MEMORIAS DE LA EXTRAVAGANCIA
La imagen
que presento corresponde a unas jornadas del sistema público sanitario en
Andalucía en los tiempos felices de los primeros años noventa. Un sistema tradicionalmente
austero y limitado en recursos, experimentaba una situación de expansión
considerable, que era percibida desde unos esquemas delirantemente optimistas.
La multiplicación de los edificios, las máquinas, los equipos, las plazas, los
distintos staff de acompañamiento lo convertían en el sector económico más
importante de la economía regional. El imaginario de crecimiento sin fin se
hacía presente en las actividades sociales, generando un maná de canapés
múltiples, en el que se inscribe esta imagen antológica de nuevo rico dotado de
una estética tan cutre como es la del jamón marcado por el anagrama del
servicio andaluz de salud.
Hasta
entonces solo los congresos médicos presentaban una profusión de dones
materiales financiados por los laboratorios. Esta abundancia material y
simbólica contrastaba con la frugalidad de los congresos de la enfermería. El
personal de apoyo a las actividades clínicas limitaba su actividad social a las
celebraciones navideñas o algún acontecimiento extraordinario en donde alguna
autoridad tuviera la oportunidad de manifestarse magnánimamente con sus
subordinados. La austeridad de la vida social del sistema público se
correspondía con sus instalaciones, uniformes y patrimonio inmaterial. La
imagen corporativa brillaba por su ausencia.
La reforma
sanitaria salubrista de los ochenta rehabilitó a la enfermería, y,
posteriormente, a las ocupaciones de apoyo. La reforma de la atención primaria,
introdujo una regeneración simbólica de todas las ocupaciones presentes,
amparadas en la mitológica idea del equipo. Todos los dispositivos
asistenciales devienen en equipos, mejorando la consideración de administrativos, auxiliares de enfermería
y celadores. Sin embargo, en un contexto clínico, el equipo es inevitablemente una
alegoría. Las funciones desempeñadas por los médicos –diagnóstico y tratamiento
de pacientes—no pueden ser compartidas. Además, la atención de enfermería
encuentra grandes dificultades para desarrollarse en términos compatibles con
la atención médica.
Pero, tras
los primeros pasos de una reforma tan imprescindible, pero carente de
definición, llega la gran rectificación de la reforma Abril en 1991. Esta es
implementada con el respaldo de las instituciones del gobierno-mundo, así como
con el sólido consenso de las fuerzas económicas y políticas que impulsan la
gran reestructuración postfordista y global.
Uno de los ingredientes esenciales de esta reforma radica en su modelo
de organización. La nueva empresa postfordista es su emblema, teniendo asignada
la remodelación drástica de los dispositivos asistenciales del viejo sistema
sanitario público, con el fin de ser congruente con los procesos en curso, que
constituyen una transformación radical del valor de la salud. Lo sanitario,
rigurosamente sectorializado hasta entonces, se resignifica radicalmente,
adquiriendo la condición de un factor productivo que aporta un valor considerable al conjunto
de la economía en crecimiento.
El advenimiento
providencial de la empresa se acompaña con la importación de los paradigmas
postburocráticos, así como con el aterrizaje de la institución central de la
gestión. Estos representan el establecimiento del vínculo transversal con el
cambio que instituye el nuevo capitalismo postfordista y global. Los primeros
signos de esta feliz mutación empresarial, se hacen presentes en la
instauración de la vida social de la empresa, que implica la comparecencia de la nueva institución del catering en las
actividades sociales, así como la presencia de los regalos. En este tiempo
inicial, el espíritu de la empresa se asienta adoptando la generosidad como
insignia. Así se democratizan los canapés y las copichuelas Pero el curso del
tiempo hace comparecer a uno de los elementos sustanciales del proyecto
empresarial, que en los orígenes permanece oculto, como es la externalización
de los servicios.
La imagen
que presento se corresponde con unas jornadas de los servicios de atención al
paciente. En este tiempo eran percibidos como portadores de un modelo de cambio
de toda la organización hospitalaria. Así concitaron a muchas gentes portadoras
de competencias muy relevantes que se contraponían con la inmovilidad
profesional de sus oficios. Tras los primeros años se confirmó que cualquier
dispositivo de apoyo a los pacientes presentaba un potencial alto de conflicto
con las estructuras asistenciales. El final inevitable fue su adaptación a la
realidad organizacional, mediante un proceso en el que sus expectativas
iniciales se fueron disolviendo gradualmente.
