Hoy se cumple el primer año de estos tránsitos. El 29 de diciembre publiqué “Del cero al uno”. Para mí ha sido una experiencia fantástica. Desde la perspectiva de hoy lamento no haberlo puesto en marcha antes. La verdad es que he experimentado una libertad de decir gratificante. En el curso de mi vida me he encontrado con múltiples burocracias, élites, poderes, grupos de presión, jerarquías y otras especies tóxicas que se han presentado coercitivamente, adoptando distintas formas, pero poniendo límites a lo que podía decir.
Ronald Barthes, definió al fascismo de su época como un sistema que más que impedir se funda en la obligación de decir. En el presente los poderes retoman este precepto. Por eso me he tomado la libertad de no decir las palabras inexcusables, las definiciones obligatorias, las versiones modernizadas de los gritos de rigor, los tópicos oficiales, las necedades inevitables, así como otras retóricas vaciadas de cualquier significado o las mentiras necesarias para los poderes. También me he librado de someterme a la forma más importante mediante la que opera el poder del presente, que es la imposición del pensamiento positivo.
En Tránsitos Intrusos pretendo contar “lo mío” en el contexto social en el que se produce, con la finalidad de vincular ambas cosas. Así reivindico mi pertenencia a esta sociedad. Porque en este tiempo lo que se ha deteriorado intensamente es la pertenencia. Los poderes favorecen la erosión de las pertenencias. De este modo se desvanece el sentido de lo común. Si se debilita lo común, tal y como está ocurriendo, los perjudicados son los estratos más débiles. Una sociedad así no es aceptable.
Soy profesor de sociología en una universidad. Esta institución programa los contenidos, los enfoques, las formas de trabajo y las actividades. Por esta razón, como no renuncio a dar mi versión de la realidad en mis clases, pienso que muchos alumnos, distanciados de las mismas, tienen que aceptarlas. En este sentido son mis prisioneros. Esto imprime una insoportable naturaleza de obligatoriedad a las actividades y las relaciones. Por eso vivo tan positivamente la experiencia del blog. Quien quiere se conecta y lo lee o no, según su interés. No puedo saber quien lo lee. No hay obligatoriedad alguna. Esto le confiere una naturaleza maravillosa para mi subjetividad.
El blog ha producido setenta y cinco entradas; trescientos once comentarios; tiene sesenta seguidores; casi cien personas suscritas por correo electrónico, más otras tantas suscritas por lectores; ha recibido más de treinta y cinco mil visitas. Para una persona relativamente aislada como su autor, esto representa mucho, aún a pesar de mi aversión a contar. Ahora me siento más cerca del uno que del cero que cuando comencé. El blog ha recibido una crítica a su orientación, la del “amante imaginario”, que suscitó una conversación en la que entraron distintas personas. Muchas gracias a todas las personas que habéis estado ahí detrás.
Lo mejor de esta experiencia es que ha propiciado el reencuentro con algunas personas amigas en épocas pasadas. También ha permitido conectar con nuevas personas. En particular, ha permitido colaborar con proyectos nuevos tan vivos y estimulantes como la revista Números Rojos, que publicó un texto mío en su número de julio, “Regreso al futuro”. También Poli-Tic.net, que ha publicado recientemente el post de “La gran rotación”. La revista Actualización en Medicina de Familia ha publicado como editorial “Los visitantes”. Del mismo modo, el blog ha suscitado comentarios positivos, en particular de los blogs sanitarios críticos. Algunos incluyen enlaces a este. También mis agradecimientos a las distintas personas que me han ayudado o hecho sugerencias.
Soy consciente de que Tránsitos Intrusos es una molécula en el imponente ciberespacio. Pero mi lema, que enuncié en la primera entrada, es combatir la idea del poder de que, bien no soy nadie, o, soy un mero dígito definido por la relación con colectivos macroscópicos, como la población, el censo electoral u otros de este rango. Por el contrario, soy uno, que es una cosa muy diferente.
No puedo olvidarme de mi perra Totas, que me acompaña cuando escribo entre mis pies y me recuerda imperativamente mis obligaciones de nuestros paseos comunes. La recogimos hace cinco años, abandonada y maltratada en la calle. Carmen tuvo una relación insólita con ella en su final. La perra todavía la espera y le guarda la ausencia. Es muy inteligente y conoce muy bien mis estados de ánimo. Fijaros en su mirada. Esta es
Ha sido un gran placer reencontrarte a través de este blog y leerte durante este año.
ResponderEliminarQue el nuevo año nos traiga más encuentros contigo y tus ideas y generosos huesos y paseos a Totas.
Gracias a ti, Juan, por abrirnos tanto la mente, y cuestionarnos lo que no se cuestiona. Por dejarnos conocerte más a través de tus experiencias vividas que a su vez, representan el contexto.
ResponderEliminarEn definitiva, gracias por dejarnos ser intrusos/as en tránsito.
Larga vida al blog, todos los espacios de diálogo, discusión, debate serenos son bienvenidos y un bálsamo en estos tiempos que corren.
ResponderEliminarGracias por permitirnos ser copartícipes. Que el 2014 sea mejor que el que se va, no será difícil a poco que se esmere.
Un abrazo
Juan, gracias por un año de lecturas apasionadas...
ResponderEliminarAbrazos
Feliz Año!!
Gracias por vuestras palabras Iñigo, Luis, Jesús y Anónimo. Que todas las personas que pasen por ahí detrás tengan un buen año
ResponderEliminarFeliz año Juan y gracias por estar ahí. Me encantaría que Totas conociera a Pope un pequeño perro mixto regalo de Elena Llamazares, la hija pequeña de César. Se llevarían muy bien.
ResponderEliminarAntonio buen año para ti también. Este verano aterrizaremos por allí, así podrán conocerse Pope y Totas.
ResponderEliminarun abrazo