales de la escuela, son desplazados del diálogo, que adquiere así la naturaleza de solución final. Es obvio que el fin de la escuela deja un hueco muy importante, que las facultades de medicina y los institutos de investigación biomédica no pueden reemplazar, debido a su manifiesta insolvencia para esta misión.

Detesto repetir estas necias frases al uso instauradas por la institución sacramental de la gestión. Una de ellas es la manida “fortalezas y debilidades”. Pero, en este caso, me guardaré las debilidades, para resaltar que la escuela ha realizado y realiza varias funciones en las que es irremplazable. Su modelo de docencia representa un avance incuestionable con respecto a los de la anquilosada universidad y su degradado universo de posgrado y su tráfico de titulaciones. Miles de profesionales han pasado por sus aulas con saldos positivos en distintos aprendizajes. Pero, el máster de salud pública en particular, se encuentra muy por encima de la generalidad de másteres universitarios, a una distancia abismal.

 Como he vivido directamente durante muchas ediciones esta situación, y he participado también en distintos másteres universitarios, me afirmo en resaltar la gran diferencia, tanto en metodología, como en relación entre teoría y la práctica, integración de contenidos, tutorización y solvencia y compromiso de los profesores. Esto es factible por la asignación a este máster de recursos cuantiosos, como es la dedicación de pesos pesados en funciones de coordinación y dirección, que lo convierten en una verdadera excepción. La presencia diaria en un módulo de personas como Natxo Oleaga, Sergio Minué, Alberto Fernández Ajuria y otros, constituye un verdadero lujo, si lo comparamos con otros másteres universitarios, en los que la presencia de destacados docentes e investigadores es puntual y esporádica. También la calidad profesional de algunos de los profesores invitados.

La escuela se ha configurado como un territorio de convergencia entre profesionales de muy distinta naturaleza. Los vínculos entre docencia, asesoría, cooperación y otras funciones, han consolidado a esta como un espacio de cierta interlocución, inimaginable para una institución universitaria fundada sobre disciplinas fragmentadas regidas por el principio inamovible de la rigurosa separación entre teoría y práctica. La red de vínculos, regionales, nacionales y globales de la easp, tiene una consistencia considerable. Esta remite a su naturaleza de foro profesional, en el que se encuentran presentes distintas tendencias. Así se ampara a una forma de comunidad profesional que realiza intercambios y actualizaciones.

La decisión de liquidarla afecta principalmente a varias líneas de trabajo fundamentales, que se encuentran a la intemperie de las instituciones biomédicas de producción de conocimiento. Especialmente, la promoción de la salud se encuentra en esta situación, en el que la escuela es un lugar de encuentro fundamental. Asimismo, las versiones más amables e inteligentes del management, y su estela de saberes y métodos, han encontrado en la escuela un suelo confortable, que la han conformado como excepción al management autoritario. La escuela ha sido la sede del neoliberalismo progresista en el campo sanitario. Excluyo comentar nada acerca del feminismo o la cooperación, por el temor de que pueda ser convertido en un arma de destrucción masiva de los liquidadores, en las deliberaciones en curso para la salvación selectiva.

Pero el núcleo de esta operación de disolución y extinción radica en factores exógenos al campo sanitario. Esta se funda en la naturaleza de la competición política del régimen del 78. En esta disputa, cada partido construye un campo organizacional propio para sustentar sus posiciones. Cuando accede al gobierno incrementa su campo en detrimento del de sus rivales. En Andalucía, tras tantos interminables años de oposición, el pepé practica el encarnizamiento sobre lo que entiende como organizaciones adscritas al campo enemigo. Este es el caso de la escuela. Esta es etiquetada como componente de la configuración adjunta al pesoe. En coherencia con ese estigma político, esta es liquidada implacablemente.

Esta operación de limpieza “étnico-organizativa”, se practica como una quimioterapia política. Se trata de arrasar el campo rival, incluyendo los efectos colaterales inevitables. Al modo de la quimio, se mata a todas las células sin discriminar. La estrategia del pepé se asemeja a un bombardeo nuclear que castiga indiscriminadamente a todo el territorio. Así se perpetra un asesinato institucional perfecto. No es preciso pugnar por la hegemonía. Para ello se recurre a la valiosa experiencia acumulada en tantos años de reconversión industrial, y también del sector público, en los que se ensaya la demolición de organizaciones, de la que se hace un verdadero arte. A este hay que sumar la encomiable experiencia en la persecución de la inteligencia, que en la España moderna ha alcanzado un nivel de excelencia admirable.

La defensa frontal de la escuela en este episodio es compatible con el distanciamiento crítico que define mi posición. Pero ahora no es el momento adecuado para exponer alegaciones. Me conformo con apelar a la tiernas síntesis de Serrat en su canción La mujer que yo quieroTiene muchos defectos, dice mi madre. Y demasiados huesos, dice mi padre. Pero ella es más verdad que el pan y la tierra. Mi amor es un amor de antes de la guerra…” Esto es.

