jueves, 22 de noviembre de 2018

LA CORROSIÓN DEL CONFLICTO CATALÁN


El conflicto catalán es especialmente doloroso desde mi perspectiva personal. Cataluña se encuentra presente en mi memoria. En los años setenta, el lema de “Libertad, Amnistía, Estatut de Autonomía” sintetizaba los anhelos de toda una generación crítica con el franquismo. Al mismo tiempo, Barcelona se constituyó en el emblema de una modernidad alternativa al atraso político y cultural vivida en este tiempo. Con el paso de los años, las instituciones políticas del postfranquismo, que parecían haber contribuido a la solución de la diferencia catalana,  han mostrado su paulatino deterioro, transfiriéndolo al conjunto de la sociedad. La explosión del conflicto abierto culmina un período de declive en todos los órdenes, que a día de hoy, adquiere rasgos verdaderamente patéticos.

En los últimos días el congreso de los diputados ha sido el escenario de un reality político insuperable. La vida de esta instancia ofrece un espectáculo a las cámaras, que es congruente con las instituciones-partidos y los actores que se encuentran instalados en él. La trifulca no es un hecho aislado, sino la continuación de la escenificación de un conflicto creciente entre los que pujan por el gobierno. El problema de fondo radica en la apoteosis de la cultura que convierte al gobierno en el premio, asignando a la oposición de un papel de vencidos, que tiene como consecuencia la negación de facto de su función. Lo que se escenifica transversalmente allí es la burla de los vencedores y la rabia de los vencidos.

Decía la presidenta del Congreso que esta es la “casa de la palabra”. Esta piadosa definición oculta la verdad. Esta es una instancia en la que concurren distintas facciones en pugna por el gobierno. Estas se referencian en el éxito, que es ganar las elecciones, y toda la inteligencia se agota en planificar las jugadas para conservarlo y renovarlo. Esta contienda adquiere formas que privilegian las tácticas y las representaciones dirigidas a los votantes, que constituyen la referencia de la videopolítica. Desde esta perspectiva se puede comprender la progresiva infantilización a la que conduce el juego de “yo gano, tú pierdes”. La comparecencia de los malos modos y las pasiones es inevitable. En las situaciones donde los ganadores detentan la mayoría absoluta, comparece fatalmente el comportamiento sádico. Así, la institución produce una patologización de las relaciones. 

El guion de esta contienda se solapa con los proyectos de cada facción en competencia. La confrontación en torno a alternativas y juegos de intereses es desplazada por la preeminencia de los juegos entre los actores, que se fundamentan en la perversidad del imperativo del ganar-ganar. En el curso del tiempo, se acumulan las humillaciones, las burlas, las rivalidades personales, las traiciones y las contiendas no resueltas que dejan su impronta. Perder una votación implica ser negado y avasallado. 

En este mundo esperpéntico, la palabra es televisada en directo, de modo que deviene en imagen teatralizada. Por esta razón adquieren protagonismo creciente los matoncillos, los echados para adelante, los artistas de la ofensa y de la injuria, los superdotados en teatralizar sentimientos, así como otras especies acomodadas a este ecosistema tóxico. Al mismo tiempo, los diputados dotados de capacidades de elaborar proyectos, de concebir estrategias, de enfrentarse con realidades complejas o afrontar distintas clases de dilemas, van siendo desplazados por los mejor dotados para la videopolítica y el juego del ganar-ganar.

El resultado es que las instituciones representativas no son la sede de la inteligencia y de la representación de intereses. La inteligencia experimenta un proceso de devaluación y reconversión en inteligencia tacticista concentrada en jugadas en plazo inmediato. La consecuencia es la degradación de la vida en la cámara por acumulación de tensiones entre los protagonistas de los juegos sucesivos, que multiplican las ofensas a los perdedores. Pero, lo más grave es la emigración de la inteligencia sólida. En las listas electorales van disminuyendo significativamente aquellos dotados de capacidades profesionales, de conducir empresas o representar intereses sociales, para ceder este espacio a los nuevos jugadores de la videopolítica. Así, el caso de los máster, que destapa irregularidades en múltiples congresistas y senadores, cuya creatividad se agota en el arte de fabricar su propio currículum corregido y aumentado.

