domingo, 16 de octubre de 2016

EL PSOE BAJO EL VOLCÁN



Como en la novela de Malcolm Lowry  esta es una historia de autodestrucción inevitable. En los procesos de declive de una organización política concurren varios factores, pero, el aspecto fundamental radica en la proliferación de comportamientos que, observados desde el exterior parecen ininteligibles. La última reunión del comité federal supone la erupción del volcán, abriendo un período de autodestrucción en el que las facciones desarrollan estrategias cuya lógica  es dañar a los contrarios. En este escenario comparecen las imaginerías fantasmáticas del Tajo, el Guadiana y el Guadalquivir, introduciendo una división territorial fatal para el centenario partido.

En este post me voy a centrar en una de las dimensiones de esta crisis, que es la más oculta, debido a que es ajena a los paradigmas que sustentan a la gran mayoría de los analistas. Se trata de la explosión de discursos y prácticas manifiestamente irracionales, que fundamentan las trincheras internas. Lo ilógico impide la confrontación de posiciones, generando un clima imposible, en el que los sentimientos negativos desempeñan un papel fundamental. Cada parte atribuye a sus contrarios intenciones ocultas, convirtiéndolos en enemigos. Así se construye el argumento de que los oponentes son agencias de fuerzas externas. Todos los acontecimientos del día fatídico del comité federal se fundamentan en la lógica del enemigo interno y la traición. En esas condiciones la organización se cierra sobre sí misma, constituye un muro con respecto a su entorno y pierde la capacidad de conocer.

La explicación de esta crisis radica en el choque entre los cambios tan intensos que se han producido en el entorno del pesoe y el mantenimiento de las estructuras de significación comunes a la organización. La crisis económica internacional y el estallido de la burbuja inmobiliaria-financiera local, tiene un impacto demoledor sobre la economía española. El gobierno de Zapatero se encuentra en una grave situación imprevista, en la que es requerido por el complejo económico-político europeo para adoptar medidas de ajuste.  Este hace patente la obediencia a la autoridad global iniciando los recortes, así como el cambio subrepticio de la constitución en compañía del pepé para subordinar el gasto social.

Unos dirigentes tan pequeños como Zapatero y Blanco se muestran incapaces de comprender el impacto de decisiones coyunturales del rango de las citadas. Estas implican una ruptura con una parte muy importante de su base social y sus clientelas electorales. La derrota electoral refuerza su sumisión a las fuerzas globales y abre un período de oposición débil y simbólica en los años de gobierno de Rajoy, en los que se ejecuta sin piedad una sentencia condenatoria a múltiples poblaciones desplazadas del bienestar. El pesoe y el resto de la izquierda parlamentaria asumen el papel de consentidores en esta regresión. Así se genera un vacío de representación que explica la emergencia de Podemos. 

El partido es incapaz de comprender los procesos en curso, entendiendo a Podemos como un fenómeno efímero. Los resultados de las elecciones sucesivas muestran inequívocamente que el electorado de izquierdas se ha escindido en dos partes. La herida simbólica derivada de la incapacidad de entender la emergencia de los nuevos rivales, así como de asumir las amenazas que representan para ellos, es descomunal. El pesoe carece de la inteligencia colectiva necesaria para resituarse en el nuevo entorno. Los preceptos sobre los que construye sus respuestas a la nueva situación son vetustos. Los sentimientos de hostilidad hacia los recién llegados ocultan la carencia de recursos para comprender el nuevo contexto y responder al mismo.

En ausencia de una línea global estalla la organización, en la que los intereses autonómicos se sobreponen al estatal, en una situación dominada por la supervivencia, disolviendo la autoridad de las instancias centrales. La frase de la ínclita Verónica reclamando el monopolio de la autoridad es una verdadera joya para los analistas de las crisis políticas e ilustra la tragedia del partido. El escenario electoral es imposible y el partido se encuentra a merced del complejo económico-político-mediático, que le impulsa al dulce suicidio. El espectáculo de la gestora, en particular de la dupla Fernández/Susana Díaz, convertidos en extravagantes brujos esperanzados en que en el futuro ocurra algún acontecimiento inesperado y mágico que les revierta al pasado. La sumisión al pepé sin contrapartidas de Fernández es patética y anuncia un período de oposición más leve todavía, pero en un entorno más duro para el electorado que aspiran a representar. 

