Como en la
novela de Malcolm Lowry esta es una
historia de autodestrucción inevitable. En los procesos de declive de una
organización política concurren varios factores, pero, el aspecto fundamental
radica en la proliferación de comportamientos que, observados desde el exterior
parecen ininteligibles. La última reunión del comité federal supone la erupción
del volcán, abriendo un período de autodestrucción en el que las facciones
desarrollan estrategias cuya lógica es
dañar a los contrarios. En este escenario comparecen las imaginerías
fantasmáticas del Tajo, el Guadiana y el Guadalquivir, introduciendo una
división territorial fatal para el centenario partido.
En este post
me voy a centrar en una de las dimensiones de esta crisis, que es la más oculta,
debido a que es ajena a los paradigmas que sustentan a la gran mayoría de los
analistas. Se trata de la explosión de discursos y prácticas manifiestamente
irracionales, que fundamentan las trincheras internas. Lo ilógico impide la
confrontación de posiciones, generando un clima imposible, en el que los
sentimientos negativos desempeñan un papel fundamental. Cada parte atribuye a
sus contrarios intenciones ocultas, convirtiéndolos en enemigos. Así se
construye el argumento de que los oponentes son agencias de fuerzas externas.
Todos los acontecimientos del día fatídico del comité federal se fundamentan en
la lógica del enemigo interno y la traición. En esas condiciones la
organización se cierra sobre sí misma, constituye un muro con respecto a su
entorno y pierde la capacidad de conocer.
La
explicación de esta crisis radica en el choque entre los cambios tan intensos
que se han producido en el entorno del pesoe y el mantenimiento de las
estructuras de significación comunes a la organización. La crisis económica
internacional y el estallido de la burbuja inmobiliaria-financiera local, tiene
un impacto demoledor sobre la economía española. El gobierno de Zapatero se
encuentra en una grave situación imprevista, en la que es requerido por el
complejo económico-político europeo para adoptar medidas de ajuste. Este hace patente la obediencia a la
autoridad global iniciando los recortes, así como el cambio subrepticio de la
constitución en compañía del pepé para subordinar el gasto social.
Unos
dirigentes tan pequeños como Zapatero y Blanco se muestran incapaces de
comprender el impacto de decisiones coyunturales del rango de las citadas.
Estas implican una ruptura con una parte muy importante de su base social y sus
clientelas electorales. La derrota electoral refuerza su sumisión a las fuerzas
globales y abre un período de oposición débil y simbólica en los años de
gobierno de Rajoy, en los que se ejecuta sin piedad una sentencia condenatoria
a múltiples poblaciones desplazadas del bienestar. El pesoe y el resto de la
izquierda parlamentaria asumen el papel de consentidores en esta regresión. Así
se genera un vacío de representación que explica la emergencia de Podemos.
El partido
es incapaz de comprender los procesos en curso, entendiendo a Podemos como un
fenómeno efímero. Los resultados de las elecciones sucesivas muestran
inequívocamente que el electorado de izquierdas se ha escindido en dos partes.
La herida simbólica derivada de la incapacidad de entender la emergencia de los
nuevos rivales, así como de asumir las amenazas que representan para ellos, es
descomunal. El pesoe carece de la inteligencia colectiva necesaria para
resituarse en el nuevo entorno. Los preceptos sobre los que construye sus
respuestas a la nueva situación son vetustos. Los sentimientos de hostilidad
hacia los recién llegados ocultan la carencia de recursos para comprender el
nuevo contexto y responder al mismo.
En ausencia
de una línea global estalla la organización, en la que los intereses autonómicos
se sobreponen al estatal, en una situación dominada por la supervivencia, disolviendo
la autoridad de las instancias centrales. La frase de la ínclita Verónica
reclamando el monopolio de la autoridad es una verdadera joya para los
analistas de las crisis políticas e ilustra la tragedia del partido. El
escenario electoral es imposible y el partido se encuentra a merced del
complejo económico-político-mediático, que le impulsa al dulce suicidio. El
espectáculo de la gestora, en particular de la dupla Fernández/Susana Díaz,
convertidos en extravagantes brujos esperanzados en que en el futuro ocurra
algún acontecimiento inesperado y mágico que les revierta al pasado. La
sumisión al pepé sin contrapartidas de Fernández es patética y anuncia un
período de oposición más leve todavía, pero en un entorno más duro para el
electorado que aspiran a representar.
