Descubrí a Antón Fernández de Rota en mis tiempos de profe de sociología de los movimientos sociales. La llegada a la clase del My Day, que representaba la voluntad de constituir un nuevo conflicto adecuado a las condiciones y las subjetividades de los precarizados, me llevó a leer uno de sus textos, que fue una lectura de la asignatura hasta su extinción. A partir de entonces sigo con interés a este antropólogo tan sugerente, cuyas aportaciones se integran con otros autores de la Fundación de los Comunes.
Por eso he decidido publicar este texto extremadamente inteligente y esclarecedor. Recomiendo su lectura, en tanto que aporta mucho a la comprensión de la forma de gobierno neoliberal, además de esclarecer el fondo de la cuestión Zapata, tan manipulada en los espacios político-mediáticos, que terminan por hacerla ininteligible. El pasado se cierne como amenaza para cualquiera que haya publicado tuits en otro tiempo, en un medio tan determinado por las emociones movilizadas en lastormentas virales. Lo sugiero en particular a los jóvenes precarizados y a aquellos involucrados en la carrera profesional sin fin. El texto explica el guión de los programadores de sus vidas, así como que el vínculo laboral condicional es sólo uno de los elementos del gobierno de su vida. Los demás en el texto.
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Transparencia
y disciplina neoliberal. El caso de Guillermo Zapata
Por
Fundación de los Comunes
Guillermo
Zapata no es racista, tampoco antisemita, ni negador del Holocausto, sino todo
lo contrario. De hecho, siempre ha condenado las políticas xenófobas, como las
de “caza al mendigo” y el “encarcelamiento del inmigrante” por indocumentado,
implementadas precisamente por aquellos que desde el PP lo acusan de lo que no
es. Y, no obstante, a causa de una conversación por Twitter sobre los límites
del humor, que tuvo lugar hace cuatro años y en la que reproducía a manera de
ilustración ejemplos extremos de humor cruel, ha sido linchado mediáticamente
viéndose obligado a dimitir de su cargo de Concejal de Cultura del ayuntamiento
que gobierna Ahora Madrid.
A la
denuncia de estos tweets se ha sumado la de otros con sarcasmos que tiempo
atrás empleó para criticar la instrumentalización de las víctimas del
terrorismo por parte del PP; y un último tweet desafortunado a propósito de una
de esas víctimas, Irene Villa. Ahora bien, más allá de lo particular, de las
descontextualizaciones y del mal gusto de los chistes, el caso pone de relieve
un problema político de máxima envergadura y que tiene que ver con la
disciplina neoliberal en la Sociedad de la
Transparencia.
Neoliberalismo,
capital humano y agencias calificadas
Cualquiera
que sea su forma, austríaca o británica, de la Escuela de Chicago o de
Friburgo, el neoliberalismo establece como imperativo tanto la flexibilidad
como la plasticidad del sujeto. En tanto que empresario-de-sí medido como
capital humano, inversor en sí mismo y en busca de constantes inversores1,
al sujeto se le exige:
1) la
continua reinvención de sí mismo en vistas a maximizar su adaptabilidad en
contextos cambiantes;
2) la
diversificación dinámica de sí mismo mediante el diseño y la gestión de su
portfolio, de su capital y carpeta de productos, con el fin de alcanzar siempre
mayores niveles de “empleabilidad” y “banqueabilidad” (accesibilidad al crédito
y capacidad de atracción de inversores).
Las redes
sociales no son ajenas al “neoliberalismo cotidiano”2. Son, entre
otras cosas, tecnologías de producción, gestión y diseño del portfolio,
monitorizable por el propio usuario, para medir su desempeño, en términos de likes
y tweets, visualizaciones de sus páginas y número de fans, followers
y amistades, todo ello ranquinizado con índices de impacto y estadísticas que
cualifican la información en bruto. La auto-estima o auto-apreciación es lo que
está en juego. La cuestión es manejar tu stock como un capital bursátil; lograr
que no pierda valor y a poder ser incrementarlo con las inversiones correctas.
