En los
últimos años se intensifica el uso del móvil, reforzando la densidad de los
mundos sociales virtuales. Las personas se comunican según un modelo en el que
apenas existen pausas. Se trata de un sistema de 24 horas, en el que el tiempo
de sueño es la única interrupción. El efecto de esta expansión es la
remodelación radical del espacio público. Este es vaciado de relaciones
personales, e incluso visuales. Los sujetos se desplazan por el espacio en un
estado pleno de ausencia. Todos los sistemas de relación social son interrumpidos
por la comunicación virtual.
La escisión
con el mundo físico-espacial se profundiza vigorosamente. El reinado del Smartphone
designa la imposición de lo que Javier Echevarría denominó como “tercer entorno”.
Este espacio absorbe las energías comunicativas de la inmensa mayoría de los
sujetos apantallados. La pequeña pantalla deviene en el centro social,
desplazando la vieja comunicación cara a cara a un segundo plano. Sobre el
imperio de este mundo de la comunicación virtual se posicionan los nuevos “señores
del aire”, las empresas proveedoras de los servicios y que sustentan internet.
El nuevo
sistema de comunicación comporta unas exigencias de respuesta que adquieren
proporciones mayúsculas en la vida cotidiana de las personas interconectadas.
Los señores del aire producen incesantemente, y a velocidad de vértigo, relatos
audiovisuales, fabulaciones, imágenes, sonidos, representaciones y discursos,
que conforman el gran espectáculo del presente. Sobre esta producción se
implementa un sistema formidable de interacciones entre los sujetos. El código de este es
responder inmediatamente a las comunicaciones de los próximos virtuales, así
como a los relatos generales.
La
convergencia de ambos sistemas genera un monstruo cronófago que se apodera de
la totalidad de la vida. Esta queda definida como un escenario en la que cada
cual tiene que comunicar sus logros cotidianos. Así se configura un nuevo ser
social, cuyas experiencias físicas sobre un espacio tienen que ser
imperativamente traducidas y trasladadas al espacio virtual. Como apunta
acertadamente Bauman, cada uno es artista de su propia vida. Esta deviene en un
escaparate que es preciso decorar para su presentación en la nueva sociedad del
tercer entorno.
Las
exigencias de conexión permanente y de presentación de su propia vida son de
una envergadura tal, que desbordan las capacidades de los sujetos
interconectados, condenados a responder incesantemente a los requerimientos de
los próximos virtuales. Así se configura una adicción incremental, que se
apodera gradualmente de la vida real de cada cual. Los adictos se desplazan por
el espacio físico en un estado groggy , desconectados radicalmente de su
inmediato entorno. Los canales visual y auditivo son absorbidos en régimen de
monopolio por el mundo exigente y cruel del Smartphone.
Este
vigoroso proceso de desterritorialización espacial que comporta la evasión de
los ultraconectados al mundo del más allá digital, produce un conjunto de víctimas
afectadas por el vaciamiento del mundo espacial inmediato por parte de los que
solo tienen su cuerpo allí. Entre los principales damnificados se encuentran
los ancianos, los enfermos con algún grado de dependencia, los discapacitados,
los niños y los perros. Este es justamente el contingente social que necesita
de los cuidados. Estos son severamente amenazados por los evadidos digitales.
Todos los días
contemplo el siniestro espectáculo de los necesitados de los cuidados abandonados
en manos de sus cuidadores evadidos. El espectro de situaciones es muy extenso.
Las mamás que empujan el coche del bebé con una mano, en tanto que con la otra
manejan compulsivamente el móvil. Los cuidadores que no dirigen la palabra a
los cuidados, concentrados en sus pantallas, que violan así el fundamento de
cuidar, que es prestar atención y acompañar. Los paseantes de sus perros que
transforman el paseo en un monólogo con sus próximos virtuales en detrimento de
sus mascotas.
Puedo
describir muchas situaciones de verdadera crueldad. Pero lo que más me importa
aquí es constatar que el móvil es radicalmente una máquina de disolución de la
civilidad, así como un instrumento de transformación del espacio físico en un
desierto relacional. La desconsideración a los necesitados de cuidados alcanza
el umbral del sadismo. Por eso afirmo que la imposición del tercer entorno
sobre el mundo físico, que es el vivido por las poblaciones necesitadas de
cuidados, genera la hegemonía de un nuevo sujeto interconectado carente de
cualquier atisbo de fraternidad.
La dimensión
de este problema alcanza proporciones majestuosas. La nueva sociedad digital es
un dios que requiere del sacrificio de los necesitados de cuidados. Estos
experimentan fatalmente su conversión en deshechos no traducibles a las
narrativas vitales de tan esforzados sujetos interconectados, que inventan un
relato de su vida en el que desaparece integralmente el dolor, la adversidad y
los portadores de problemas que solo pueden ser aliviados por los cuidados.
Por eso
propongo una solución creativa. Cuando me encuentro todos los días con un
cuidador desconectado de su cuidado, que tiene cerrados los canales visual y
auditivo por exclusividad de su Smartphone, me pregunto qué respuesta podría
dar. Pienso en un arma eficaz que es simular un encontronazo en el que pueda
descargar mi rabia mediante un pisotón. Pero una solución más amable consiste
en castigar su canal olfativo, que todavía no ha sido cerrado por el móvil. Por
eso propongo un bombardeo con bombas fétidas sobre los zombies del cuidado. Esta
puede ser una forma de devolverlos al espacio físico por shock olfativo.
Quizás así
se pueda reparar la dignidad de los cuidados a aquellos que son descuidados, ignorados y
humillados por sujetos tan activos en la comunicación virtual. En otras
palabras: Mierda gaseosa para los crueles cuidadores evadidos de su misión. Cuanto menos, que experimenten una situación irrespirable durante unos minutos.
3 comentarios:
Una reflexión interesante...la relación entre el mundo de las pantallas y los cuidados informales de salud...sólo a un tipo como Juan Irigoyen se le ocurriría este comentario inteligente y con buen humor
Gracias Luis. La individuación agresiva en curso afecta sustantivamente a los cuidados. La relación entre fuertes y débiles se extiende también a esta esfera
Yo practico habitualmente la primera técnica, la del choque o encontronazo con el transeúnte abismado en los mundos virtuales
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