El espectáculo insólito del juicio de la Gurtel, que muestra sin pudor la convergencia entre fiscales y jueces de plástico barato con una oposición sin fuelle ni alma. En esta función el partido evidencia la perversión de su grado de cero de oposición. Susana Díaz, la mariscala del Guadalquivir, se estrena en un papel que presenta analogías con  el del mariscal Pétain en la Francia ocupada. El complejo económico-político-mediático le confiere el papel simbólico-ficticio de imaginaria presidenta de un gobierno imposible, tal y como fue el de Vichy. Pero la renuncia de la coalición de barones que ejecutaron el asalto a la comisión ejecutiva del pobre Pedro, significa un acontecimiento que tiene un impacto fatal sobre sus huestes electorales. Uno de esos episodios que quedan grabados en la memoria colectiva, como los protagonizados por Zapatero y Blanco, que tienen el honor de abrir el proceso de decadencia partidaria. Esta es la segunda parte.

En este entorno tiene lugar una implosión de una envergadura colosal. La organización es un sistema humano que procesa los acontecimientos que ocurren en el exterior atribuyéndoles una significación común que es moldeada en los procesos de interacción. De ahí resulta una cultura interna que se funda en los supuestos compartidos, que siempre se encuentran muy arraigados muy arraigados. Esta es la razón por la que en este blog se hace énfasis en la centralidad de la sede. Esta es el espacio que alberga los intercambios y las conversaciones que cristalizan en los preceptos compartidos que constituyen la cultura partidaria. Esta se manifiesta en una narrativa que atribuye para el partido los logros de la modernización, el progreso, las libertades y la las conquistas sociales. El supuesto básico es que eso es la esencia de la izquierda, en contraposición con la derecha representada en el pepé. Este relato es crecientemente inverosímil, siendo desmentido por el signo de los procesos de instauración del nuevo capitalismo global y dual. 

Los aciagos resultados de las sucesivas elecciones, en los que se pierden millones de votos a favor de Podemos, generan un cierre de la organización que se siente amenazada. En estas situaciones se activan los componentes más conservadores de las culturas partidarias, se multiplican los sentimientos negativos, se acrecientan los prejuicios, los estereotipos y  las presunciones solidificadas, así como las proyecciones a chivos expiatorios. El resultado es la creación de un estado interno de movilización defensiva que aísla a la organización. En este estado proliferan las suspicacias, las sospechas, las desconfianzas y el fatalismo ante las amenazas. 

En estas coordenadas se puede comprender la obstinación de la posición de “no es no”. Esta se funda en la intuición compartida de que la abstención significaría un suicidio frente a los emergentes invasores de sus caladeros electorales. La percepción de que los dirigentes van a entregar el partido al gobierno de Rajoy es manifiesta. Las actuaciones de la gestora son inequívocas y anuncian una muerte dolorosa en la que van a ser esquilmados de su base electoral sin epitafio alguno. La otra muerte, la de un nuevo retroceso en las eventuales terceras elecciones, es un óbito más aceptable, en tanto que tiene un componente épico, en tanto que no implica una rendición. Pero las posiciones confrontadas no pueden considerarse desde su argumentación. El clima del volcán en erupción los hace imposibles.

El asalto de los barones a la ejecutiva ha desestabilizado la organización, abriendo una guerra autodestructiva de consecuencias extremadamente graves. En este clima bélico los argumentos se disipan frente a las certezas activadas por las partes que arrastran cargas emocionales de grandes dimensiones. En una implosión de esta naturaleza aparece de forma nítida el papel subordinado de los militantes, requeridos como palmeros y masa de apoyo a las decisiones de las élites partidarias, pero marginados efectivamente de las decisiones. También se hace patente la naturaleza del partido, subordinado al complejo del poder económico y político. Él mismo ha cavado su propia tumba en los largos años en los que ejecutó políticas laborales que debilitaban a su propia base social. La impúdica exhibición de González, las comparecencias de destacados exdirigentes en las televisiones de la derecha, donde ostentan su subalternidad,  y la audacia de la gestora, que actúa como si fuera una dirección legitimada, refuerzan los malestares internos, en tanto que muestran inequívocamente que todo está decidido.

