En estos
días, en los que me encuentro ausente de
las aulas por motivos de salud, se ha producido un encierro de estudiantes en
la facultad de Ciencias. Solo he tenido la información de los medios de
comunicación locales, que resulta tan estereotipada en lo que se refiere a la
universidad que no proporciona un fundamento que haga factible una valoración.
En el post que publiqué el día 15, alguno de los encerrados me envió la
información del preacuerdo al que han llegado con el rectorado https://encierrougr.wordpress.com/2017/03/17/preacuerdo-con-el-equipo-de-gobierno-de-la-universidad-de-granada/
Lo he leído atentamente y le respondo a la persona que requirió mi
posicionamiento.
Un encierro
es una decisión de un grupo que se constituye en un actor social y toma la
palabra. Se trata de un acto que rompe las simetrías establecidas en la
institución. En este sentido es un acto creativo que introduce una nueva
definición o problematización, contribuyendo a ampliar el campo perceptivo e intelectivo
de la universidad. Así transforma el espacio sobre el que asienta, desde el que
se difunde la energía social que lo constituye por el tejido de la
organización, rompiendo el silencio imperante en las aulas, los departamentos y
los órganos de representación. De esta forma adquiere la propiedad de un acto
vivo, derivado de la inteligencia y la voluntad de los protagonistas.
De este modo
un movimiento estudiantil puede generar nuevos sentidos, que introduce en las
anquilosadas estructuras organizacionales. Así se constituye como un agente de
cambio que compensa el déficit de innovación de la universidad del presente. En
esta, la ejecución de la impetuosa y opaca reforma neoliberal en curso, se
materializa mediante un continuo de propuestas de cambio que llegan desde el exterior. Los centros,
departamentos y grupos de investigación lo asumen como incuestionable y
desarrollan comportamientos adaptativos. El espacio público institucional se
contrae por la magnitud de lo no cuestionable o sujeto a deliberación, que se
impone sobre la realidad. En este contexto, en el que predomina una
inteligencia que se agota en la aplicación de la reforma, una iniciativa como
es el encierro supone una aportación de energía y un acto social de indudable
importancia
Los
contenidos del preacuerdo se ubican en el tiempo presente, remitiendo a
cuestiones críticas centrales en la nueva sociedad emergente. Sus contenidos
principales, tanto los referidos a cuestiones vinculadas a la creación, acceso
y difusión del conocimiento; a las instalaciones y equipamientos, como a las de
género, ponen de manifiesto el retraso de la UGR, que conserva algunos modos de
funcionamiento pertenecientes a tiempos caducados. Todos los contenidos del
preacuerdo apuntan a algunas tensiones latentes de la vida académica, derivadas
de la perpetuación de métodos docentes y
de comunicación obsoletos. Comparto los contenidos y solo haría algunas
puntualizaciones y matizaciones a aspectos específicos.
El contenido
del preacuerdo manifiesta un salto de las aspiraciones de estos estudiantes Las
movilizaciones anteriores se refieren a las becas, las ayudas, los precios y
otros aspectos referidos al acceso universal y a la equidad. Pero estas no
afectan al funcionamiento y la reproducción de la docencia y la investigación.
Así se genera un horizonte en el que aparecen reivindicaciones cualitativas que
expresan un estado de expectación en algunos sectores estudiantiles. Así se hacen patentes los malestares difusos que vivimos algunos profesores y alumnos cen las aulas.
Me pregunto
acerca de lo que es importante y no se encuentra presente en el preacuerdo. Se
pueden identificar varias cuestiones pero me parece fundamental lo que se
refiere a la identidad de los estudiantes. Estos son producidos en el contexto
de la reforma neoliberal como seres hiperprogramados por un sistema que simula
nuevos métodos docentes en una programación hiperfragmentada en múltiples
asignaturas. La ausencia de coordinación, así como su imposibilidad en estas
condiciones, suscita el problema de que el estudiante es un ser programado por
un sistema que le requiere para la ejecución de múltiples tareas repetitivas y
mecanizadas de baja definición. En la casi totalidad de los casos, la suma de
estas actividades desborda cualquier tiempo disponible, generando una
saturación altamente negativa. El sistema docente expropia al estudiante
mediante una oferta imposible. Este es el principal problema de la época
actual.
Si se acepta
la premisa de la saturación, la fragmentación y el exceso de oferta docente se
puede formular una propuesta sobre la que se reorganice la docencia. Esta es la
determinación del número de horas totales de trabajo semanal de un estudiante.
En mi opinión, esta no puede exceder de cuarenta horas en todos los conceptos.
Este es el criterio sobre el que se tiene que reformular la planificación
docente. Cuarenta horas semanales para los estudiantes de ciencias humanas y
sociales implica una proporción de actividades de aula, que incluyen clases y
otras actividades, que no pueden exceder la mitad de este tiempo. Así un
estudiante tiene que trabajar veinte horas semanales en la biblioteca y otras
actividades de estudio personal y colaborativo.
