domingo, 29 de junio de 2014

MÚSICOS CALLEJEROS EN EL ALBAICÍN

El Albaicín es un barrio sometido a la depredación urbanística y al éxtasis de las miradas de los forasteros. Sus calles vacías son el lugar de paso de los múltiples turistas buscadores de imágenes en los esforzados viajes en los que tienen que acreditar un nivel de competencia en la consumatividad, cada vez más exigente. Cada uno debe reconocer los lugares que se encuentran seleccionados en las guías turísticas, que han aprendido antes del comienzo del viaje.

Pero también existen otros albaicines. Los Milchakas son representativos de otras formas de vivir el presente y el espacio. Son músicos callejeros que hacen habitable un espacio, llenándolo de vida, de música, de emociones y de relación. Recomiendo ver sus vídeos. El primero que paso es muy entrañable, en tanto que son acompañados de una mujer que representa el pasado. La concurrencia de ambos es antológica. También el contraste entre los que están en la calle y los esforzados exploradores que pasan. El segundo recalca a los gladiadores-viajeros que circulan en busca de sus objetivos.

Recomiendo ver algunos más. La grandeza de la calle y la vida que vuelve subrepticiamente para reconquistarla un tiempo. Este acontecimiento de lo cotidiano no se cuenta ni se mide, sólo se vive. Los Milchakas...es lo que quiero ser cuando sea mayor.





viernes, 27 de junio de 2014

ENTRE TINIEBLAS ALMODOVARIANAS

El presente se puede definir a partir de las tinieblas perpetuas que impiden visualizar el conjunto. Sólo son accesibles a los sentidos los fragmentos de la realidad que aparecen fugazmente para difuminarse detrás de otra tiniebla, tras la que comparece un claro que deja ver otro fragmento. Las personas se encuentran perplejas ante el desfile rotatorio de trozos de realidad, que en muchas ocasiones no encajan con los discursos oficiales y las músicas de fondo. La inteligibilidad del conjunto  y  la paradoja derivada de los contrastes entre las imágenes que se muestran sucesivamente,  hacen que, ante este cuadro,  la única recurrencia posible sea a Pedro Almodóvar. Frente al torrente de realidades parciales  sólo puede responderse mediante  a la apelación a  Pedroooo¡¡

En una realidad tan desintegrada y contradictoria, la desconexión, tanto entre las partes que la conforman como entre los tiempos pasado, presente y futuro, constituye el núcleo de la ininteligibilidad construida. La ausencia de una  mirada consistente multiplica  la confusión, que está determinada por la debilidad de la reflexión, que se compensa por la multiplicación de la acción. El resultado es la emergencia de una racionalidad compartida por  los distintos poderes que radica en la convicción de que lo único empíricamente verificable es la comparación  entre las dos últimas mediciones. Es lo que en este blog he denominado como “tráfico de decimales”.

En este contexto astillado y atemporal, en donde el futuro se agota inevitablemente en la mejora de la última medición, puede hacerse verosímil un sistema de valoración pintoresco, que hace factible una gran manipulación de la realidad. Así, en Andalucía se entiende que el gran triunfador de las elecciones es el PSOE, conducido por la providencial Susana Díaz. Todos aceptan esta definición de victoria electoral, determinada por “la sabiduría de los andaluces y las andaluzas”, a los que se les atribuye la cualidad de un ser único y dotado de inteligencia. Los discursos celebrativos, las ceremonias y rituales victoriosos, que ocupan los contenidos de las televisiones y los multimedia, inculcan esperanzas a la extraña comunidad de los habitantes de las sedes de los partidos, siempre en espera de la siguiente medición, en tanto que más allá sólo existe un tiempo tenebroso.

Mientras tanto, persisten problemas de gran envergadura,  que se liberan de las series de las mediciones, de sus temporalidades, así como las menguadas interpretaciones que suscitan. De este modo, se puede afirmar que el triunfo relativo del PSOE en las elecciones europeas, es un acontecimiento cuanto menos ambivalente. Todos los discursos y las acciones de gobierno se proyectan hacia la siguiente medición bajo el amparo de las legiones de expertos en comunicación y opinión pública.  Pero, emancipados de las parcas y sobrias cogniciones de las élites del gobierno de las encuestas, un conjunto de acontecimientos se hacen presentes entre las tinieblas, lo cual determina que sean percibidos aislados unos de otros. Pero este fraccionamiento es el efecto de la mirada parcializada de las élites formateadas por los expertos en comunicación. Entre estos acontecimientos, fatalmente  existen conexiones,  interdependencias, evoluciones y sincronizaciones.

El desempleo crónico de gran relevancia, persistente en todos los tiempos anteriores, incluso en la era la construcción e infraestructuras; la ausencia de un proyecto que pueda hacer viable una transición hacia otras actividades productivas; la debilidad persistente  de los proyectos empresariales; el mercado de trabajo resultante de la desregulación que generaliza la precariedad; las señales de agotamiento del impulso fundacional de la autonomía; la corrupción generalizada, en la que la izquierda convencional manifiesta su alta competividad con "la clásica"; la ausencia de perspectivas del sector público, agarrotado en la defensa de los mínimos aceptables; la debilidad de las instituciones; la dependencia del sistema mediático, universitario e intelectual del poder político y económico; el bloqueo de las nuevas generaciones; los malestares múltiples sin salida a corto plazo. Todos estos factores recombinados conforman el umbral de otra época, que se puede definir más allá de los parámetros imperantes en las visiones de las élites andaluzas, que, además de ser “extractivas” en grado superlativo, se encuentran agotadas.

Detrás de las tinieblas se encuentra la ausencia de recursos cognitivos y organizativos de las élites políticas y económicas. Los partidos políticos agotan sus escasas energías en la redistribución de la tarta pública común, en el tráfico de decimales en espera de la siguiente medición y en la elaboración de ideologías que sustenten sus posiciones. Estas son tan primarias que suscitan sentimientos de vergüenza y, en ocasiones de risas. Me acuerdo de la fenecida segunda modernización, de la venerable California de Europa y otras perlas resultantes del vacío intelectual. Todas han sido enterradas ausentes de ceremonias fúnebres. La única verdad aparece entre las tinieblas de los días siguientes a las elecciones. Hemos ganado y vamos a gobernar para el disfrute de los nuestros presentes en las sedes, así como para ganar las siguientes.

Pero el aspecto más cómico de las ideologías de la izquierda de este período de bloqueo mental y aforamiento, radica en lo que Victor Pérez Díaz denominó “realismo mágico”. Este se puede definir como una mirada selectiva y distorsionada sobre la realidad. La fusión de la ideología neoliberal inventora del tráfico de decimales con la ideología de los antaño izquierdistas llegados al poder  es explosiva. Así, he escuchado en un ritual televisivo a Alberto Garzón, decir que Andalucía ha resuelto satisfactoriamente el problema de los deshaucios. Esta joya de significado implica una consideración de que lo importante es el mundo vivido en las instituciones de los aforados, que se blindan contra  la realidad vivida por los distintos sectores sociales penalizados por la regresión. Así se suma a Diego Valderas,  que mantiene una renovada  versión del “Andalucía va bien”,  en tanto que celebra que se está cumpliendo el programa conjunto de gobierno. Este así se emancipa de los problemas y del futuro. La ficción se abre paso en medio de las tinieblas.

