Con esta entrada inicio los archivos de la destitución, en los que voy a contar el extraño mundo universitario que vivo, que resulta del conjunto de reformas neoliberales que se intensifican en los últimos años. Una de las dimensiones primordiales de estos cambios es la destitución de la vieja profesión docente por parte del complejo de fuerzas que abren el camino a la nueva universidad, congruente con la transición hacia la nueva sociedad neoliberal avanzada. En las siguientes entradas me propongo narrar cómo opera la destitución de los docentes, ahora convertidos en emprendedores en el tráfico de méritos global, del que resultan nuevos mecanismos de poder, que estratifican a los profesores, generando una nueva casta de empresarios académicos y un creciente contingente severamente desprofesionalizado y proletarizado.
Una cuestión fundamental del proceso instituyente de la nueva universidad es que, tanto los objetivos como las estrategias del mismo, se presentan encubiertos, de modo que su visibilidad es escasa. Las transformaciones operadas son de gran profundidad, pero no son bien percibidas, en tanto que los esquemas mentales de los participantes en la organización permanecen anclados en el pasado. Así, los cambios son registrados de uno en uno, sin tener en cuenta su adición y recombinación. Además, la mutación más importante, que es la reestructuración de la universidad para adaptarla a los requerimientos del proyecto global, se oculta deliberadamente en el no discurso. Las reformas en curso se ejecutan, pero no se hacen visibles en su integralidad, presentándose como una secuencia de medidas puntuales.
El resultado es la configuración de una realidad difícilmente inteligible, que refuerza los comportamientos adaptativos de los profesores y estudiantes, que responden al alud de estímulos programados mediante comportamientos automatizados, así como la adopción de un sentido común parco y comedido en un grado extremo, que es incompatible con el espíritu de la libertad de pensamiento y de la creación. La universidad se ha convertido en una realidad fragmentada, opaca y automatizada, en la que la monotonía, la autorreferencialidad y el distanciamiento de la sociedad se hace patente.
Uno de los cambios más importantes que se están produciendo es el que denomino como destitución. Este es un término que propone Ignacio Lewcowicz, un historiador argentino cuya obra es extremadamente sugerente. La destitución del estado es el elemento más importante asociado al nuevo orden social emergente, en el que el mercado detenta una centralidad incuestionable. La destitución del estado significa su remodelación radical, así como la pérdida del papel de amparo de las instituciones, entre ellas las educativas, que quedan desvalidas en el orden social mercadocéntrico, desprovistas de un anclaje sólido. En este blog he contado cómo opera con respecto a los médicos en la entrada "Los médicos destituidos".
La destitución es un proceso complejo que incluye varias estrategias. De un lado se modifican drásticamente las normas emanadas del nuevo estado, de modo que se genera una secuencia de medidas y decisiones que remueven el orden organizativo convencional. Pero, junto a la maquinaria de la gestión que produce un flujo de regulaciones incesante, tiene lugar una mutación de los sentidos de la institución. Las significaciones compartidas son alteradas sustancialmente generando una crisis cultural difusa y permanente. La importación del mercado de los sentidos empresariales subvierte el sentido común compartido, dando lugar a un estado de confusión considerable.
La destitución es una consecuencia de los modos de ejercicio de poder postdisciplinarios, en los que la coerción se combina con otras formas de actuación sobre las personas y las organizaciones. No se trata principalmente de prohibir, sino de una conminación permanente que debilite al sujeto gestionado, de modo que capitule gradualmente al comprobar cómo los que le rodean ceden inexorablemente al asedio amable.
Pero la destitución es la forma mediante la que el complejo instituyente, que incluye los mercados, las tecnologías, los media, los consumos y otros elementos, se hace presente en el aula. Las subjetividades de los estudiantes son formateadas por sus dispositivos y contribuyen a generar nuevos sentidos en la educación. La educación es resignificada como competencias para la carrera profesional y como soporte de un proyecto psicológico individual. Todos los saberes y los métodos docentes son reestructurados para subordinarse a estos principios. La forma de visibilizarse son las señales que llegan de todas las partes y que se hacen perceptibles y continuadas.
