La oferta de
Susana Díaz a Diego Valderas para convertirlo en uno de los cargos que
conforman la singular versión de la nomenklatura andaluza, representa el
enésimo episodio de cooptación por parte del pesoe con respecto a izquierda
unida. Rememorando la cena de los menesterosos en Viridiana, la magnífica película del maestro Buñuel, el pesoe convoca
a algunos de los menesterosos de la izquierda política a una cena que cancele
la penuria de su posición marginal, para ser ascendidos al reino de los cielos
de la élite supraestatal. Desde el comienzo mismo de la transición, el pesoe
coopta ilustres miembros del menguante partido comunista y la configuración de
satélites que lo acompañan.
En esta
ocasión, Susana convoca a Valderas a la gran cena que concluye con su
investidura como miembro de la academia estatal de privilegiados, que es el
espacio en donde concluyen las carreras políticas, para reiniciarse en el mundo
de los los mercados y las auténticas élites del poder. Su intención es menos
piadosa que la que anima a Viridiana. Se trata de estimularlo para que renuncie
a su posición mediocre en una zona de sombra, para experimentar el salto hacia
arriba. Pero la verdadera finalidad de esta operación no es favorecerlo
personalmente, sino utilizarlo como un arma en contra de su misma famélica
organización. La evocación de la exitosa operación de Rosa Aguilar es patente.
Esta es recompensada por su renuncia al pasado y confirmada como un ejemplo de
adaptación a su nuevo estatuto, en el que acredita sobreponerse al mal de
altura.
Esta
operación tiene componentes de perversidad manifiesta. Porque la cooptación
siempre representa una relación ladina entre un poderoso y un menesteroso. Su
ejecución tiene un impacto negativo en las huestes del sujeto cooptado. Se
trata de implementar la traición como una obra de ingeniería que desorganiza
las huestes de los menos dotados de poder. Por eso, la cooptación se puede
entender como una metáfora de la caza. El grupo de depredadores observa
minuciosamente a las presas para valorar cuál de ellas es más vulnerable al
ataque. Los herbívoros más débiles son devorados inexorablemente. La cooptación
destruye la identidad política del cooptado, que es transformado en un apéndice
inodoro e incoloro de su propio pasado.
Desde esta
perspectiva habría que preguntarse acerca de la idoneidad de Valderas para tal
designación por parte de los cooptadores-depredadores. Parece evidente que el
viejo PCE, así como su extensión IU, se encuentran en una situación de
debilitamiento cronificado. El pasado de gloria reimaginada, debido a su papel
en la oposición al franquismo, se difumina, dando lugar a un proceso de
decadencia manifiesta, en la que los excombatientes por la democracia son
desplazados por las nuevas élites políticas ajenas a los relatos de la
oposición al franquismo.
Los grandes
partidos comunistas del sur de Europa del final de los años setenta se han
desvanecido por la concurrencia de los cambios derivados de la naturaleza de
las sociedades postfordistas globalizadas y el agotamiento final de los
regímenes que fueron denominados como socialismo real. En ausencia de un
proyecto renovado de futuro, los sobrevivientes tienen que adaptarse a las
nuevas realidades hostiles conservando encomiablemente su fe. En España el
vetusto partido comunista se oculta tras las siglas de Izquierda Unida en
espera de algún milagro que lo reconstituya.
Así el
partido y su constelación de acompañamiento quedan reducidos a mínimos. El
núcleo de su organización radica en los representantes en las distintas instituciones.
Estos se acompañan de algunas pequeñas organizaciones sectoriales filiales. En
los sindicatos, debilitados y vaciados por la crisis de la sociedad salarial apenas
quedan vínculos. Así se conforma un pequeño grupo de activistas que agotan su actividad en las instituciones
representativas estatales, que se sustentan en pequeñas redes de apoyo. En los
procesos electorales movilizan a los restos del naufragio, constituido por
contingentes de personas caracterizadas por ser más excombatientes de las
guerras del pasado que componentes activos de alguno de los espacios sociales y
políticos del presente.
La organización
deviene así en una manada de herbívoros expuesta a los dos tipos de
depredadores que amenazan su continuidad y la sitúan en peligro de extinción:
el pesoe y podemos. Ambas formaciones practican distintas formas de cooptación
muy agresiva, como el caso que estamos analizando. En los dos casos las
estrategias de cooptación se dirigen a la cabeza, a los miembros ubicados en
instituciones representativas. El caso de Valderas es elocuente.