Esta combinación de ficción y realidad es característica de las películas de Almodóvar. El desfile de excéntricos, frikis y buscavidas en un continuo fluido de situaciones límite. Sería fantástico que hiciera una película sobre los expresidentes andaluces en fuga. En los últimos días se prodigan casos que se acumulan sobre los expresidentes. El asunto de los ERE se enreda con el saqueo de los fondos para la formación sobre el empleo, los escándalos de sindicatos empresarizados en busca de lucro económico, así como de políticos defensores de lo público y universal, pero que consideran una excepción su propia pensión. La explosión de la corrupción alcanza proporciones alarmantes en esta reedición de ”El corazón de las tinieblas”  de Conrad,  que simboliza el novísimo viaje de las élites políticas andaluzas y españolas.

Pero lo peor de la ausencia de inteligencia en lo político es el silencio radical. Nadie dice nada ante la concentración de “casos” protagonizados por exconsejeros, autoridades municipales, sindicalistas y otros aforados o aspirantes a serlo. En la secuencia de los eventos críticos  comparece  La jueza  Alaya, que también parece salida del universo almodovariano.  Sobre el silencio general  aparece el precepto compartido por todos los aforados que enuncia María Teresa Campos,  convertida en analista simbólica de este degradado sistema de significación,  que reza así: “En todas partes hay buenos y malos”. Entonces no os inquietéis, esto es lo normal y así hay que aceptarlo.

En medio de las tinieblas aparece la nueva presidenta hablando a los que denominan como “ciudadanos de a pie” como si fueran integrantes de los esperanzados congregados en las sedes o actos partidarios, o una masa de receptores de pagas otorgadas por el generoso poder. No es el tono y la escenificación de la comunicación, señora Díaz, sino el contenido. El asunto no es volver al pasado sino orientarse hacia el futuro. El requisito principal es hacer converger las inteligencias para transitar hacia el mismo. Un proceso así supone liberar a las instituciones de los autómatas obedientes, tan generosamente recompensados. En las nuevas condiciones lo esencial no es las infraestructuras sino las organizaciones capaces de estimular el saber y la inteligencia.

En los últimos días, entre las tinieblas he visto el odio, la furia y la manipulación suprema que se está ejerciendo sobre algunos de los recién llegados a las instituciones representativas y que no comparten fondos de pensiones con los demás. Me refiero a Podemos. Entre dos tinieblas lo he podido contemplar  y estoy persuadido de que es muy  peligroso. Porque se puede hacer una analogía pertinente entre el estigma-condena que se está construyendo para estos y el de los años treinta con los judíos en la Alemania de Hitler. Tanto en las formas como en los contenidos se está produciendo un salto inquietante, no bien percibido por los moradores de la sociedad de las tinieblas. Recuerdo que en principio fué la creación de la condena al estereotipo perroflauta en el 15 M, poco tiempo después la escalada penalizadora de la movilización social, Carmen y Carlos son los símbolos locales. La espectacularización de la condena  y expulsión de PODEMOS es un síntoma inequívoco, oculto tras las tinieblas perpetuas que proliferan en el presente.

domingo, 22 de junio de 2014

LA TÍA MARTA

La tía Marta es una de las  hermanas de mi padre que representa el éxito social para las mujeres de la época  en la sociedad del franquismo. Es una figura muy importante en mi infancia y adolescencia, pero no por el afecto ni la relación, sino en tanto que representa el imaginario familiar de los Irigoyen, que se imaginan por los distintos componentes del clan familiar en el ascenso a posiciones sociales más elevadas que las que fijó mi abuelo. La perpetuación y la expansión de la familia pueden ser representados por ella.

La tía Marta es la única de las diecisiete hijas de mi abuelo que cursó estudios. Se hizo maestra en la España de los años treinta del siglo pasado. Su inteligencia y su cultura contrastaban con las de sus hermanas, dedicadas a las tareas domésticas en espera de un marido con el que fundar una nueva familia, en la que su dedicación a la producción y crianza de los hijos, así como  las tareas domésticas, agotasen sus  vidas. No estaba prevista otra alternativa, aquellas que no consiguieran el matrimonio eran consideradas como fracasadas, siendo asignadas al estigmatizado colectivo de las “solteronas”.

Era muy admirada por sus hermanas, debido al misterioso viaje que había realizado en el mundo exterior, en la lejana escuela de Magisterio. Ella estaba dotada de una inteligencia notable,  de un carácter fuerte y una belleza sobria. Esto facilitaba su liderazgo en el clan femenino familiar, pero, al mismo tiempo,  representaba un hándicap considerable en el mercado matrimonial del Bilbao de la época, en el que los buscadores de una esposa y madre adecuada,  descartaban cualquier veleidad profesional de las candidatas. Siempre he escuchado en mi infancia que las enfermeras y otras profesiones femeninas de ese tiempo eran lo que se denominaba como “unas frescas”.

La tía Marta nunca ejerció su profesión. Pasó su juventud en la casa familiar al frente de sus numerosas hermanas que ocupaban sus tiempos en las tareas de la casa, en compartir un denso sistema de relaciones mutuas,  de informaciones llegadas del mundo exterior, de bromas con respecto a los misteriosos hombres, de chismorreos, fabulaciones,  risas, sueños y leyendas sobre su cotidianeidad y su futuro. Junto con la tía Elena desempeñaba la tarea de conducir a sus hermanas en las angustias de la espera del novio imaginado.

Cuando tenía cerca de cuarenta años, ya descartada como madre en aquél tiempo, y, por tanto,  como esposa, se casó en segundas nupcias con un magnate del capitalismo español, Hermenegildo Alfageme. Este era un hombre propietario de las fábricas de conservas de pescado “Hermanos Alfajeme”. Vivía en Vigo en una mansión con un considerable personal doméstico.  Su esposa había muerto y necesitaba imperativamente una mujer para que le acompañase en la vida social de la casta industrial de Vigo, para aliviar de su soledad en la casa, para hacerse cargo de sus jóvenes y desconsolados hijos,  y para la gestión y dirección de un  hogar de este nivel social que incluía cocineras, doncellas, jardineros, chófer, sastres, modistas y otros componentes de ocasión  del proletariado doméstico de la época.

Nadie me ha contado cómo se conocieron,  pero la tía Marta se casó y pasó a ejercer como alta señora en las relaciones de su marido, en la familia del mismo y en la gestión de la casa. Sus cualidades la acreditaban sobradamente. Supo conquistar la consideración de mi tío, de sus hijos, así como las de toda su familia y ambiente social del próspero industrial. Se convirtió en una señora de gran porte y presencia imponente. En su nueva vida saber estar en su sitio es una cuestión compleja y exigente al alcance de pocas mujeres.

En el caso tanto de de mi tía Brigi, que he contado en este blog, como de  mi tía Marta, ambas casadas en segundas nupcias, trato de imaginar la dureza de la convivencia, así como la vida afectiva y sexual con sus respectivos maridos, en matrimonios que se asemejan a los contratos y que se encuentran desprovistos de las efusiones amorosas iniciales. Mi tío Tomás, el marido de mi tia Brigi, también industrial propietario de una fábrica de cemento en Sestao,  cuando bebía excesivamente en el final de las tardes, en la cena familiar, en presencia de hijos, sobrinos, y familiares varios,  incluídos los niños, congregados en torno a la primera televisión, cuando salía una artista guapa decía “qué pechos tiene, son como los de Rosario (su primera mujer y hermana de la nueva), esa sí que era una mujer”. Así es como aprendí un tratado de humillaciones, en las que la sociedad española se encontraba, y se encuentra, en las primeras posiciones en Europa.

Mi tío Hermene,  era un patrón industrial de los que llevaban sus fábricas de forma rigurosamente personal  y con mano de hierro. Era de esa generación anterior a la llegada de los mánagers que los sociólogos denominamos como “particularistas”.  Lo recuerdo como una persona muy distante,  que gobernaba sus relaciones personales mediante un protocolo muy rígido,  que excluía cualquier espontaneidad y expresión de sentimientos. Mi madre nos contó una anécdota que ha quedado registrada en mi memoria de infancia y sintetiza la sociedad de la época.

