En los años
noventa, Lipovetsky publicó un manifiesto contra la juventud, que presenté en
mis clases de Cambio Social, siendo acogido con críticas por parte de algunos
estudiantes. La generación presente en la universidad en esos años tenía
bloqueado el acceso al mercado de trabajo por la generación que denominaban
como los “sesentayochistas”. Efectivamente, esta generación era dueña de las
organizaciones, las instituciones y los relatos. Las narrativas sobre los
jóvenes no se correspondían con las
nuevas condiciones en las que se encontraban las generaciones, primero X, y
después Y. En un derroche de cinismo, característico de la generación del poder
procedente de los años 68 y siguientes, imputaban a los jóvenes pasividad y
acomodación.
La cuestión
de las generaciones es muy compleja. Ciertamente, la generación de los sesenta
y setenta protagonizó un cambio que le adjudicó la etiqueta excesiva de “los
héroes de la historia”. Las siguientes generaciones son reabsorbidas y
colonizadas por los dispositivos del consumo, siendo convertidas en “héroes del
mercado”. La compra es la actividad principal que concita a las juventudes
desde los años noventa, así como su protagonismo en las imágenes que gobiernan
el consumo inmaterial.
Pero la
situación de los jóvenes se puede definir por una gran escisión. Sus cuerpos
alimentan las industrias del imaginario y sus prácticas de consumo respaldan
las novedades incesantes procedentes del mercado. Pero, al tiempo, su inserción
en la sociedad es cada vez más dura, en tanto que decrecen las oportunidades en
relación con el volumen de los aspirantes. Así aparecen tensiones asociadas a
esta complejidad. La cuestión generacional concita numerosos dilemas y
opacidades.
Por eso
comienzo con este estimulante texto de Lipovetsky. Su lectura moviliza todas
las representaciones y las emociones. Leerla veinte años después de su
publicación es un ejercicio muy sugerente. En el tiempo presente se ha
consumado el alargamiento del tiempo de juventud, la centralidad en el consumo,
la precarización, el protagonismo posmediático en las redes, así como un
conjunto de marginaciones no siempre perceptibles por la generación eterna de
los sesentayochistas en el poder. Este es el manifiesto.
______________________________________________________
MANIFIESTO CONTRA LA JUVENTUD
Un nuevo
fantasma recorre el mundo. Sin encontrar obstáculo a su paso agiganta su figura
y con sus aterradoras alas oscurece nuestro tiempo y su futuro: es el fantasma
de la estupidez. Enorme en su presencia y en el vacío que convoca. Su rostro
poliformo se hace lenguas de lo estéril y de su inocuo corazón parte el mensaje
letal que corrompe y paraliza: la obligación de ser por siempre jóvenes.
Convertido en ley, el viejo mito arrasa las conciencias y debilita el alma. Concede impunidad por la apariencia. Enaltece la cobardía y la ignorancia. Niega el cuerpo, la belleza. Prohíbe la muerte. Contra la naturaleza, promueve el sentimiento de culpa por vivir, ese pecado que es saber. Este engaño ha penetrado ya hasta las mismas raíces del cuerpo social y ha llevado a este estado final de estupidez extrema en el que nos vemos obligados a subsistir. Por ello invocamos al viejo y olvidado espíritu de resistencia.
1. Contra el síndrome juvenilista que infecta a la sociedad occidental y prestigia al sector más inútil, ignorante, vacío y conservador de sí misma: los jóvenes.
2. Contra los jóvenes en general de nuestro tiempo, por su actitud llorona y cobarde. Su falta de imaginación y generosidad. Su pasividad en las propuestas del futuro. Su ovejuna conversión en masas consumistas disciplinadas y acríticas.
3. Contra los estudiantes. Ceporros hibernados en las cárceles de las aulas, que aceptan todas las vejaciones del sistema con el único objetivo de ganar algún dinero del día de mañana.
4. Contra los dóciles lameculos que creen que su juventud es un estado de gracia que les concede el don de la impunidad.
5. Contra los artistas jóvenes. Metástasis funesta; copiones, descerebrados. Satisfechos en sus ridículas aportaciones. Que todavía confían que el arte sea un mercado.
6. Contra la música juvenil. Contra la industria, los músicos, los grupos de tarados. Se les acaba el bacilón: hasta los niños se están aburriendo de vosotros.
7. Contra las discotecas. Catedrales histéricas donde el alma se disuelve en blando infierno. Bebedores de refrescos, manchita de impotentes.
8. Contra la moda juvenil y su obsesión por las marcas. Jerarquía espúrea, clasismo de calcetín que es escuela de racismo, ligereza de opiniones y desprecio por el otro.
9. Contra los jóvenes desempleados. Auténticas marmotas en posición sadomizable. Sacos repletos de autoestima, que no se inventan nada ni se van de casa, ni emigran, ni siquiera se disuelven en el aire. Sólo dejan de llorar mientras están bebiendo.
10. Contra la industria completa del juvenilismo con sus pontingues falsarios, sus modelos desfasados, su mensaje enfermo y mentiroso.
11. Contra los que se obsesionan con el cuidado del cuerpo. Los que pedaleando al infinito en un palmo del terreno disminuyen su grasa y su cerebro. Condenados al fin, acomplejadas bestias, a trotar y trotar hacia la muerte.