No se trata solo de Facebook o de Twitter, sino también de redes sociales que
funcionan de manera análoga en otros sectores del capital humano: Tinder para
la autogestión en red del capital erótico-amoroso de uno; Academia.edu para el
capital de investigación; LinkedIn para “gestionar tu identidad profesional,
etc.3
Todo ello
forma parte de las transformaciones de la gubernamentalidad neoliberal que han
acompañado al auge del capitalismo financiero y de la economía digital en las
últimas décadas, inscritas, por tanto, en la financiarización y ranquinización
de la vida cotidiana.
Del
capitalismo financiero a la vida cotidiana
Las redes
sociales son ambivalentes. Han contribuido a dar luz y a animar los procesos de
revolución democrática, pero son también una vasta tecnología de control que
mediante la transparencia extractiva y almacenable por el Big Data engorda
la información disponible de cada cual, de su práctica cotidiana, a lo largo de
su timeline.
Se almacenan
las amistades y contactos, las operaciones comerciales, cada acto de consumo,
la participación en eventos, las opiniones de todo tipo, los hobbies,
los gustos musicales, sexuales y políticos. La vida, cualquier vida, deviene
transparente, objeto del marketing, continuamente auditable y evaluable
según su desempeño actual y previsiones futuras.
Michel Feher
habla de “rated agencies” para definir la condición neoliberal4. El
neoliberalismo impone una existencia donde cada cual está sujeto, en cada vez
en más dominios, a las agencias de evaluación y calificación, similares a las rating
agencies del capitalismo financiero. Tinder es la Standard & Poor’s de
las finanzas del amor y del sexo; Thompson Reuters, el Moody’s del capital
académico. Facebook y Twitter funcionan como extensiones de los departamentos
de Recursos Humanos.
Disciplina
y formalización
El caso de
Guillermo Zapata ilustra el ejercicio político de la disciplina en la Sociedad
de la Transparencia. Serán premiados quienes tengan su historial limpio. Un
higienismo extremadamente perverso pues, como demuestra el caso mencionado,
impone una autocensura tenaz: no importa que uno sea anti-racista, la cuestión
es no verter en la red nada que pueda ser descontextualizado.
Antes de
internet, el miedo del político —o cualquier otra persona pública— consistía en
utilizar las palabras exactas en una entrevista o ante las cámaras, de forma
que los medios opositores no pudiesen descontextualizarlas. El efecto sobre el
discurso fue notable. Cada vez se convirtió más en un montón de frases hechas,
una ridícula formalización o estandarización que, paradójicamente, intentando
defenderse cada político de la descontextualización, contribuyó al descrédito
de los políticos en su conjunto: “hablan como lo hace un jugador de fútbol al
terminar el partido, con un lenguaje extremadamente artificial, vacío y
previsible”.
El efecto de
esta hiperformalización del discurso y su relación con la pérdida de
legitimidad han sido estudiados por Alexei Yurchak y Dominic Boyer para el caso
del discurso post-stalinista en varios países del “socialismo real”. Estos
antropólogos enfatizan además lo útil que resultaba en esta situación
comunicacional el humor como herramienta de combate5. Su tesis es
que la caída del “socialismo real” soviético y alemán tuvo bastante que ver con
la rigidez de esta hiperformalización. En otro lugar he analizado esta cuestión
en relación a la irrupción del movimiento de los indignados (15M) y la
situación lingüística que encontró. También aquí el humor jugó un papel
decisivo6.
Transparencia
y disciplina
Muy a menudo
han sido cuestionadas varias formas de disciplina implícitas en las políticas neoliberales:
disciplina mediante la deuda privada, que hará que el trabajador tema perder su
puesto y no poder pagar sus mensualidades; disciplina del desempleado, que
aceptará someterse al control y a la formación continua para no quedar fuera de
la carrera por la “empleabilidad”7. Pero en verdad ésta va más allá.
Llega hasta el auto-disciplinamiento moral que es el correlato de exposición
mediática exigida para cada cual en su cotidianidad.