Después de su  viaje de novios, fueron a Vigo a ver a la tía Marta y el tío Hermene. Estuvieron unos días disfrutando de los paisajes y cocina gallega. Se movían en el coche de mi tío, en el que iban los dos matrimonios y el chófer. Uno de los días, después de varias horas de visitar sitios privilegiados,  pararon para comer en un pequeño restaurante de la época, conocido por la aristocracia industrial viguesa por su cocina esmerada.

Cuando se acomodaron en una mesa del comedor, el chófer preguntó que si podía comer allí,  porque no había ningún bar en los alrededores. La reacción de mi tío fue terrible. Le echó de allí mediante una bronca de alto voltaje, negando la posibilidad de comer bajo el mismo techo. Mi padre, que compartía con mi tío posición social e ideología, le dijo que la situación era una excepción y que el chófer debía comer allí. Después de una agria y encendida discusión mi tío cedió. Pero obligó al chófer a colocarse en una mesa mirando la pared, dándoles la espalda. Este episodio ilustra el clasismo rígido de la época. Aún a pesar de su aparente disolución pienso que persiste bajo otras formas.

Una de las aficiones que compartía con Carmen es la fascinación por las islas. En los años ochenta fuimos a Mallorca un par de semanas. Después de explorar la isla alquilamos un taxi para ir a sitios de nuestro interés. Recuerdo que un día, después de bregar por la isla, preguntamos al taxista dónde podíamos comer bien y a un precio razonable. Nos llevó a Manacor al típico restaurante con pretensiones que no nos gustó. El chófer dijo que comería por allí. En el momento de la verdad frente a la carta, decidimos pedir algo muy barato en el margen de la pomposa oferta. Cuando nos encontramos con el taxista, nos dijo que le habíamos dejado sin comer, pues el restaurante servía comida gratuita a los chóferes, proporcional a lo consumido por los clientes. Allí la caza del turista es una operación de arte mayor que concita un dispositivo en el que todos están presentes y que tiene una sofisticación que desborda todas las sociologías posibles.

Mi tío Hermene murió a los pocos años. Se portaron muy bien con mi tía Marta mediante una herencia generosa,  que compensaba los servicios prestados por esta. Los hijos no suscitaron problemas frente a la extraña segunda esposa. Ella volvió a Bilbao donde compró un piso fantástico en Las Arenas, en el que las vistas al Abra eran magníficas. Así se convirtió en una Irigoyen que había escalado posiciones partiendo de las heredadas por su próspero padre. Vivió muy mal la transición, el ascenso del nacionalismo vasco, que tanto detestaban y los años de esplendor de ETA. Se compró un piso en Marbella para escapar del Bilbao de la época. Allí pasaba largas temporadas.

Recuerdo las comidas con ella en Madrid, donde la etiqueta era tan sofisticada que era imposible un encuentro relajado. En su distante trato con nosotros, se mostraba inequívocamente la idea de que los demás éramos herederos de la fortuna que tan bien administraba y tan deseada por el clan familiar.  Era incapaz de trascender esa visión y nos trataba como ávidos subordinados en espera de la solución final. Era tan rígida en los encuentros que mi hermano llegó a vomitar después de la comida por la tensión del protocolo llevado a su máxima categoría.

Mis derivas militantes en este tiempo  terminaron inexorablemente en una ruptura brusca. En una de las comidas me preguntó si era comunista y le dije que sí. Aludió a los diablos barbudos artífices de la revolución cubana. Le confirmé que era simpatizante de los mismos. Para ella un Irigoyen no podía mezclarse con lo que denominaba como “gentuza”. Me decía que sólo Prieto, el dirigente socialista de la República, era inteligente, pero añadía “inteligente sí pero para hacer el mal”. A los demás los consideraba seres inferiores sin más, y por ende resentidos.

Años después, ya viviendo en Santander y estando con Carmen,  después de abandonar el partido comunista,  fui a verlas a Bilbao con la intención de reconciliarme con mis viejas tías y preparar un encuentro para presentar a Carmen.  El recibimiento fue terrible. Estaban muy crispadas y aisladas del mundo de aquellos años y vivían en un guetto. Me preguntaron si me había arrepentido y había regresado a la senda del señor. El estado en que se encontraban era tal, que me alertaron acerca de que "primero quieren separar las regiones y ahora a los matrimonios. Ten cuidado al salir porque alguna lagarta puede abordarte con esta intención".  La suavización y el acercamiento eran imposibles. Lo peor es que me dijeron que cómo un Irigoyen se había casado con una chica más baja en estatura, como Carmen. Así los hijos, dotados de la marca Irigoyen, serían más bajitos. Fue lo último que escuché. No volví por allí nunca más, persuadido de que, a pesar de ser un Irigoyen, no pertenezco verdaderamente a esta saga imaginaria celestial.  Cuando salí de su portal puse atención en las posibles lagartas que me pudieran abordar, pero confirmé que se trataba de su penúltima fantasía.

jueves, 19 de junio de 2014

LA MALDICIÓN DE NISBET Y EL SUEÑO DEL FAJÍN

Robert Nisbet, el sólido sociólogo norteamericano  de la universidad de Berkeley, afirma que el cambio social  es una sucesión de diferencias en el tiempo en una identidad persistente. No se puede comprender el cambio sin conocer los mecanismos de persistencia. En una realidad social siempre existen dimensiones que persisten a los cambios. A diferencia del mundo físico, no existe ninguna realidad social completamente nueva. Lo viejo no desaparece sino que se articula con lo nuevo. También cuando se producen cambios sociales súbitos, algunos rasgos de la antigua realidad se manifiestan inexorablemente un tiempo después.

Me gusta llamar a este enfoque como “la profecía de Nisbet”, la cual me persigue inevitablemente en el curso de mi vida. Sobre esta se han superpuesto distintos cambios en todos los órdenes. Pero uno de los elementos persistentes es que me encuentro en un sistema político cuya máxima autoridad es un capitán general ejerciente. Hoy es el primer día de mi tercer capitán general, que ha sido investido como tal antes de acudir al parlamento. Los protocolos y las ceremonias  no son nunca inocentes y denotan las realidades subyacentes. Me pregunto si alguna vez podré vivir en un país en el que el presidente sea un civil.  Este es uno de los elementos que persisten por encima de la forma del gobierno, la constitución y otros elementos más expuestos a la mudanza.

El capitán general de mi infancia y  juventud, Franco, designó en julio de 1969 a un sucesor, el entonces príncipe Juan Carlos. En aquél caluroso verano yo era un militante del partido comunista de la época. Al día siguiente de la ceremonia de la designación de la sucesión, el comité ejecutivo sacó un comunicado denunciando la continuidad del régimen.  En esa tarde, acompañado de tres compañeros, sembramos toda la zona entre Atocha y Tirso de Molina de octavillas con la declaración. Al terminar, fuimos a una cafetería en Antón Martín, donde nos sentamos en una mesa al lado de un ventanal. Los cuatro éramos muy identificables. Uno era muy alto y rubio, raro en la España de entonces; otro era inequívocamente filipino; la chica tenía un sobrepeso moderado; mi persona lucía un bigote que podía competir con éxito con el de Pancho Villa u otros mostachos similares.