12. Contra los que se cambian de cara; los rejuvenecidos. No nos engañan: sabemos que son realmente jóvenes, a pesar de la máscara.
13. Contra la estupidez general, que emerge, fluye, vuela y amenaza con ahogar con lo que de humano queda en esta nueva arquitectura de la nada.
Convertido en ley, el viejo mito arrasa las conciencias y debilita el alma. Concede impunidad por la apariencia. Enaltece la cobardía y la ignorancia. Niega el cuerpo, la belleza. Prohíbe la muerte. Contra la naturaleza, promueve el sentimiento de culpa por vivir, ese pecado que es saber. Este engaño ha penetrado ya hasta las mismas raíces del cuerpo social y ha llevado a este estado final de estupidez extrema en el que nos vemos obligados a subsistir. Por ello invocamos al viejo y olvidado espíritu de resistencia.
1. Contra el síndrome juvenilista que infecta a la sociedad occidental y prestigia al sector más inútil, ignorante, vacío y conservador de sí misma: los jóvenes.
2. Contra los jóvenes en general de nuestro tiempo, por su actitud llorona y cobarde. Su falta de imaginación y generosidad. Su pasividad en las propuestas del futuro. Su ovejuna conversión en masas consumistas disciplinadas y acríticas.
3. Contra los estudiantes. Ceporros hibernados en las cárceles de las aulas, que aceptan todas las vejaciones del sistema con el único objetivo de ganar algún dinero del día de mañana.
4. Contra los dóciles lameculos que creen que su juventud es un estado de gracia que les concede el don de la impunidad.
5. Contra los artistas jóvenes. Metástasis funesta; copiones, descerebrados. Satisfechos en sus ridículas aportaciones. Que todavía confían que el arte sea un mercado.
6. Contra la música juvenil. Contra la industria, los músicos, los grupos de tarados. Se les acaba el bacilón: hasta los niños se están aburriendo de vosotros.
7. Contra las discotecas. Catedrales histéricas donde el alma se disuelve en blando infierno. Bebedores de refrescos, manchita de impotentes.
8. Contra la moda juvenil y su obsesión por las marcas. Jerarquía espúrea, clasismo de calcetín que es escuela de racismo, ligereza de opiniones y desprecio por el otro.
9. Contra los jóvenes desempleados. Auténticas marmotas en posición sadomizable. Sacos repletos de autoestima, que no se inventan nada ni se van de casa, ni emigran, ni siquiera se disuelven en el aire. Sólo dejan de llorar mientras están bebiendo.
10. Contra la industria completa del juvenilismo con sus pontingues falsarios, sus modelos desfasados, su mensaje enfermo y mentiroso.
11. Contra los que se obsesionan con el cuidado del cuerpo. Los que pedaleando al infinito en un palmo del terreno disminuyen su grasa y su cerebro. Condenados al fin, acomplejadas bestias, a trotar y trotar hacia la muerte.
12. Contra los que se cambian de cara; los rejuvenecidos. No nos engañan: sabemos que son realmente jóvenes, a pesar de la máscara.
13. Contra la estupidez general, que emerge, fluye, vuela y amenaza con ahogar con lo que de humano queda en esta nueva arquitectura de la nada.
__________________________________________________
Como puede
comprobarse, muchas afirmaciones pueden dar lugar a lecturas muy
diferenciadas y alimentar controversias y conversaciones llenas de matices y de
dilemas. Sin entrar en mi propia valoración, pienso que los jóvenes, en general, viven otro mundo imaginario, muy diferenciado del mundo de la economía, la política, las organizaciones y la cultura. Este es el hecho que cimenta su radical despolitización y domesticación.
La Juventud, divino tesoro, al que le hemos dejado una herencia complicada con mejoras sobre la nuestra y con trampas algo diferentes de las que poblaban la nuestra. Yo nací en el 51 además de en el Mediterráneo, había menos paro que ahora 20 años después, en la milicia tuve que enseñar a leer a varios compañeros, ahora hay mejor preparación teórica y menos callos producidos por la práctica, cada tiempo tiene su afán, me gustaría tener 21 ahora que intuyo que es un tiempo de crisis "Gramsciana" en que lo nuevo no acaba de surgir y lo viejo no se deja matar y como sabemos entonces aparecen los monstruos, ¿qué puede haber mas sugerente y emocionante que lidiar con esos monstruos para un joven? aunque aún no se hayan dado cuenta del todo algunos de ellos, lo que es normal en tiempos de crisis, de cualquier forma es su tiempo el de ellos y a ellos les toca enfrentarlo, yo ya me jubilé de todo, menos de pensar y de dar consejos de viejo a mis retoños casi treintañeros, Saludos Juan
ResponderEliminarJuan, qué buenos recuerdos, cuando nos presentaste el manifiesto en clase de Cambio social. Muchas gracias por tu labor docente! Muchas gracias por tu presencia. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Delia. Es importantísimo para mí tu comentario y tu presencia aquí.Un abrazo
ResponderEliminarTemas importantes que se deben reflexionar.
ResponderEliminarSALUDOS AMIGOS
Temas importantes q se deben reflexionar.
ResponderEliminarSALUDOS AMIGOS