Acabo de votar siguiendo el imperativo del mal menor, como casi siempre lo he hecho. Presumo de tener activa y despierta la facultad de la intuición. Y no me ha gustado nada el ambiente que he visto en el colegio. La manida frase que escuchaba en mi infancia de "volverán banderas victoriosas", se especificaba nítidamente en el colegio. La presencia avasalladora de la derecha contrastaba con el arrinconamiento de los interventores de los partidos de la izquierda. Solo he visto a dos personas de Más País, que se encontraban agazapados en un rincón, contemplando los tránsitos, las voces altas y los saludos efusivos de los herederos del actual régimen, que como toda familia acaudalada tiene varios legatarios. Les he saludado cordialmente, intentando transmitirles ánimos. Pero me preocupa el repliegue de las izquierdas, que parece que están pidiendo limosna.
Por esta razón, he decidido volver a publicar "Del cero al uno" tal y como fue escrito. Estoy seguro de su revalorización hoy, en tanto que somos unos cuantos -por lo menos cinco o seis, como dicen en las manifestaciones- los que votamos inquietos, en tanto que nuestro voto no significa un apoyo incondicional a los partidos votados. Esta inquietud se puede expresar mediante el temor que tenemos a ser malinterpretados y avasallados por nuestros eventuales representantes.
Tenía en borrador dos textos, cuyos títulos provisionales son "mi treintamillonésima parte" y "Vox y el espíritu del Mar Menor". La próxima semana sacaré ambos, tras conocer los resultados de este sufragio intervenido por los colosos mediáticos. Me preocupa mucho que pueda expresarse la decisión del electorado, pero que esta se encuentre excesivamente intervenida y condicionada por los poderes de la época, que se ubican en el más allá de la política, que hoy se sobreentiende como un próspero mercado televisivo.
Carmen, mi compañera, se reía porque cuando me encontraba en un escenario masivo y adverso, mascullaba cancioncillas en las que reafirmaba mi percepción, contraria a la de ese entorno. En mi trayecto al colegio electoral, he tatareado musiquillas reivindicando la voluntad violentada de los hipotecados, los endeudados, los precarizados, los mediatizados, los atemorizados, así como otras formas de subalternidad que proliferan en el presente. Bueno, quizás mañana sera otro día.
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DEL CERO AL UNO
En 1982 voté
lo que se denominó “el cambio”, que se fundaba en el eslogan de que España
funcione, pero que lo que realmente expresaba era la esperanza de dejar
atrás un pasado autoritario y deprimente. Lo hice junto a más de diez millones
de personas que sustentaron la primera mayoría absoluta en la nueva democracia
española. En los años siguientes se produjeron algunos acontecimientos que
cuestionaron los contenidos anunciados por el ambiguo cambio. Algunas
actuaciones del gobierno se aproximaban más a la continuidad histórica que al
cambio, tanto en la prevalencia de los grandes intereses sociales bien
representados en el pasado como en el modo de ejercer el poder, característico
del franquismo y de sus distintos antecedentes históricos.
Cuando
aparecieron diferencias sustantivas entre el sentido del voto emitido y el
resultado en la acción de gobierno, se puso de manifiesto la finitud de mi
condición personal. Al emitir alguna señal débil de disconformidad se confirmó
la idea de que mi aportación, consistente en casi una diezmillonésima parte del
poder constituido en el nombre del cambio, había devenido en cero. El poder
erigido sobre más de diez millones de partículas se había emancipado de las
mismas. Así me encontré con la disipación fáctica de las magnitudes
infinitesimales que había aportado, siendo desposeído de cualquier valor
efectivo.
Pero ésta
fue sólo una forma más de sobrevenir a mi vida la relación entre los poderes y
los números. En los años siguientes aparecieron distintas formas de relación
que me minimizaban severamente, convirtiéndome en un numerador. Descubrí que en
diversas esferas, como las del consumo y los media, sólo era un
numerador que tenía sentido en relación con el denominador formado por los
componentes del estrato al que supuestamente pertenecía. De nuevo uno partido
por muchos. En el mejor de los casos, llegar a ser una milésima, representaría
un éxito notable. Se sobreentendía que mi persona era una realidad determinada
por un grupo de variables que configuraban mi comportamiento. La emergencia de
instituciones tan poderosas como el marketing y la publicidad,
determinaban mi valor por la tiranía de los denominadores, resultando siempre
mucho menos que uno.