En consecuencia con estas premisas, los conflictos de intereses que se hacen presentes en las instituciones representativas de la videopolítica vigente, terminan por humillar a los intereses minoritarios, que, en este juego, devienen en derrotados. En el caso de los conflictos históricos como el caso de Cataluña, la decrepitud institucional refuerza las heridas derivadas de la agudización de este conflicto. Este termina por especificarse confiriendo un protagonismo inusitado a actores como Rafael Hernando, Gabriel Rufián o Toni Cantó. Cada episodio ahonda las heridas psicológicas entre los contendientes. La inteligencia concentrada en encontrar una salida que no signifique la derrota total del contendiente cede el paso a las actuaciones dirigidas a estimular los sentimientos de los espectadores. Se trata de producir escenas que satisfagan las necesidades psicológicas del pueblo convertido en espectadores, que el progreso les otorga, mediante Youtube, la posibilidad de visionar varias veces sus efímeras victorias.

En una democracia dotada de instituciones que alberguen una inteligencia colectiva considerable, cada votación no es el final para los perdedores. Lo importante es que la cuestión queda abierta al futuro, de modo que es factible que pueda ser revisada y modificada. Los equilibrios son susceptibles de ser corregidos, inscribiéndose así en una secuencia abierta al futuro. No es este el caso que nos ocupa, en el que las partes tratan de obtener una victoria contundente que concluya mediante la subordinación total de la otra parte. 

El conflicto catalán se encuentra definido por su multifactorialidad. Se trata de una situación en la que se combina un problema de identidad nacional con una división de la población que no se expresa nítidamente, por la preponderancia de los soberanistas en las instituciones. Para completar este laberinto, el estado detenta toda la fuerza frente a una nacionalidad “desarmada”. El nacionalismo catalán no puede imponer una solución, pero, al mismo tiempo,  no puede ser vencido, debido a su fuerte arraigo. Esta es una extraña potencia aparentemente débil, pero dotada de una capacidad de movilización permanente muy importante.

El conflicto experimenta un salto debido al ensayo de una ruptura unilateral ejecutada por los soberanistas. El resultado es la creación de un estado de impotencia política cuyas consecuencias son letales. En la sociedad catalana se abre paso un proceso que genera un estado que concentra los sentimientos de frustración. Es inevitable la aparición de proyecciones concentradas en la estimulación de los enemigos. En una situación así es muy problemático movilizar la inteligencia colectiva. Las élites soberanistas, así como las instituciones autonómicas se encuentran afectadas por procesos similares a las estatales.

Un conflicto de esta envergadura y complejidad desborda a las élites y las instituciones, poniendo de manifiesto la emigración de la inteligencia. La tentación catalana de la sacralización de la impotencia política se contrapone a la tentación española del síndrome de la ocupación. En este escenario histórico tiene lugar una confrontación que construye un atasco imposible en el presente. En este contexto pueden comprenderse las contiendas institucionales y las mediatizadas. Con un suspenso en inteligencia colectiva es arriesgado el futuro inmediato. Es un tiempo en el que los chanceros, los jaraneros y los bufones detentan un protagonismo inusitado. 

Me advierte un amigo del riesgo de que este texto sea percibido como deficitario en la crítica a los nacionalistas catalanes. Por esta razón lo aclaro. Ambas partes se encuentran afectadas de los mismos problemas. Esta es una extraña confrontación entre operadores que recurren a los yacimientos de sentimientos de identidad que detenta cada uno. De este modo, el conflicto se ha encastillado y deteriorado. En ambos casos, las poblaciones que respaldan las posiciones, son mucho más sólidas que las élites protagonistas. Para la satisfacción de mi amigo, pienso que Puigdemont, Torra y otros acompañantes, se encuentran muy lejos de la capacidad de representar a las gentes que los respaldan. En cualquier caso, confieso cierto pudor a la hora de criticar públicamente a las autoridades catalanas, debido a lo que que cuento en el comienzo de este texto, así como parte más débil en este conflicto, sobre el que pesa el espectro del fantasma originario de la victoria "nacional" en 1939. Es inevitable mi tendencia a distanciarme de los poseedores de fuerza, ¡militar por supuesto¡

viernes, 16 de noviembre de 2018

LIBERTAD PARA LOS 14 DEL 15 M


El próximo mes de enero van a ser juzgadas las 14 personas que fueron detenidas en la manifestación inicial del 15M en Madrid. Les piden 76 años en total por el delito de manifestarse. Ocho años después del acontecimiento, los tribunales juzgan a estos activistas en un contexto en el que la estela del mismo se ha disipado. Así, estos representan los últimos del 15 M, cuyo espíritu declina tras un breve tiempo de esplendor. Tras este, el espectro del régimen del 78 reaparece más vigoroso que nunca, ahora reforzado por los contingentes de los nuevos partidos que invocan al mismo. 