Esta es la
gran verdad de la universidad actual, en los grados y los máster, en casi todas
las situaciones se manifiesta el exceso del sistema que interfiere la posibilidad
de un trabajo personal con sentido. Los brujos pedagógicos acompañantes de las
programaciones docentes de las reformas neoliberales proponen un estudiante
ejecutor de tareas continuas, en un sistema absurdo que neutraliza la
posibilidad de integración de los contenidos. Por eso es pertinente preguntarse
acerca del concepto que tienen de los estudiantes los ejecutores de estos
sistemas. Espero en el ciclo que se abre conflictos y tensiones polarizados a
la identidad de los estudiantes, que pretendan recuperar un espacio y un tiempo
sobre el que desarrollar una actividad con sentido.
Las
metodologías supuestamente activas y activistas que se proponen a día de hoy se
hacen imposibles por la sobredimensión de los grupos, en los que la ratio
profesor-alumno hace imposible cualquier método. Esta es una cuestión
impertinente debido a la financiación del sistema. Pero no es factible ningún
cambio de métodos sin más profesores. El milagro de la calidad neoliberal
carece de cimientos que lo hagan factible. Más profesores, menos actividades de
aula y más exigentes, este es el nudo de cualquier alternativa a la docencia,
que cada vez se encuentra en una situación más deprimida, a pesar de ser
ocultada por el espectáculo de las agencias.
Por último,
es importante revisar la identidad de la universidad, su relación con el entorno, así como los
sentidos sobre los que descansa. La controvertida cuestión del capital humano
vuelve al centro de la discusión. Espero que los distintos actores
universitarios, a día de hoy avasallados y acobardados, tengan la capacidad de
enunciar sus posiciones acerca del papel de la universidad y su relación con
los entornos. La transferencia tiene que ampliar sus supuestos y sus campos de
impacto.
Termino
invitando a los lectores a leer el preacuerdo y a cualquier persona que quiera
aquí decir, criticar, proponer, discutir, matizar u opinar, de modo que pueda
producirse una conversación. También reiterar mi consideración a los encerrad@s
por promover un acto creativo lleno de sentido en un medio tan asocial y
apolítico. Gracias.
3 comentarios:
Participé activamente en el encierro. Las cuestiones que usted destaca desde su analisis personal son las que muchas de las compañeras compartimos y luchamos por cambiar. Seguiremos dando continuidad al movimiento de las estudiantes y a lo creado en el encierro. Un saludo y gracias por su reconocimiento.
He seguido por RRSS el encierro y aprecio demasiado el esfuerzo de mis compañeras, aunque ni sé quienes son personalmente. Este movimiento me ha abierto los ojos. Me ha hecho avergonzarme de mí misma por las veces que veía protestas en mi facultad y las ignoraba por creer que "no iban conmigo", una estupidez.
Lo que usted propone también me supone un soplo de aire fresco. Terminando mi segundo año en la UGR me doy cuenta de que efectivamente hay una falsa ilusión, al menos la había en mí, de cohesión entre asignaturas. Soy de la rama tecnológica así que no creo que sea cosa sólo de humanidades. Llegas nuevo a este sistema y lo primero que se te ocurre, al estudiante medio al menos, no es revolucionarlo. Observas e intentas seguir los pasos que se te indican. Pero hay muchas cosas mal cuando todo se resume a pasar diapositivas y por primera vez en tu vida te planteas no ir a clase, hay algo mal si un profesor se apalanca en la enseñanza aún sin vocación por la docencia, cuando no generas inquietudes en tus estudiantes, cuando todo es un pautado guión con fecha de entrega y nada más te interesa. He tenido experiencias increíblemente positivas con muchos profesores, no son el problema, pero todo se junta haciendo de la experiencia final una mezcla agridulce.
Son muchos temas que me dejo y como individuo me siento un peón fuera de tablero. No sé por donde debería empezar para unirme para hacer fuerza ni sé si es posible un cambio, porque no son todos profesores, es el sistema, el método de enseñanza, porque los mejores profesores que he tenido han sido los que se han quedado en los límites, los que han encontrado un compromiso entre lo obligado en ese corto espacio de tiempo y el jugo que le puede sacar a una asignatura. Qué enriquecedor sería una nueva visión como la que usted sugiere, donde hubiera tiempo para ser estudiante activamente, no solo una máquina de generar memorias metódicas.
También quería sacar a la luz el hecho de que aunque observo un creciente activismo en la UGR como el del encierro, también observo muchos, muchos alumnos que reniegan de estas actividades. No solo las ignoran por desconocimiento, como hacía yo, sino que las repudian, las encuentran batallas de cuatro idiotas que luchan sin causa y son blanco de burla y desprecio, siempre en la esfera privada.
Y ya me explayé.
Muchas gracias por los comentarios. El del estudiante de la rama tecnológica es un verdadero manifiesto del sinsentido académico de la universidad actual, en la que la docencia se encuentra bajo mínimos. Las frases "todo se resume en pasar diapositivas" "un profesor se apalanca en la enseñanza aún sin vocación de docencia, cuando no genera inquietudes en los estudiantes, cuando todo es un pautado guión con fecha de entrega, y nada más te interesa" son auténticos emblemas de la realidad universitaria.
Pienso que no debéis preocuparos por la indiferencia de otros estudiantes o su falta de consideración. Lo importante es constituirse como sujetos dotados de inteligencia, voluntad y cooperación, de modo que estaos tres atributos vayan creciendo. El futuro ser´ça de aquellos que lo constituyan mediante su saber y su acción.
Saludos cordiales
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