Cinco siglos
después del viaje fatal en busca de El Dorado, capitaneado por López de Aguirre
y Pedro de Ursúa, tiene lugar su (pen)última evocación, que adquiere la
naturaleza de una entelequia que se apodera de una campaña electoral. Los
códigos imperantes siguen siendo los mismos, en tanto que se persigue un
bienestar mitológico que es menester encontrar, en tanto que, al igual que los
primeros expedicionarios- soldados mercenarios, sirvientes indios y esclavos
negros- tienen que asumir grandes sacrificios en espera del futuro idealizado.
Entretanto, los capitanes protagonizan cruentas luchas por la preponderancia en
tan sublime misión.
En tanto que
se conforma un nuevo episodio de crisis en el horizonte, que amenaza a los
esperanzados expedicionarios del
presente, todos se zambullen gozosamente en la entelequia perfecta que se funda
en la convicción de que el crecimiento es eterno y que este tiene la capacidad
de redistribuir por sí mismo los bienes múltiples. Esta quimera oculta las
señales inequívocas de crisis civilizatoria que se muestran en un variado
repertorio de acontecimientos críticos. La cuestión fundamental radica en el
hecho de que la revolución tecnológica determina un sistema productivo que solo
necesita una pequeña parte de la población. Todos los subsistemas sociales son
afectados letalmente por esta realidad.
Pero en la
burbuja política y comunicativa de la entelequia perfecta no es posible
introducir las cuestiones esenciales. El clima de confrontación entre los
capitanes de la nueva expedición al nuevo El Dorado, contagia a los esforzados
expedicionarios de todas las clases. Todos son seducidos por las fantasías de
este viaje, que terminan por ser mentiras confeccionadas en las máquinas de la
comunicación fundadas en la prodigiosa tecnología. En esta euforia colectiva es
imposible introducir cualquier reflexión crítica, en tanto que quien lo haga es
radicalmente expulsado a las tinieblas exteriores a la entelequia perfecta.
Así los
mitológicos debates a celebrar en los próximos días se conforman como una
ceremonia que tiene el don de la multiplicación de las tautologías y las
ensoñaciones. Lo que se dirime es quien capitaneará la nave hasta el siguiente
puerto. El problema de esta expedición es que exige sacrificios crecientes de
una parte cada vez mayor de la población. La sociedad neoliberal avanzada
instituye una confrontación permanente entre los menos dotados para poder
alcanzar una posición ventajosa. Lo que se identifica como advenimiento de la
extrema derecha, no es otra cosa que la instauración de conflictos perversos
entre las capas sociales más desfavorecidas.
El problema
de fondo es el proyecto. Sin cuestionar el mito del nuevo El Dorado no es
posible impedir la marcha hacia una situación colectiva en la que se
intensifiquen los accidentes y se
multipliquen sus efectos. Solo pensando las situaciones en términos de
sistema-mundo es posible recuperar la capacidad de diagnosticar los problemas. Pero
en esta entelequia perfecta del crecimiento sin fin no tiene cabida la
inteligencia. No es de extrañar que sean los magos de la comunicación los que
se hacen con las riendas de la expedición fatal.
Este video
de una película maldita de Carlos Saura es paradigmático. Cinco siglos antes ya
estaba escrito el núcleo duro del guion.
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