Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

domingo, 10 de julio de 2016

EL PSOE Y EL ESPECTRO DE OLSON



El declive del PSOE en su tercera edad propicia las dudas de muchas de las personas que forman parte de su entorno, que en esta situación de creciente incertidumbre,  proceden a revisar la relación entre los costes y los beneficios derivados de su apoyo. Así, el partido se desatornilla con respecto a su propio entorno, disminuyendo la calidad y la intensidad de los vínculos con quienes lo respaldan. De este modo se hace presente el espectro de Olson, que constituye una amenaza inédita en los tiempos de marea alta de gobierno. Recién llegados a este en el 82,  reciben un aluvión inmenso de adhesiones. Su retorno en 2004 concita la conexión con distintos sectores,  profesionales, técnicos, de la cultura, de los medios y de la administración, unificados por la experiencia adversa de los años de gobierno de mayoría de Aznar.

En el tiempo actual todo es diferente. Un partido con opción a gobernar suscita un conjunto de adhesiones que conforman un anillo técnico-político que sustenta el gobierno, proporcionando personal cualificado a distintas instancias del mismo. Ahora la masa crítica técnica y profesional que los ha acompañado en las dos etapas de gobierno se encuentra dispersa en otros destinos derivados de “la puerta giratoria común”. Muchos de los componentes de esta “galaxia de los exadheridos” se toman una prudencial distancia y guardan un elocuente silencio. Una gran parte de los que durante largos años han representado el apoyo a la opción de progreso, entonces encarnada en el partido, hacen un verdadero arte del distanciamiento y la condicionalidad con respecto a la relación con este. Algunos de ellos, junto a la mayoría de las nuevas generaciones que se incorporan, se desplazan en la dirección de lo que representa Podemos. Pero todos se encuentran en el modo olsoniano de cálculo individual.

Así, la masa crítica técnico-política que ha sustentado al pesoe se descompone, salvo en el caso de los feudos del sur, en donde también aparecen los primeros indicios de declive en la intensidad de las adhesiones. Este debilitamiento de los apoyos y disgregación de los socios de los tiempos de bonanza tiene como efecto el desnudamiento del partido. Este moviliza sus apoyos incondicionales, principalmente los militantes congregados en las sedes, los beneficiarios fuertes de la acción de gobierno y los núcleos duros de los exdirectivos de organizaciones públicas en situación de reciclabilidad menguada. Esta es una situación de marea baja, en la que las lealtades y los activos del partido se reducen a mínimos.

Este distanciamiento de muchos de los antaño socios produce un estado de crispación en los incondicionales, que propicia el argumento de la traición. Esta es la razón que explica los tonos de los discursos del pobre Pedro y sus acompañantes. Hablan a gritos a los contingentes partidarios abandonados por aquellos que se beneficiaron de su posición de gobierno. El ejemplo de Julio Rodríguez, el general del JEMAP, ilustra este estado de crispación interna, articulado en torno a la deserción y la traición. En el imaginario partidario, este no era sino un acompañante de Carme Chacón. Esta misma también abandona el escenario. De ahí el sentido de los tonos y los contenidos de las palabras de los dirigentes en la tercera edad.

La soledad del partido en el juego de las identificaciones y distanciamientos en el escenario mediático es patente. Solo quedan los apoyos de los miembros ilustres de la vieja guardia, convertida ahora en el partido socialista del dinero. En el escenario político solo son defendidos por los medios afines al pepé, que les ofrecen la continuidad como subalternos en una patética prórroga del bipartidismo. Esta situación menguante tiene efectos sobre la capacidad del partido para conocer su entorno y definir una línea de acción. En su ausencia, sus discursos se desplazan a la satanización de los emergentes, el duelo por las traiciones y la deificación de las identidades históricas, que siempre apelan al pasado. Así se conforma el bucle del declive, en el que los distanciamientos producen la congelación del discurso que, a su vez,  alimenta la soledad.

El declive es patente. En la ciudad que habito se acaban de encontrar con el gobierno municipal, por efecto de la corrupción del gobierno del pepé, que ha terminado disuelto por los jueces y la policía. El relevo ha constituido un indicador elocuente del declive y de la tercera edad. El acto de proclamación del nuevo alcalde, el pobre Paco Cuenca, fue un acto ritual, burocrático, carente de cualquier energía. El pesoe en Andalucía ha desplegado un manto de silencio acerca de la corrupción. A pocos kilómetros, en Santa Fe, han competido intensamente con el modo de gobierno del pepé, también en otros municipios, conformando lo que me gusta denominar como “la maldición de Armilla”, municipio granadino en el que se suceden gobiernos municipales insólitos.

