El nuevo
gobierno de Pedro Sánchez ha suscitado una sensación de alivio, generando una
esperanza manifiesta entre algunos sectores de la sociedad española en que se
puedan revertir las medidas legislativas más duras aprobadas en el largo
período de gobierno del partido popular. Asimismo, los sectores más
infrarrepresentados políticamente penalizados por la gran reestructuración
neoliberal albergan algunas expectativas acerca de su mejora. El tránsito de
gobiernos puede ser interpretado desde distintas perspectivas, correspondientes
a los esquemas referenciales presentes en la deliberación pública que tiene
lugar principalmente en los medios de comunicación.
Las
distintas interpretaciones que se exponen en los escaparates de los dispositivos
mediáticos están inscritas en unos contenidos precisos que conforman un campo
cerrado, determinado por los paradigmas que los referencian –gobierno,
parlamento, elecciones, políticas económicas, autonomías, decisiones
judiciales, entre otras- así como a una temporalidad específica, que interpreta
los sucesos desde la perspectiva de lo inmediatamente anterior. El pasado y el
presente se fusionan en una secuencia que tiene como pretensión anticipar el
mañana. En algunos casos, el horizonte del ciclo político del postfranquismo se hace
presente como una referencia difusa de un ahora fugaz.
Esta
perspectiva dominante presenta carencias muy relevantes, debido a las
exclusiones derivadas de las selecciones operadas por sus paradigmas, que
construyen una realidad segmentada, el mundo de la política separado de la
sociedad. En este texto introduzco una perspectiva de análisis diferente, que
considera los cambios de escenario desde un enfoque que privilegia la atención
a transformaciones sociales focalizadas en el sistema mediático, que desbordan
el esquema de interpretación al uso por los analistas convencionales, en su
gran mayoría encuadrados en las extensiones mediáticas de los partidos y sus
entornos.
El curso de
los acontecimientos pone de manifiesto las insuficiencias de los esquemas analíticos
de la gran mayoría de las columnas especializadas al uso.
Tras los primeros días sobrecargados de actos simbólicos y de enunciación de un
conjunto de objetivos que parecen recuperar programáticamente a la izquierda,
se proclama la inviabilidad de estas, una por una. Así se refuerza un
imaginario en el que las reformas esenciales adquieren la forma de fantasías. El
caso de los inmigrantes es paradigmático. Tras la fiesta-expo de bienvenida en
Valencia a los agraciados, se retorna a la afirmación de inviabilidad. Así con
la modificación de las leyes determinantes de la precarización laboral y otras
esenciales. El estilo del gobierno se puede sintetizar en el título de la vieja
película neorrealista italiana “Pan, Amor y fantasía” de Luigi Comencini. Cada
cambio es comunicado mediante un despliegue mediático sofisticado para ser
aplazado inmediatamente sine die, siendo reemplazado por otro. Así se mantiene
movilizada la esperanza de los ciudadanos-espectadores mediante la rotación de las
promesas.
Esta
transformación del cambio, ubicado en el campo de la imaginería comunicativa,
refuerza la perspectiva de Regis Debray, un analista francés cuya obra tiene
lugar en distintas etapas. En dos de sus libros, “Vida y muerte de la imagen.
Historia de la mirada en Occidente” y “El estado seductor. Las revoluciones
mediológicas del poder”, aporta una visión que pone en primer plano el sistema
mediático, integrándolo en el conjunto social y en el estado en particular. Su
enfoque subraya que se ha producido una transformación de gran alcance entre lo
que denomina grafosfera y la videoesfera. Él ubica este cambio en Francia en el
comienzo de los años ochenta. El libro del estado seductor, que ha sido y es
uno de mis libros de cabecera, está publicado en 1993. La precisión de su dispositivo
conceptual permite comprender el fondo los procesos en curso, poniendo de
manifiesto las limitaciones de los analistas del antiguo “parlamento del papel”
devenida ahora en los columnistas digitales acompañantes de los tertulianos
audiovisuales.