En el tiempo transcurrido los cambios propuestos desde las plazas se han bloqueado. La creación de dos nuevos partidos que se autodenominan como “la nueva política”, ha tenido un recorrido muy corto. En poco tiempo han adquirido los atributos de los partidos que han conformado el bipartidismo. Los elementos que parecían renovadores, tales como las primarias, han sido reabsorbidos por las estructuras partidarias, resultando una patética simulación. En los pocos años transcurridos, los contingentes de víctimas –expulsados, desplazados, silenciados y estigmatizados- han adquirido una magnitud inquietante.

El cambio político ha sido radicalmente bloqueado en un sistema de partidos en el que reina esplendorosamente el sistema mayoritario aumentado y corregido. Quienes pierden las votaciones son privados de la palabra y de la visibilidad mediática. Perder una votación implica una verdadera condena política y moral. Tania Sánchez deviene en símbolo del castigo, siendo ubicada en la frontera del campo visual del parlamento, así como tras una barrera física. En estos días se asiste a la eliminación de los concejales de Podemos en el ayuntamiento de Madrid, que son ejecutados con una contundencia insólita.

El 15 M fue una explosión democrática en la que muchos de los privados de la palabra tomaron el espacio de las plazas para reivindicarse en un contexto en el que impere la pluralidad y la deliberación. Pero los núcleos directivos de los nuevos partidos han instaurado un modelo que puede sintetizarse en votar y callar. Votar sin deliberación no es democrático, sino justamente lo contrario. Expresar cualquier duda o diferencia implica ser sancionado mediante la asignación del estatuto de la traición. Los dirigentes vivos que comparecían en las televisiones en los primeros años cargados de carisma, ahora comparecen adoptando una severidad propia de un tribunal de inquisición en la persecución del enemigo interno, así como con una zafiedad intelectual insólita. La frase de “lavar la ropa dentro de casa” expresa su involución democrática.

Esta regresión que tiene lugar en el mundo de la política y sus instituciones específicas, se acompaña de una involución en toda la sociedad, acentuada en aquella institución que deviene central: la judicatura. Docenas de personas son procesadas y multadas por expresar opiniones políticas o formular críticas a las instituciones del viejo orden. El paisaje social y cultural se torna más gris que nunca. Asimismo, la estructura social se encuentra en proceso de congelación. La sociedad dual que suscitó la revuelta del 15 M permanece incólume, en tanto que los partidos de la nueva política ponen en escena un repertorio de simulaciones mediáticas que no afectan a las cuestiones esenciales, tales como las condiciones de trabajo, de acceso a la vivienda o la recuperación del estado del bienestar.

En esta situación, la defensa de los últimos del 15 M, adquiere una importancia fundamental. Estos representan a las gentes que impulsaron esta movilización para ser apartadas por las nuevas élites emergentes. Estas desarrollan políticas de reconversión de la gente en espectadores mediáticos, cuya actividad se reduce a mirar, aplaudir y votar, siendo objeto de las estrategias mediáticas con la pretensión de emocionarlos. Las gentes de las plazas han sido negadas contundentemente. En su nombre, las nuevas élites tratan de acumular escaños en las esclerotizadas instituciones que han tenido la capacidad de reproducirse fingiendo la implementación del mandato nacido en las plazas.

Por esta razón apoyo públicamente a los últimos del 15 M. Este es su manifiesto

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Manifiesto de apoyo a los 14 del 15M
Hace más de una década del comienzo de una de las mayores crisis económicas del capitalismo. Sus efectos más visibles fueron el empeoramiento de las condiciones materiales de vida para la inmensa mayoría, pero también el aumento del dominio de la economía, la mercancía y el dinero sobre aún más esferas de la vida. Aunque todo esto no se produjo sin conflicto. Una ola de movilizaciones recorrió el mundo e impugnó la marcha que se quiere imponer al mismo.

