Durante muchos años he impartido una asignatura “Sociología de los movimientos sociales”. En esta se hacían sesiones con movimientos sociales vivos con la presencia de activistas. Por la clase desfilaron muchos movimientos y causas sociales. En no pocos casos, la exposición de sus situaciones, motivos y argumentos eran elocuentes, produciendo un impacto en la sensibilidad de los participantes. En general los movimientos se encontraban invisibilizados, tanto por las instituciones como por los medios de comunicación. Pero las sesiones con los investigadores precarios suscitaron una conmoción especial. El conocimiento de sus condiciones y de sus trayectorias ponía de manifiesto el desprecio por el saber de las élites españolas, que persiste por encima de los sucesivos cambios de régimen y de gobierno.
El estatuto secundario que se asigna a la investigación se encuentra determinado por el tipo de crecimiento económico español en todos los tiempos. El capitalismo aventurero de los años sesenta y setenta, fundado en bases tecnológicas e industriales frágiles, se reproduce en el crecimiento del ciclo que comienza en los noventa, en el que la desindustrialización es simultánea al crecimiento basado en el ladrillo y sus acompañantes unificados por la baja productividad. En ese cuadro, la investigación representa un papel inevitablemente marginal.
La simbiosis entre el capitalismo español basado en los negocios-pelotazos y el recién advenido capitalismo cognitivo, genera un mercado de trabajo explosivo. El cóctel entre el autoritarismo y el neoliberalismo, sitúa a las nuevas generaciones en una situación inaudita. El alto grado de escolarización y acceso a la universidad concluye con la colisión del mercado de trabajo que integra su raquitismo con sus códigos laborales y salariales regresivos. Así se amontonan nuevas generaciones en espera de su inserción laboral.
Las generaciones bloqueadas son utilizadas como mano de obra barata y precaria. Los jóvenes investigadores se integran en estos contingentes generacionales. Pero la verdad es que la investigación es superflua a la lógica de un sistema productivo en el que los beneficios se derivan de actividades económicas emancipadas del conocimiento. Así, nadie demanda investigación, salvo en los casos de la biomedicina, defensa o alguna otra excepción, siendo utilizadas como escaparate para ocultar la marginación global de la investigación. En el caso de las ciencias humanas y sociales la situación alcanza proporciones verdaderamente patéticas.
En tanto que el sistema se reproduce en la compañía de una investigación minimizada, se acumulan contingentes de investigadores de las universidades masificadas. Los investigadores junior prolongan su estado de anemia profesional en condiciones pésimas en el tránsito eterno al futuro. Lo peor es que la gestión de la investigación, extraña a este sistema productivo, se realiza mediante métodos crecientemente autoritarios y disciplinarios. Los contratos, los salarios y las condiciones laborales de este penalizado colectivo son coherentes con su condición marginal. Lo dicho, nadie espera sus resultados. Así, son gestionados de modo creciente con los métodos de las poblaciones marginales o peligrosas. La precaredad es el estado adecuado para privarles de un suelo existencial. Su perpetuación los hace cada vez más dóciles.
Este es un comunicado de los investigadores precarizados de la Universidad de Granada que rescaté ayer en mi facultad. Solo cabe interpretarlo en las coordenadas de la sordidez extrema. Su situación es un factor de indignación.
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¿NOS QUERÉIS RECORTAD@S Y PRECARI@S?
NOS TRENDÉIS SOLIDARI@S Y LUCHANDO
Somos un grupo de investigador@s precari@s de la Universidad de Granada. Nos solidarizamos con la lucha estudiantil contra el 3+2, la LOMCE y el modelo educativo neoliberal, del que la Universidad de Granada es paradigma con sus políticas de recortes, privatizaciones y pérdida de derechos que afectan a todo el conjunto de la comunidad universitaria.
El mundo de la investigación también se ve profundamente afectado por esos procesos. Solo por trer algunos ejemplos, se nos exige cada vez mayor “productividad” académica, en términos de publicaciones en revistas indexadas “prestigiosas”, por lo general propiedad de empresas editoriales multinacionales como Sage, Routledge, Elsevier, etcétera. Se trata de una productividad que mide lo cuantitativo, acumulativo, sin tener nada que ver con su calidad y olvidando que la buena investigación requiere tiempo y condiciones de trabajo dignas.