El estado volcánico de la organización tiene como efecto la multiplicación de grupos locales informales, la activación de redes de relaciones y la proliferación de comunicaciones cruzadas en un clima de emocionalidades explosivo. Los acontecimientos derivados de la nueva situación y las amenazas que conlleva producen un shock, en tanto que chocan frontalmente con las estructuras de significación instituidas y cristalizadas en la cultura del partido. En esta situación la crispación se incrementa mediante saltos. El bloqueo de los códigos de reconocimiento y las categorías conceptuales genera un clima de emocionalidad negativa en el que se instala la sospecha, que se hace presente en todas las relaciones. En este contexto se puede recurrir a un autor como Bion, que explica muy elocuentemente como en las organizaciones, cuando se encierran en sí mismas y se distancian de la realidad,  se generan crisis en las que las emociones carecen de control.  La consecuencia es la activación de fantasías y proyecciones que fundamentan lo que denomina grupos de ataque y fuga, que identifican enemigos internos sobre los que se dirigen  sus acciones, en las que proyectan sus miedos y desamparos.  En estos meses el partido es un campo de refriegas entre los múltiples grupos informales que atacan a sus rivales imaginarios. El pobre Madina se encuentra en el centro de todos los fuegos cruzados.

En una situación de descomposición de esta envergadura predomina el fatalismo, que constituye un factor de desintegración. Pero en el volcán interno puede ocurrir cualquier cosa, no pudiendo excluir situaciones locales y regionales de confrontación que puede adoptar distintas formas. En el clima fatal de las emocionalidades negativas no cabe excluir nada. En estas situaciones se agranda el protagonismo de los cínicos, capaces de manejarse entre varias opciones. Mi personaje favorito es Carmona, el profesor tertuliano que hace factible la vuelta al día en ochenta medios audiovisuales, mostrando su capacidad camaleónica de adaptarse a todos. Hace unos días le escuché decir que en las elecciones municipales en Madrid no había fracasado, porque en otras ciudades las pérdidas habían sido mayores. Una verdadera perla.

La tragedia partidaria estriba precisamente en que en una situación interna así es imposible un liderazgo fundado en la capacidad de leer el entorno, restablecer las relaciones internas y reconstituir una estrategia factible. Los dirigentes partidarios más reflexivos son desplazados de este escenario explosivo. Por el contrario es el tiempo de los cínicos adaptativos, y aún peor, de los brujos que alivien los sentimientos negativos mediante retóricas basadas en fantasías y ofertas de becerros de oro. Esto es lo que se está visibilizando ahora. No, lo que se ofrece es un puesto confortable en el vagón de cola del nuevo capitalismo global, acompañado de la ilusión de un gobierno de Vichy llegado el caso. Pero esa ilusión no tiene porvenir.



3 comentarios:

  1. Un post rico y volcánico,gracias

    El psoe es mucho psoe y no van a dejar morirlo, ni unos ni otros, aunque se autoinmole.

    Sobretodo pq forma parte de la estrategia antipodemos.

    He leido algo de la fusión hospitalaria en granada, https://adaponte.org/2016/10/15/las-5-confusiones-de-la-fusion-hospitalaria-de-granada/

    Espero ansioso, Miguel, médico de familia de la Sª norte de Madrid.

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  2. https://adaponte.org/2016/10/15/las-5-confusiones-de-la-fusion-hospitalaria-de-granada/

    miguel

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  3. Gracias Miguel
    No creo que muera el psoe aunque jamás será lo que fue. Su única esperanza fundada es que quienes van a ocupar su espacio electoral, podemos básicamente, cometa errores importantes. Ya se atisba esa posibilidad.
    Lo de la fusión hospitalaria granaína entra en el orden de los milagros. Las autoridades prestigitadoras de la junta ponen en escena un juego en el que uno más uno más uno suman uno. Se trata de una historia local de m,entiras y recortes
    Saludos cordiales

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