Susana Díaz
se encuentra en espera del fatal desenlace del pobre Pedro. Este ha hecho lo
imposible por salvarse en el nuevo tiempo de la gran tragedia partidaria. En la
segunda edad del pesoe Zapatero entregó
la organización al inefable Pepe Blanco. Este hizo de la destrucción de la
misma, una obra de arte. Algún día hablará alguno de los desplazados por esta
dupla fatídica para el partido. En su tiempo fueron desplazados los cuadros
sobrevivientes a la primera edad, siendo reemplazados por un conjunto de
personas manifiestamente anónimas, que debían su promoción al creador de las
mitologías ferroviarias.
Susana
espera, junto con los barones del sur, el momento de su investidura sobre las
ruinas electorales resultantes de la situación en la que el pobre Pedro se ha
desempeñado. Este es, precisamente, un
hombre del benefactor Blanco. El presentimiento de su final le induce a hablar
en los actos partidarios como un predicador convencional que advierte en tonos
crispados de los peligros derivados de la multiplicación de los pecados y de
los pecadores. Lo que se oculta en los discursos partidarios es el hecho de que
su base electoral se ha fragmentado por la emergencia de los bárbaros que
proceden de las tierras del más allá. Solo el reconocimiento de este hecho
puede regenerar la estrategia del atribulado partido, para dotarla de un
realismo imprescindible.
Granada es
una extraña ciudad en la que la estructura económica y social determina la
existencia de unas élites manifiestamente tradicionales. Este hecho incide
sobre la prensa local. En los largos años que habito aquí, los periodistas que
leo en la prensa local, gentes vivas, cualificadas y comprometidas con la
ciudad, terminan por desaparecer de sus medios para reaparecer en la prensa
digital. Este proceso de desapariciones es coherente con tan moderna sociedad
local, que invoca a la tecnología y la innovación, pero que se produce en torno
a varias castas locales cerradas a lo global, y que no pueden disimular su
origen rural.
Uno de esos periodistas es Antonio Cambril. Ahora escribe sus
columnas en el Independiente de Granada. Reproduzco la última referida
precisamente a Susana Díaz, a la que denomina “Susana Díaz de Vivar”. Como
muchos textos de Cambril no tiene desperdicio. El sentido de traer aquí un
texto de este periodista, tiene la pretensión de recordar que la innovación es
algo más que lo tecnológico. Es imprescindible que afecte a todas las esferas y
también a la prensa local.
EL INDEPENDIENTE DE Granada
18 de junio de 2016
http://www.elindependientedegranada.es/blog/susana-diaz-vivar
Susana Díaz
lo ha conseguido. La presidenta del Gobierno socialista andaluz, la Venus
orgánica, el aparato hecho hembra ha impuesto sus condiciones y ya ha salido el
ex de Administraciones Públicas Jordi Sevilla a pregonar que, tras las
elecciones del próximo día 26, gobierne el partido que cuente con más apoyo
parlamentario. Lo cual vendría a significar que, salvo que Unidos Podemos
derrote al Ibex 35, a la patronal, al complejo financiero-mediático, a la
Conferencia Episcopal, a la oposición venezolana, a la difamación, al resto de
partidos y a todas las encuestas, la derecha gobernará otros cuatro años en
España. Y que en el PSOE hay señoras y señores partidarios de mantener las
políticas feroces y el sufrimiento de gran parte de la población si con ello
consiguen prolongar la agonía, ganar tiempo y evitar que otra organización los
suplante y aplique las políticas de progreso social que ellos abandonaron el
día en que decidieron circular por la tercera vía de Tony Blair (Dios y Murdoch
se lo paguen) en cuyas curvas han descarrilado la práctica totalidad de los
partidos socialdemócratas europeos.
La noticia
es capital por lo que adelanta y por lo que significa. De entrada supone que en
la cúpula del PSOE ya poseen encuestas crudas, información suficiente como para
entender que se va a perder la hegemonía de la izquierda. Y de salida trasluce
que, políticamente hablando, la foto no engaña y Pedro Sánchez es lo que
aparenta, un jefe de planta del Corte Inglés, un buen comercial con un producto
deteriorado, un mandado puesto ahí por Susana Díaz y la poderosa federación
andaluza, que lo consideraron más moldeable que Eduardo Madina o José Antonio
Pérez Tapias, hombres de aspecto menos resultón pero con mayor cualificación
cultural y convicciones ideológicas. ¿Pero quién es Susana Díaz? ¿Quién es esta
mujer a la que se le ha puesto en el moño que en España no haya un gobierno de
izquierdas si no lo lidera su partido? Pues la misma que hace apenas un cuarto
de hora gobernó Andalucía con el apoyo de Izquierda Unida, con el comunismo
convertido de nuevo y en un repente en el fantasma que recorre Europa.