La destitución resulta de la rectificación de cada uno ante el cerco que se manifiesta en la multiplicación, diversificación e intensificación de las señales emitidas por los sitiadores. Entonces, cada uno de los resistentes va aceptando la retirada lenta, que implica inexorablemente una renuncia final. De esta resulta una reprofesionalización severa de los antaño profesores. En ciencias humanas y sociales se manifiesta mediante la aceptación de un nuevo modo de inteligir, dotado de baja intensidad, derivado de la hegemonía incuestionable de los media, que representan el núcleo duro del complejo instituyente que sitia a la educación convencional.
La destitución es entonces un fenómeno social difuso, que se presenta de modo opaco, de modo que carece de un discurso explícito, al tiempo que es muy consistente en su modo de operar. Por eso en estos archivos de la destitución voy a tratar con realidades que se manifiestan en discursos dobles. Dice el sociólogo Román Reyes, que “El sociólogo es un analista con vocación de terapeuta: escribe sobre lo que está oculto, sobre lo que no se manifiesta de inmediato”. Esto es justamente lo que voy a hacer: escribir sobre acontecimientos que se manifiestan en señales difusas, pero cuyo fundamento es muy sólido.
Porque la destitución es inseparable de la subversión del sentido común de las organizaciones educativas. De ahí la proliferación de lo que antaño parecía inverosímil. Como conocer no es reproducir la realidad, sino construir una realidad mediante el filtro por un esquema referencial de categorías previas y de premisas incuestionables, no pocos lectores percibirán algunos textos como una antología de lo insólito. Pero en una situación de una reforma que disfraza sus finalidades y estrategias, es posible la apoteosis de lo no esperado.
Uno de los saberes que inspira al complejo instituyente es el del management. Desde hace años leo atentamente los textos sagrados de la gestión para comprender el nuevo mundo. Uno de los autores más relevantes es Peter Senge. Fue director de la Sloan School of Management del MIT. En uno de sus libros “La quinta disciplina” propone un concepto fundamental, que es la necesidad de “desaprender”. Manifiesta que para aprender es preciso liberarse de los esquemas cognitivos anteriores. Este concepto representa un papel fundamental del saber managerial, así como de su modo de operar. Desaprender es disolver la identidad profesional para reactualizarse. Así, el pasado se entiende como una carga de la que hay que liberarse en el camino de la reinvención permanente.
Pero la reinvención de los profesores es un proceso en el que se abandona una identidad para convertirse, no en otra, sino en un ser en tránsito permanente, es decir en nadie. No acepto que me conviertan en nadie las fuerzas de mercado. Soy un profesor, nada más y nada menos. Desde mi perspectiva crítica, un miembro de una profesión que se emparenta con un pasado ambivalente. Pero no nadie, un ser sin sustancia que reniega de su pasado y que está en disposición para ser remodelado por el poder gerencial y su maquinaria de recursos humanos.
No, no soy una cosa cuyo valor reside en la siguiente evaluación, que anula todo mi pasado. Mi valor no es el valor de cambio en el campo programado por los gestores. Dice el psiquiatra Guillermo Rendueles que el proyecto neoliberal implica que las personas acepten que al estar en un medio gobernado por fuerzas incontrolables, su valor no depende de ellas mismas, de modo que son como las acciones de la bolsa cuyo valor resulta de equilibrios contingentes. No acepto esto, ser convertido en una persona-acción.
Por estas razones no acepto mi destitución. En ocasiones pido permiso en la clase a las fuerzas que me destituyen como las grandes empresas, haciendo ironías. Lo que reconozco es que me encuentro en una situación adversa, pero los sitiadores no han podido llegar a mi mente ni afectarla. Esto me da fuerza para resistir el asedio y para comportarme orgullosamente frente a las realidades programadas, a las que denomino como fantasías gerenciales. Pienso que en el nuevo orden universitario, una gran parte de la realidad es pura ficción y simulación. Así, muchos de los méritos convertidos en productos docentes y de investigación, son falseados y simulados. Esta convicción vivida durante muchos años fundamenta mi resistencia a la destitución.
Seguimos. Pronto presentaré mi primer archivo acerca del mundo de los traficantes de méritos, antes profesores. También recuerdo que leer este texto y hacer algún comentario no tiene recompensa alguna en créditos. Forma parte de mi programa imaginario de "cero créditos".