Bajo el lema “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros”, miles de personas con sensibilidades políticas muy distintas se manifestaron en Madrid el 15 de mayo de 2011. Una veintena de personas fueron detenidas esa noche y otra veintena decidió acampar en la Puerta del Sol de Madrid para mostrar su solidaridad con las personas detenidas y exigir su liberación. Tras un brutal desalojo de las personas acampadas en la plaza, cientos de personas volvieron a acampar al día siguiente, y miles se acabaron encontrando en la plaza. Durante semanas se organizaron asambleas abiertas en la plaza, movilizaciones y acciones de protesta, y también ensayos de autoorganización que apuntaban a formas diferentes de entender y de hacer. Ese movimiento, difuso y diverso, surgió de la rabia y de la indignación, pero también de la esperanza. En su primera hora se materializó con un gesto de solidaridad con las personas detenidas y en respuesta a los abusos y la impunidad de la violencia policial, que solo respondía al miedo del poder a la movilización en la calle.

Las personas detenidas el 15M fueron puestas en libertad con cargos en espera de juicio tras pasar 72 horas detenidas e incomunicadas en comisaría. Al salir escribieron un comunicado en el que denunciaban las agresiones y vejaciones a las que que fueron sometidas, tanto en el momento de la detención como durante los días que pasaron en los calabozos1, denuncia que no fue objeto de ninguna investigación ni por parte de la fiscalía ni de ninguna otra institución gubernamental. Nada fuera de lo común, por otro lado. Como tampoco son ajenos a la normalidad los cambios en la versión de la policía y los hechos y cargos de que se iba acusando a los detenidos. Años de instrucción de un juicio en el que no hay más pruebas que las declaraciones de los policías, y años desde que esa fase de instrucción se cerró hasta que los tribunales han tenido a bien fijar una fecha para el juicio.

En febrero de 2019, ¡casi ocho años después!, 14 de aquellas personas que fueron detenidas el 15 de mayo de 2011 se enfrentan a cargos de hasta 6 años de prisión (un total de 74 años si sumamos todas las penas). No son las únicas. Hay cientos de juicios a activistas esperando, muchos de ellos también desde hace 7, 8, 9 años. En casi todos los casos el esquema se reproduce como si siguiese un guión: detención violenta, agresiones y humillaciones en comisaría, cambios de la versión policial… Aunque en muchos casos hay numerosos documentos visuales de las agresiones policiales, ninguno de ellos ha sido objeto de investigación de oficio, muy pocos llegaron a jucio, y en ninguno de ellos ha habido ni condena, ni responsablidad del Estado, ni reconocimiento de los daños causados (ni siquiera en los casos más graves, como el asesinato de Íñigo Cabacas).

El objetivo de la represión es claro: servir de escarmiento, asegurarse de que todo el mundo sepa que por manifestarse, protestar, organizarse y luchar se puede acabar apaleado, detenido y encarcelado. Y con ello mantener la impunidad, esconder la verdad de quién ejerce realmente la violencia, crear un clima de miedo que asegure la desmovilización y la sumisión a las condiciones dictadas por la economía, ejecutadas por los gobiernos y blindadas por la policía y la justicia. Y así, en todo el mundo la represión se recrudece, los estados de excepción se amplían y la maquinaria judicial se engrasa para evitar cualquier atisbo de nuevas protestas, de nuevas formas de autoorganización, de cualquier impugnacion por pequeña y parcial que sea del mundo tal y como es, y tal y como el poder económico puede permitir que sea.

Pero no les resultará fácil someternos, y mucho menos callarnos ni encerrarnos. Frente a los viejos y nuevos autoritarismos, frente a la represión de las luchas sociales, frente a la nueva normalidad de la mordaza y las leyes de excepción, siempre responderemos con la solidaridad.

Si nos tocan a una, nos tocan a todas. En febrero de 2019 nos juzgan a todas. Y no nos quedaremos ni calladas ni quietas.

Exigimos la absolución para los 14 del 15M y la revisión de todas las causas judiciales pendientes.

Asamblea Popular de Lavapiés 15M
Para adhesiones: 14del15mlibertad@gmail.com



miércoles, 14 de noviembre de 2018

YEMEN


En Yemen tiene lugar una guerra sucia e invisible que retrata certeramente a las sociedades desarrolladas. Los medios de comunicación omiten totalmente la información y la potencia regional agresora, Arabia Saudí, tiene licencia para ejercer una violencia desmesurada contra una población civil en una completa impunidad. Este conflicto no reúne los requisitos para ser seleccionado en los informativos de radio y televisión, en tanto que los dramas que produce tienen como responsable a un país rico, y sus víctimas son una población progre.