Much@s tenemos que “sumar méritos” como publicar avalanchas de los citados artículos (un proceso que tarda meses) para optar a un contrato menos precario que el que tenemos, otr@s teníamos un contrato que ya se nos ha acabado y estamos en el paro o incluso sin prestación alguna. Nos vemos abocad@s a un presente (y a un futuro) de auto-explotación en aras de “mejorar nuestro currículum”, para esperar algún día poder volver a tener contrato. Es decir, que trabajamos sin remuneración, y a veces incluso teniendo que pagar de nuestro bolsillo (como participar en congresos, que también nos exigen) con la esperanza, algún día, de ganar alguno de los cada vez menos frecuentes concursos y convocatorias de becas doctorales y posdoctorales, plazas de interino o de ayudante doctor.
La Universidad de Granada acompaña y acelera el proceso de precarización de las políticas estatales; así lo hizo la anterior gestión y así no ha dejado de hacerlo la actual. Incluso se vislumbran empeoramientos, si es posible: sólo por poner ejemplos, se han practicado o se preanuncian recortes ulteriores en planes de contratación posdoctorales, como son los programas de “Perfeccionamiento de doctores” o de “Incorporación de doctores” del Plan Propio de Investigación de la UGR. En lo que afecta a la contratación del PDI, no sólo se contratan cada vez menos plazas y se abusa de las figuras contractuales precarias para casos inapropiados, sino que además se asiste a una creciente vejación burocrática (conocida como la “burrorepresión”) por parte de una administración universitaria, tan rígida en sus exigencias formalistas ante los concursantes como ambigua y farragosa a la hora de dar respuestas a las legítimas exigencias de transparencia e igualdad de trato. Últimamente hasta hemos asistido a casos de “racismo, clasismo institucional”, donde candidatos que poseían todos los requisitos para participar (y eventualmente ganar) determinados concursos, han sido expulsados por obtener su título de licenciatura en otros países de la Unión Europea y en terceros países. Eso del “Espacio Superior de Educación Europea” es sólo un pretexto: como siempre, la libertad de circulación es para los capitales y las empresas, no para quienes trabajamos, estudiamos y vivimos a diario la dramática situación de la Universidad.
Mientras sigamos viviendo lo que nos acontece como injusticias individuales, no podremos cambiar la situación. Con lo que cuentan es justamente con nuestra resignación, y con la “privatización de las soluciones”. Es por eso que hacemos un llamamiento a aquellas personas que comparten nuestra misma situación de precariedad, para que empecemos a reunirnos a compartir problemáticas, y para que estas se conviertan en reivindicaciones colectivas y nuestros derechos sean respetados de una vez por todas. Ya se dijo antaño y lo seguimos repitiendo: la única lucha que se pierde es la que no se da.
INVESTIGADOR@S PRECARI@S DE LA UGR
Mail de contacto:ugrprecaria@gmail.com
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Noticias como la unión de estas personas precarizadas me alegran, me dan luz. Pese a la dificultad de vencer, la resistencia y la alianza es siempre el camino.
ResponderEliminarMe acordé de estos versos de Ismael Serrano...
Escucha la llamada,
únete al grito de los cansados,
La vida fue un ensayo hasta ahora,
Sal a la calle, salta las olas,
Brilla en la tarde tu luz de aurora.
Que el miedo cambie de bando,
Que el precariado se haga visible,
Que no se olviden de tu alegría.
Que la tristeza si es compartida
Se vuelve rabia que cambia vidas.
Mi mente da rienda suelta a su imaginación y fantasea con la idea de que un día, los y las investigadoras precarizadas de todo el territorio se unen y consiguen subvertir esta situación, logrando recuperar su dignidad y sus derechos.
Estimado profesor Irigoyen:
ResponderEliminarSiendo uno de los impulsores del citado panfleto, le agradezco muchísimo el apoyo y la atención mostrada. A las interesantes reflexiones que aporta, me permitiría añadir una observación sobre el nivel de degradación que conlleva la actual lógica neoliberal aplicada al mundo de la investigación, con todos los agravios determinados por su "mestizaje" con ciertos estilos gubernamentales burocráticos y jerárquicos muy típicos del caso español. No sólo se nos exige creciente productividad, no sólo se nos impulsa a alimentar las maquinarias del capitalismos cognitivo sin ningún derecho o garantía, sino que además esto se casa, como bien dice, con "métodos crecientemente autoritarios y disciplinarios". Solo por poner un ejemplo personal: después de conseguir el doctorado he participado en 41 concursos en el último año y medio. De éstos, una gran mayoría de las convocatorias exigía rellenar documentación compleja, extensa, dando pruebas de "calidad" en cada apartado. La cantidad de tiempo gastado en la tramitación de solicitudes que, a día de hoy, ocupa al menos el 50% de mi jornada "laboral" (cuando lo que más me gustaría hacer es investigar), no se ve mínimamente correspondida por el respeto debido que nos mereceríamos de parte de la administración universitaria.
