En Yemen
tiene lugar una guerra sucia e invisible que retrata certeramente a las
sociedades desarrolladas. Los medios de comunicación omiten totalmente la
información y la potencia regional agresora, Arabia Saudí, tiene licencia para
ejercer una violencia desmesurada contra una población civil en una completa
impunidad. Este conflicto no reúne los requisitos para ser seleccionado en los
informativos de radio y televisión, en tanto que los dramas que produce tienen
como responsable a un país rico, y sus víctimas son una población progre.
Estas
tragedias, son tratadas en las sociedades occidentales mediante algún reportaje
audiovisual en un programa de éxito, que conmueve a la piadosa audiencia
diseminada en sus hogares-fortaleza durante un día. Todo se disipa en espera
del siguiente programa que abordará otro contenido espectacularizado de un tema
exterior al de la rigurosa selección de la agenda mediática especificada en los
informativos.
Tras la
comparecencia fugaz de las poblaciones desplazadas en la guerra de Siria, de la
guerra de Irak en contra del estado islámico, y las de los países africanos en
guerras de distinta intensidad, ahora comparece Yemen que convoca a algún
reportero de guardia para presentar el estado del conflicto y los resultados de
la actividad de las cámaras. Entretanto, un episodio nuevo del eterno retorno
de la barbarie sobre el sufrido territorio de la franja de Gaza.
La
abundancia material de las sociedades europeas se contrapone con sus miserias
intelectuales y éticas. Porque los media sí celebran la eliminación eventual de
ISIS en Siria e Irak, la toma de Mosul, incluyéndolos en sus informativos. Pero
una vez alcanzados los objetivos militares nadie se interroga acerca de los
desplazados. El desinterés supremo por el devenir del mundo que rodea a Europa
alcanza niveles patéticos. Porque la desestabilización total de África y
Oriente Medio convierte el Mediterráneo en un espacio de amenaza para las
poblaciones dotadas de un alto PIB y un sistema de valores más que cuestionable.
Pero el
aspecto más dramático remite a la licencia que se le otorga a Arabia Saudí en
tanto que país opulento y comprador. En ninguna tertulia es censurada ni
criticada. Así como Irán detenta un estatuto informativo de país diabólico, los
saudíes quedan liberados de cualquier reproche. Parece increíble constatar el
inmenso poder de definición que tienen los medios, que funcionan como
extensiones de las corporaciones globales y las instituciones políticas
subyugadas. El valor económico libera de cualquier crítica a quienes lo
detentan. Me parece una situación insólita, en tanto que pone de manifiesto la
inexistencia de una izquierda, así como de una conciencia crítica, al estilo de
las que existieron en el pasado siglo los creadores, intelectuales y otros agentes.
Las industrias culturales los han devorado.
El
Mediterráneo adquiere así una condición muy diferente de la que ha detentado
siempre. Los contingentes de turistas que se bañan en él contrastan con los
huidos que se ahogan en el mismo. Paraíso e infierno se asientan contiguamente
en este misterioso espacio. Me permito preguntar a quienes lean este texto
acerca del futuro que se puede esperar en una situación así. Las poblaciones
concentradas en campos de refugiados, las diseminadas por Europa, las que se
encuentran en trance de iniciar un viaje que resulta fatal para la mayoría de
los que lo intentan.
Pero el
problema es que estas preguntas no están presentes en los medios, la política o
la educación. Los europeos estamos afectados de cegueras múltiples. El precio
de mantener esta invidencia va a ser muy alto. Se vive bajo una gran
alucinación. Los primeros efectos perversos se muestran inequívocamente en
términos políticos.
Este es un
comunicado de Médicos Sin Fronteras, los únicos presentes en estos mundos en
los que el progreso se manifiesta principalmente en la gran capacidad de las
armas que utilizan los poderosos regionales. Arabia
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Desde el
jueves pasado, nuestros equipos en la ciudad yemení de Hodeidah son testigos
del aumento de los combates terrestres y de los bombardeos aéreos y navales.
Las líneas de frente se acercan a zonas civiles e instalaciones sanitarias como
el hospital Al Salakhana, donde trabajamos desde principios de octubre.
Allí, un
equipo de 118 trabajadores yemeníes e internacionales proporcionan atención de
urgencia a civiles, incluidos heridos de guerra. Con el recrudecimiento de los
combates, estamos notando un aumento en la afluencia de heridos de guerra a
nuestras instalaciones sanitarias en las gobernaciones de Hudaida, Hajja, Saada
y Taiz. En poco más de un mes, más de 300 pacientes han sido ingresados
de urgencia.
El pasado
fin de semana se reportaron desplazamientos de civiles abandonando Hodeidah y
hay informes que mencionan residentes atrapados dentro de la ciudad a causa de
los combates. Por todo ello, aumentan los temores a una ciudad sitiada.
A medida que
se intensifican los combates, nos preocupan cada vez más los pacientes, el
personal del hospital Al Salakhana y los miles de residentes que siguen en
Hodeidah. El pasado lunes 5 de noviembre, varios combates terrestres
tuvieron lugar cerca de este hospital y de la vivienda de nuestro personal.
Nuestros equipos permanecieron en el interior de las instalaciones por su
propia seguridad. No podemos dejar de insistir: ¡las partes en el conflicto
deben garantizar la protección de civiles y centros médicos!
Las urgentes
necesidades en todo Yemen nos han llevado a ampliar de forma masiva nuestras
operaciones médico-humanitarias. En 2017, trabajamos en 13 hospitales y centros
de salud y apoyamos a otros 20 centros.
Permanecer
en Yemen es tremendamente peligroso: nuestras instalaciones médicas son a
menudo objetivo de ataques aéreos y nuestro personal sufre amenazas de violencia. Lamentablemente, hemos perdido
compañeros en el camino.
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