Debray
plantea su idea principal “A cada mediasfera corresponde en Occidente una
máquina crucial de transmisión: la Iglesia, la escuela, la tele. La logosfera
había producido el soberano fabulador. La grafosfera engendró el estado
educador; la videoesfera el estado seductor. Para el orgullo del estado, la
historia de las técnicas de transmisión es una lección de humildad”. La
centralidad de la comunicación en cada sociedad que es definida como mediasfera
es incuestionable. El poder estatal se funda en un conjunto de tecnologías “de
hacer creer”. Estas mutan modificando todo el tejido político, la sociedad y la
acción política.
Desde esta
perspectiva en España se está produciendo en estos años un salto en el que la
política se instala definitivamente en la videosesfera. La videopolítica se
consolida liberándose gradualmente de algunos elementos fundamentales de la
antigua grafosfera. Así, el cambio más importante estriba que los cinco líderes
partidarios, ubicuos en las pantallas, se encuentran acreditados en el arte de
la videopolítica, en el que son manifiestamente más competentes que sus
predecesores. En estos días Casado se prodiga en las calles y en las
televisiones, oficiando la competencia más importante de un líder político en
la era de la videoesfera: la cercanía. Así visita los escenarios en donde es
increpado, con la pretensión de adquirir un aura de líder sacrificado. Sánchez
programa cuidadosamente sus comparecencias mediante un sistema sofisticado de
señales dirigidas a los ciudadanos-espectadores que se sobreponen a lo
programático. Así los líderes de los nuevos partidos, que han aventajado a los
convencionales en los platós y las presentaciones mediáticas, pierden su
ventaja por la renovación videopolítica de los tradicionales.
En palabras
de Debray, la videoesfera significa principalmente la superación de la sociedad
del espectáculo para arribar en la sociedad del contacto, donde la cercanía es
el atributo esencial “El emperador ya no asiste, desde lo alto de una tribuna,
a los juegos del circo. Esto era alto
y bajo. Lo in y lo out cambian las
reglas del panem et circenses. El princeps demócrata debe descender al
circo y pagar siempre más fuerte, con su persona. Seducir hasta morir –con el
riesgo de reventar uno mismo-. Puesto que la arena está atestada y es su via
crucis. Cantantes, gladiadores, promotores, curanderos, grandes testigos y
santos laicos, ¡qué bochinche! En esta chocante barahúnda, ¿cómo hacerse notar?
¿qué golpe sensacional podrá aún conmover nuestros ojos y nuestros oídos
hastiados?”.
La
videopolítica funciona mediante golpes de efecto que se sobreponen a la
inmovilidad de las estructuras que condicionan las decisiones. Así el éxito del
ministro astronauta, el ministro gay, el inefable de cultura del circo de Ana
Rosa, la insuperable capacidad teatral de Carmen Calvo…Pero la verdad es que el
estado se encuentra subordinado a un orden social en el que el mercado impera
sin límites y constriñe cualquier reforma que amenace sus sólidas ventajas y
beneficios. En estas condiciones, la política es un ejercicio de simulación
dirigido a satisfacer a los ciudadanos-espectadores que conforman las muestras
de las encuestas. El declive de la educación y el auge de los media es un
factor determinante. Ahora no se trata de convencer, como en los tiempos de la
grafosfera, sino de sorprender y emocionar a los distintos segmentos sociales.
La función de la recepción de Valencia es paradigmática y su impacto sobre los
espectadores incuestionable. El gobierno en la era de la videopolítica, al
igual que la izquierda, solo se limita a producir ensoñaciones sofisticadas que
se especifican en series de impactos audiovisuales. Entre tanto, las
condiciones de vida de muchos de los telespectadores se endurecen.
La
videopolítica promueve nuevos saberes y nuevos expertos. La función en curso
del nuevo gobierno tiene un nuevo héroe creativo: Iván Redondo. Este consultor
político jefe de gabinete de Sánchez, ha obtenido importantes logros en su
carrera. Convirtió al insuperable García Albiol en alcalde de Badalona. También
ascendió a los cielos de la Junta de Extremadura al sublime Monago, viajero
incansable, investido mediáticamente como “príncipe rojo”. Ahora renueva su
éxito en las primarias del pesoe para Pedro, convertido en presidente de
gobierno y protagonista de la recuperación de su partido en las encuestas que
puede anticipar su posición privilegiada en el extraño mundo de los ciudadanos-votantes,
susceptibles de ser emocionados e ilusionados por las próximas puestas en
escena.