Estas tragedias, son tratadas en las sociedades occidentales mediante algún reportaje audiovisual en un programa de éxito, que conmueve a la piadosa audiencia diseminada en sus hogares-fortaleza durante un día. Todo se disipa en espera del siguiente programa que abordará otro contenido espectacularizado de un tema exterior al de la rigurosa selección de la agenda mediática especificada en los informativos.
Tras la comparecencia fugaz de las poblaciones desplazadas en la guerra de Siria, de la guerra de Irak en contra del estado islámico, y las de los países africanos en guerras de distinta intensidad, ahora comparece Yemen que convoca a algún reportero de guardia para presentar el estado del conflicto y los resultados de la actividad de las cámaras. Entretanto, un episodio nuevo del eterno retorno de la barbarie sobre el sufrido territorio de la franja de Gaza.

La abundancia material de las sociedades europeas se contrapone con sus miserias intelectuales y éticas. Porque los media sí celebran la eliminación eventual de ISIS en Siria e Irak, la toma de Mosul, incluyéndolos en sus informativos. Pero una vez alcanzados los objetivos militares nadie se interroga acerca de los desplazados. El desinterés supremo por el devenir del mundo que rodea a Europa alcanza niveles patéticos. Porque la desestabilización total de África y Oriente Medio convierte el Mediterráneo en un espacio de amenaza para las poblaciones dotadas de un alto PIB y un sistema de valores más que cuestionable.

Pero el aspecto más dramático remite a la licencia que se le otorga a Arabia Saudí en tanto que país opulento y comprador. En ninguna tertulia es censurada ni criticada. Así como Irán detenta un estatuto informativo de país diabólico, los saudíes quedan liberados de cualquier reproche. Parece increíble constatar el inmenso poder de definición que tienen los medios, que funcionan como extensiones de las corporaciones globales y las instituciones políticas subyugadas. El valor económico libera de cualquier crítica a quienes lo detentan. Me parece una situación insólita, en tanto que pone de manifiesto la inexistencia de una izquierda, así como de una conciencia crítica, al estilo de las que existieron en el pasado siglo los creadores, intelectuales y otros agentes. Las industrias culturales los han devorado.

El Mediterráneo adquiere así una condición muy diferente de la que ha detentado siempre. Los contingentes de turistas que se bañan en él contrastan con los huidos que se ahogan en el mismo. Paraíso e infierno se asientan contiguamente en este misterioso espacio. Me permito preguntar a quienes lean este texto acerca del futuro que se puede esperar en una situación así. Las poblaciones concentradas en campos de refugiados, las diseminadas por Europa, las que se encuentran en trance de iniciar un viaje que resulta fatal para la mayoría de los que lo intentan.

Pero el problema es que estas preguntas no están presentes en los medios, la política o la educación. Los europeos estamos afectados de cegueras múltiples. El precio de mantener esta invidencia va a ser muy alto. Se vive bajo una gran alucinación. Los primeros efectos perversos se muestran inequívocamente en términos políticos.
Este es un comunicado de Médicos Sin Fronteras, los únicos presentes en estos mundos en los que el progreso se manifiesta principalmente en la gran capacidad de las armas que utilizan los poderosos regionales. Arabia

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Desde el jueves pasado, nuestros equipos en la ciudad yemení de Hodeidah son testigos del aumento de los combates terrestres y de los bombardeos aéreos y navales. Las líneas de frente se acercan a zonas civiles e instalaciones sanitarias como el hospital Al Salakhana, donde trabajamos desde principios de octubre. 

Allí, un equipo de 118 trabajadores yemeníes e internacionales proporcionan atención de urgencia a civiles, incluidos heridos de guerra. Con el recrudecimiento de los combates, estamos notando un aumento en la afluencia de heridos de guerra a nuestras instalaciones sanitarias en las gobernaciones de Hudaida, Hajja, Saada y Taiz. En poco más de un mes, más de 300 pacientes han sido ingresados ​​de urgencia. 