Fuimos detenidos en la cafetería,  procesados y condenados a un año por el entonces Tribunal de Orden Público. El largo rubio, el chino, la goldi y el bigotes terminamos en la cárcel. Años después,  nuestras trayectorias se bifurcaron y  los cuatro nos integramos en la democracia naciente ocultando elegantemente nuestro pasado. El “largo rubio” llegó a ser director general de Iberia hasta hace pocos años, confirmando la versatilidad de nuestra generación. Carmen, así como algunos amigos de esa época me elogiaban diciéndome que tenía que estar orgulloso, que es de las mejores cosas de mi biografía. Así comenzó mi compleja relación con el que, años después, fue el segundo capitán general de mi vida.

Aunque las leyes fundamentales fueron sustituidas por la nueva constitución;  el movimiento nacional se disipó, siendo sustituido por los partidos políticos;  las libertades individuales irrumpieron estrepitosamente y asistimos a múltiples modernizaciones,  muchas de las cosas del pasado persistieron. La misma clase empresarial del capitalismo español atrasado, las élites profesionales y de los altos cuerpos del estado, las jerarquías sobrevivientes de los “tercios” familiares, sindicales y municipales de las antiguas instituciones franquistas, las grandes organizaciones  encuadradas en la Iglesia Católica, las élites locales caciquiles de la España seca y otras especies múltiples.

Junto a ellos aparecimos entonces nosotros. La izquierda de la oposición al último franquismo, forjada en el centralismo democrático, característico de las distintas organizaciones  comunistas,  forjadas  en los movimientos antifranquistas de los años sesenta y setenta. Esta generación accedió al poder del nuevo estado estallado en autonomías y municipios múltiples. Con el paso del tiempo, la vieja cuestión ideológica derecha-izquierda, adquirió una naturaleza de conflicto entre élites, entre los antiguos señores reconvertidos a la democracia,  reconquistadores de sus posiciones tradicionales,  y los nuevos detentadores de cargos estatales procedentes del antifranquismo, en su esfuerzo por “profundizar la democracia”. Ambos contendientes se fusionan en las instituciones del milagro económico español, principalmente en las cajas de ahorro.

Pero en los años siguientes a la transición, la maldición de Nisbet se hizo presente, en tanto que muchos de los elementos del pasado se hacen manifiestos cuando los procesos sociales no visibles congelan los cambios invirtiendo  las situaciones alcanzadas en los comienzos. Los atributos invariantes de la clase dirigente española, el atraso cultural, el autoritarismo, el caciquismo, el provincianismo, la prioridad del clan y  la tribu, así como  otras, comparecen en la realidad, ahora en varias versiones. En los últimos días impresiona contemplar el espectáculo del viejo Joaquín Leguina, antiguo prohombre de la izquierda progresista. La vulgaridad más insólita lo homologa con las viejas clases dirigentes. De nuevo el tiempo da la razón a Gallardón cuando afirmaba las bondades de este personaje al sustituirlo en la Comunidad de Madrid. Tengo el privilegio de conocer a muchos así.

La renuncia de mi segundo capitán general abre el camino al tercero. Confirmando el enunciado de Nisbet, persiste un elemento fundamental, como que las grandes decisiones no son sometidas a información, consulta o deliberación alguna. Domina el secretismo integral en las cuestiones esenciales. El estilo  de gobierno es una síntesis entre las instituciones de la aristocracia, las financieras, la judicatura, los altos cuerpos de la administración, la iglesia y el ejército, que son  complementadas con las de los viejos tercios inventados por la falange. Todos ellos son anteriores a la democracia, y se definen como asimétricos a la misma. Su código genético es el dominio de aristocracias y élites cerradas y sin control alguno, que se han reproducido hasta el presente mediante la adopción de algunos elementos democráticos, pero conservando sus códigos básicos. En la ceremonia de proclamación de hoy se han hecho patentes.

Pero también la sombra de Nisbet flota sobre el ambiente de hoy. En el principio del segundo capitán general había presos políticos, yo mismo fui uno de ellos. Un ciclo después, en el comienzo del tercero, no podemos menospreciar la escalada penal que hace que Carmen, Carlos y otras personas involucradas en la defensa de los intereses de los no representados por las instituciones, se encuentren en el umbral de la prisión. Esto representa una fatalidad histórica, que muestra que la crueldad y la brutalidad ejercida sobre  los discrepantes sobrevive a los cambios históricos.

En un día de celebración colectiva como el de hoy,  no puedo olvidar los ruidos de fondo que generaban los altavoces del franquismo en la proclamación de mi segundo capitán general. Eran muy agresivos, pomposos, dotados de voces y músicas solemnes que se filtraban en todos los rincones y hacían imposible la fuga. También las adhesiones de masas enfervorizadas. Ahora los rituales se han suavizado. Sólo los diputados y senadores aplauden al estilo de las antiguas Cortes de la transición. Las masas se reducen considerablemente con respecto al pasado. Se manifiesta uno de los cambios fundamentales de la época como es el declive del hombre-masa frente al ascenso del consumidor-espectador segmentado. El alivio personal que me produce no ser perseguido por las músicas y los voceríos se compensa con la acción de las maquinarias mediáticas que empaquetan este acontecimiento mediante fragmentos de textos e imágenes que comparecerán de mil formas en los medios.

Pero las imágenes de los participantes en el besamanos constituyen todo un manual acerca de las élites de la sociedad española. Los vínculos entre el pasado y el presente son más que elocuentes. La diferencia estriba en que la multitud congregada en la plaza de oriente es más neutra y expresa pasiones menos intensas que en el tiempo de mi juventud. El azar ha determinado que podamos compararla con la energía de la multitud congregada anoche en el partido de futbol. En este tiempo la masa es generada por los acontecimientos mediáticos. Por eso, lo que más echo de menos de la transición es la prensa tan plural y viva que acompañaba a la explosión de lo que se denominó “la sopa de letras”, es decir, la multiplicidad de iniciativas políticas. En estos años ambas cosas han terminado y el poder se asienta sobre partidos y medios concentrados.

En los últimos días he tenido un sueño, al que denomino “la pesadilla del fajín”. En el mismo me veo llegando a la Puerta del Sol de Madrid para celebrar el advenimiento de la República. En medio de desbordante alegría comparece el nuevo presidente…..ataviado con uniforme de capitán general con su correspondiente fajín. Me despierto con un gran sobresalto y me acuerdo de la maldición de Nisbet.

lunes, 16 de junio de 2014

NO AL ENCARCELAMIENTO DE CARMEN Y CARLOS


Esta es una iniciativa en la que colaboran varios blogs y profesionales sanitarios para expresar su disentimiento con el encarcelamiento de Carmen y Carlos






No al encarcelamiento de Carlos y Carmen
15 de junio de 2014


“en una sociedad injusta el único sitio de la persona honrada es la cárcel”
Thoreau

“¿Ante el colapso económico e ideológico del sistema económico existente, es posible que estemos entrando a otro período durante el cual la medicina social pueda florecer?”
M. Anderson, L. Smith


Vic Siedel es profesor emérito de la Montefiore Medical Center and Albert Einstein College of Medicine y profesor adjunto de Salud Pública en la Weill Medical College de la Universidad de Cornell University. Su llegada en 1969 al Montefiore y la Universidad Albert Einstein de Nueva York supone un inicio de un período de florecimiento de la Medicina Social en Estados Unidos en la década de los 70. El Dr. Siedel fue presidente de la American Public Health Association y de la organización Physicians for Social Responsability (organización que recogió el Premio Nobel de la Paz en 1985).
Vic Siedel fue arrestado en varias ocasiones, alguna de ellas siendo presidente de la Asociación Americana de Salud Pública. Los motivos de su arresto fueron debidos a ejercer movimientos de protesta frente a conflictos sociales claramente relacionados con la dignidad y el bienestar de las personas: por manifestarse en contra de la realización de pruebas nucleares o por realizar protestas contra el apartheid del gobierno sudafricano.