En efecto, cuando esa "eficacia" y "calidad" nos la tomamos en serio, y empezamos a exigírsela también a la institución universitaria a la hora de darnos explicaciones sobre convocatorias poco claras o decisiones burocráticas inexplicables, la mayoría de las veces nos encontramos ante una cerrazón apabullante. Ante un "lo dice la normativa", "lo dice la ley", "no puedo hacer nada porque esto es técnico". Ocultando decisiones políticas censurables detrás de procedimientos burocráticos y racionalidades despolitizadoras. Fomentando ulteriormente la competición individual en aras de hacerse con recursos "escasos", desincentivando la solidaridad y la organización colectiva. Y es que además esta universidad es clasista: intenten interponer un recurso de alzada ante la Universidad para defender algún derecho, yo lo he hecho en dos ocasiones y los Servicios Jurídicos de la UGR no han considerado digno ni siquiera responder a mis alegaciones (aunque fuera para decir que "no"). Ante eso hay dos opciones: "dejar pasar, que esto no va a cambiar nunca" o interponer un contencioso, ante un juez, es decir, gastarse algunos miles de euro para que alguien por lo menos escuche tus quejas, cuando el dinero es justamente lo que nos falta. Tener que pagar para defender el derecho a trabajar. Y es con eso con lo que cuentan, que al final desistamos y, dado que somos precari@s, igual nos piramos a otro lugar y hasta luego, ya dejaremos de ser un problema.
Es por eso que algun@s hemos pensado que ya viene siendo hora de defender nuestros derechos. Y la próxima vez que vayamos a quejarnos por el enésimo recorte de fondos para la investigación y nos digan que luchemos el uno contra el otro para mejorar nuestra baremación, que les digamos que ni hablar, que lo que queremos es que dejen de jugar con nuestro futuro, y que la cuestión no es técnica sino política. Vale la pena intentarlo, porque peor, no pueden ir. Un saludo cordial y de nuevo muchas gracias
Gracias por vuestros comentarios Silvia y Luca.
ResponderEliminarSilvia, siempre ha sido muy importante la imaginación. Pero en este tiempo es mucho más importante para superar estas instituciones obsoletas. Vuestros derechos son muy importantes para todos por vuestra función social, porque el futuro depende de la investigación.
Luca, tu testimonio es esclarecedor y estremecedor. Te han convertido en experto en concursos. Estoy de acuerdo en que el problema de fondo es político y que el control político de la innovación es una característica esencial del presente.
El año pasado publiqué un post sobre la precarización de los médicos jóvenes http://www.juanirigoyen.es/2015/04/clara-benedicto-y-la-corrosion-del.html Me impresionó mucho sus relatos que convergen con el tuyo en la disposición a concursar eterna.
Es muy importante que no interioricéis la situación de inferioridad en que os ubican. El problema son las estructuras no vosotros.
Un abrazo para tod@s
Hola a tod@s. Grandes verdades las que dice esta entrada y ese escrito. Vergonzosa esta universidad neoliberal-burocrática que han creado y están creando. Yo ya lo estoy viviendo desde el doctorado: Para empezar, cada vez ponen más obstáculos y trabas para recibir una beca aunque tengas buena nota de expediente (yo estoy empezando el doctorado y estoy sin beca, y con buena nota de licenciatura y el máster, pero machacan a los profesores con la obsesión esta de los JCR, etc.). En segundo lugar, ahora te piden al iniciar el doctorado según el decreto de 2011 que presentes un proyecto de investigación, que validado por tu director de tesis, puede ser echado para atrás por una comisión que normalmente no tiene ni idea del tema ni nada, cosa que a mí me ha ocurrido. En tercer lugar, el problema está en alguna gente de la comunidad universitaria, en Granada los tenemos, en ciertos catedráticos obsesionados con la bibliometría, que nos intentan imponer de forma autoritaria a los demás sus modelos y su pensamiento único neoliberal. Para acabar, estoy ya muy indignado con esta universidad mercantilizada que intenta asfixiarnos ya desde muy pronto a los alumnos con un pensamiento más crítico que se sale de la ortodoxia ultracapitalismo que nos imponen algunos, que además tienen demasiado poder en algunos programas de doctorado. Gracias a los que me lean y se interesen por la situación de los nuevos doctorandos.
