No dejaremos de explorar.
Y el final de la exploración será
Llegar al punto de partida.
Y conocer el sitio por primera vez.
T.S.ELIOT
Se cumplen
siete años desde el comienzo de estos Tránsitos Intrusos. Desde la perspectiva
del dispositivo dominante sobre las vidas en el presente, las agencias de
evaluación, se trata de un periodo temporal que puede ser denominado como un
septenio. Parece pertinente hacer recuento y valoraciones de esta experiencia
encerrada ya en esa unidad de tiempo enigmática, que se acoge al misterio del
siete. Ciertamente, en estos años han cambiado muchas cosas importantes, tanto
en mi vida, como en mi entorno. Algún amigo me ha hecho llegar su recomendación
de que es el momento de dejarlo para reemplazarlo por otro proyecto acogido a
este guarismo, que abra un nuevo ciclo que se pueda inscribir en ese paquete de
tiempo siete.
Cuando
escribí la primera entrada en diciembre de 2012, me encontraba inmerso en un
tiempo abierto, que abonaba distintos caminos al futuro, tras el acontecimiento
del 15 M. En esta situación proliferaban distintos proyectos nuevos, que se
proponían la renovación radical de la sórdida sociedad española del régimen del
78 maduro, así como de sus instituciones deterioradas. Este clima social
propiciaba una disposición singular de los lectores, que vivían en un medio en
el que proliferaban propuestas definidas
por la asignación de un protagonismo indiscutible a un nuevo nosotros. En este
ambiente se incrementaban indagaciones y reflexiones que asignaban centralidad
a la gente, entendida como un mosaico múltiple y heterogéneo de actores de muy
distinta naturaleza.
Viví una
situación que presenta similitudes en el tiempo de la transición de los años
setenta. Entonces se habló de “la sopa de letras” para designar a los múltiples
proyectos políticos nacientes, resultantes de la ebullición política que
propició la descomposición del franquismo. En los años siguientes, estos fueron
absorbidos por las maquinarias de los partidos dominantes, que restablecieron
el orden del monopolio de la voz concentrada en unos pocos actores políticos.
Estos devinieron inevitablemente en oligarquías cerradas, en las que se
confirma incluso el derecho a la sucesión. Esta concentración política genera
una corte mediática y cultural que expropia todas las voces y gobierna mediante
la interacción con los distintos grupos de interés. De ahí resulta el régimen
del 78.
El estado de
expectación política y social en espera de cambios propició el despliegue de un
blog como este, poco convencional y nada
encuadrado en los distintos bloques que habitan en las instituciones. En este
tiempo, la emergencia de Podemos suscitó muchas esperanzas en algunas personas
participantes de las constelaciones sociales difusas que sucedieron al 15 M,
entre las cuales me encuentro. Pero muy pronto, las instituciones del
deteriorado régimen del 78 recuperaron el control de la situación y absorbieron
a los nuevos partidos, que terminaron detentando un grado de oligarquización
similar al de los convencionales. El conflicto político fue mediatizado y
formateado por la institución central de este tiempo: la televisión.
Las
experiencias de heterogeneidad de las candidaturas municipales del cambio,
fueron derogadas por la emergencia de varias
docenas de líderes providenciales, que reformularon el cambio según el
viejo modelo de lo que en este blog se ha definido como “el zorro”. Un pequeño
grupo de libertadores instalados en las instituciones y devenidos en estrellas
de la televisión, se reapropian de la responsabilidad del cambio y nos animan a
concentrarnos en una nueva pirámide de votantes, seguidores y aplaudidores. La
recesión política se hace patente mediante el decrecimiento de iniciativas
locales y sectoriales y la adhesión al horizonte de espera que resulta de las
expectativas generadas por las puestas en escena de la videopolítica.
Este
ambiente sombrío, define el entorno del blog en los dos últimos años, en los
que las energías al cambio se transforman en esperanzas mediatizadas de la
serie sin fin de la política televisada y sus huestes de héroes libertadores.
De este modo retorna un tiempo de animismo de la izquierda, en el que la
creencia de que es posible modificar las condiciones de vida de las poblaciones
penalizadas por la reestructuración neoliberal, desde unas instituciones
políticas tan deterioradas y lejanas a las personas, se impone como la
penúltima ilusión catódica-virtual. En tanto que las instituciones de la
individuación absoluta se imponen en todas las esferas, los públicos
televisivos celebran las contingencias de la última jugada en la función
perenne de la formación de un gobierno cada vez más provisional.
Este es un
tiempo que cabe definir, retomando el canónico concepto de Minzberg sobre las
organizaciones, como la apoteosis de los ápices
estratégicos. En este nivel del
gobierno –las cúpulas- se espera que se diriman los reequilibrios entre los
intereses sociales. Esta concentración de la política implica la construcción de
una pirámide de colaboradores y de beneficiarios. La vuelta a la jerarquía
conlleva la reactivación del principio del alineamiento y encuadramiento en
todas las esferas, que conforma una maldición eterna de la sociedad española.
Todos alineados en torno a la visión de los libertadores. Cualquier matiz o
atisbo de diferencia es interpretado como un favor al bloque enemigo.
En estas
condiciones, este blog se encuentra en una situación más adversa que en su
primera etapa. Mi cosmovisión presenta muchas diferencias con la prevalente
entre los héroes libertadores, ubicados en el ápice estratégico iluminado por
las cámaras. La principal radica en entender que lo que se entiende como
contenido de la política estatal, es desbordado por las instituciones de la gubernamentalidad,
que se instalan en un más allá de lo político convencional. Las reformas del
presente se ejecutan mediante nuevas instituciones transpolíticas. La
universidad es un ejemplo nítido al respecto. Este es un tiempo en el que se
agranda el espectro luminoso de Laval y Dardot, especificado en su libro sobre
el neoliberalismo.