El pasado día 11 de junio nos enteramos de la noticia: el  juez del juzgado de lo penal número 1 de Granada ponía en estado de busca y captura a Carmen Cano y Carlos Bajo, autorizando a las fuerzas y cuerpos de seguridad para que los detuviesen e ingresen en prisión.

De la historia de Carlos y Carmen nos habíamos enterado algunas semanas antes, gracias a un precioso escrito de apoyo de Juan Irigoyen y a la campaña de apoyo iniciada desde el 15M de Granada y Stop Represión.

En la Huelga General del 29 de Marzo de 2012, el 15M de Granada organizó un piquete informativo que recorrería las calles de la ciudad pidiendo solidaridad con la jornada de huelga. Carlos y Carmen fueron identificados aleatoriamente por la policía en ese piquete a la salida de un bar. Ni se produjeron amenazas, ni hubo actitudes violentas ni se impidió a nadie que trabajase mientras el piquete permaneció allí. En días posteriores la dueña del bar interpuso una denuncia que meses más tarde, tras pasar el caso a manos del fiscal, acabaría dando lugar a una “sentencia ejemplarizante” por la cual el juez condenó a ambos a 3 años y un día de cárcel por un “delito contra el derecho de los trabajadores”.

La historia de Carlos y Carmen no era muy diferente a las de tantos otros, llámense Isma y Miguel, Carlos y Serafín, Tamara y Ana, Koldo y un largo etcétera más de nombres. Todos ellos rostros anónimos con historias de lucha detrás.
Carlos es un estudiante de Medicina como lo fue en su momento Vic Siedel. Ambos entrarían en esa clasificación que podríamos considerar “raritos”, por su interés por la medicina social. Carlos es uno de esos estudiantes que necesitamos saber que existen y que sigue habiendo en ese territorio hostil llamado “Facultad de Medicina”. Personas que miran con otros ojos su vocación, que piensan en la medicina como un eje más de todo el entramado social , que salen a las calles, que se preguntan cosas, que critican al sistema capitalista éste en el que estamos inmersas y que daña nuestra salud (eso que intentamos proteger). En definitiva, que luchan desde abajo por una salud colectiva en el marco de una sociedad individualista y piramidal. Hay quien dudará que los motivos de condena poco tendrán que ver con la medicina social. Esto nos lleva a hablar de Carmen.

Carmen es una mujer de 56 años. Desempleada, sin trabajo desde hace dos años y sin derecho a ningún tipo de prestación desde octubre del año pasado. En calidad de mujer y desempleada tiene más riesgo de enfermar y de tener una peor calidad de vida, tal y como se ha venido explicando una y otra vez en la literatura científica (ésa que nos tenemos que leer y aprender si queremos ser profesionales competentes). Carmen, lejos de quedarse en su casa, asumiendo una realidad en nada alentadora, decidió de forma consciente participar en un piquete informativo por los derechos laborales de sus conciudadanos y los suyos propios. Lo que en definitiva, si abrimos un poco la mirada y pensamos en la relación entre determinantes sociales y salud y en lo que tendría que significar una salud real en todas las políticas, hace de Carmen un ejemplo de dignidad y un agente de salud para el resto de la comunidad.

Carlos y Carmen son dos personas incómodas para el sistema. Pero como Vic Siedel son personas imprescindibles para nosotras. Son reflejo de aquello en lo que creemos y que en tantas ocasiones nos hace predicar en el desierto. Carlos y Carmen nos reflejan su labor en favor de la salud pública. Si ellos son culpables de haber defendido los derechos de los trabajadores, también lo somos nosotros, cada vez que animamos a acudir a un sindicato en lugar de dar medicación ante una ansiedad relacionada por las precarias condiciones laborales de nuestros pacientes; somos culpables cada vez que atendemos a una persona a la que se ha privado de la asistencia sanitaria en las mismas condiciones que los demás, por culpa de un RDL 16/2012 impuesto desde el mal gobierno; somos culpables cada vez que pensamos en términos de desigualdades sociales para abordar la salud de la población; somos culpables cada vez que hablamos de lo poco que influimos los profesionales sanitarios en la salud de las personas y lo mucho que lo hacen el desempleo, los desahucios, la pobreza infantil y muchas otras cuestiones para las que personas como Carlos y Carmen, con su presencia en las calles, con su acción, quizás sí puedan mejorar. ¿Somos culpables?¿Son ellos culpables? No queremos una sociedad injusta llena de cárceles de gente honrada.

Por ello, proponemos:

1. Os animamos a participar en la petición que se remitirá al Ministerio de Justicia para la concesión de indulto (es urgente: la carta se remitirá el martes)
Bien firmando directamente aquí:
O bien remitiendo vuestro modelo de carta personalizada (que podéis descargar aquí) a a la siguiente dirección:

2. Os invitamos a difundir la información sobre el caso de Carlos y Carmen en todas las asociaciones, plataformas, sociedades científicas y colegios profesionales de vuestro entorno relacionadas con sanidad y salud. Consideramos que establecer un proceso de reflexión y debate sobre este asunto puede ser muy enriquecedor para evitar que vuelvan a ocurrir situaciones similares.

3. Animamos e invitamos a dichos colectivos a implicarse y como hicieron otras asociaciones, sociedades científicas y colegios profesionales - la Asociación Americana de Salud Pública en la época de Vic Siedel, por ejemplo- difundir y denunciar la desproporcionada pena impuesta en el caso de Carlos y Carmen.

4. Podéis difundir vuestra vuestra fotografía solicitando el indulto para Carlos y Carmen y que se detenga su proceso de encarcelamiento.

sábado, 14 de junio de 2014

DISIDENCIAS EN LA UNIVERSIDAD; VICENTE MANZANO

La universidad se encuentra sumida en un proceso de reconversión radical. Este proceso no es transparente, sino que, por el contrario, se oculta bajo distintas máscaras y maquillajes. Así se homologa con las reformas neoliberales del presente, en las que apenas existe discusión pública sobre las mismas, que se presentan como técnicas e inexorables. Algunos aspectos de las reformas  se hacen manifiestos, suscitando distintas respuestas en términos de conflicto, tales como los precios, las becas o las condiciones laborales  de los profesores. Pero las dimensiones más importantes de las transformaciones en curso,  permanecen inscritas en un campo de experiencia mudo, en el que sus efectos son vividos,  pero no se constituyen como discurso articulado.

La mutación de las finalidades, de los tipos de organización, de las regulaciones, de las medidas organizativas, de los incentivos, de las culturas profesionales, así como de los sentidos organizacionales, no se entienden en su verdadera significación. De la suma de las mismas resulta un verdadero terremoto organizacional, pero los operadores de la reforma consiguen que sean percibidas como medidas puntuales aisladas entre sí e integradas en la cotidianeidad. En este proceso de cambio radical, crecen las nuevas estructuras nacientes en el interior de la universidad, como las instituciones centrales de la gestión y la evaluación, que producen los vínculos transversales con el sistema económico,  integrando la institución en el conglomerado que impulsa el crecimiento.

El espíritu de la reforma radica en la transformación de la universidad en un mercado de productos docentes y de investigación. La intervención de las agencias múltiples determina la valorización relativa de estos productos. Así se transforman los sentidos de la docencia y la investigación. La subordinación a los imperativos de los clientes y a los criterios de las agencias externas de calidad y evaluación que regulan las carreras profesionales, parece inevitable. Estos cambios afectan fatalmente a las ciencias humanas y sociales.