ResponderEliminarGracias Pablo. Tu experiencia es la de toda tu generación. La hiperreglamentación del doctorado subordina el conocimiento a los sofisticados pesos y medidas que hacen opaca la selección. Un profesor de la universidad de Granada, Manuel Amezcua, lo denomina acertadamente "Papirolatría".
ResponderEliminarSaludos cordiales
Pues nos están indignando, y lo peor no es solo que esto lo hayan impuesto los partidos dinásticos al servicio del poder económico,es que luego cuentan con el aplauso y la colaboración de parte de la comunidad universitaria. Algún día estallaremos los alumnos, la situación a veces es de impotencia ante tanta injusticia. Agradezco su comprensión, sí, es la experiencia de toda mi generación, la generación precaria o la generación indignada. Esta universidad tal como la están planteando, es una máquina de conflictos que podrían evitarse, quizás alguna vez al sistema se le vuelva en contra lo que están imponiéndonos.
ResponderEliminarPablo, el futuro no está escrito, es una cuestión abierta en la que podemos intervenir.
ResponderEliminarExacto, así es, espero que logremos cambiar todo esto alguna vez.
ResponderEliminarPrecisamente era eso lo que quería transmitir en mi comentario, que podemos actuar para cambiar el rumbo imperante.
ResponderEliminarFast science o cómo la preocupación por los requisitos que imponen dichas empresas termina (o va de camino) con la imaginación sociológica.
ResponderEliminarGracias Rocio. Me alegra tu aparición aquí. Estoy de acuerdo con lo de la imaginación sociológica. En esta situación todas las imaginaciones son penalizadas.
ResponderEliminarGracias Juan, una vez más, por abrir este espacio reflexión. Y gracias también a Luca por su testimonio, que en mi trayectoria personal me resulta de gran ayuda.
ResponderEliminarEl testimonio de Luca me ha dado una idea para el colectivo de investigadores precarizados que igual queréis poner en marcha. Se trata de crear un blog en el que se muestren trayectorias de forma anonima que nos hagan ver lo que se está debatiendo: factores generacionales, violencias estructurales, procesos opacos, etc.
En mi opinión, la clave está en el aislamiento en el que enfrentamos los diferentes problemas colectivos. Dicho blog podría recoger testimonios de investigadores precarizados y podría servir como punto de unión con otras universidades y disciplinas.
De mi paso por la Universidad Complutense conservo mi vinculación con una comunidad virtual de estudiantes de tercer ciclo. Voy a vincular esta entrada del blog e intentar motivar a los/as miembros de dicha comunidad a que se pongan en contacto con el colectivo de Granada.
Su dirección es: tercer-ciclo-somosaguas-ucm@googlegroups.com
Al que le interese tiene que proporcionarme su email para recibir una invitación.
Yo les voy a proporcionar a ellos el email del panfleto.
Espero que vuestro panfleto tenga repercusión!!!
Salud!!!
gracias Liron Careto. Me alegra tu aparición aquí proponiendo iniciativas.
ResponderEliminarCuídense, búsquense la vida allí donde merezca vivirla, no sucumban, luchen organizadamente, hoy es muy difícil y en la burbuja de autismo académico ni te cuento. Yo ya no tengo fuerzas, sinceramente.
ResponderEliminarYo me doctoré trabajando todos los fines de semanas y temporadas como bracero. Acabé la carrera a duras penas con beca y con una familia que lee y escribe a duras penas.
Mis intereses y rebeldía me hicieron ir de un lado para otro, provincias, regiones, universidades y países. Ahora tengo más de 70 años, amigos, nietos, una huerta y un entorno saludable. A los 40 años abandoné la carrera académica, suponía traicionar demasiadas cosas. Piénselo, lo más hermoso de la vida (Luca tu relato es revelador) es la propia vida. Dejé la universidad para dedicarme a vivir con menos dinero y más ganas. Empecé vendiendo libros y acabé de bibliotecario en la administración pública. Algunas primaveras y otoños celebrábamos encuentros de elevado interés para pacifistas, ecologistas, feministas e internacionalistas.