Los nuevos
expertos desplazan a los militantes y los antiguos cuadros de los partidos. Su
saber se focaliza en la producción de una magia comunicativa que tenga un
impacto en las fronteras de sus inmediatos rivales, produciendo encantamientos
que se sustancien en importaciones de votantes. Su emergencia en las tertulias
televisivas es patente. En todos los casos se exploran los distintos aspectos
que pueden ser susceptibles de ser transformados en material electoral sin
alterar los equilibrios estructurales. Esto los convierte en una versión
contemporánea y creativa de la magia. Así lo peor es llegar al gobierno y
permanecer tiempo en él. La disipación de las emociones producidas es
inevitable. El tiempo de la videopolítica es la instantaneidad para presentar
imágenes favorables a los intereses de los emisores. Tras el éxito de una
presentación audiovisual que genera adhesión se produce la frustración. Así es
menester programar sucesivos impactos.
Como en los
viajes del turismo programado o el fútbol, en el que cada acción representa una
descarga emocional, tras la que retorna la realidad. Así el nuevo gobierno es
presentado por el bueno de Iván secuencialmente. Uno a uno. Se busca maximizar
el impacto de cada cual. Al final se hace presente el mercado que impide las
reformas fundamentales y el entramado de instituciones que las congela, entre
las que tiene un puesto de honor la judicial. Pero como en el fútbol debemos
celebrar la victoria de hoy sin pensar en un mañana en el que los títulos los
ganarán los de siempre. Los goles sublimes de Messi ayer caducan el próximo
partido. Esa es la fecha del siguiente encantamiento o frustración.
Volviendo a
Debray, la era de la grafosfera se disipa gradualmente. Con ella, el declive
del ciudadano racional en espera de ser convencido por los argumentos que
avalan los programas; también de la institución central de la época, la
escuela, cuya función esencial es formar a ciudadanos capaces de realizar
juicios razonados; la relación entre el poder y los ciudadanos, que es la de
convencer; la referencia inexcusable a la verdad. Todo eso entra en
obsolescencia y solo quedan pequeñas parcelas y grupos que siguen en ese mundo
caducado y cancelado. Son los anticuados, como señala abiertamente Casado, y de
otra forma Sánchez, Rivera e Iglesias.
Por el
contrario, la videoesfera emerge con toda su intensidad. Las tecnologías que
multiplican la capacidad de realizar montajes sofisticados; los
teleespectadores como destinatarios de la comunicación; el esplendor de la
comunicación visual y la señalética (logos, distintivos, eslóganes); el nuevo
aura de los líderes reproducida en el contacto directo con la gente en las
pantallas, las redes, las comparecencias; la divinización de la seducción
mediante las emisiones múltiples; el derecho de respuesta especificado en la
mística de las encuestas; la idolatría a la institución central proveedora de
técnicas, la publicidad; la velocidad de las comunicaciones que permite el
auge, disipación y reemplazo de los estados de efervescencia audiovisual; la
hegemonía de la distracción y la teología de la elección, entendida en términos
de juego. En este contexto, las posibilidades de manipulación se multiplican.
Termino
reproduciendo un párrafo elocuente del propio Debray en el libro de Vida ymuerte de la imagen (pag. 302): “¿qué quiere mi máquina de visión y de escucha,
y piensa ella lo mismo que yo? Cuestión tanto más ineludible cuanto que nuestro
margen de libertad se reduce a medida que aumenta la interposición mediática,
multiplicación de las redes y complejidad de los circuitos. Siempre ha habido
una tecnología del hacer creer…..Pero hoy, la laringe colectiva gobierna la
palabra pública. Hoy, nuestra realidad es una mediavisión del mundo,
dispositivo que dispone de nosotros, dotado de una fuerza de arrastre
planetaria”.
La
videopolítica descansa sobre la legitimidad de lo que se ve, y lo que vemos se
encuentra programado, así como la exclusión de lo que no vemos. Concluyo, pues
voy a ver la tele por si Iván ha programado una comida en Doñana de Pedro y
Begoña con algún inmigrante recién llegado. Este puede ser un buen espectáculo
de verano. Además, después puedo ver “Plácido” de nuevo. Eso me daría mucho en
lo que pensar.