Se han
cumplido ya seis años desde que comenzaron estos tránsitos intrusos. En este
tiempo se ha modificado sustancialmente mi entorno, las condiciones en las que
se desarrolla mi vida y mi estado personal. En el final del 2012 se acumulaban
los efectos del 15 M, suscitando esperanzas de un cambio político. En los años
transcurridos se han desvanecido estos anhelos y el signo del tiempo ha mutado
radicalmente. Ahora emergen los fantasmas del pasado autoritario que han
marcado mi adolescencia y juventud. Las emergencias esperanzadoras de 2011 han
devenido en proyectos bloqueados, aunque sus protagonistas simulen su
continuidad en la vida de las pantallas. La inteligencia movilizada en el ciclo
del 15 M ha resultado manifiestamente insuficiente en relación a la magnitud de
los obstáculos con los que se encuentra el cambio político.
En el tiempo
presente se consolida una situación inquietante, en tanto que, las
instituciones asociadas al despliegue de la sociedad neoliberal, en trance de
alcanzar la madurez, detentan un poder creciente, mostrando su competencia en
la remodelación de las organizaciones, las personas y la vida cotidiana misma.
El dominio de las corporaciones globales, los grupos mediáticos y las
industrias culturales, así como las
élites tecnológicas, alcanza unas cotas inimaginables. Al mismo tiempo, se
encuentran en curso varios procesos radicales de mutación de la estructura
social que desempoderan intensamente a la clase trabajadora convencional,
rompiendo los equilibrios sobre los que descansaba el pacto social que
sustentaba el estado de bienestar.
Pero este
avance impetuoso de la sociedad neoliberal, caracterizada por sus novísimas
instituciones, sociabilidades, sentidos comunes y gubernamentalidades, no se
encuentra inteligido y problematizado en la conciencia colectiva. Por el
contrario, se encuentra ubicado en un espacio más allá de la deliberación, y de
aquello que se entiende como política. Esta se refiere a los avatares de la
configuración del estado, entendida como formación de gobiernos y oposiciones,
así como a los procesos legislativos que regulan las distintas esferas. En este
más allá no alfabetizado políticamente se emplazan todas las realidades afectadas
por la gran emergencia neoliberal, que son aceptadas como naturales y liberadas
de cualquier interpretación crítica.
Sin embargo,
en los últimos años se confirma una paradoja de gran envergadura, se trata de
la explosión mediática de la política. Las televisiones y las redes se ocupan
permanentemente de los movimientos de los actores políticos y los eventos que
componen este mundo, constituyendo audiencias que compiten con el deporte, el
tiempo y el corazón. Pero esta emergencia mediática se realiza en un formato y
unos contenidos que la configuran como un campo restringido, el territorio de
aquello que es regentado por el estado.
Pero, por el
contrario, en el tiempo presente los grandes procesos de cambio social son
gobernados por instituciones asociadas al mercado, así como otras instancias
que se asientan en el exterior del campo político convencional. La política
televisada se encuentra rigurosamente subordinada a las limitaciones que
establecen los operadores externos del mercado, los grupos mediáticos, las
instancias creadas por las nuevas gubernamentalidades emergentes, tales como la
densa red de agencias y organizaciones liberadas de cualquier control efectivo.
La política,
en estas condiciones, deviene en videopolítica, generando un espectáculo
permanente que la conforma como pseudo
política que oculta el entramado de factores determinantes de las
decisiones de los actores que comparecen en las sucesivas escenificaciones. Así
se conforma un espectáculo que se va reproduciendo a sí mismo, generando
ilusiones en las incautas audiencias. El tema de las pensiones ilustra este
juego. Los estados de expectación de los pensionistas dan lugar a flujos
crecientes de euforias y esperanzas que se desvanecen frente a la acción
semioculta, en esta función, de los verdaderos decisores, que no están
presentes en este espectáculo. Así, la probabilidad de que todo termine en
frustración, es segura. La videopolítica siempre concluye de este modo, en
tanto que se trata de una fábrica de ilusiones para los espectadores
desprovistos de poder efectivo.