Pero el núcleo de esta reforma se inspira en la doctrina del Shock.  La maquinaria institucional que la impulsa, introduce secuencial y continuamente,  medidas que representan una ruptura con el pasado. Estas se producen una tras otra en espera de la siguiente. Así se configura una realidad que se caracteriza por la novedad, la inestabilidad y la imprevisibilidad. Como estas medidas-decisiones carecen de un anclaje en los esquemas mentales de los afectados, que no perciben la reforma en su totalidad, se produce una crisis de cognitiva, en la que el conocimiento de los profesores  y la realidad vivida no encajan. Sobre este desencuentro se constituye un estado de desorganización cultural de gran magnitud.

Así se producen un conjunto de efectos de dominó derivados de la praxis de vivir en un medio no bien inteligible. La adaptación de los profesores, los grupos de investigación o los departamentos, se conforma como  la cuestión fundamental para sobrevivir. Es preciso adaptarse al torrente decisorio que produce la realidad, siempre provisional. Así se produce una pérdida de control sobre la institución, que es sustituida por la focalización de la atención sobre la realidad de cada persona o unidad afectada. La realidad es la parcela donde se dirimen los intereses de cada uno. Así el tejido organizacional se debilita debido a la fragmentación derivada del curso de la reforma. Los vínculos laterales entre profesores y departamentos se debilitan en la cultura adaptativa imperante, definida por el precepto  de “cada uno a lo suyo”.

De estos procesos resulta un sentido común sobrio y gris, focalizado a los intereses de cada cual, para administrar su permanencia y expansión en la dinámica de la organización. Lo macroinstitucional es sustituido por múltiples micros de cada cual. El espacio público se difumina por la preeminencia de los sujetos en permanente estado de adaptación. El clima que se deriva de esta situación es tóxico, disminuyendo la reflexión y la colaboración, que son  sustituidos por un pragmatismo utilitarista que alcanza unas dimensiones autodestructivas.

En esta situación cualquier profesor, grupo o departamento que suscite una reflexión que trascienda “lo suyo”, o que cuestione alguna cuestión general, se encuentra con un silencio espeso y un distanciamiento de gran magnitud de sus iguales. Por eso defino como disidencia, cualquier posicionamiento con respecto a la institución. Esta es más que un conflicto.  Se trata de  un aislamiento del disidente, al que se añade la globalidad inevitable  de su confrontación con la institución. La disidencia es una propiedad de las estructuras institucionales que no permiten la opcionalidad. La disidencia es una tragedia, cuya única solución es la transformación de las estructuras tóxicas en las que se produce.

Vicente Manzano es un profesor e investigador del departamento de Psicología de la universidad de Sevilla. Su trayectoria puede ser definida en una propuesta de una universidad comprometida. La reforma universitaria, intensificada en los últimos años,  ha significado un desencuentro creciente con la institución, en tanto que no ha renunciado a su línea de investigación. Este ha derivado inevitablemente en una disidencia. La carta que ha dirigido a la comisión de calidad anunciando su ausencia,  es un documento imprescindible. En él sintetiza los argumentos de su crítica a la deriva institucional, pero lo más importante es su autenticidad al expresar el dolor que le suscita la metamorfosis universitaria y su identidad profesional deteriorada por los nuevos sentidos asignados a la docencia y la investigación. El tono de desolación que filtra, así como de autoafirmación frente a las presiones ejercidas por las maquinarias reformadoras es revelador y muy ilustrativo.

A continuación publico la carta, que he recogido del blog de otro de los profesores disidentes fundamentales, Jorge Riechmann, de la universidad Autónoma de Madrid. Recomiendo la visita de este blog, “tratar de comprender, tratar de ayudar” tratarde.org.tratarde.org El papel de Riechmann en la resistencia a la reforma es ineludible.

A la Comisión de Ordenación Académica y Garantía de Calidad de la Facultad de Psicología

Queridos y queridas colegas,

Como he indicado brevemente a través de un mensaje de correo electrónico, no asistiré a la siguiente reunión convocada para el lunes. No asistiré tampoco a ningún otro acto de normalización de la situación universitaria mientras coexistan los factores que me han llevado a tomar esta decisión. No espero que coincidamos en la argumentación que comparto seguidamente. No obstante, por el respeto que nos tenemos y que guardamos a la institución, comunico las razones al estilo que me ha enseñado la universidad: con fundamento. La divergencia forma parte de la actitud científica, por lo que asumo perfectamente que no coincidamos en el análisis o en la conclusión, aunque espero nutrirme con vuestros desacuerdos.

Amo esta profesión. Intento ser muy exigente con mi desempeño como docente y como investigador, sirviendo con lealtad a los principios de la Educación Superior, magistralmente expuestos en numerosas ocasiones, como ocurre con la Declaración Mundial de Educación Superior de la UNESCO de 1998. No hay mayor garantía de calidad que el amor por el trabajo bien hecho y la búsqueda constante de conocimiento. Lamentablemente, este amor y esta exigencia anidan más en la dimensión académica que transitamos que en la clase política que padecemos. La batalla que nuestros gobernantes ansiosa y vertiginosamente mantienen en contra del saber universitario hace ya tiempo que superó el umbral de lo aceptable. El papel que han adoptado, legislando una creciente desconfianza que intenta saciarse sin éxito en evaluaciones disparatadas, confunde cada vez a un mayor número de colegas, entretenidos en tareas de auto-salvación que terminan contribuyendo al daño colectivo. Existe una abundante literatura científica que avala este divorcio sangrante y que clama por una respuesta universitaria a la altura del saber que se nos supone.
El ataque del gobierno español es poco original y nada meritorio. Imita lo más fielmente que es capaz un movimiento internacional de inspiración economicista (De Wit, 2010, Greenwood, 2012, Manzano-Arrondo, 2011, Shumar, 2004, Wang et al., 2011, Yogev & Michaeli ,2011) que aterriza en la esfera universitaria. Hay evidencias relatadas en, por ejemplo, Australia (Worthington
& Higgs, 2011), Chile (Spinoza, 2008), Indonesia (Susanti, 2011), Israel (Yoguev & Michaeli, 2011), Nueva Zelanda (Codd, 2005), Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia (Musial, 2010), Grecia (Venieris & Cohen, 2004), Japón (Yamamoto, 2004), España (Manzano-Arrondo & Andrés, 2007) o Turquía (Kennedy, Senses & Ayan, 2011), además de países del exterior occidental como China, Fiji, Uganda o Kenia (Johnson & Hirt, 2011).