Sobre el
jamón aparece el anagrama del SAS (Servicio Andaluz de Salud). Así se produce
el frenesí de la imagen corporativa que simboliza la naturaleza empresarial de
esta organización. En este tiempo pude obtener varias imágenes antológicas de
apoteosis de la imagen corporativa. En una de ellas, sobre una gran paella se
recompone la imagen basada en guisantes, habichuelas y pimientos rojos
principalmente. Se sobreentiende que el catering se comparte por todos los
componentes de tan acogedor dispositivo: el equipo. Así se instituye la
modernidad empresarial, que comparece sobre un fondo de abundancia
materializada en distintos manás extraños a tan austera población laboral con
anterioridad.
El curso de
la reforma empresarial ha vuelto las cosas a su cauce. Los congresos médicos
han incrementado los recursos que
sustentan sus actividades sociales. Recuerdo el congreso en Andorra de la
sociedad catalana de médicos de familia. En él conocí personalmente a Juan
Gérvas. Yo impartí la conferencia de clausura. Inmediatamente después se
sirvieron copas y canapés, a los que no pude acceder debido a mis obligaciones
de conferenciante que me obligaban a atender a las personas que me hacían
comentarios. Desde mi posición podía contemplar la enorme velocidad con que
desaparecían las bandejas. Como vivo en Granada, ciudad donde se prodigan los
congresos, las sociedades médicas ostentan el record de cenas en cuanto a la
cuantía de comensales. Entre las más numerosas ha surgido una competición para
ocupar el primer puesto del ranking de cenas masificadas.
El nuevo
estado emprendedor y empresarial facilita los intercambios simbólicos con los
médicos, ahora entendidos como productores de gasto en congresos y reuniones
científicas. También se sostienen los congresos de enfermería, un escalón por
debajo en la suntuosidad. Pero los consumidores de canapés de los tiempos
fantásticos que se constituyeron en nuevo segmento para la industria del
catering, han terminado por ser víctimas de uno de sus elementos constitutivos,
la externalización. La eficiencia se implementa abaratando los costes
laborales. Uno de los elementos fundamentales es justamente la externalización.
Así, las ocupaciones de apoyo a los servicios clínicos, invierten el sentido de
su ascenso al confortable mundo del catering. Ahora se constituyen en segmentos
laborales en riesgo de ser regulados por regímenes laborales propios de las
empresas periféricas que contratan servicios con el sistema sanitario.
En esos años
visitaba el hospital de Puerto Real en Cádiz para impartir cursos de
comunicación con pacientes. Este hospital era nuevo, disponiendo de un servicio
de seguridad formado por varios empleados que tenían condiciones laborales
mucho peores que las de los celadores convencionales. Por el contrario, su
disposición a ejecutar tareas múltiples era patente. Estos fueron los primeros
externalizados que conocí. Su salario, horario y la naturaleza del vínculo con
la empresa era tan duro, que el catering y los regalos eran inimaginables en un
medio así.
La
democratización del catering en los comienzos de la reforma sanitaria fue un
elemento de un tiempo confusional. En tanto que la percepción de los
profesionales apuntaba al comienzo de un tiempo de progreso sin fin, lo que
verdaderamente inauguraba es la transición hacia la empresa de servicios
postfordista, que se caracteriza por la involución con respecto a las
condiciones laborales. Así los expulsados al mundo del no-catering anteceden a
los profesionales médicos y enfermeras incorporados con posterioridad, cuyo estatuto
de precariedad es creciente. Para los recién llegados, los contratados, el
catering es una ensoñación exterior a sus duros contratos.
No he
hablado del alma del SAS que se asoma tras el jamón, la paella y los productos
del catering de la época. Lo dejo para otra ocasión pues trasciende el modelo
simbólico de la empresa, inscribiéndose en la contramodernidad. Al igual que
las arquitecturas y otros elementos de la fealdad que acompaña al crecimiento.
2 comentarios:
Ja, ja, ja, que bueno Juan y que cutre el jamón por favor. Jamón cocido no???
Te envío una noticia que tb es para reir por no llorar el estado de simulacro en que parecemos vivir.
http://www.granadahoy.com/granada/ciudadanos-toman-palabra-disenar-Granada_0_1138686162.html
Marta
Gracias Marta
Sí es jamón cocido. Se correspondía muy bien con el espíritu de la época.
Lo del diseño de la ciudad es antológico tambien. Las fantasías cutres revestidas de digitalización se funden con las mentiras de siempre. Encima el calor...
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