El pasado fin de semana se reportaron desplazamientos de civiles abandonando Hodeidah y hay informes que mencionan residentes atrapados dentro de la ciudad a causa de los combates. Por todo ello, aumentan los temores a una ciudad sitiada.
A medida que se intensifican los combates, nos preocupan cada vez más los pacientes, el personal del hospital Al Salakhana y los miles de residentes que siguen en Hodeidah. El pasado lunes 5 de noviembre, varios combates terrestres tuvieron lugar cerca de este hospital y de la vivienda de nuestro personal. Nuestros equipos permanecieron en el interior de las instalaciones por su propia seguridad. No podemos dejar de insistir: ¡las partes en el conflicto deben garantizar la protección de civiles y centros médicos! 

Las urgentes necesidades en todo Yemen nos han llevado a ampliar de forma masiva nuestras operaciones médico-humanitarias. En 2017, trabajamos en 13 hospitales y centros de salud y apoyamos a otros 20 centros. 

Permanecer en Yemen es tremendamente peligroso: nuestras instalaciones médicas son a menudo objetivo de ataques aéreos y nuestro personal sufre amenazas de violencia. Lamentablemente, hemos perdido compañeros en el camino. 
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domingo, 11 de noviembre de 2018

LOS HABITANTES DEL AULA

Yo soy el único espectador de esta calle;
Si dejara de verla se moriría.
Jorge Luis Borges

Bajo este título voy a activar mis recuerdos de las personas que han estado presentes en las clases que he impartido durante tantos años en la facultad de Sociología de Granada. La clase es una instancia social extraña, en tanto que sus códigos remiten a un pasado en el que la relación entre los estudios y el entorno social se definía por sus coherencias. Pero la venerable institución de la docencia se desestabiliza aceleradamente por efecto del conjunto de cambios que se producen desde los años sesenta del pasado siglo. En los largos años que he ejercido como profesor la institución ha declinado inexorablemente. Su desfallecimiento ha sido acumulativo, alcanzando su cénit tras los primeros años de la reforma de Bolonia.

El resultado de la crisis ineluctable de la docencia determina que el aula se configure como un espacio social inhóspito, en el que la colisión de todas las ondas de cambio social desencadena una sucesión de sinsentidos. En este medio extraño parece inevitable que sus pobladores desarrollen estrategias de supervivencia. Esta es la única forma de vivir el colapso general de la institución. De este modo, los actores que habitan en el aula inventan un conjunto de prácticas que tienen como objetivo aliviar la situación de extrañamiento general. La principal táctica, en la que convergen profesores y alumnos, es la huida, que se convierte en una forma de arte que denota la creatividad de las personas en todas las situaciones, pero aún más en aquellas presididas por el absurdo.

Tras las reformas universitarias de última generación, los antaño maestros y discípulos son desalojados del aula convencional para ser reubicados en un espacio controlado rigurosamente por la nueva tecnoburocacia providencial, que adquiere en este tiempo el modo de agencia. En nombre de una reforma que promete recuperar la conexión entre la educación extraviada y el mercado de trabajo, los contingentes de tecnócratas que habitan las agencias programan las actividades minuciosamente articuladas en el horizonte mitológico de las competencias.

En el nombre de tan aparentemente pragmática referencia se procede al desmontaje de los viejos saberes, así como de los arcaicos métodos docentes erosionados severamente por la masificación de las aulas. Las agencias instituyen un nuevo orden académico fundado en el despiece de los saberes y la introducción de lo que se denomina como “prácticas”. En todas las áreas de ciencias humanas y sociales el resultado es catastrófico. Implementar reformas manteniendo los grupos numerosos y la fragmentación en múltiples asignaturas, desborda la capacidad del sistema y la docencia se asienta sobre un error de cálculo monumental. De esta reforma resulta un desorden destructivo derivado de la disolución de las referencias teóricas y el vaciamiento de las prácticas, que en esas condiciones devienen en actividades simuladas.

Así se constituye la era de la gran trivialización, que reconcilia la nueva institución con la incuestionable hegemonía de los medios audiovisuales. Las pantallas múltiples terminan por presentarse en el aula, instaurando el imperio ocular del ppt.  El vaciado de las clases propicia su reconversión en una instancia psi de expansión del ego. La única energía que recibe la nueva aula se ubica en las presentaciones públicas de microtrabajos, que estimulan las necesidades de expresión de los egos allí concentrados, así como de la competencia con los demás, que es asumida subjetivamente por las nuevas generaciones de estudiantes socializados en el proyecto de la nueva empresa postfordista. Todos experimentan gozosamente su minuto de gloria en la presentación de un trabajo, en el que emulan a los nuevos héroes: los presentadores de la televisión, dotados de la capacidad de sintetizar visualmente los acontecimientos arrancados de los contextos en que se producen.

