El presente se puede definir a partir de las tinieblas perpetuas que impiden visualizar el conjunto. Sólo son accesibles a los sentidos los fragmentos de la realidad que aparecen fugazmente para difuminarse detrás de otra tiniebla, tras la que comparece un claro que deja ver otro fragmento. Las personas se encuentran perplejas ante el desfile rotatorio de trozos de realidad, que en muchas ocasiones no encajan con los discursos oficiales y las músicas de fondo. La inteligibilidad del conjunto y la paradoja derivada de los contrastes entre las imágenes que se muestran sucesivamente, hacen que, ante este cuadro, la única recurrencia posible sea a Pedro Almodóvar. Frente al torrente de realidades parciales sólo puede responderse mediante a la apelación a Pedroooo¡¡
En una realidad tan desintegrada y contradictoria, la desconexión, tanto entre las partes que la conforman como entre los tiempos pasado, presente y futuro, constituye el núcleo de la ininteligibilidad construida. La ausencia de una mirada consistente multiplica la confusión, que está determinada por la debilidad de la reflexión, que se compensa por la multiplicación de la acción. El resultado es la emergencia de una racionalidad compartida por los distintos poderes que radica en la convicción de que lo único empíricamente verificable es la comparación entre las dos últimas mediciones. Es lo que en este blog he denominado como “tráfico de decimales”.
En este contexto astillado y atemporal, en donde el futuro se agota inevitablemente en la mejora de la última medición, puede hacerse verosímil un sistema de valoración pintoresco, que hace factible una gran manipulación de la realidad. Así, en Andalucía se entiende que el gran triunfador de las elecciones es el PSOE, conducido por la providencial Susana Díaz. Todos aceptan esta definición de victoria electoral, determinada por “la sabiduría de los andaluces y las andaluzas”, a los que se les atribuye la cualidad de un ser único y dotado de inteligencia. Los discursos celebrativos, las ceremonias y rituales victoriosos, que ocupan los contenidos de las televisiones y los multimedia, inculcan esperanzas a la extraña comunidad de los habitantes de las sedes de los partidos, siempre en espera de la siguiente medición, en tanto que más allá sólo existe un tiempo tenebroso.
Mientras tanto, persisten problemas de gran envergadura, que se liberan de las series de las mediciones, de sus temporalidades, así como las menguadas interpretaciones que suscitan. De este modo, se puede afirmar que el triunfo relativo del PSOE en las elecciones europeas, es un acontecimiento cuanto menos ambivalente. Todos los discursos y las acciones de gobierno se proyectan hacia la siguiente medición bajo el amparo de las legiones de expertos en comunicación y opinión pública. Pero, emancipados de las parcas y sobrias cogniciones de las élites del gobierno de las encuestas, un conjunto de acontecimientos se hacen presentes entre las tinieblas, lo cual determina que sean percibidos aislados unos de otros. Pero este fraccionamiento es el efecto de la mirada parcializada de las élites formateadas por los expertos en comunicación. Entre estos acontecimientos, fatalmente existen conexiones, interdependencias, evoluciones y sincronizaciones.
El desempleo crónico de gran relevancia, persistente en todos los tiempos anteriores, incluso en la era la construcción e infraestructuras; la ausencia de un proyecto que pueda hacer viable una transición hacia otras actividades productivas; la debilidad persistente de los proyectos empresariales; el mercado de trabajo resultante de la desregulación que generaliza la precariedad; las señales de agotamiento del impulso fundacional de la autonomía; la corrupción generalizada, en la que la izquierda convencional manifiesta su alta competividad con "la clásica"; la ausencia de perspectivas del sector público, agarrotado en la defensa de los mínimos aceptables; la debilidad de las instituciones; la dependencia del sistema mediático, universitario e intelectual del poder político y económico; el bloqueo de las nuevas generaciones; los malestares múltiples sin salida a corto plazo. Todos estos factores recombinados conforman el umbral de otra época, que se puede definir más allá de los parámetros imperantes en las visiones de las élites andaluzas, que, además de ser “extractivas” en grado superlativo, se encuentran agotadas.
