COMPLUDOG es un programa concertado por la Universidad Complutense de Madrid y lafundación Affinity para tratar a los estudiantes del estrés y ansiedad derivada de los exámenes. Este programa no es un hecho casual ubicado en la educación, sino que, por el contrario, remite a una nueva forma de individuación que se consolida paralelamente al impetuoso avance de una nueva sociedad de control. La terapia se instala progresivamente en distintas parcelas de la vida para afianzar a un nuevo arquetipo personal, un sujeto débil e incrementalmente dependiente, asistido por un conjunto de dispositivos expertos
La terapia deviene así en una institución fundamental en la que cada sujeto debe aprender a reconfigurarse en la relación permanente con un experto, psi principalmente. Así, esta institución emergente desplaza a las viejas agencias en el ejercicio de la autoridad, obligándolas a remodelarse según las nuevas reglas dialógicas en el ejercicio del poder. Los sujetos destinatarios son remodelados en una relación dialógica que sustituye a los monólogos característicos de la autoridad en el orden social declinante. La empresa, la consulta médica, la familia y la educación, son reestructuradas según el modelo de ejercicio de la autoridad de la terapia, en la que los destinatarios son esculpidos en la interacción cara a cara con la autoridad experta.
La expansión
de la terapia actúa en favor del proceso de psicologización que se apodera de
toda la vida. Este actúa de modo concertado con otros procesos esenciales,
tales como el de medicalización, el de customización como consumidor y el de
conversión en un recurso humano para la producción. El nexo común a todos estos
procesos lo aporta la terapia-institución, en la que cada sujeto participante
actúa sometiéndose a las reglas que dictaminan los expertos. Así se genera un
poder participativo, que tiene que generar la capacidad de manejar una relación
interpersonal a favor de sus objetivos. El resultado es la conformación del
nuevo orden que se puede definir como más allá de la somatocracia enunciada por
Foucault. Este es el reinado de la terapiocracia.
La terapia
se instala en los territorios de la educación. El estudiante que resulta de la
actuación concertada de estos procesos es un ser social en continua circulación
y sometido a los imperativos de una temporalidad definida por la ausencia de un
final. La larga etapa de la educación sin fin desemboca en la “inserción”
intermitente en un mercado laboral incapaz de absorber a todos los contingentes
de acreditados. De ahí resulta una situación social que se expresa en el
concepto de cola. El estudiante es un ser social inserto en una cola sin fin,
en la que tienen la obligación de adquirir méritos para competir todos contra
todos. Este sistema implica perversiones de gran envergadura, en tanto que en
cada selección se imponen diferencias que se pueden contar según sistemas muy
sofisticados que se dirimen en centésimas.
Toda la
educación termina difuminando sus sentidos a favor de este orden fundado en la
producción de diferencias que cristalizan en centésimas. Así se multiplican y
se diversifican las pruebas y los trabajos a los que se someten los esforzados
aspirantes para dirimir el peso de sus cestas de méritos. Un efecto indeseable
es el de orientar el trabajo hacia las actividades que son cuantificadas para
la sagrada institución de la evaluación. El trabajo de los estudiantes
experimenta así un vaciamiento y un extrañamiento, en tanto que los objetivos se
polarizan a las pruebas determinadas por los criterios de evaluación de los
agentes. Se trabaja para las agencias en detrimento del sí mismo.
Así se
esculpe a los aspirantes a la “inserción” en el mercado de trabajo. Estos
quedan ubicados en la antesala de la precariedad, que es el atributo más
relevante de un mercado de trabajo que instituye la rotación entre los
contendientes-aspirantes. Así se construyen sujetos débiles, que se comportan
pragmáticamente para cumplir con los requerimientos de los evaluadores. Estos
no pueden confiar en sus propias fuerzas, más bien deben adaptarse a los
requerimientos de los directores-capataces. Así se constituye una subjetividad
domesticada, congruente con un ser social en situación de eterna dependencia en
el proceso sin fin de contraste de las diferencias.
En
coherencia con lo dicho hasta aquí, parece obvio constatar que muchos de los
contingentes de estudiantes que no obtienen éxitos en esta competición,
experimentan sufrimientos psicológicos incrementales. Estos son los perdedores
que este perverso sistema recupera mediante la terapia asistida con perros. El
estrés y la ansiedad generada por el sistema gerencial/psi, que se funda en el
principio de que el éxito es la única alternativa, se instala en los numerosos
contingentes de perdedores en esta trepa educativa. Se trata del coche-escoba
de las carreras ciclistas que recoge a los que abandonan, que señala con
acierto Guillermo Rendueles.
La terapia
es una institución para reorganizar a los rezagados de las grandes colas que genera
este sistema de selección para la gran inserción laboral, que en realidad es la
rotación laboral eterna de los seres sociales debilitados por un mercado de
trabajo que no necesita a todos. Así se escribe un capítulo de la historia del
presente que remite a los superfluos, a los no necesarios, a aquellos de los
que se espera que su contribución se limite al consumo. Este es un síntoma de
la sociedad fatal de la gestión y del crecimiento.
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