La ausencia
de una base social efectiva confiere a IU un perfil singular. Sus escasos diputados
de todos los niveles, así como sus alcaldes y concejales, se encuentran en una
situación de desventaja que les ubica en el exterior de la dinámica de las
instituciones. Su posición es tan minoritaria que solo pueden ser protagonistas
de iniciativas muy modestas que concitan la presencia de pequeñas redes de
apoyo. También cuando los representantes en empresas públicas u organizaciones
estatales obtienen bienes públicos por su presencia discreta. A estos recatados
representantes me gusta definirlos como dietistas. Su desplazamiento de los
centros de decisión de los flujos estatales los convierte en gentes con
aspiraciones mínimas. Son tan modestos que ni siquiera son objeto de
cooptación.
Por el
contrario, algunos de los dirigentes partidarios se encuentran en posiciones
que pueden ser decisivas como complemento de gobierno para el pesoe. En los
periodos excepcionales que son necesarios, son requeridos e integrados en
gobiernos regionales y municipales. Así se cumplimenta la verdadera aspiración
de esta formación en declive. Se trata de llegar al gobierno y administrar
parcelas de poder. De este modo se conforma una élite que me gusta definir como
los comisionistas, cuyo estatuto es superior al de los humildes dietistas. Las
caritas de los comisionistas integrados en el gobierno de Susana Díaz cuando
fueron cesados fueron antológicas. Desde entonces han representado un luto
político con sofisticadas puestas en escena.
Valderas es
el comisionista más experimentado de Andalucía. Fue presidente del parlamento
en tiempos de la pinza con el pepé y vicepresidente de gobierno con Susana en
los años pasados. Las escenificaciones de los comisionistas presentes en ese
gobierno y en sus extensiones provinciales fueron épicas. En todos los tiempos
de gobierno, estos se desentienden de sus bases fragmentadas, generando
malestares y conflictos internos de cierta intensidad. Así se confirma que el
PCE y su constelación de acompañamiento es ya un partido de estado,
caracterizado por la alta proporción de sus miembros activos instalados en las
instituciones.
De ahí la
maldad de doña Susana, sabedora de estas vulnerabilidades, que pretende cooptar
al comisionista principal, para que gestione precisamente la cuestión de la
memoria histórica, que es el aspecto simbólico más relevante para las
subjetividades de los excombatientes que los sustentan. Sí, Valderas es el
hombre más caracterizado para detener el avance de podemos, que por cierto
practica una cooptación intensa respecto a izquierda unida, mediante la
cooptación de Garzón y algunos miembros relevantes de la vieja guardia.
La
cooptación salvaje es congruente con el medio en que tiene lugar. Este
concentra a un conjunto de cargos y aspirantes a cargos. En estas condiciones
los fuertes violentan a los débiles. Parece una cuestión inevitable, pues
quienes tienen más recursos saben de la imposibilidad de que los cooptados
accedan al gobierno. Así, la izquierda comunista sobreviviente al gran
naufragio, se conforma como un conjunto de dietistas y comisionistas animados
por la esperanza de un gobierno de coalición que les reporte un espacio
institucional en el que puedan practicar del mismo modo que sus congéneres
socialistas. Valderas es el símbolo de esta extraña comunidad, ahora invitado a
la gran cena programada por la cocinera mayor de Andalucía. IU tiene que reinventar la protección ante la reedición del precepto religioso de "la carne es débil".
En definitiva, que el dicho popular de "pez grande se come a pez chico" tiene su aplicación al campo político. Dos partidos de cargos, uno grande y otro pequeño, no pueden coexistir sin que el mayor trate de asimilar al menor. Esta es la historia entre Doña Susana y Don Diego. Porque la diferencia entre ambos es de posición y de imaginaciones acerca de la realidad. Pero se encuentran homologados por las prácticas institucionales y las reglas de juego imperantes.
2 comentarios:
Pero bueno Juan ¿cómo es que te has saltado (o yo no he sabido verlo) el comentar la victoria de Pedrito y el disgusto de Susanita, lo de Valderas son reflujos, jajaja
Por cierto Pedrito y su gente "son la izquierda", pero la izquierda solo de la mafia del PP me parece a mi, yo les veo mas de centro derecha, Se van a dar un batacazo como defrauden las expectativas, que lo harán, ojalá me equivoque, que pronto olerán a Pasok.
Aunque con estos paisanos nunca se sabe y es difícil profetizar nada:
http://www.lasexta.com/programas/el-intermedio/revista-medios/de-su-profesora-a-sus-companeros-de-clase-puerto-lumbreras-habla-claro-sobre-pedro-antonio-sanchez-nos-averguenza-salir-en-la-tele-para-esto_2017060659370d030cf26391845df257.html
Un abrazo.
Gracias futbolin
Las caras de la noche de la derrota de Susana fueron antológicas. Ahora se prepara el asesinato político de Pedro. Pero no espero un desenlace como el del pasok. Este país es especial y proporciona un suelo seguro a este partido.
Un abrazo
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