Detrás de las tinieblas se encuentra la ausencia de recursos cognitivos y organizativos de las élites políticas y económicas. Los partidos políticos agotan sus escasas energías en la redistribución de la tarta pública común, en el tráfico de decimales en espera de la siguiente medición y en la elaboración de ideologías que sustenten sus posiciones. Estas son tan primarias que suscitan sentimientos de vergüenza y, en ocasiones de risas. Me acuerdo de la fenecida segunda modernización, de la venerable California de Europa y otras perlas resultantes del vacío intelectual. Todas han sido enterradas ausentes de ceremonias fúnebres. La única verdad aparece entre las tinieblas de los días siguientes a las elecciones. Hemos ganado y vamos a gobernar para el disfrute de los nuestros presentes en las sedes, así como para ganar las siguientes.
Pero el aspecto más cómico de las ideologías de la izquierda de este período de bloqueo mental y aforamiento, radica en lo que Victor Pérez Díaz denominó “realismo mágico”. Este se puede definir como una mirada selectiva y distorsionada sobre la realidad. La fusión de la ideología neoliberal inventora del tráfico de decimales con la ideología de los antaño izquierdistas llegados al poder es explosiva. Así, he escuchado en un ritual televisivo a Alberto Garzón, decir que Andalucía ha resuelto satisfactoriamente el problema de los deshaucios. Esta joya de significado implica una consideración de que lo importante es el mundo vivido en las instituciones de los aforados, que se blindan contra la realidad vivida por los distintos sectores sociales penalizados por la regresión. Así se suma a Diego Valderas, que mantiene una renovada versión del “Andalucía va bien”, en tanto que celebra que se está cumpliendo el programa conjunto de gobierno. Este así se emancipa de los problemas y del futuro. La ficción se abre paso en medio de las tinieblas.
Esta combinación de ficción y realidad es característica de las películas de Almodóvar. El desfile de excéntricos, frikis y buscavidas en un continuo fluido de situaciones límite. Sería fantástico que hiciera una película sobre los expresidentes andaluces en fuga. En los últimos días se prodigan casos que se acumulan sobre los expresidentes. El asunto de los ERE se enreda con el saqueo de los fondos para la formación sobre el empleo, los escándalos de sindicatos empresarizados en busca de lucro económico, así como de políticos defensores de lo público y universal, pero que consideran una excepción su propia pensión. La explosión de la corrupción alcanza proporciones alarmantes en esta reedición de ”El corazón de las tinieblas” de Conrad, que simboliza el novísimo viaje de las élites políticas andaluzas y españolas.
Pero lo peor de la ausencia de inteligencia en lo político es el silencio radical. Nadie dice nada ante la concentración de “casos” protagonizados por exconsejeros, autoridades municipales, sindicalistas y otros aforados o aspirantes a serlo. En la secuencia de los eventos críticos comparece La jueza Alaya, que también parece salida del universo almodovariano. Sobre el silencio general aparece el precepto compartido por todos los aforados que enuncia María Teresa Campos, convertida en analista simbólica de este degradado sistema de significación, que reza así: “En todas partes hay buenos y malos”. Entonces no os inquietéis, esto es lo normal y así hay que aceptarlo.
En medio de las tinieblas aparece la nueva presidenta hablando a los que denominan como “ciudadanos de a pie” como si fueran integrantes de los esperanzados congregados en las sedes o actos partidarios, o una masa de receptores de pagas otorgadas por el generoso poder. No es el tono y la escenificación de la comunicación, señora Díaz, sino el contenido. El asunto no es volver al pasado sino orientarse hacia el futuro. El requisito principal es hacer converger las inteligencias para transitar hacia el mismo. Un proceso así supone liberar a las instituciones de los autómatas obedientes, tan generosamente recompensados. En las nuevas condiciones lo esencial no es las infraestructuras sino las organizaciones capaces de estimular el saber y la inteligencia.
En los últimos días, entre las tinieblas he visto el odio, la furia y la manipulación suprema que se está ejerciendo sobre algunos de los recién llegados a las instituciones representativas y que no comparten fondos de pensiones con los demás. Me refiero a Podemos. Entre dos tinieblas lo he podido contemplar y estoy persuadido de que es muy peligroso. Porque se puede hacer una analogía pertinente entre el estigma-condena que se está construyendo para estos y el de los años treinta con los judíos en la Alemania de Hitler. Tanto en las formas como en los contenidos se está produciendo un salto inquietante, no bien percibido por los moradores de la sociedad de las tinieblas. Recuerdo que en principio fué la creación de la condena al estereotipo perroflauta en el 15 M, poco tiempo después la escalada penalizadora de la movilización social, Carmen y Carlos son los símbolos locales. La espectacularización de la condena y expulsión de PODEMOS es un síntoma inequívoco, oculto tras las tinieblas perpetuas que proliferan en el presente.
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