Saludos a todos, Miguel.
http://antropuntodevista.blogspot.com.es/2016/03/la-academia-la-salud-y-el-capitalismo.html?m=1
Gracias Miguel. Tu comentario es esclarecedor. Me alegra confirmar que algunos mayores apoyamos activamente a los jóvenes precarizados y avasallados. Tu salida del sistema académico es frecuente ahora, tras años de acumulación de méritos.
ResponderEliminarMe ha interesado mucho el link que aportas.
Saludos cordiales
Muchas gracias Miguel. Tú relato me sirve de gran ayuda, porque después de terminar un máster de acceso al doctorado en 2012 llevo tres años con la sensación de que estoy atravesando un desierto, sólo, aislado, sin agua, sin conocer que caminos están viviendo mis compañeros... Y lo peor de todo es que cuando encuentro un pequeño oasis con un poco de agua y comida; sigo "machacándome", literalmente, pensando que todavía tengo fuerzas para atravesar ese desierto que en mi caso es terminar el doctorado y seguir acumulando méritos. Es un proceso doloroso que me está costando la salud. Y aunque me he dicho muchas veces "ya está, a otra cosa", me resulta muy difícil porque se mueven muchas cosas y recuerdo los placeres que viví vinculado a la disciplina: es un proceso masoquista que no traduce otra cosa más que "un miedo terrible a la libertad". Miedo a empezar de nuevo. A olvidar todo lo viejo, y quedarme con la aprendido en el camino. Porque si algo me jode del pensamiento utilitarista que he sostenido en mi cuerpo durante este tiempo es haber marginado lo mejor de la sociología: sus enseñanzas para crecer como personas. Y lo otro que más me jode es que siendo consciente cada día más, de todo ésto, mi pensamiento se vuelva en contra de mí: esa idealidad del yo como consecuencia de una auto-explotación sin fin ni horizonte; de ahí la metáfora del desierto.
ResponderEliminarSí, estoy de acuerdo contigo. Hay que encontrar nuevas formas de sociabilidad y colaboración más saludables.
Nadie esta exento de contradicciones. No obstante mucho por hacer para que emerga un ser humano nuevo, una onto-cultura otra en el desierto del todo lo quiero. Formas de hacer, vivir, imaginar, pesar, dialogar, compartir, organizarse y ganarse el pan, el techo, la tierra amigo, las condiciones materiales no han de olvidarse, como ganarte la vida, aprender no exige matricularse ni acceder a instituciones, ante todo la vida y nada más.
ResponderEliminarMiguel.
Gracias Lirón y Miguel. Me parece que tu último comentario apunta lo fundamental. La academia, el mercado de trabajo y el conjunto de las instituciones que los acompañan son irreformables. Las personas tan dañadas por ellos como Liron en particular solo pueden buscar desde el exterior. La referencia de Jesús Ibáñez y su sociología nómada es fundamental en este tiempo. En 1985 en su obra "Del algoritmo al sujeto" escribe
ResponderEliminar"Para acceder a un puesto académico se contabilizan extensiva o cuantitativamente los méritos del candidato o postulante. De ahí que su actividad se oriente, en la mayoría de los casos, a acumular méritos, a acumular valor de cambio dejando de lado el valor de uso. El único texto que cuenta es el currículum que no registra una peripecia profesional, sino que la simula... Los imperativos del negocio imponen una inflación para acumular méritos y/o mercancías que vender interesan productos en cantidad y no producciones de calidad...La producción del discurso sociológico queda bajo el signo del terror: la amenaza de eliminación, como interlocutor, del sujeto del discurso. Los sociólogos están perdiendo la propiedad sobre sus discursos. No necesitan ser formados, el saber no se acumula ya en sus cuerpos, sino sólo reciclados como piezas o conexiones del dispositivo informático. Son bienes fungibles: sustituibles por cualquier otro que sea sometido a un reciclaje semejante, que sea semejantemente programado. Lo que se revaloriza no es la competencia, sino la disponibilidad, la aclopabilidad ilimitada. El profesor universitario (y en general los que anidan en las instituciones) tienen que rendir perpetuamente cuentas de su performatividad: sumar puntos con publicaciones, direcciones de tesis y tesinas, asistencia a congresos. El sociólogo que pupula por el mercado es arrastrado por una vorágine de competividad: vender discursos que le den el prestigio suficiente para poder segir vendiendo discursos" Páginas 69-71.
Después de 1985 todo esto se ha visto confirmado y desbordado.
Un abrazo fuerte a los dos.