Entonces, el relevo municipal se realiza en ausencia de cualquier ceremonia, manifestando la carencia inapelable de un proyecto. Nadie espera la revitalización de las instituciones ni la recuperación de otro modo de gobierno. Parece como si el pobre Paco hubiera salido de un sótano en el que hubiera estado aislado los largos años de ausencia en el gobierno, más que de oposición. Recién llegado a la alcaldía rescata todos los fantasmas que le condujeron a la oposición. Son esas ideas falsas y desgastadas, sostenidas en el curso del tiempo e inasequibles al contraste con la realidad: Las mitologías ferroviarias; las vetustas cosmogonías de los barrios; la capitalización de las inversiones de la junta; los juegos denominados como participación ciudadana en los distritos y la actualización del discurso vacío del progreso en la versión cutre local. No va más. No hay nada nuevo, nada. 

El desfallecimiento partidario en su tercera edad se manifiesta en el discurso que se agota en las excelencias de su versión del pasado, así como en la defensa de sus esencias condensadas en la socialdemocracia. Frente al laberinto del presente no produce ninguna idea. Así la comunicación política está acotada a los tópicos del pasado en la versión de la vieja guardia enriquecida y envejecida trágicamente. Los duendes partidarios de la primera edad se hacen presentes en las pantallas para avalar su subalternidad al pepé. Los dirigentes de la segunda edad guardan silencio desde sus posiciones en las instituciones europeas, las grandes organizaciones del gobierno mundo o las empresas y corporaciones globales. El último dirigente dotado de competencia, Rubalcaba, permanece ajeno en estado de disipación. Así se constituye una realidad partidaria inverosímil. El partido emite un discurso sencillamente increíble. Su imagen se asemeja a las de las asociaciones de excombatientes de cualquier signo, unificados por relatos que remiten a la memoria.

El resultado de estos procesos es la laminación de su electorado y de la masa crítica partidaria a la que he aludido anteriormente. Los activos del partido se reducen, pero lo peor es la ausencia de ninguna idea convocante, ni de dirigentes capaces de formularla. Es en este proceso de laminación en el que comparece el espectro de Olson. Durante muchos años he impartido clases con muchas de las ideas aportadas por este autor para explicar algunos eventos asociados a los movimientos sociales.  La perplejidad de algunos alumnos al descubrir algunas de las complejidades y misterios de la acción colectiva era patente.

Mancur Olson es un economista norteamericano, inspirado en el paradigma de la elección racional, que ha elaborado una teoría muy influyente respecto a la lógica de la acción colectiva. En la acción de cualquier colectivo se encuentran simultáneamente dos racionalidades distintas que se entrelazan: la racionalidad colectiva y la racionalidad individual. Así, los participantes en distintos grupos o asociaciones, en situaciones de tensión para la adquisición de bienes colectivos, intervienen en el proceso general, pero conservan su naturaleza de actores individuales, guiando su acción por el cálculo individual entre los costes de la acción y los beneficios. De este modo, en los procesos de acción colectiva, se conforma un efecto perverso, que es la aparición de los free riders o gorrones que no han contribuido a la acción pero se han beneficiado de los resultados. 

Por el contrario, a aquellos que han contribuido decisivamente en la acción, los colectivos los recompensan mediante incentivos selectivos. Las organizaciones políticas generan mecanismos para recompensar a aquellos que han desempeñado un papel relevante en la adquisición de bienes colectivos para todos. El caso de la generación de González es paradigmático. Recuerdo en sus últimos años de gobierno, un mítin en una plaza de toros en el que decía que había diferencias de opinión entre ellos. La masa de beneficiarios presentes, saturada de bienes públicos, le replicaba exigiéndole que ocupara eternamente esta posición de repartidor. El incentivo de los incondicionales es, no solo la aprobación de la puerta giratoria y la amnistía en la corrupción, sino la adquisición de un estatuto equivalente al de beatificación y santificación.

El argumento de Olson es perfecto para explicar la descomposición de la masa crítica partidaria. En la actual situación, las dudas que suscita el partido afectan a los cálculos individuales que cada uno realiza acerca de la relación entre los costes y los beneficios. Parece evidente que la inverosimilitud del partido afecta decisivamente a los distanciamientos, generando un silencio espeso sobre el que se sobreponen los gritos de los dirigentes. La última noche electoral, los mismos militantes incondicionales tuvieron que ser requeridos por las redes. Es un síntoma nítido de la conjunción entre la laminación de su base electoral y su masa crítica y la contracción de la organización, movilizada por el imaginario de la deserción y la traición. El espectro de Olson se había hecho presente en Ferraz. La situación partidaria es tan difícil que se ha convertido en un caso privilegiado para explicar la teoría de los juegos en ámbitos académicos. Todos los dilemas se encuentran allí.


2 comentarios:

Futbolín dijo...

Desde luego son un auténtico espectro y a la vez un esperpento, el espectro de Olson y el esperpento típicamente español :)

Unknown dijo...

Gracias futbolín. Es una nueva versión de la historia de siempre. Una élite asciende socialmente a los cielos en tanto que la organización se sumerge en un pantano.