Los efectos de estos ataques se miden en términos personales, institucionales e internacionales. A nivel personal, se denuncia el desencanto del personal académico (Shields & McGinn, 2011), la transformación del imaginario colectivo hacia las demandas del mercado (Andrés & Manzano-Arrondo, 2004), la devaluación de los miembros de la institución que no cumplen las crecientes exigencias (Malecki, 2000), el aumento de las deudas familiares para cubrir el sueño de vivir la universidad (Spinoza, 2008), el drástico decrecimiento de la diversidad social de acceso, tanto de estudiantes como de profesorado (Manzano-Arrondo, 2012a), el incremento del individualismo y el credencialismo (Shumar, 2004), la devaluación de la formación intelectual a favor del entrenamiento profesional (García, 2008) y la gentrificación de la Universidad, favoreciendo el acceso de quienes tienen un alto nivel académico o familias con altos ingresos (Manzano-Arrondo, 2008). A nivel institucional, se observa la demonización de la investigación básica (Shumar, 2004), la abundancia de trastornos sobre la calidad de la vida laboral (Alderman & Brown, 2005), acompañado por la evangelización en los valores mercantiles (Manzano-Arrondo, 2008, 2012a) y la orientación hacia sus demandas (Corte, 2004, Plaza, 2008), asumiendo la minimización de costes para las prácticas universitarias (Worthington & Higgs, 2011), cambio de la gestión universitaria hacia un sistema de refuerzos y castigos (Vidovich & Curie, 2011), énfasis en acercar los intereses universitarios a los de la industria, fomentando partenariados y mercenazgos que configuran la vida académica (Malfroy, 2011), reducción de las posibilidades de acción mediante reducción de fondos (Frew, 2006), mutación de la Universidad desde agente de cambio social a objeto bajo control externo (García, 2008) que deriva hacia la definición externa de la agenda universitaria (Filipakkou & Tapper, 2008), traslaciones directas de los modelos de evaluación de la calidad desde el ámbito mercantil al universitario (Temple, 2005), que conlleva la reducción del peso de lo académico (Alderman & Brown, 2005) y la transformación de la institución en un contexto de mercado en sí misma (Sousa, 2006). A nivel internacional, se denuncia la fuerte estandarización a múltiples niveles que ignora las particularidades y retos locales (Plaza, 2008), la estimulación de la competencia entre universidades (Spinoza, 2008), que provoca un desplazamiento desde el interés por el significado de cada universidad hacia el interés por su imagen (Wareaas & Solbakk, 2009), governanza universitaria tendente a favorecer el espíritu de competición de mercado a través de los múltiples rankings (Vidovich & Currie, 2011), imposición de un modelo de universidad y una versión de calidad desde el Norte hacia el Sur (Rodrigues, 2007), incremento de las desigualdades Norte-Sur que desequilibran las dinámicas globalizadas de Educación Superior (Sousa, 2006), e incremento de disparidades en los recursos disponibles entre instituciones universitarias de países diferentes (Alderman & Brown, 2005).

Esta destrucción progresiva es posible gracias a un fuerte divorcio entre lo académico y lo político (Christensen, 2011) que está resultando en una agenda totalmente controlada por los intereses mercantiles legislados a través de una clase política (Jarab, 2008) que, si bien goza cada vez de menor respaldo popular, sigue aferrada a dinámicas que hacen viable estos comportamientos.
Ignacio Martín-Baró denunció los mecanismos que subyacen a estas dinámicas perversas desde los marcos de opresión (Martín-Baró, 1986), motivo por el que defendía la teoría y práctica de la psicología de la liberación (Paloma & Manzano-Arrondo, 2011). Ya he denunciado estas dinámicas a través, por ejemplo, de la pirámide invertida de la opresión (Manzano-Arrondo, 2012b), de perfecta aplicación al contexto académico.
Esta dinámica internacional, muy obediente a la versión más perniciosa de lo que ha venido a denominarse el New Public Management (Greenwood, 2012) (ahora, New New Public Management), está mostrando una velocidad impresionante en España. No acabamos de asumir un nuevo ataque cuando ya sobreviene el siguiente.

Desde mi punto de vista, insisto que discutible, creo que nuestra reacción está siendo poco universitaria. Nuestra posición estratégica como institución del conocimiento merece una conducta bien distinta, una oposición clara, frontal, potente y bien fundamentada, que imposibilite el ataque que recibimos sin tregua. Hablo de una respuesta colectiva, de un cuerpo científico y académico que en honor a su conocimiento decide no participar en la degradación.

No ocurre. Tras varios años con la sensación de predicar en el desierto, entended que mi discurso y mi consecuente comportamiento cotidiano varíe de rumbo y haya escogido la búsqueda de coherencia individual. En este tránsito, he decidido no colaborar con la normalización de esta pauperación de las condiciones de nuestro oficio. No colaborar implica, entre otros aspectos, desviar esfuerzos para visibilizar lo que ocurre y organizar alternativas, en lugar de implicarlos en labores de gestión que hacen viable lo que debería ser intolerable.
Ojalá que una facultad o un departamento arranquen con una clara y justificada desobediencia o no-colaboración, rompiendo nuestra tendencia a corregir sin éxito los desmanes legislativos de una clase política que llama realismo a la cobardía y gobernabilidad a la dictadura. Ojalá que perdamos la adherencia a mantener la institución como si no estuviera ocurriendo nada. Ojalá que lo veamos, pues implicaría el inicio contagioso de un cambio de rumbo. Ojalá existiera la universidad sin condición (Derrida, 2001), ese lugar de libertad donde sus miembros sienten la protección de un santuario del conocimiento desde el que generar ideas, mecanismos y soluciones (McArthur, 2011). De momento no ocurre. Mientras tanto, dado que me debo a las argumentaciones que he expuesto con injusta brevedad, a la actitud rebelde y propositiva de la ciencia que me ha educado, y a la vocación de servicio a la sociedad que baña mi condición de profesor universitario, os comunico esta decisión, abierto al debate académico que consideréis oportuno. Creo firmemente en la responsabilidad de la acción y de la inacción. Por ello, asumo las consecuencias que se deriven de la decisión que he compartido.

¡Viva la Universidad!
Un fuerte abrazo,
Vicente Manzano-Arrondo

Carta completa con referencias


domingo, 8 de junio de 2014

CAPTURA, FAENADO Y DESPIECE DE LOS PACIENTES

En los tiempos anteriores,  la consulta médica constituye la instancia en la que los pacientes plantean sus problemas de salud. Después regresan a su vida ordinaria en la que se hacen presentes los sistemas sociales profanos que los incluyen, mediante familiares, amigos y personas influyentes que interpretan, informan, proponen y deliberan acerca del estado del afectado. Entre la consulta y la vida cotidiana sólo existe una estación de paso obligada: la farmacia. Pero esta representa un papel subordinado a la decisión médica, en tanto que su oferta complementaria a la receta es modesta. En el resto de la vida la publicidad es muy débil y difusa, limitada a algunos remedios universales válidos para todo. Es la sobria era de la aspirina.

En el tiempo presente esta situación se ha modificado radicalmente. Ahora la consulta es un lugar ubicado en una  encrucijada de caminos,  en los que el paciente es medido, pesado, escrutado, analizado y desmenuzado desde la perspectiva de los dispositivos profesionales múltiples, las industrias, los saberes, los métodos de comunicación y las tecnologías que constituyen el magma creciente que acompaña a la asistencia médica. En estos tránsitos, el paciente deviene en un ser social sospechoso de ser portador de problemas solucionables por tan portentoso y diversificado  dispositivo. La consulta es un lugar de paso, tras  la que se vuelve a una vida en la que cada uno es el objeto de las maquinarias semiológicas que pueblan toda la vida cotidiana. No hay ningún rincón de la misma en el que se pueda estar a salvo de las seducciones profesionales-comerciales que se manifiestan en nombre de la salud.

Dice Ivan  Illich que una profesión se funda en su capacidad para definir las necesidades de sus clientes. La explosión de las profesiones y su fusión con los dispositivos empresariales y de comunicación,  genera un estado de sospecha generalizado para toda la vida. Todas las personas que rodean al paciente terminan siendo los vehículos de informaciones, conminaciones, proposiciones y soluciones acerca de problemas y remedios para el cuerpo y la salud, que adquieren proporciones inusitadas, desbordando  cualquier previsión. En este tiempo, ignorar tus necesidades es un acto asocial imperdonable. La institución central de la gestión alcanza a las personas mediante la imposición de un precepto que guía las vidas: la gestión óptima de sí mismo. Este implica una actitud de vigilancia de sí y de escucha activa de todas las ofertas dirigidas a tan esforzados y potencialmente felices ciudadanos. Así se conforma la era de la prevención, a la que voy a dedicar algunos post.