El aula es una situación social irreal, en la que sus habitantes construyen un pacto mediante el cual la desactivan. Carmen, mi compañera en todos estos años de aula, se reía cuando la denominaba como un refugio antiaéreo, en el que se concentran las gentes para protegerse del exterior, en espera de salir y volver a la vida. Una vez que la clase es neutralizada por el compromiso tácito de sus inquilinos, el pasotismo ilustrado alcanza proporciones extraordinarias. Asimismo, reverdece el ritualismo académico que deviene en un factor destructivo de gran capacidad. Todos piden que se especifiquen rigurosamente los detalles de rigen las actividades desustanciadas, para ajustar sus comportamientos haciéndolos mecánicos. Así se excluye cualquier situación espontánea. Todo termina siendo como las misas de mi infancia, rigurosamente programadas en torno a sus rituales y liturgias. La clase se configura como lo inverso a una experiencia.

En el caso de las ciencias humanas y sociales, esta situación se agrava considerablemente, en tanto que el entorno sociohistórico presente desborda la mayor parte de las conceptualizaciones. La afirmación canónica de Luhmann, que define la época como “expansión de la contingencia”, parece cumplirse estrictamente. Los acontecimientos se liberan de los esquemas perceptivos derivados de las teorizaciones y el mundo parece definido por una crisis de inteligibilidad. En un contexto así, las ciencias sociales se repliegan a las certezas de la teoría, tomando distancia con las realidades emancipadas de las etiquetas, que irrumpen estrepitosamente en la superficie.

En esta situación me he desempeñado largos años como profesor. Paradójicamente, el aula era el último territorio en donde podía ejercer mi disidencia con respecto a la academia. Mi situación personal, en la que convergen la marginación y la automarginación, configuran el aula como el último límite. Por esta razón siempre he ejercido resueltamente mi papel. Mi presencia no se restringía a los rituales académicos y presentaba un discurso de autor. Tenía el privilegio de poder escenificar mi distanciamiento respecto a la teoría vaciada y descomprometida, así como presentar lo que Wallraff denomina como “expediciones al interior” de la sociedad, que representa el nivel donde se incuban los acontecimientos. Era inevitable que la certeza se encontrase en cuarentena frente a la duda, la paradoja y la ironía.

Esta forma de oficiar la docencia en el contexto académico-litúrgico ha generado tensiones, en tanto que representaba un modo de ejercicioque colisionaba con el conservadurismo característico de las diversas generaciones que han desfilado por el aula. La fe encomiable en la institución, en el mercado de trabajo y la sociedad de los estudiantes, propiciaba la activación de las defensas frente a los cuestionamientos de las etiquetas aceptadas. El discurso de la sociología se puede definir como un elogio piadoso a la modernidad, una comprensión de la modernización como la última epopeya, así como la consideración de que el sistema-mundo termina en los países prósperos. En estas condiciones, mis intervenciones eran percibidas como corrosivas por la gran mayoría, así como las formas que se ubicaban más allá de los rituales.

Muchos estudiantes se sentían incómodos. Así se creaban las condiciones que favorecían la huida. Siempre he repetido desde el primer día a la perversión de los culos. Los pobladores de esta misteriosa instancia asientan sus posaderas y aguantan estoicamente la clase en espera de reciprocidad en la evaluación. La ruptura de esta pauta adquirió formas dramáticas en muchos casos. Mi estrategia estaba dirigida a las cabezas. En todas las sesiones enviaba ideas fuertes con el propósito de producir un choque con los esquemas referenciales angelicales de la mayoría. La preponderancia de las cabezas sobre los culos suscitó conflictos que en muchas ocasiones no podían ser gestionados por la intermitencia temporal de la clase.