Por favor, un ejemplo a la hora de pedir permiso a las fuerzas que te destituyen. Es para entenderlo mejor.
ResponderEliminargracias,
Gracias por tu pregunta
ResponderEliminarDestitución es igual a la nueva programación (incentivos, carrera, evaluación, adaptación, etc) más el ambiente de las aulas que ha cambiado porque todos vivimos otros mundos que se rigen por otros códigos. Este cambio se hace presente mediante señales que envían los presentes.
Ahora los ejemplos:
Deslegitimación de los saberes que en Sociología remiten a la modernidad.
Distanciamiento de la institución: Sólo se hace lo que es programado y obligatorio.
Reducción de la legitimidad del profesor que queda restringido a su poder sobre las actas.
Declive del texto y de la lectura y auge de la vista y el oido.
Crisis de las narrativas que conformaban la educación
...En las siguientes entradas contaré múltiples ejemplos que denotan que la educación ya no es lo que era.
Saludos
Excelente post profesor Juan, yo te animo a que sigas defendiendo y resisitiendo en las aulas, dialogando con las experiencias e ideas de los alumnos, eso sí.
ResponderEliminarA mi, como profesor de filosofía me ocurre que muchos estudiantes se sienten violentados cuando aparece la teoría crítica. Y no hablo de los santos de la autoindulgencia. Reaccionan con un sentimiento como de ilegitimidad cognitiva-cultural. ¿te ha ocurrido lo que digo? Porque es bueno aprender de sus apreciaciones inteligentes y creo que hay algo de etnocentrismo de clase, aristocratismo cognitivo cultural en los textos y en la teoría crítica.
Saludos Juan, Marcos
Gracias Marcos. Ser prfesor de filosofía es una heroicidad en el presente. Sí, he experimentado muchas veces las incomodidades de muchos alumnos ante el enfoque de la sociología crítica. Efectivamente en algunos textos puede aparecer el aristocratismo que planteas. Pero en este tiempo la teoría crítica es severamente marginada para er sustituida por una especie de puré positivo caracterizado por la baja definición y un alto grado de trivialidad. A los profesores en ciencias sociales se nos solicita que nos ajustemos al género "telediario". Todo lo que exceda a este es considerado por muchos como algo insoportable.
ResponderEliminarSaludos
Tres clases presenciales más y termina el periodo de docencia de mi curso para "iniciarme" en ella. Y, con el final, llegan las dudas. Pues en efecto, ¿qué hacer el jueves a la salida de clase para poner un broche de oro? Por ahora valoro:
ResponderEliminara) subirme a la Torre de la Vela con una pancarta que diga: "si no tienes, como a menudo ocurre, ni puta idea acerca de la materia que debes enseñar, no hay curso de Iniciación a la Docencia que valga"
b) encerrarme en el Hospital Real cargado de víveres y resistir hasta que el nuevo flamante equipo rectoral, en conjunto (que ya se sabe que el que calla otorga), me pida disculpas por el daño psicológico, esperemos que no irreversible, causado
3) ir directamente al hospital donde está encamado Lamar Odom, sacarlo de allí y, a partir de ese momento, dejarse llevar. Just saying.
Bueno también podría hacer un "TeachingLeaks" y difundir por ahí la relación entre cada uno de los asociados al curso de marras y los evaluadores de ANECA (todos y cada uno de los profesores han hecho sintomáticos esfuerzos para mostrar que ellos "odian" a ANECA) . Pero para eso primero tengo que encontrar la embajada que esté dispuesta a ofrecerme asilo posterior, claro.
Tu comentario abre el blog a la vida universitaria verdadera. Muchas gracias por la lucidez. Yo soy de los veteranos que no somos ya blancos de empresas de domesticación como esos cursos. Me acordaré de ti cuando vea los mensajes horrorosos que aparecen en mi email de las distintas agencias. También antes de tomar una decisión recuerda que eres un ente que tienes que asumir e interiorizar que tu vida es el perfeccionamiento permanente. Así la ANECA terminará recompensándote.
ResponderEliminarGracias anónimo