En este
medio adverso seguimos. No es la primera vez que ocurre en mi biografía, en
tanto que mi circunstancia me ha
forjado, salvo en algún breve período, como un francotirador inclasificable.
Las viejas canciones de Jorge Cafrune son elocuentes para autodefinirme “Yo soy pájaro corsario que no conoce el
alpiste”, o “Yo nunca tuve tropilla,
siempre montao en ajeno”. En un tiempo en el que el alpiste va a crecer al
modo del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, mi condición de
independiente adquiere riesgos ineludibles. Un profesor de sociología de mi
departamento, les decía a los alumnos que mis clases eran originales y
sugerentes, pero que tuvieran precaución, en tanto que estaba loco. No
subordinar el comportamiento y el pensamiento a los beneficios comunes de las
castas, es una señal estigmática de deterioro mental en la sociedad española de
antes, de después y de siempre.
El deterioro
de las instituciones y la ausencia de un pensamiento crítico en la sociedad
española, que se ha producido desde el origen del postfranquismo, y en
distintos grados hasta el presente, ha determinado una sectorialización de las
gentes que se encuadran en eso que se llama izquierda. Así se construye un
refugio confortable sectorial que cumple la función de protección de la cruel
intemperie que es lo social global, que es reestructurado por el avance hacia
una sociedad neoliberal avanzada. Cada sector construye sus discursos y sus resistencias
sin vínculos laterales con los demás. Esta es una de las condiciones del éxito
del neoliberalismo.
Desde la
perspectiva de este blog se hace patente esta situación. Los públicos lectores
se segmentan según el sector. Así, una cosa es la precarización de los médicos,
otra la precarización de los profesores e investigadores, y otra la de los
distintos contingentes de uberizados. Así se constituye el arquetipo personal
del refugiado. Este es una persona que vive y lee el mundo desde las coordenadas
del sector en el que se encuentra asentado. Me gusta decir que soy visitante de
refugiados. Esta condición se define por una mentalidad arraigada en un medio.
En twitter se confirma contundentemente esta maldición de “cada uno en su
sitio”. La consecuencia es que lo global se configura como un territorio
vaciado, ocupado por las élites políticas, que son valoradas por sus medidas
sectoriales por las distintas clases de refugiados. Este es uno de los
hándicaps del blog desde su comienzo.
La nueva
situación política tiene como efecto el movimiento impetuoso de distintos
grupos, que, al modo de los pájaros, buscan espacios confortables en los que
abrevar. Este blog pretende ser un punto de observatorio de los movimientos de
aves, que van a editar la última versión de la genial película de Pasolini
“Pajaritos y pajarracos”. Aves de todas las clases van a poblar el espacio
político en los próximos meses. De ahí que el avistamiento de estos movimientos
migratorios me configure inevitablemente como un ornitólogo. Me gusta decir
que, como sobreviviente de tantas etapas de la sociedad española, he terminado
por especializarme en clasificador de pájaros de distintas categorías. Así el
título de este texto: un sociólogo ornitólogo.
Por lo
demás, el blog tiene unos números que no había imaginado nunca, y que desbordan
mis previsiones iniciales con mucho. Me abruma el número de visitantes y la
diversidad de procedencias. Muchas gracias a los lectores. Para una persona no
encuadrada como yo, y ahora desanclada, en un medio segmentado en distintos
campamentos de refugiados, en donde soy percibido inequívocamente como un
extranjero, este flujo de visitantes me reconforta. Esta situación no me
desubica, en tanto que reclamo mi identidad de especie del desierto, habitante
de un medio en el que es difícil la sobrevivencia.
Mientras
tanto sigo en Madrid, aunque visito con frecuencia distintas ciudades costeras.
Aquí ya he cavado mi laberinto subterráneo de túneles, pasarelas, escondites y
puntos de observación. Cuando estoy algún tiempo fuera, regreso ansioso de
poner a mi cuerpo en esta jungla urbana. Madrid es un lugar en la que se puede
vivir el presente postcolonial. Me fascina viajar en el metro por el sur de la
ciudad. La humanidad múltiple aparece ante mis sentidos en su inmediatez. El
mercado de trabajo coaccionado se hace presente con todo su esplendor. Siempre
me acuerdo de Frantz Fanon y sus condenados de la tierra, que fue el primer
libro crítico que leí. En las ciudades del Cantábrico la distorsión es
inevitable por minimización de lo postcolonial y la preponderancia de lo local.
En estos
días pienso en las poblaciones que protagonizan las incidencias críticas de
este tiempo. Ahora resplandecen los de Hong Kong, Chile y los cercanos a las
fronteras-muralla. Me gusta situarme en cualquier lugar de la orilla del
Mediterráneo y mirar el mar, imaginando el contraste entre los turistas
programados y los que protagonizan un viaje fatal huyendo de su infierno local.
Allí se puede pensar sobre la diferencia. Siempre termino maldiciendo a los
refugiados sectoriales y mascullo con rabia “menos, salud, menos educación,
menos bienestar…y más filosofía”. Supongo que se entenderá el sentido de esta
reflexión.
Un abrazo a
los lectores. Este es el último texto del septenio fenecido. El próximo
inaugura el siguiente paquete temporal.