El esplendor de los medios audiovisuales como soporte de las instituciones centrales del marketing y la publicidad constituye el núcleo de la nueva época, en la que el declive del pensamiento y del antaño imperio de la letra escrita es patente. El nuevo estado de producción y consumo desbocados se sobrepone en todas las esferas sociales. De esta confluencia resulta un mundo extraño que ha perdido el sentido. Porque es imposible pensar un escenario de paz y estabilidad en un mundo en el que la inteligencia se ha divorciado inexorablemente de las decisiones de gobierno, en cuyo proyecto solo caben las magnitudes de la fábrica de productos, de su conservación y expansión.
Este declive fatal de la inteligencia y la sensibilidad se expresa en la indiferencia de la tragedia africana. El Mediterráneo deviene en un cementerio imperceptible para los saturados consumidores del norte. En estas condiciones, las imágenes aterradoras de la policía y los militares protegiendo los partidos de fútbol, los conciertos, las compras y los transportes son una premonición de un futuro inaceptable. La escalada en la producción y el consumo ha terminado por generar una inflación explosiva en su precio. Este ha alcanzado cotas insostenibles. Rodeados de tragedias sin que se pueda vislumbrar una salida a las mismas, el conflicto ha terminado por desplazarse a los espacios del privilegio.
El problema radica que una rectificación no puede proceder de unas élites subordinadas al formidable aparato de producción y consumo, con su escolta de estructuras mediáticas audiovisuales. Pido disculpas por el adjetivo, pero esta sociedad solo puede calificarse mediante el adjetivo de “imbéciles”. La imbecilidad se extiende sin oposición por todos los espacios sociales. Este es el supuesto sobre el que se produce la campaña electoral que estamos sufriendo, en la que los candidatos se prodigan como patéticos protagonistas del show indiferente a los problemas de fondo. El destierro de la inteligencia es patente, acompañada por los silencios clamorosos de las antiguas instituciones del conocimiento, tales como la universidad.
La decadencia de la inteligencia, agotada en la producción de bienes y servicios, genera un vacío de conocimiento en el que los ciudadanos-consumidores experimentan una infantilización sin precedentes. Así entregan sus cuerpos alegremente a los cacheos de las fuerzas de seguridad redentoras, de modo que puedan garantizar su protección en los distintos eventos deportivos y de ocio. Así se conforma el penúltimo espectáculo de decadencia de Europa, convertida en una fortaleza cuya finalidad principal es protegerse a sí misma. La nueva sociedad policial se encuentra ya en su infancia, en tránsito a su consolidación.
El vacío de la inteligencia y la tragedia de la pérdida de sentido determinada por el autismo de la comunicación de masas, remite inevitablemente a los poetas. Por eso subo un video de Georges Moustaki que permite varias lecturas. Antes había un jardín, pero lo cierto es que el mundo hay que entregárselo a las siguientes generaciones. Sobre este texto es posible imaginar, que es a lo que invito a los lectores que viven una realidad en el que la imaginación ha sido neutralizada por el aparato de producción de bienes y servicios y los dispositivos que lo acompañan. La pesadilla seguritaria del presente es la perversión del mundo imaginario aludido por Moustaki. Tras el jardín.
4 comentarios:
¿Dónde está ese jardín donde nosotros hubiéramos podido nacer?
La izquierda ausente, un libros imprescindible:
https://www.youtube.com/watch?v=fbAf-S7P0gk
Mariano
Gracias Mariano por traer el clarificador libro de Losurdo.
El jardín es una metáfora de Moustaki referida a una dimensión de la catástrofe del siglo XX que es el medio ambiente. El sentido que le atribuyo es el que se refiere al origen. La matanza de París, junto a las cotidianas de los países árabes por las aviaciones de las potencias militares, es un indicador que cuestiona el progreso del mundo. Este es el sentido de mi post. Un mundo en el que las poblaciones de los paises centrales están saturadas de consumo material, rodeadas de poblaciones llenas de carencias. El contraste es una bomba, acrecentada por el declive de la inteligencia, que se consume totalmente en ciencia-tecnología para la producción. No queda ni un ápice para la convivencia o lo social. Moustaki alude a la herencia que recibirán las siguientes generaciones. Esta es la cuestión principal.
Hace tiempo que abandonamos ese "jardín" gracias Juan por darnos esa mirada siempre tan esclarificadora en este tiempo sin tiempo el cual nos arroja a esa ingravidez plasmada magistralmente por Cuaron. Al igual que en la película citada estamos solos en nuestra nave soyuz, allí estamos a salvo nada nos molesta nada nos interrumpe nuestra sinestesia global excepto nuestra propia basura espacial que nos precipita inexorablemente a la desintegración.
Saludos Joaquín.
Gracias Joaquín. Comparto lo de las naves soyuz y la basura espacial, que se acumula en este tiempo diseminada por la atmósfera.
Saludos
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