En ausencia de los antaño intelectuales, la crítica al poder es ejercida por los cómicos, los payasos y los artistas. Javier Gurruchaga es uno de mis favoritos. En la España de 1988 Felipe González ejercía un poder desmesurado, fundado en las mayorías absolutas acompañadas de la descomposición de la sociedad civil y de su conexión con los poderes fácticos económicos e institucionales. En un célebre programa de televisión española, "Viaje con nosotros", Gurruchaga presentó esta ingeniosa crítica, que lo mostraba mediante su miniaturización. El aparentemente colosal presidente aparecía reducido al tamaño de un bonsaid. Este presumía precisamente de cultivarlos adoptando técnicas japonesas.
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Para ello Gurruchaga recurrió a un actor francés, Hervé Villechaize, que aparecía en algunas de las películas de James Bond. Este medía 1,22 y tenía un rostro muy parecido al del presidente. La entrevista es antológica. El imita a la periodista Victoria Prego, la voz oficial de la transición política. Tanto el diálogo como la presentación visual me parecen antológicos. Se trata de escenificar la incomunicación asociada al poder y el papel de los periodistas cortesanos. Este programa fue emitido en horario de máxima audiencia en TVE.
Lo que más me inquieta visionando el vídeo hoy es la persistencia de algunos elementos fundamentales que parecen haberse perpetuado. En particular lo de la gente de la calle, la incomprensión del poder y el tratado de la adulación que escenifica Gurruchaga.
Espero que algunos jóvenes puedan reir con esta parodia peremne en España. Por eso le adjudico la etiqueta del presente en este blog.
4 comentarios:
Pues sí, me he reído, pero dan ganas de llorar.
podrías desarrollar algo más esa inquietud, no te entiendo bien, eso de "la gente de la calle, la incomprensión del poder y el tratado de la adulación",
muchas gracias, Noelia, estudiante y militante eterna, sin curro ni casa.
Gracias Noelia
La alusión a "la calle" como un concepto metafísico que no tiene efectos políticos ni electorales; el aislamiento del poder encerrado en la moncloa y los periodistas al servicio incondicional de la autoridad son elementos que persisten con el paso de los años. De esta parodia hace ya casi treinta años y ahora se siguen repitiendo esos tópicos. Me parece muy singular e ingenioso Gurruchaga cuando dice la calle y añade "todos los que pasan por la calle". También presentar el poder, al icono que lo ejercxe, miniaturizado como un bonsai.
A día de hoy, en el que se evidencia el saqueo monumental que ha ejercido la clase política, la calle sigue siendo un ámbito de desahogo psicológico que no tiene consecuencias sobre los saqueadores.
No estoy seguro de haber sido todo lo claro que me pides.
Saludos cordiales
Huelgas, parar la producción de verdad; comercio, hostelería, transportes,... cómo unir esa precariedad de asalariados, becarios, voluntarios y autónomos hoy? tarea dificil. Eso haría temblar algo al poder.
La calle es un escenario de derrotas, pero qué pasa si lo ocupamos más allá de una performance artivista, parar la producción, el consumo, el modo de vida servil y desarrollista, esa es la clave para remover a la miseria de vida de las almas sin vida de la falsa alegría, cómo salir y revertir esta parodia de simulacros?
Saludos Juan y compañía,
el amante imaginario
Saludos cordiales Amante imaginario
Lo que propones es totalmente necesario pero inviable en estas condiciones. Las movilizaciones se producen aisladas unas de otras y subordinadas al paraguas político. Es preciso inventar otro repertorio de acción. El poder espera paciente a cada uno tras las movilizaciones
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