La deriva de las élites y las instituciones es alarmante, cuestionando la definición de la realidad de los recién llegados y sus “reservas” mediáticas. La libertad de expresión se encuentra bajo mínimos históricos. Se han configurado varios temas tabú que son innombrables. Cualquier alusión a los mismos desencadena un volcán de condenas y de sentimientos negativos. La intolerancia se apropia de una parte del espacio público en el que se conforman temas que no pueden ser aludidos, sin excepción alguna, pues de lo contrario son literalmente lapidados por una horda vociferante. Se está conformando un fundamentalismo español en un contexto de declive económico e institucional. He dicho fundamentalismo para ser riguroso y preciso.
Por eso he tomado la decisión de aludir en este blog a los temas prohibidos-- sí, prohibidos-- en tanto que no se permiten las diferencias, ni pueden mencionar bajo riesgo de ser lapidado mediáticamente. Lo haré los próximos días. Pero ahora, apresuradamente, saco a la luz una de las cancioncillas de mi juventud. Es el gorila de Brassens. Este es uno de los críticos más perspicaces de la vida, siempre amenazada por la autoridad de turno. Como poeta y músico, Brassens practicaba un humor corrosivo que siempre me ha fascinado, en tanto que es inseparable de la lucidez.
¡ojo al gorila¡
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