Dado que el timeline
registrado se remonta al primer uso de internet, el político que no quiera
arriesgarse a desvalorizar su capital debe censurarse desde el comienzo,
incluso mucho antes de poder imaginar llegar a su cargo. Será premiado quien
desde su más temprana juventud, en su continua reinvención de sí mismo y exposición,
minimice a lo largo de su vida la posibilidad de entrar en contradicción
consigo mismo, quien minimice los cambios de opinión, quien no se preste a
excentricidades, quien no emita opiniones arriesgadas. En verdad, lo dicho para
el político, o cualquier otra persona pública, será igualmente válido para casi
cualquiera: el banquero tendrá el registro de la vida cotidiana del cliente que
pida un préstamo, y el empleador de quienes buscan empleo y quienes ya tiene a
su cargo.
El ideal
neoliberal de un sujeto emprendedor, creativo, que rompe con lo establecido,
que se enfrenta a las convenciones y acepta el riesgo de crear lo nuevo aunque
desconcierte e incomode, choca con el disciplinamiento moral y la autocensura
asumida al responder a la exigencia de prestarse a una continua exposición,
evaluación y calificación de los actos propios, las palabras y la imagen. Lo
que el caso hasta aquí comentado ilustra es, precisamente, esta aporía, así
como la dimensión distópica de la utopías de la transparencia y el sujeto
neoliberal.
Antón
Fernández de Rota
@AntonFdezdeRota
1. M.
Foucault. 2007. Nacimiento de la biopolítica. México D.F./Buenos Aires: Fondo
de Cultura Económica.
2. P. Miroswki. 2013. Never Let a Serious Crises Go to Waste. Londres/New York: Verso. (Publicado
en español por Deusto con el título Nunca dejes que una crisis te gane la
partida).
3. W. Brown. 2015. Undoing Demos. Zone Books: New York.
4. M. Feher. 2009. "Self-Appreciation;
or The Aspirations of Human Capital" en
Public Culture, 21(1): 21-41. Véanse también la serie de conferencias que dictó en el Goldsmiths de la
Universidad de Londres (https://vimeo.com/search?q=michel%20feher%20lecture). El libro Rated Agencies: Political
Engagements with Our Invested Selves, que próximamente publicará Zone Books,
desarrolla estas cuestiones.
5. A. Yurchak. 2005. Everything Was Forever, Until It Was No More: The
Last Soviet Generation. Princeton: Princeton University Press; A. Yurchak. 2003.
“Soviet
Hegemony of Form: Everything Was Forever, until It Was No More”
en Comparative Studies in Society and History, 45(3): 480-510; A. Yurchak y D.
Boyer. 2010. “American
Stiob: Or, What Late-Socialist Aesthetics of Parody Reveal about Contemporary
Political Culture in the West” en Cultural Anthropology,
25(2): 179-221.
6. A. Fernández de Rota.
2013. “El acontecimiento democrático. Humor,
estrategia y estética de la indignación” en Revista de Antropología Experimental, 13: 1-21.
4 comentarios:
Neoliberalismo, el fascismo por otros medios, libertad dentro de la disciplina del rebaño sin salirse del redil. ¿es eso mas o menos? a mi así me lo parece.
Gracias por tu comentario. No es lo mismo. El fascismo es una forma de gobierno autoritaria que se basa en el control del estado y el espacio público. La versión del neoliberalismo que se está configurando es un autoritarismo que se basa en el control de las personas mediante la colonización de su subjetividad. Así es la persona misma quien ejecuta el guión establecido con una convicción admirable. Así, se controla la vida cotidiana y el espacio privado. Esta forma de gobierno de lo social es muy peligrosa pues no deja espacio a la posible oposición.
Saludos
buenísimo artículo, hace años los Tiqqun escribieron algo bastante cercano, "La hipótesis cibernética" que ahora acaba de publicar Acuarela
Gracias Eduardo. No conozco este texto de Tiqqun pero lo buscaré dado el interés que ha suscitado en mí algunos de sus libros. Llevo meses posponiendo escribir un post al repecto
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