La verdad es
que estoy harto de la pseudopolítica televisada, de sus microrrelatos, sus
actores, sus contenidos, sus escenificaciones y sus audiencias. Lo peor es
contemplar la convicción de los ciudadanos-telespectadores en sus vicisitudes.
De este modo me encuentro rodeado por esta ola de trivialidad que invade todos
los espacios en los que me desenvuelvo. Tengo que dotarme de una disciplina cotidiana
para distanciarme de esas fabulaciones compartidas, adoptando una estrategia
metódica para no ser penetrado por ese tóxico medio en el que reinan los necios
emisores y receptores. Es problemático vivir entre las cegueras colectivas y
sus cocineros.
Pero el
reemplazo de la política total por la video-pseudo-política no es el único tema
que conforma este tiempo como confusional. Junto a éste, emerge una nueva
corriente. Se trata de un poderoso neoliberalismo progresista, que propone
transformaciones cualitativas en distintos campos, generando una imagen de
progreso que elude y se desentiende de la gran reestructuración social que se
asienta sobre una dualización creciente y unas desigualdades que se incrementan
inquietantemente. Los nuevos condenados de la tierra adquieren la condición de
ausentes de las propuestas en curso. El nuevo neoliberalismo progresista,
asociado a varios movimientos sociales del presente, genera alternativas cuyos
beneficiarios resultan de una selección social rigurosa.
Las propuestas
inscritas en una ciudadanía que solo puede cumplirse con el aval de una
posición social fundada en la posesión de recursos cada vez más escasos, se
instalan en la vida política mediante la conformación de un irrealismo
manifiesto. Los movimientos sociales que conforman el sustrato del nuevo
neoliberalismo progresista, proponen un conjunto de bienes postmateriales severamente
incompatibles con la situación de amplísimas partes de la población. Así, el
techo de cristal feminista, inaccesible para aquellas mujeres ubicadas en la
etapa sin fin de adquisición de méritos transitando por los caminos de la
precariedad y el becariado. Los afectados por la fiebre del oro del mercado de
la vivienda, cuya fragilidad experimenta un ascenso vertiginoso que los aleja
de las hermosas utopías residenciales. Los enfermos de las clases medias-bajas,
debilitados por la impetuosa privatización del sistema sanitario, que avanza a
saltos laminando las instituciones asistenciales. En este contexto de
desposesión de los más frágiles proliferan los discursos de humanización de la
asistencia. El resultado es la configuración de un extrañamiento intenso.
Los
proyectos que se confrontan en el presente se polarizan entre las quimeras
neoliberales progresistas y las propuestas de reajuste duras que concluyen una
revisión de la llamada sociedad del bienestar del fordismo maduro. De este
modo, las instituciones políticas y sus extensiones mediáticas no registran las
tensiones de los excluidos en las propuestas, conformando la gran sociedad de
la inseguridad, que se corresponde con aquellos sectores sociales penalizados
por la nueva reindustrialización. Esta gran sociedad muda se define por la
inestabilidad, que genera distintas clases de temores colectivos. Este es el
espacio sobre el que se cimentan las propuestas políticas de los nuevos
populismos de la derecha. La izquierda política deviene en la apoteosis del
“hillaryzación”, acentuando sus propuestas selectivas de transformación
inscritas en el ciudadanismo asociado al neoliberalismo progresista. Su
incapacidad de reconocer a la sociedad resultante de la gran reestructuración
asociada a la reindustrialización es patente.
Esta
explosiva colisión de tiempos que caracteriza lo político y social, de extiende
a todos los órdenes de la vida. Sobre el cambio tecnológico acelerado se
desencadena un flujo acelerado de novedades que se reemplazan en ciclos
temporales cada vez más cortos. Lo nuevo incesante hace inexorablemente caducas
a las prácticas de vivir que configuran una vida. La vertiginosa cadena de
novedades devora a cada uno, poniendo a
prueba su capacidad de adaptación. Los contextos que amparaban la praxis de
vivir desaparecen súbitamente, generando
un vacío patente. Frente a aquellos que comienzan a vivir conectados con las novedades
incesantes, los más mayores se encuentran desvalidos, en tanto que lo nuevo es
una máquina eficaz de demolición de lo establecido. Así, la praxis de vivir
aparece como agotada e inscrita en el término “viejuno”. Hacerse mayor tiene un
componente patético.