El
espectáculo insólito del juicio de la Gurtel, que muestra sin pudor la
convergencia entre fiscales y jueces de plástico barato con una oposición sin
fuelle ni alma. En esta función el partido evidencia la perversión de su grado
de cero de oposición. Susana Díaz, la mariscala del Guadalquivir, se estrena en
un papel que presenta analogías con el
del mariscal Pétain en la Francia ocupada. El complejo
económico-político-mediático le confiere el papel simbólico-ficticio de
imaginaria presidenta de un gobierno imposible, tal y como fue el de Vichy.
Pero la renuncia de la coalición de barones que ejecutaron el asalto a la
comisión ejecutiva del pobre Pedro, significa un acontecimiento que tiene un
impacto fatal sobre sus huestes electorales. Uno de esos episodios que quedan
grabados en la memoria colectiva, como los protagonizados por Zapatero y Blanco,
que tienen el honor de abrir el proceso de decadencia partidaria. Esta es la
segunda parte.
En este
entorno tiene lugar una implosión de una envergadura colosal. La organización
es un sistema humano que procesa los acontecimientos que ocurren en el exterior
atribuyéndoles una significación común que es moldeada en los procesos de
interacción. De ahí resulta una cultura interna que se funda en los supuestos
compartidos, que siempre se encuentran muy arraigados muy arraigados. Esta es
la razón por la que en este blog se hace énfasis en la centralidad de la sede.
Esta es el espacio que alberga los intercambios y las conversaciones que
cristalizan en los preceptos compartidos que constituyen la cultura partidaria.
Esta se manifiesta en una narrativa que atribuye para el partido los logros de
la modernización, el progreso, las libertades y la las conquistas sociales. El
supuesto básico es que eso es la esencia de la izquierda, en contraposición con
la derecha representada en el pepé. Este relato es crecientemente inverosímil,
siendo desmentido por el signo de los procesos de instauración del nuevo
capitalismo global y dual.
Los aciagos
resultados de las sucesivas elecciones, en los que se pierden millones de votos
a favor de Podemos, generan un cierre de la organización que se siente
amenazada. En estas situaciones se activan los componentes más conservadores de
las culturas partidarias, se multiplican los sentimientos negativos, se
acrecientan los prejuicios, los estereotipos y
las presunciones solidificadas, así como las proyecciones a chivos
expiatorios. El resultado es la creación de un estado interno de movilización
defensiva que aísla a la organización. En este estado proliferan las
suspicacias, las sospechas, las desconfianzas y el fatalismo ante las amenazas.
En estas
coordenadas se puede comprender la obstinación de la posición de “no es no”.
Esta se funda en la intuición compartida de que la abstención significaría un
suicidio frente a los emergentes invasores de sus caladeros electorales. La
percepción de que los dirigentes van a entregar el partido al gobierno de Rajoy
es manifiesta. Las actuaciones de la gestora son inequívocas y anuncian una
muerte dolorosa en la que van a ser esquilmados de su base electoral sin
epitafio alguno. La otra muerte, la de un nuevo retroceso en las eventuales
terceras elecciones, es un óbito más aceptable, en tanto que tiene un
componente épico, en tanto que no implica una rendición. Pero las posiciones
confrontadas no pueden considerarse desde su argumentación. El clima del volcán
en erupción los hace imposibles.
El asalto de
los barones a la ejecutiva ha desestabilizado la organización, abriendo una
guerra autodestructiva de consecuencias extremadamente graves. En este clima
bélico los argumentos se disipan frente a las certezas activadas por las partes
que arrastran cargas emocionales de grandes dimensiones. En una implosión de
esta naturaleza aparece de forma nítida el papel subordinado de los militantes,
requeridos como palmeros y masa de apoyo a las decisiones de las élites
partidarias, pero marginados efectivamente de las decisiones. También se hace
patente la naturaleza del partido, subordinado al complejo del poder económico
y político. Él mismo ha cavado su propia tumba en los largos años en los que
ejecutó políticas laborales que debilitaban a su propia base social. La
impúdica exhibición de González, las comparecencias de destacados exdirigentes
en las televisiones de la derecha, donde ostentan su subalternidad, y la audacia de la gestora, que actúa como si
fuera una dirección legitimada, refuerzan los malestares internos, en tanto que
muestran inequívocamente que todo está decidido.
