Lo que más valoro de Fellini es su capacidad de mostrar la vida cotidiana, las actividades y las relaciones que no tienen ninguna finalidad, sólo disfrutar. Su cine presenta a la gente corriente en su cotidianeidad, manifestando su arte de vivir cada día. No puede ocultar su valoración positiva de la gente. Ahora casi nadie cree ya en ella, ha sido transformada en opinión pública, segmentos de mercado y cosas similares, todas funcionales para alguna suprafinalidad que se escriba con mayúsculas y se pueda definir en términos mercantiles.
Os regalo un video prodigioso de su película Roma. En él se muestra una noche de verano en la que se cena en la calle, que es un espacio común de distintas gentes y generaciones que disfrutan del momento. La espontaneidad, la alegría, la emoción de estar y compartir, la celebración de cada día, sin objetivos ni racionalizaciones. La cámara de Fellini recorre todos las microsituaciones que se producen simultáneamente. Es increíble. Tiene la capacidad de presentar varias dimensiones en cada escena. Pero la gente aparece liberada en su grandeza cotidiana. Reir, estar, mirar y conversar adquieren una naturaleza apoteósica. Los cuerpos son desplazados a un segundo plano por la belleza de sus ocupantes. Me parece una secuencia antológica que suscita mi admiración y mi nostalgia. La calle en todo su esplendor. La gente en toda su grandeza.
Es inevitable que me haya acordado de Georges Bataille y su parte maldita.
4 comentarios:
gracias por el trozo de Fellini, suena a algo que hemos perdido los mediterráneos por mor de un supuesto progreso y desarrollo, es lo que tiene el realismo italiano, con humor y no exento de caricatura a veces, retrata lo que éramos. Encima con una frase popular revalidada epidemiológicamente: "el que como sólo el diablo se lo lleva pronto" más o menos. Me temo que con el agua sucia hemos perdido algún bebé y no es añoranza. Ayer mismo en la consulta una paciente colombiana me preguntaba que qué pasaba que todo el mundo estaba irascible, hasta ella que siempre fue tranquila esta respondona e irritable, le comenté que tal vez era que andábamos todos enfadados por la situación general y también que en una sociedad llamada del bienestar, se crean otros malestares, ella asintió y dijo sentirse bien aquí y que había conseguido mucho, pero que en su tierra, aunque más pobres eran más felices, le pedí que recordara los motivos por los que vino: la necesidad, y le comenté que hace 40 años aquí tampoco éramos como ahora. Pero lo cierto es que hemos perdido espacios de convivencia y sociabilidad no reglamentados y eso se nota, tal vez por un proceso de individualización/aislamiento que al no ir con nuestro hábito nos acaba entristeciendo.
Gracias Juan
Aunque el tema de la pérdida de los espacios comunes da para mucho, sólo vengo a decir que gracias por el vídeo, me ha recordado algunos momentos de mi vida, como la feria de mi pueblo o las comidas familiares donde rondamos las 30 como poco. Cada loco con su tema pero también en el de todos. Me encanta pararme a observar, como Fellini -aunque sólo he visto de él Casanova- la cotidianeidad, la espontaneidad y en definitiva la vida. Esos pequeños gestos que nos forman como personas. Dicen mucho de cómo somos.
¡¡Viva la vida en todo su esplendor!!
Gracias Luis y Silvia. Mi posición con respecto al bienestar es muy crítica. Los consumos desbocados en masa no sólo terminan por crear malestares múltiples, sino que desnaturalizan la vida y crean un sujeto sometido permanentemente a un proceso de escalamiento de necesidades. Así se llega a perder el sentido de las cosas y las medidas. La vida personal se encuentra bajo el control de los programadores. Los espacios públicos designan este cambio.
Según ello, entonces: "no es más feliz el quemás tiene sino el que menos necesita"
Lean el comunismo cotidiano y el espíritu de la Navidad.
http://www.zonaizquierda.org/X_docs/_CONTENIDOS/Comunismo_cotidiano.htm
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