En su momento póstumo, cabe, sin acritud, recurrir a la canónica cuestión enunciada por un sociólogo tan relevante como Boaventura de Sousa Santos y su sociología de las presencias y las ausencias. Ha sobrado el desfile fatuo de burócratas de la OMS, de gerentes de ocasión, de expertos subordinados al imperio médico-farmacéutico, de políticos astutos sin alma, de profesionales estrella biomédicos, de vendedores de milagros, y de otros señoritos de postín. Al tiempo, se ha echado de menos a gentes vinculadas a la inteligencia crítica médica global y a los pensadores lúcidos y comprometidos, más allá de las fronteras de lo que se entiende como salud. Algunas de las personas que me han nutrido apenas han frecuentado esta institución: Juan Gérvas, Carlos Álvarez-Dardet, Carlos Ponte, Guillermo Rendueles…

El final de la EASP es una cacería infame. Me permito dar una recomendación a mis colegas. No os dejéis avasallar por los ángeles exterminadores. No permitáis que os expropien de vuestras propias aportaciones, mediante la minimización y negación. Sentid a los que os acompañamos y reconocemos. Vuestra historia es, cuanto menos, poco frecuente en la España del postfranquismo. Pocas instituciones han alcanzado vuestros modestos logros. En España ninguna. Y nunca perdáis de vista que vuestros verdugos tienen una envergadura muy inferior a la vuestra. Lo digo con el criterio que me otorga haber sido profesor de algunos de los que practican hoy la quimioterapia política con vosotros.

Quiero concluir con una reflexión que puede ser leída como ácida, al tiempo que lúcida. Se trata de pensar si en el contexto del presente sería imaginable crear un proyecto de esta naturaleza. Esta consideración se encuentra cargada de impertinencia, en tanto que la respuesta es un rotundo no. Así se puede hacer inteligible el retroceso experimentado por el impetuoso avance del neoliberalismo y el mercado total. Hoy toca de nuevo resistir, pero renunciar a imaginar un futuro en el que otra atención a la salud sea posible, es pernicioso.

Un abrazo fuerte para todos, y para Natxo Oleaga dos.





domingo, 12 de enero de 2020

EL NUEVO GOBIERNO Y LA FAUNA DE LOS ESPEJOS


En aquel tiempo, el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban, como ahora, incomunicados. Eran, además, muy diversos; no coincidían ni los seres ni los colores ni las formas. Ambos reinos, el especular y el humano, vivían en paz; se entraba y se salía por los espejos. Una noche, la gente del espejo invadió la Tierra. Su fuerza era grande, pero al cabo de sangrientas batallas las artes mágicas del Emperador Amarillo prevalecieron. Éste rechazó a los invasores, los encarceló en los espejos y les impuso la tarea de repetir, como en una especie de sueño, todos los actos de los hombres. Los privó de su fuerza y de su figura y los redujo a simples reflejos serviles. Un día, sin embargo, sacudirán ese letargo mágico.
 El primero que despertará será el pez. En el fondo del espejo percibiremos una línea muy tenue y el color de esa línea será un color no parecido a ningún otro. Después, irán despertando las otras formas. Gradualmente diferirán de nosotros, gradualmente no nos imitarán. Romperán las barreras de vidrio o de metal y esta vez no serán vencidas. Junto a las criaturas de los espejos combatirán las criaturas del agua.
Borges. Los animales de los espejos. El Libro de los Seres Imaginarios.

La sociedad postmediática ha multiplicado los espejos, convirtiéndolos en una verdadera invasión de todas las esferas de la vida y la sociedad. En mis paseos por el centro de Madrid y el Retiro observo fascinado a algunas personas que deambulan solas y mantienen una relación indisoluble con su móvil-espejo. Se fotografían en todos los lugares y ensayan sonrisas con pretensión de ser sofisticadas, así como un catálogo de muecas que les homologuen con las divinidades expuestas a todas las miradas, desde sus olimpos electrónicos. El viejo dicho de Freud, “Mirar y hacerse mirar”, deviene en el eje de la vida.

Pero este progresado pueblo de los espejos, extiende la ubicuidad de estos a todas las actividades y todos los rincones del sistema. La fotogenia es una competencia esencial para prosperar en el mundo de la empresa, la ciencia o la política. El nuevo gobierno que se inaugura mañana mismo, se encuentra definido por una constelación de imágenes, seleccionadas en los archivos, y en los actos protocolarios de toma de posesión. En este mundo de espejos múltiples, no pocas personas valiosas quedan sumidas en un estado de consternación visual, al contemplar las series de imágenes que los identifican.

Las imágenes de los espejos terminan por desplazar a los discursos y las acciones, que se subordinan al nuevo orden visual. La inteligencia y la imaginación se polarizan en la invención de situaciones en las que las imágenes adquieran un esplendor inusitado. Así se construye un pueblo, el de los espejos, que sanciona un sistema social representado en las imágenes. El problema radica en que estas son inevitablemente polisémicas. Así que los maestros y los docentes de todas las clases se encuentran sumidos en un estado de perplejidad supremo, que es la antesala del estado de miedo.

Un orden social fundado en la apoteosis visual, propia del pueblo de los espejos, configura una clase dirigente coherente con este. Quizás aquí radica una explicación acerca de los grandes déficits de inteligencia que la caracteriza frente a los grandes problemas del tiempo. Estoy en la espera de mañana, para ser sorprendido por la nueva imaginación de los asesores de imagen en la creación de un acontecimiento visual que impacte sobre los espectadores involucrados en los juegos de los espejos.

Entretanto, me encuentro alarmado por la discordancia encarnada en el nuevo ministro de universidades, Manuel Castells, en el que su imagen se contrapone a su bagaje intelectual y profesional. De este modo queda convertido en material apto para la manipulación grosera en el juego de los espejos, en tanto que su poder seductor es manifiestamente restringido. Solo es portador de inteligencia sin ornamentos. En esas condiciones, puede ser percibido muy por debajo de su potencialidad por el extraño pueblo de los espejos y sus operadores.