El estado
volcánico de la organización tiene como efecto la multiplicación de grupos
locales informales, la activación de redes de relaciones y la proliferación de
comunicaciones cruzadas en un clima de emocionalidades explosivo. Los
acontecimientos derivados de la nueva situación y las amenazas que conlleva
producen un shock, en tanto que chocan frontalmente con las estructuras de
significación instituidas y cristalizadas en la cultura del partido. En esta
situación la crispación se incrementa mediante saltos. El bloqueo de los
códigos de reconocimiento y las categorías conceptuales genera un clima de
emocionalidad negativa en el que se instala la sospecha, que se hace presente
en todas las relaciones. En este contexto se puede recurrir a un autor como
Bion, que explica muy elocuentemente como en las organizaciones, cuando se
encierran en sí mismas y se distancian de la realidad, se generan crisis en las que las emociones
carecen de control. La consecuencia es
la activación de fantasías y proyecciones que fundamentan lo que denomina
grupos de ataque y fuga, que identifican enemigos internos sobre los que se
dirigen sus acciones, en las que
proyectan sus miedos y desamparos. En
estos meses el partido es un campo de refriegas entre los múltiples grupos
informales que atacan a sus rivales imaginarios. El pobre Madina se encuentra
en el centro de todos los fuegos cruzados.
En una
situación de descomposición de esta envergadura predomina el fatalismo, que
constituye un factor de desintegración. Pero en el volcán interno puede ocurrir
cualquier cosa, no pudiendo excluir situaciones locales y regionales de
confrontación que puede adoptar distintas formas. En el clima fatal de las
emocionalidades negativas no cabe excluir nada. En estas situaciones se agranda
el protagonismo de los cínicos, capaces de manejarse entre varias opciones. Mi
personaje favorito es Carmona, el profesor tertuliano que hace factible la
vuelta al día en ochenta medios audiovisuales, mostrando su capacidad
camaleónica de adaptarse a todos. Hace unos días le escuché decir que en las
elecciones municipales en Madrid no había fracasado, porque en otras ciudades
las pérdidas habían sido mayores. Una verdadera perla.
La tragedia
partidaria estriba precisamente en que en una situación interna así es
imposible un liderazgo fundado en la capacidad de leer el entorno, restablecer
las relaciones internas y reconstituir una estrategia factible. Los dirigentes partidarios más reflexivos son desplazados de este escenario explosivo. Por el
contrario es el tiempo de los cínicos adaptativos, y aún peor, de los brujos
que alivien los sentimientos negativos mediante retóricas basadas en fantasías y ofertas de becerros de oro.
Esto es lo que se está visibilizando ahora. No, lo que se ofrece es un puesto
confortable en el vagón de cola del nuevo capitalismo global, acompañado de la
ilusión de un gobierno de Vichy llegado el caso. Pero esa ilusión no tiene
porvenir.
3 comentarios:
Un post rico y volcánico,gracias
El psoe es mucho psoe y no van a dejar morirlo, ni unos ni otros, aunque se autoinmole.
Sobretodo pq forma parte de la estrategia antipodemos.
He leido algo de la fusión hospitalaria en granada, https://adaponte.org/2016/10/15/las-5-confusiones-de-la-fusion-hospitalaria-de-granada/
Espero ansioso, Miguel, médico de familia de la Sª norte de Madrid.
https://adaponte.org/2016/10/15/las-5-confusiones-de-la-fusion-hospitalaria-de-granada/
miguel
Gracias Miguel
No creo que muera el psoe aunque jamás será lo que fue. Su única esperanza fundada es que quienes van a ocupar su espacio electoral, podemos básicamente, cometa errores importantes. Ya se atisba esa posibilidad.
Lo de la fusión hospitalaria granaína entra en el orden de los milagros. Las autoridades prestigitadoras de la junta ponen en escena un juego en el que uno más uno más uno suman uno. Se trata de una historia local de m,entiras y recortes
Saludos cordiales
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