La explosión
de las ciencias demoscópicas me brindó la posibilidad de ser una unidad
muestral, máxima forma de participación en un conjunto que destruye el valor de
las moléculas sobre las que se ha constituido. Se trata de la emergencia de la
opinión pública, una forma de difuminación personal, en la que los
seleccionados en la muestra hablan en tu nombre sin haber hablado contigo.
Confieso que nunca llegué a ser unidad muestral lo que me suscitó dudas con
respecto a los procedimientos de elección de las muestras, investidos por los
expertos demoscópicos aspirantes a predecir el futuro. Pero me irritaba pensar
que los que hablaban en mi nombre lo hacían porque compartíamos varias
variables que nos definían. Eso representa una forma de ser menor que
cero, en tanto que mi persona es reducida a un grupo de variables, siendo
vaciada de sus dimensiones esenciales, confiriéndole así una naturaleza
espectral.
Con el
cambio de siglo se configuró una nueva forma de gobierno que determina el valor
de las personas por la medición de una serie de magnitudes que son comparadas
con las demás. Se trata de la emergencia de nuevas instituciones que sustentan
la nueva forma de gobierno de lo social: la gestión y la evaluación. En este
caso, las comparaciones son sucesivas y sólo es válida la última. Los
resultados son siempre provisionales y el valor es relativo, en espera de la
siguiente evaluación que se añada a la serie. Ahora el valor radica en alcanzar
los promedios, y si es posible destacar frente a los otros en el eterno retorno
de los episodios evaluativos que definen las trayectorias de los evaluados.
En todos los
casos soy convertido por una variedad de dispositivos de gobierno en un valor
infinitesimal siempre muy inferior a uno. La época actual es la del predominio
de los poderes con base numérica que construyen a las personas entre el cero y
las milésimas o millonésimas, o espectros de variables en la demoscopia. Sobre
esta insignificancia de cada uno se construye el gobierno de todos. Una vez
miniaturizadas, las personas son desposeídas de valor por un ser superior que
se yergue sobre una nube de partículas que se disipan y quedan convertidas en
material desechable.
Me parecen
inaceptables todas las formas de miniaturización que expropian a cada persona
de su valor uno. Es intolerable que la circulación por lo social concluya en un
amontonarse en algún lugar similar a una radiografía, en el exterior del cuerpo
real. El sentido de dicha circulación es ser un sumando sólido que se licua
para evaporarse definitivamente. Este proceso de desvalorización termina
confiriendo a cada partícula el estatuto semántico de ciudadano o cliente,
conformando así una suplantación de la realidad por el espectro de la
radiografía.
El tiempo
actual es un tiempo nuevo y abierto, que requiere de la movilización de la
inteligencia. Es necesario multiplicar los recursos cognoscitivos para
enfrentar los problemas nuevos y para crear. Esto sólo es posible en contextos
que sean regidos mediante el hiperintercambio y las interacciones múltiples en
todos los niveles. La tecnología necesaria para lograrlo ya existe. El
obstáculo son las viejas instituciones y formas de gobierno que bloquean la
interacción. Se constituye así una nueva versión de la sociedad bloqueada que
definió Crozier en 1970. La espesa trama de poderes económicos, políticos,
mediáticos, científicos, profesionales y culturales se conforman como un
obstáculo para la movilización de la inteligencia colectiva y el desarrollo de
las potencialidades intelectivas y emocionales de las personas.
Por estas
razones propongo que cada uno se reivindique como un valor en ningún caso
inferior a uno, que puede incrementarse si se encuentra inserto en un contexto
abierto que estimule la creación y la interacción. El problema del presente
radica en determinar el modo de invertir la situación actual, neutralizando a
las instituciones y formas de gobierno reductoras y minimizadoras de las
personas.