Así como en
el plano político y social reclamo la actualización de las categorías y los
conceptos, en el plano personal me reivindico como un anacrónico orgulloso.
Quiero decir que, frente al torrente de novedades, mantengo una posición
crítica de distanciamiento inequívoco. Vivo entre los entresijos de la nueva
sociedad construyendo un espacio en los márgenes en el que asentarme sobre el
mosaico móvil. Mi vida deviene en un anacronismo consciente y asumido, fundada
en la no aceptación de los mandatos que se derivan de la catarata de novedades.
Esta es una forma inequívoca de negación de la época. Ejerciendo de bilbaíno
afirmo que mi marginación personal se fundamenta precisamente en la comprensión
de este tiempo, que solo es posible desde una cierta distancia.
Ayer sábado
pude disfrutar de una mañana nublada con algo de niebla. Di un largo paseo por
el Retiro con mi perra disfrutando del paisaje invernal. La niebla convoca mis
mejores recuerdos de paseos por zonas de montaña en Granada. Mi trayecto se
cruzó con una convocatoria de seguidores activos de Pokémon go. Cientos de
chicos jóvenes deambulaban entre los árboles abstraídos en sus pantallas y
ajenos al paisaje que los rodeaba. La niebla resaltaba la ausencia de los
jugadores del mundo físico. Pupulaban como fantasmas aislados sin levantar sus
cabezas. Junto a ellos, los turistas cumplimentaban disciplinadamente el
circuito de la mañana: Lago/monumento Alfonso XII/Palacio
Cristal/Rosaleda/Ángel Caído. Nadie reparaba en el día singular teñido de neblina.
Estos viven en el mundo artificial emancipado de la naturaleza que representa El
Corte Inglés y los centros comerciales, en los que siempre es primavera. Puede
parecer arrogante, pero pensé que mi perra y yo éramos dos seres anacrónicos
maravillosos, con todos nuestros canales sensoriales abiertos al medio físico
inmediato.
Admirado D. Juan Irigoyen: Qué sepa que desde estas aisladas tierras asturianas, cercanas en lo físico y en más cosas a su Bilbao, alguien sistemáticamente utiliza sus sus tránsitos como motivo para la reflexión, con el deseo de que ojalá contribuyan a disipar la neblina de su cabeza. Le agradezco su tarea de estos 6 años y le deseo lo mejor en su vida personal y que siga disfrutando de sus paseos con su perra. Un cordial saludo.
ResponderEliminarGracias Libreoyente. Vivir en Asturias es un privilegio. he vivido muchos años en Santander y admiro la variedad de tonos grises. En particular, los días de viento sur en los que la luz es extrañamente intensa y evoca la niebla
ResponderEliminarSaludos cordiales
Te sigo con atención. No son muchas las personas que iluminan los tránsitos de nuestra realidad social y tú, sin duda, eres una de esas rarezas. Muchas gracias Juan por este blog.
ResponderEliminarGracias, Juan, por hacernos partícipes de tus reflexiones sin dar tregua alguna a tan encubridoras sedas. A saber, caído el día y reventado el tiempo, nos queda la palabra para recomponer fracturas, brindar con sangre y entreabrir ventanas imposibles.
ResponderEliminarQuerido anacrónico maravilloso,
ResponderEliminarFelicidades por el cumpleaños de tu blog y por esa persistencia en observar la experiencia humana, desde una cierta distancia, para desbrozar las confusiones, inercias y pobrezas de la imaginación en los métodos de la sanidad medicada o en la política teatral y chusca del momento.
Esta entrada me ha recordado al 'Divertirse hasta morir', de Neil Postman, a la idea de avanzar hacia alguna parte por una realidad virtual, ciegos aunque entretenidos.
Un abrazo.
Iñigo
Querido amigo
ResponderEliminarPostman es uno de mis héroes. Todos sus libros son estimulantes pero Tecnopolis ha tenido un impacto especial en mí.
Me he acordado de ti a propósito de todas las andanzas del brexit. El mundo se está poniendo complicado.
Un fuerte abrazo