miércoles, 3 de mayo de 2017

ÍÑIGO ERREJÓN Y EL ARTE DE LA JARDINERÍA



Tras resultar perdedor en la asamblea de Vista Alegre 2, el relegamiento de Iñigo Errejón recorre todas las etapas previstas. La ley de hierro del sistema mayoritario, practicada en su interior por los partidos del régimen del 78, se transfiere a los nuevos en su integridad. Tras la tempestad de las asambleas o congresos, aparece la calma, el silencio y el monolitismo, reforzado por los hiperliderazgos mediáticos. Los perdedores salen de la escena y son desplazados al espacio del mutismo forzoso. Después de votar, el advenimiento de la unanimidad absoluta. Cualquier palabra o gesto que emitan los vencidos es interpretado en el espacio de visibilidad de la sociedad postmediática como una deslealtad con el proyecto de los ganadores, que compiten con sus adversarios externos mediante la emisión de un repertorio visual y discursivo radicalmente monolítico. 

El apartamiento de Errejón sigue los moldes históricamente establecidos por todos los partidos. Los socialdemócratas, en particular, son extremadamente contundentes con los sucesivos perdedores en las votaciones congresuales. Pero en el caso de Podemos, la depuración de los errejonistas remite a la tradición de los viejos partidos comunistas. En este caso, la intensidad del apartamiento adquiere cotas inusitadas. El perdedor es separado drásticamente, siéndole asignado un estatuto de invisibilidad proporcional a la magnitud mediática de su disentimiento precongresual. Esta posición implica una condición de silencio sepulcral vigilado, al que se asocia un castigo simbólico por los pecados cometidos. Así se hace presente una vieja pauta de las iglesias, que adjudican a sus disidentes un estigma que conforma un estado de penitencia forzoso. 

De este modo, Íñigo es desplazado del centro de la economía visual de la organización, que se agota en el grupo que rodea al líder en los trayectos efectuados bajo las cámaras de las televisiones, las actividades institucionales o aquellas en las que distintos miembros del grupo de confianza del líder ganador actúan como delegación de este, tales como encuentros con otros partidos o fuerzas sociales o asistencia a eventos mediáticos. El desalojo de Errejón o Tania Sánchez de posiciones espaciales de visibilidad en el congreso de los diputados, o el de los perdedores en Madrid en su correspondiente parlamento, constituye un castigo simbólico que remite inequívocamente al inconsciente organizacional, que en este caso no es nada novedoso, entroncándose con las tradiciones de la izquierda comunista. Su reciente destitución como tertuliano de la cadena ser, es un evento que denota la preponderancia de la organización, entendida como totalidad que se sobrepone a sus miembros, y que es propiedad exclusiva de los dirigentes vencedores.

Por esta razón parece inevitable establecer una asociación entre el estatuto simbólico de Dubcek, dirigente comunista checoslovaco que tras la primavera de Praga fue relegado de las responsabilidades partidarias y estatales, siendo ubicado en una empresa forestal donde se ocupaba de una actividad tan elocuente como es la jardinería. Este es un buen lugar para esperar la próxima primavera, que en este caso llegó treinta años después. En el caso que nos ocupa, su edad puede favorecer la esperanza de que el futuro depare una reversión del modelo organizativo que sustenta hoy Podemos. En el caso del dirigente checo, la jardinería le alivió la larga espera, proporcionándole la dosis de calma necesaria para mantener su equilibrio personal. La floricultura representa un verdadero arte que desarrolla su actividad adaptándose a los imperativos de la naturaleza y sus tiempos incuestionables.

La posición de jardinero (in)fiel y forzada de Errejón es extremadamente delicada y requiere del cultivo de distintas virtudes minimizadas en la vigente sociedad del espectáculo, donde el tiempo fluye a una velocidad vertiginosa. Porque acreditar permanentemente su destreza en el arte de callar, que tan bien definió el abate Dinouart, es una empresa casi imposible en una coyuntura como la actual, en donde las situaciones fluyen permanentemente y combinan sus efectos, proporcionando una gran relevancia a los agentes políticos que actúan en ella. Permanecer callado en régimen de obediencia monacal en una situación así, trasciende cualquier virtud política.

Pero Íñigo no solo tiene que permanecer en silencio, sino que, además, debe manifestar en el espacio público su adhesión a la secuencia de decisiones de la cúpula partidaria, que actúa implacablemente siguiendo las exigencias del modelo de gobierno interno mayoritario, que descarta la tentación de cualquier atisbo de proporcionalidad. En esta galaxia organizativa, tras la votación, cualquier porcentaje adquiere la condición de cero. La obediencia a los dictados de la dirección debe renovarse permanentemente, tras los giros sucesivos que se derivan de sus actuaciones en una situación tan abierta, en la que la táctica adquiere todo su esplendor. La exigencia del seguidismo absoluto es un imperativo que pone a prueba la aceptación de la derrota en la asamblea, que conlleva el silencio forzoso amenazado por las tácticas de los medios o los rivales en búsqueda de grietas.

