miércoles, 14 de noviembre de 2018

YEMEN


En Yemen tiene lugar una guerra sucia e invisible que retrata certeramente a las sociedades desarrolladas. Los medios de comunicación omiten totalmente la información y la potencia regional agresora, Arabia Saudí, tiene licencia para ejercer una violencia desmesurada contra una población civil en una completa impunidad. Este conflicto no reúne los requisitos para ser seleccionado en los informativos de radio y televisión, en tanto que los dramas que produce tienen como responsable a un país rico, y sus víctimas son una población progre.

Estas tragedias, son tratadas en las sociedades occidentales mediante algún reportaje audiovisual en un programa de éxito, que conmueve a la piadosa audiencia diseminada en sus hogares-fortaleza durante un día. Todo se disipa en espera del siguiente programa que abordará otro contenido espectacularizado de un tema exterior al de la rigurosa selección de la agenda mediática especificada en los informativos.
Tras la comparecencia fugaz de las poblaciones desplazadas en la guerra de Siria, de la guerra de Irak en contra del estado islámico, y las de los países africanos en guerras de distinta intensidad, ahora comparece Yemen que convoca a algún reportero de guardia para presentar el estado del conflicto y los resultados de la actividad de las cámaras. Entretanto, un episodio nuevo del eterno retorno de la barbarie sobre el sufrido territorio de la franja de Gaza.

La abundancia material de las sociedades europeas se contrapone con sus miserias intelectuales y éticas. Porque los media sí celebran la eliminación eventual de ISIS en Siria e Irak, la toma de Mosul, incluyéndolos en sus informativos. Pero una vez alcanzados los objetivos militares nadie se interroga acerca de los desplazados. El desinterés supremo por el devenir del mundo que rodea a Europa alcanza niveles patéticos. Porque la desestabilización total de África y Oriente Medio convierte el Mediterráneo en un espacio de amenaza para las poblaciones dotadas de un alto PIB y un sistema de valores más que cuestionable.

Pero el aspecto más dramático remite a la licencia que se le otorga a Arabia Saudí en tanto que país opulento y comprador. En ninguna tertulia es censurada ni criticada. Así como Irán detenta un estatuto informativo de país diabólico, los saudíes quedan liberados de cualquier reproche. Parece increíble constatar el inmenso poder de definición que tienen los medios, que funcionan como extensiones de las corporaciones globales y las instituciones políticas subyugadas. El valor económico libera de cualquier crítica a quienes lo detentan. Me parece una situación insólita, en tanto que pone de manifiesto la inexistencia de una izquierda, así como de una conciencia crítica, al estilo de las que existieron en el pasado siglo los creadores, intelectuales y otros agentes. Las industrias culturales los han devorado.

El Mediterráneo adquiere así una condición muy diferente de la que ha detentado siempre. Los contingentes de turistas que se bañan en él contrastan con los huidos que se ahogan en el mismo. Paraíso e infierno se asientan contiguamente en este misterioso espacio. Me permito preguntar a quienes lean este texto acerca del futuro que se puede esperar en una situación así. Las poblaciones concentradas en campos de refugiados, las diseminadas por Europa, las que se encuentran en trance de iniciar un viaje que resulta fatal para la mayoría de los que lo intentan.

Pero el problema es que estas preguntas no están presentes en los medios, la política o la educación. Los europeos estamos afectados de cegueras múltiples. El precio de mantener esta invidencia va a ser muy alto. Se vive bajo una gran alucinación. Los primeros efectos perversos se muestran inequívocamente en términos políticos.
Este es un comunicado de Médicos Sin Fronteras, los únicos presentes en estos mundos en los que el progreso se manifiesta principalmente en la gran capacidad de las armas que utilizan los poderosos regionales. Arabia

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Desde el jueves pasado, nuestros equipos en la ciudad yemení de Hodeidah son testigos del aumento de los combates terrestres y de los bombardeos aéreos y navales. Las líneas de frente se acercan a zonas civiles e instalaciones sanitarias como el hospital Al Salakhana, donde trabajamos desde principios de octubre. 

Allí, un equipo de 118 trabajadores yemeníes e internacionales proporcionan atención de urgencia a civiles, incluidos heridos de guerra. Con el recrudecimiento de los combates, estamos notando un aumento en la afluencia de heridos de guerra a nuestras instalaciones sanitarias en las gobernaciones de Hudaida, Hajja, Saada y Taiz. En poco más de un mes, más de 300 pacientes han sido ingresados ​​de urgencia. 

El pasado fin de semana se reportaron desplazamientos de civiles abandonando Hodeidah y hay informes que mencionan residentes atrapados dentro de la ciudad a causa de los combates. Por todo ello, aumentan los temores a una ciudad sitiada.
A medida que se intensifican los combates, nos preocupan cada vez más los pacientes, el personal del hospital Al Salakhana y los miles de residentes que siguen en Hodeidah. El pasado lunes 5 de noviembre, varios combates terrestres tuvieron lugar cerca de este hospital y de la vivienda de nuestro personal. Nuestros equipos permanecieron en el interior de las instalaciones por su propia seguridad. No podemos dejar de insistir: ¡las partes en el conflicto deben garantizar la protección de civiles y centros médicos! 

Las urgentes necesidades en todo Yemen nos han llevado a ampliar de forma masiva nuestras operaciones médico-humanitarias. En 2017, trabajamos en 13 hospitales y centros de salud y apoyamos a otros 20 centros. 

Permanecer en Yemen es tremendamente peligroso: nuestras instalaciones médicas son a menudo objetivo de ataques aéreos y nuestro personal sufre amenazas de violencia. Lamentablemente, hemos perdido compañeros en el camino. 
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