En el desierto afectivo y comunicacional del aula, algunos estudiantes se han sentido estimulados por mis clases. La desafección de la mayoría propiciaba unas relaciones de cierta intensidad con aquellos que se sentían interpelados en las sesiones. La dualización ha presidido inexorablemente el seguimiento de las mismas. Así se han configurado filias y fobias caracterizadas por la apoteosis de lo extraño. Porque muchos de los seguidores de estas, que en muchas ocasiones tenían posicionamientos críticos con respecto a las sociedades del presente, tenían diferencias de gran envergadura con respecto a mis posiciones. Así se generaba un extraño y fascinante juego de descubrimientos, redescubrimientos, identificaciones y decepciones. Las mentes de no pocos de los críticos estaban esculpidas en el monolitismo, así como por un aldeanismo defensivo se erigía como una barrera perceptiva y cognitiva de gran envergadura.

En el descenso al subsuelo de las sociedades, desvelaba realidades que tenían un impacto negativo en muchos de los estudiantes críticos. Un analista tan admirado por mí como el Roto, dice en una viñeta que No te mezcles con la verdad, que siempre anda metida en líos. Ciertamente, en la universidad, los contenidos que afectan a instituciones centrales son tratados evitando el análisis en profundidad, al estilo de los medios de comunicación. Cualquiera que traspase la frontera de las definiciones oficiales era castigado severamente mediante el mecanismo universal de la no respuesta, que siempre es el principio del aislamiento.

Pero el aspecto más problemático estriba en la cuestión del futuro. Los estudiantes estaban socializados en la anestesia dura en la valoración del presente y las virtudes del progreso inexorable. Sus expectativas se inscribían en la irrealidad que acompaña a la mística de la modernización. En esta situación mi perspectiva tenía los efectos de un bombardeo en el mismo refugio antiaéreo del aula. La afirmación de El Roto en una de sus viñetas ¡pero cómo vamos a mirar hacia adelante, si no hay quién sepa dónde está eso¡ es todo un manifiesto sobre las ciencias sociales y su enseñanza en la universidad de estos años. El repliegue al pasado parecía inevitable.

En este contexto tiene lugar la comparecencia de estudiantes que habitan esta aula mediante una extraña relación conmigo, que adopta distintas formas y siempre tiene lugar conservando las distancias. En el páramo intelectual, afectivo y anestesiado de la clase nacen unas relaciones difíciles de definir. Es por esta razón por la que entiendo que estos estudiantes han habitado el aula rompiendo con la presencia espectral de la mayoría, que se encuentra en estado de cuerpo presente. Siempre me he sentido estimulado por su presencia y sus respuestas. En muchos casos su recuerdo me suscita emociones que estimulan a mi memoria. Hablar de ellos es una forma de contar la historia de ese mundo hermético.

En muchos de los casos he perdido la pista a estos héroes de mis rememoraciones. Espero que mi memoria no amplifique las inevitables distorsiones. También soy consciente de que se ha producido la versión académica de la inevitable muerte del padre. Cada cual vive su mundo y nos hemos encontrado en una encrucijada de caminos, como es la universidad. Por mi parte sigo conservando la misma consideración y afecto para todos ellos. El paso del tiempo no la ha erosionado. El principal problema es seleccionar a los habitantes del aula que van a aparecer aquí. Solo son una pequeña parte de los mismos.

En cualquier caso quiero afirmar que mi posicionamiento se encuentra muy influido por mi locus. Treinta años viendo transitar a muchas personas inteligentes que, en muchos casos, no alcanzan posiciones equivalentes a sus capacidades, genera una herida crónica. La miseria de las organizaciones públicas y privadas característica de España, capaces de eludir con éxito la manida modernización, y de conservar por ende sus rasgos más caciquiles, se hace patente. Un profesor cercano a mí decía que los departamentos universitarios se asemejan a los feudos agrarios, fundados en la propiedad de las tierras. Se encuentran regidos por autoridades modeladas por un imaginario agrario, que prioriza la propiedad territorial y define las relaciones en torno a esta cuestión.

En estos contextos se inscriben los héroes de mi memoria. No puedo evitar la presencia en mi interior de un dolor cronificado, en tanto que testigo de una dilapidación de la inteligencia de proporciones macroscópicas. Las instituciones españolas son depredadoras de las cualidades de las personas que se incorporan a ellas. Así se constituye el eterno retorno del atraso español. La verdad es que el sistema no necesita de mucha inteligencia aplicada a lo político y lo social. De este modo el aula es un espacio de tratamiento de sujetos superfluos y en tránsito. En esta extraña situación fronteriza me he encontrado con estas fantásticas personas. Entre las filas y las columnas de los allí concentrados han tenido lugar unas relaciones intensas, pero difíciles de definir.