En diversas
ocasiones he escuchado la frase-sentencia: “pero, ¿quién te has creído que
eres? Tú no eres nadie”. Tengo muy clara la respuesta: Soy uno. Nada más que
uno, pero nada menos que uno. Además, uno que puede crecer si se encuentra en
un buen ambiente y se combina con otros. Es rotundamente falso que sea nadie.
Pero el fondo de la cuestión estriba en determinar si soy necesario. Quizás,
para algunas estructuras, muchas personas no sean estrictamente necesarias. En
este caso el problema radica en esas estructuras, pero no en las personas
miniaturizadas por las mismas. Si esto fuera cierto, el fondo de lo que suscita
este texto sería coherente, inteligible, y también inquietante.
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Como estamos en un tiempo de pedir limosna, agradecería cualquier comentario, que interpretaría como una generosa dádiva o donativo inmaterial.
Hoy he votado y he votado con más tristeza que inquietud porque he votado a un partido que no me representa. He votado rápido y apenas me he fijado el ambiente electoral. He votado con contradicción y me ido mirando al suelo. En alguna ocasión he pensado en participar en lo que ahora es Adelante Sevilla. No sé, tengo mis dudas. No sé cuánto duraría. Todo lo que me llega de Podemos, no me invita a ello. Valga de ejemplo que a una semana o dos (no lo recuerdo) de que se convocaran las actuales elecciones, me llegó como inscrito una encuesta sobre la actividad de mi circulo (en el caso de que participara en alguno). La idea de la misma era clara. Querían que las personas de cada circulo debatieran sobre la misma y luego dicha encuesta se rellenara (tampoco recuerdo si individual o colectivamente). Pero para mí estaba claro. Querían activar los círculos como maquinaria electoral. Y mi contradicción es muy clara: ¿Qué partido estamos apoyando? En este punto, no puedo dejar de acordarme de tu artículo “Regreso al Futuro”… Podemos surgió al rebufo del fenómeno del 15 M. Y surgió como partido ideado por una camarilla. Valga la analogía del programa de la Tuerca, con la famosa foto conocida como de la tortilla donde se da una reunión en el campo en los 80, alrededor de una tortilla, en la que están Felipe González, Alfonso Guerra, etc. Cada día estoy más convencido, que Podemos ha diezmado a los movimientos sociales. Muchos argumentaron que éstos, como grupos de presión, tenían un techo, que había que alcanzar el poder para hacer políticas… La eterna pregunta: ¿el fin justifica los medios? Una vez dialogue la posibilidad de un Podemos más democrático, con Jose Luis Moreno Pestaña (una persona que vivió en primera persona el 15 M y la llegada de Podemos), a raíz de sus reflexiones sobre el sorteo como forma de participación en la Grecia Clásica. Él afirmo que esa posibilidad había pasado.
ResponderEliminarLe agradezco mucho sus reflexiones, que en mi caso adopto como orientaciones. Ser uno, ser uno mismo , es esperanzador (y buena falta tenemos de ello), y reivindicativo, de los que también estamos faltos. Espero que mucho interés las dos próximas entradas prometidas.
ResponderEliminarBueno hay para echarse a llorar pero por lo menos parece que se cumplirá el "Con Rivera NO" Algo es algo., Un abrazo.
ResponderEliminarhttp://moreno-pestana.blogspot.com/2019/07/retorno-atenas-la-democracia-como.html?m=1
ResponderEliminarEl siguiente texto de José Luis es más accesible que el libro que referencie anteriormente y centra mejor el debate iniciado por mi primer comentario:
ResponderEliminarEl sorteo y la recepción del populismo en Podemos
Se puede descargar en el siguiente enlace:
https://www.researchgate.net/publication/332221780_El_sorteo_y_la_recepcion_del_populismo_en_Podemos_Arizona_Journal_of_Hispanic_Cultural_Studies_Volume_21_2017_pp_311-328