En este nuevo tiempo, la consulta médica se inscribe  en un campo productivo  que, como afirma uno de mis autores  favoritos del paradigma del capitalismo cognitivo, Andrea Fumagalli, se define porque  la misma producción tiene como objeto la vida, la totalidad de la vida. La explosión del consumo inmaterial pone en el centro del sistema productivo a la salud, el cuerpo y el ocio. Así tiene lugar una reelaboración del concepto de salud, en la que los médicos pierden el monopolio de su definición como ausencia de enfermedad,  siendo relegados por la nueva sociedad hedonista, regida por el principio de la satisfacción permanente, renovada y sin techo. De esta mutación resulta un paciente-consumidor en estado de ebullición permanente, activando la disposición a la escucha, la iniciativa y la experimentación propuesta por el nuevo dispositivo rector de la salud, en el que la profesión médica convencional es sólo una parte.

De estas transformaciones resulta la era de la prevención. Esta, al igual que el consumo inmaterial, está dominada por la idea central del yacimiento. Este implica que el problema se encuentra  oculto bajo la apariencia de la superficie. Así, es preciso buscar debajo y estar en estado de alerta. El colesterol se conforma como el emblema de las amenazas y plagas invisibles que debemos detectar mediante la activación de la vigilancia en estado de movilización permanente.  Por cierto, aprovecho para dar las gracias a Vicente del Bosque, Indurain y otros héroes catódicos por aconsejarnos acerca del Danacol.  Es menester no descuidarse. Sobre esta los riesgos ocultos en los yacimientos  se constituyen mercados de gran magnitud en las economías del bienestar.

Uno de los cambios más relevantes es la transformación de las farmacias. Estas ya no son las viejas boticas al servicio de los medicamentos prescritos por los médicos en el documento símbolo de la sociedad de la abundancia: la receta. Ahora las farmacias se emancipan de la consulta generando una oferta explosiva de productos y servicios dirigidos a los pacientes reales o potenciales que las transitan. Las farmacias son instancias dotadas de semiologías prodigiosas dirigidas a múltiples públicos-blanco y sus necesidades no descubiertas o satisfechas en las consultas médicas.

El nuevo dispositivo industrial inmaterial de la salud y el bienestar emprende activamente la conquista de sus mercados. Para eso tiene que ser eficaz en la captura y el faenado de sus esforzados clientes. Estos procesos implican una cuestión esencial: el despiece de las necesidades. Las necesidades se escinden en fragmentos cada vez más pequeños que son el objeto de cada parte del dispositivo emprendedor del nuevo campo emergente. La operación de despiece tiene como efecto la creación de un cliente escindido que multiplica su vigilancia y dedica parte de su esfuerzo a integrar los múltiples tratamientos a sus fragmentados problemas y terapéuticas de ocasión.

El despiece significa la multiplicación de las especialidades médicas, llegando a constituirse una para cada enfermedad e incluso  problema; la explosión prodigiosa  de las farmacias que multiplican sus prestaciones mediante la recomendación de las nuevas generaciones de fármacos, ya liberados de las enfermedades convencionales, la constitución de un campo de asesoría para el bienestar y la oferta de productos complementarios a los verdaderamente enfermos; la expansión de los naturistas múltiples, exploradores de todos los campos de la vida; el apogeo de todas las profesiones y métodos sobre el cuerpo, en el que la fisioterapia viaja de la rehabilitación a la prevención;  los laberintos de los estéticos para modelar los cuerpos para afrontar los nuevos imperativos sociales; los resultantes del despiezado del cuerpo que comienzan por los pies, los podólogos y terminan por los de la piel, el pelo y demás componentes de la cabeza, excluido el cerebro, pues este es monopolio de todo el dispositivo; los nutricionales, los sexuales y otros funcionales sin límites; los de las edades, los niños, los mayores, los que se encuentran en edades de transición; los psicoterapeutas  que tratan los malestares y los problemas con repertorios variados; los odontólogos, los masajes, los de problemas especiales, los que tienen por objeto el hogar, los tiempos especiales como las noches, los fines de semana o las vacaciones.

El dispositivo heterogéneo, múltiple y expansivo de captura, faenado y despiece de los pacientes está ahí fuera. Según sale el paciente de la consulta, es abordado e interpelado  según distintos grados de amabilidad e intensidad. Está en la radio, las televisiones, internet, las redes, la prensa escrita, el buzón de correos de tu domicilio, el trabajo, el cine, los trayectos urbanos a pie, en coche o en cualquier transporte público. Pero estas sagradas instituciones del márketing y la publicidad terminan compareciendo en la vida mediante su afectación a las personas próximas que terminan colonizando el espacio privado, en el que se hacen presentes modelando las conversaciones,  la atención y el campo cotidiano. Es imposible no ser influido por tan portentosos mercados e instituciones que expanden sus demandas y sus nichos de mercado sin fin.

En este contexto es preciso entender las significaciones de la consulta médica y la asistencia sanitaria. Unos extraños seres vestidos de blanco, supervivientes de la era industrial anterior, habitan en las consultas y  los sistemas de información relativamente ajenos a la intensificación terapéutica de la vida. Los sentidos que guían sus actividades se nuclean en el combate contra las enfermedades. Pero este sistema sumergido de las consultas médicas es inundado imperceptiblemente para sus peculiares habitantes por todos los dispositivos de la captura, faenado y despiece de los pacientes, así como por sus sentidos, que en la mayoría de las ocasiones importan los mismos consultantes. En medio de este distanciamiento de la emergente realidad,  muchos de los pobladores de las consultas asumen los principales supuestos del nuevo dispositivo y son recompensados generosamente por ellos. Porque los laboratorios se encuentran en la cima y en los intersticios  de este dispositivo formidable.

Pero en los discursos que regulan la relación médico-paciente parece como si ese mundo exterior no hubiera cambiado y fuera el mismo de antaño. El paciente es un ser estimulado, engordado para su destino final mediante la fragmentación y multiplicación de sus necesidades. Su finalidad es ser el material renovable de múltiples empresas construidas sobre sus necesidades. Ikea ha inventado el modelo para estas empresas. El cliente debe acudir por sí solo y deambular por un laberinto en el que le esperan múltiples productos baratos inesperados. Termina por acumular varias menudencias sobre la compra principal. Este es el código de los mercados secundarios que acompaña a las consultas hoy.

He tenido un sueño. Cuando concluía  la consulta sentí miedo y comencé a sollozar.  Le pedí a mi médico que no me dejara  salir de allí. Trató de calmarme sin éxito,  pues persistía en permanecer en un recinto en el que no me afectan las conminaciones comerciales directas. El desenlace fue terrible pues el médico me dijo que me calmara y me hizo una receta de un tranquilizante. Salí huyendo desesperadamente. Dos calles más allá tropecé con una mesa situada en la acera.  Cuando me levanté, frente a mí estaba  una señorita que vino en mi ayuda con una perfecta sonrisa institucional. Me preguntó si me había hecho daño. Después comentó que seguro que había tropezado porque tendría la tensión alta. Entonces vi un cartel con varias palabras entre las que se encontraba “hipertensión”. Reinicié la cabalgada hasta llegar a mi casa y reencontrarme con mi perra, que nunca me ha preguntado  sobre mis problemas de salud. Tuve la tentación de poner el ordenador pero decidí seguir desconectado para evitar ser alcanzado por mensajes dirigidos a mis necesidades subyacentes.

La consulta es un lugar de paso en el tránsito por el laberinto de la detección y tratamiento de las necesidades múltiples. En el trayecto, muchos pacientes son capturados, faenados y despiezados. Hace treinta años hubiera escrito que la educación o la consulta médica de atención primaria es una instancia para recomponer los fragmentos de la persona y restituir su unidad. Pero ahora sólo me atrevo a preguntar ¿qué os parece? También decir que el crecimiento me parece muy vulnerable, en tanto que algunas de sus bases son muy cuestionables.