Susana Díaz
nació mayor y echó las muelas del juicio antes que los dientes de leche. Se
desconoce si de niña tuvo un muñeco al que llamó Felipe y otro al que llamó
'Arfonso', pero hay noticia de que en la adolescencia redujo casi
exclusivamente sus relaciones a la chiquillería socialista, a las Juventudes de
las que llegó a ser jefa de pandilla. Después se integró en el PSOE, cursó
estudios de Derecho, pasó años trotando desde su casa a la sede y desde
la sede a su casa y, en el camino, fue escalando posiciones, empujando,
poniendo codos, ocupando cargos y deshaciéndose o distanciándose cuando le
convino de los que antes fueron sus valedores.
Quiero decir
con esto que la señora encarna algunos de los errores que han conducido al PSOE
a su actual laberinto, que es una auténtica profesional de la política y
puede que albergue la intención de agotar en ella su vida laboral. Como todos
los afectados por el virus de la endogamia del partido, como todos aquellos sin
otro horizonte laboral que el de transitar de las juventudes a las senectudes
socialistas y que han hecho de la organización una selva nutricia en la que se
mueven con obediencia ciega o con celeridad despiadada, Susana Díaz es tan
buena táctica como mala estratega. Lo demostró el año pasado, cuando decidió
romper el pacto con IU y adelantar las elecciones autonómicas para sorprender a
Podemos a contrapié. Y lo confirmó al apoyarse en Ciudadanos para formar
gobierno en Andalucía e imponer después el mismo pacto a escala nacional a
Pedro Sánchez, con lo cual antepuso su comodidad e interés en Andalucía a la
tarea de lograr la recomposición y fortalecimiento del PSOE nacional.
Susana Díaz
es una política mandona, faltona y de potentes luces cortas, pero con escasa
capacidad de seducción frente a un adversario inteligente al cual pueda
necesitar en un futuro que no sea inmediato, de ahí que el martes llamara
Mortadelo a Pablo Iglesias y de ahí que haya roto relaciones con Teresa
Rodríguez, la líder de Podemos en la comunidad y su particular Blancanieves
parlamentaria.
Susana Díaz
es una intelectual orgánica si quitas lo de intelectual. Puede citar con
autoridad y conocimiento de causa a Epi y Blas o a personajes del TBO, pero
uno, que la ha sufrido en algunas conferencias y 'funciones teatrales', jamás
la ha oído improvisar una cita o un pensamiento culto, inteligente o digno de
reflexión. ¡Por estas! La información que atesora no procede de libros de
historia, ensayo o filosofía, sino de los documentos oficiales, de los recortes
de periódicos que le sirven cada mañana desde su gabinete de prensa y de lo que
oye a quienes saben… y quienes saben, para ella, son los viejos barones
desnortados del socialismo y muy especialmente Felipe González, quizás el mayor
de los lastres que soporta en la actualidad la organización. La astucia, el
azar, el perfecto conocimiento de los mecanismos internos del partido y la ley
de conservación de las especies políticas que desaloja a los mejores la han
aupado al pedestal de la historia, pero el PSOE cuenta con decenas de técnicos,
asesores, alcaldes y concejales con más criterio, ilustración y sensatez que
ella.
A Susana
Díaz le pones un gorro frigio, la envías a la plaza de un pueblo de 1.500
habitantes, remoto y alejado de todo, hasta de sí mismo, tira de argumentario,
empieza a largar latiguillos y topicazos con acento trianero, se abraza a los
viejecitos, besa a sus esposas, se rasga las vestiduras y monta una coreografía
tuneada del cuadro de Delacroix: 'La Demagogia conduciendo al pueblo'.
Susana Díaz
presume de roja, pero es muy 'respetada' en las tertulias de 13 TV y la heroína
de Eduardo Inda, vocero mayor y campeón periodístico del neoliberalismo, que
lleva haciéndole la hagiografía en televisión desde poco después de su llegada
al poder. También cuenta con el reconocimiento y la idolatría de los
'susanícolas', de toda la colección primavera-verano-otoño-invierno de cargos
públicos y dirigentes del PSOE y de buena parte de los medios de comunicación
con presencia en Andalucía. ¿Por qué? Porque posee dos virtudes
incuestionables: el BOJA y el presupuesto. Uno le facilita nombrar y cesar,
decidir sobre el presente y el futuro de las personas, y el otro le permite
hacer “de piedras pan sin ser el Dios verdadero”, subvencionar y vencer líneas
editoriales e infinidad de voluntades.
Lejos de la
taifa andaluza quedaría desnuda, con sus dos principales virtudes anuladas y
todos los defectos al descubierto. Si impone su voluntad y su consejo, si
decide los pasos a seguir, el PSOE emprenderá un camino hacia el
ensimismamiento y la lucha por el pan de muchos de sus dirigentes que hará
imposible durante años cualquier alianza de la izquierda. Y más que como la
campeona de la reconquista de los territorios y el prestigio perdidos por el
socialismo se la recordará como la que nos condenó a otra década de gobierno de
la derecha. No ganará una batalla ni viva ni después de muerta. No será, como
algunos ilusos piensan, Susana Díaz de Vivar, sino la papisa negra. Después de
ella, el Armagedón.
1 comentario:
Gracias por traerlo, desde luego que el texto no tiene desperdicio, bueno...siempre nos quedarán estos buenos ratitos de lectura para constatar que no estamos del todo solos en este valle de lagrimas y corrupciones :)
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