Los repertorios de gestos, así como los tonos de las declaraciones, deben ser administrados por la prudencia extrema, con el fin de desmentir el estatuto de sospecha de ser un agente interno de los enemigos externos. En estos últimos meses, el rostro y las disposiciones corporales del nuevo jardinero forzoso, constituyen un verdadero tratado de comunicación no verbal. Porque la sospecha permanente le acecha sin remisión. Los vencedores esperan su sometimiento absoluto sin contrapartidas o su tránsito hacia el más allá partidario. En un medio organizativo donde impera el dogmatismo, el hiperliderazgo y la jerarquización, es preciso renovar cada día la acreditación de la obediencia debida, así como la adhesión a la uniformidad sin fisuras.

Una situación así es muy dura, en tanto que no será recompensado por su conducta leal y sometida. Por el contrario, las incertidumbres partidarias y las dificultades estimulan la activación del estatuto de la sospecha de su pasado, que constituye un horizonte de espera en la previsión de su abandono o traición. Así los vencedores adquieren la condición de verdugos de sus propios conmilitantes vencidos. Lo más insufrible radica en que el núcleo dirigente ganador reelabora un relato que afecta al pasado y que arranca de la memoria a los vencidos. El caso de Tania Sánchez es paradigmático. Ha sido borrada de la narrativa partidaria y sometida a varias ceremonias acumuladas de degradación. 

En una situación en la que el cambio político se encuentra bloqueado, en la que los obstáculos para avanzar manifiestan su dimensión colosal, es preciso movilizar todos los recursos partidarios y del entorno. Todas las inteligencias son imprescindibles, de modo que su interacción puede multiplicar la inteligencia colectiva de la organización, que constituye el recurso esencial para su eficacia. En este contexto, se hace irreemplazable la pluralidad, los matices, los juegos de posicionamientos, la proliferación de argumentos que se complementan, se contradicen y se refunden. La heterogeneidad fue la esperanza del primer Podemos. Las aportaciones solo pueden proceder de distintas fuentes en un medio abierto y favorable a su producción.

Pero, tras Vistaalegre 2, la situación tiende a ser la contraria. La homogeneidad creciente impone sus reglas y los excluidos se acumulan según distintos patrones, que inauguró Equo, mediante un pacto fatal que proporcionaba un par de sillones en las instituciones a cambio de la renuncia a su identidad. La ausencia de discusiones y contraste de discursos no se puede ocultar, y se hace presente en múltiples acontecimientos. Aquellos que no se adhieren con convicción al grupo ganador son desplazados. Así se consolida una secuencia de abandonos silenciosos. Pienso en Carolina Bescansa y otros. Son aquellos que experimentan su condición de superfluos para un grupo dirigente nucleado en torno al superlíder, que se encuentra cargado de certezas. Cualquier decisión táctica, como la del autobús, carece de discusión interna. Cualquier posicionamiento diferente es ubicado en el campo de los enemigos. La reflexividad menguante de la organización se corresponde con la emergencia de un grupo dirigente que deviene en una guardia pretoriana.

Pero el colmo de los males que pueden asolar cualquier jardín y a sus jardineros, estriba en que los posicionamientos oficiales pueden alcanzar buenos resultados en términos electorales. El bloqueo del cambio político, los reposicionamientos fatales de ciudadanos y el pesoe, así como la crisis política entendida como un impase, favorecen el crecimiento modesto de podemos.  Así se constituye un escenario en el que se minimiza el papel de la agencia del cambio. La propuesta de moción de censura sintetiza esta nueva situación. El silencio requerido frente a la secuencia de las decisiones partidarias queda reforzado en esta coyuntura de concentración de las energías contenidas por el impase político. Es un tiempo en el que se maximiza la cohesión simbólica y se minimiza la reflexión. Mala estación para los jardineros sumidos en el ostracismo, porque en poco tiempo se manifestarán inequívocamente las carencias del proyecto.

En la situación de efervescencias simbólicas que se inicia, en el que se alternan los estados eufóricos con los depresivos, la reprobación implícita asociada a los errejonistas puede alcanzar cotas importantes. En este estado no es posible iniciar un proceso de reflexividad interna. Los múltiples clanes internos locales y la masa crítica partidaria concentrada en las audiencias televisivas y las redes se encuentra inserta en una espiral de energía intermitente que refuerza la unidad entendida en términos de monolitismo. En procesos como estos comparecen los recién llegados atraídos por los beneficios de las cuotas institucionales, así como aquellos que en distintos ámbitos desertan de la jardinería para transitar a la comodidad de la mayoría oficializada. Estos factores refuerzan el poder efectivo de la cúpula uniforme y hermética. Pero tras la sucesión de fríos y largos inviernos, así como de veranos devastadores, no se puede descartar la llegada de otra primavera que rehabilite a los jardineros. En el caso de Dubcek y algún otro llegó por fin. El futuro nunca está escrito.











2 comentarios:

  1. Sinceramente creo que en el caso de Iñigo y como ejemplo de la lógica partidista, (que es la que es y lo seguirá siendo por mucho tiempo) me da a mi la impresión que es de los mas suaves y mejor llevados en política, besos y abrazos después de la tempestad en el vídeo adjunto, pero bueno es cierto que jamás llueve a gusto de todos, incluso llueve poco y a destiempo. Saludos Joan

    https://www.youtube.com/watch?v=8VmYGYsBlNM

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  2. Gracias Futbolín. Pienso que podemos es dirigido por un grupo de personas entre las que ya no está Errejón. Además, es considerado como un rival. Le han asignado un destino complicado en el futuro, el avispero de Madrid. Pero ya le han avisado advirtiéndole que iu presentará un candidato.
    Saludos

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