Presentación
PRESENTACIÓN Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
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Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog. |
domingo, 3 de noviembre de 2013
LA GRAN ROTACIÓN Y LA FALACIA DE LA "COGNITIVE LOAD"
La masa laboral expulsada de la construcción, de la agricultura y la pesca, de la industria y de los servicios, así como del sector público, conforma una población homologada por su aspiración a un puesto de trabajo. Es la población predestinada a rotar por el mercado de trabajo. Así se configuran destinos sociales de segundo nivel en la sociedad global emergente. La rotación deviene en una marca para las personas destinadas al tránsito sin final por el mercado de trabajo.
El proyecto de rotación se encuentra muy avanzado y no se oculta. En los discursos de las autoridades regionales del sistema-mundo, en sus homólogos estatales y autonómicos, en los empresarios, en las escuelas de gestión, en los expertos económicos y en los medios de comunicación. El factor clave en los análisis realizados es el número total de puestos de trabajo. Estos se han emancipado de sus atributos, siendo, en rigor, puestos de trabajo brutos, nunca mejor dicho.
De este modo, los aspirantes a los puestos de trabajo brutos, procedentes de los contingentes de los desempleados, de los precarios severos, de los que se encuentran almacenados en el sistema educativo en espera, de los que han desempeñado su vida laboral en la economía sumergida, así como de inmigrantes atrapados en distintas trayectorias, conforman la población definida por el destino social común de rotar por el mercado laboral. El ciclo de tiempo compartido entre trabajo bruto y desempleo, puede alterarse mediante tiempos de incorporación al ejército de reserva global, que los expertos denominan “movilidad exterior”, o alguna experiencia de desaparición de las estadísticas, es decir, en una experiencia de trabajo “negro”.
La conformación de esa población rotante como destino social de segundo nivel, implica la materialización de un disciplinamiento social de gran envergadura. Las vidas de las personas marcadas se concentra en las colas de espera, en las que es preciso destacar sobre los demás ante las instituciones que inspeccionan y gestionan la cola, escrutando minuciosamente a cada uno de sus miembros. En estas condiciones, el miedo y la autocensura constituyen las bases del gobierno de lo social. Los derechos o la misma democracia parecen imposibles en este contexto. La amenaza de una regresión con respecto a la era industrial es patente.
En coherencia con este mercado laboral dual que constituye una masa laboral rotante, en el que una parte de la misma es prescindible para el funcionamiento del sistema, las políticas sociales se reformulan sobre este supuesto. La asistencia sanitaria y la educación, antaño universales, los servicios sociales compensatorios de situaciones de desventajas sociales múltiples, así como las pensiones, son reestructuradas para ser adaptadas a la lógica del sistema global. Ahora impera la desuniversalización. Para los rotantes y los destinos sociales de segundo orden, se construyen dispositivos específicos con arreglo a su rango.
Este es el factor oculto que proporciona sentido a las reformas que se han iniciado en los últimos años. Estas no son inteligibles en el escenario comunicativo actual, generando la irritación de sus desconcertados destinatarios. Estos ignoran que han perdido la condición de obreros necesarios para la producción industrial o los servicios, así como para los dispositivos estatales de la era del fordismo y del estado del bienestar. Ahora son un conjunto de moléculas concentradas en el fluido de la cola de la eterna rotación. Han perdido la condición de ser estrictamente necesarios para un nuevo sistema que no necesita de toda esta la población.
Este proceso no es bien percibido, a pesar de la manifestación inequívoca de sus principales elementos en las comunicaciones públicas. Los sistemas de percepción y valoración de los denominados ciudadanos, así como de las instituciones en proceso de transformación, tanto políticas, mediáticas o de producción del conocimiento, que se encuentran deslocalizadas, lo dificultan. Así, algunas dimensiones de la gran transformación son identificadas, pero aisladas entre sí, y carentes de anclaje en un sistema cognitivo integrado que les haga inteligibles. De ahí los malestares difusos derivados de la incapacidad de racionalizar acontecimientos que parecen inverosímiles.
El cuadro resultante de esta transición es de alta complejidad. Los poderes que impulsan el cambio actúan firmemente, mediante una estrategia de escalonamiento secuencial. La oposición institucional clama contra algunos de los elementos más manifiestos de la reconversión hacia la sociedad de la rotación, reclamando el retorno a la situación anterior. Mientras tanto, sus ilustres colegas inscritos en las instituciones regionales europeas del sistema-mundo, así como los expresidentes y altos cargos de los gobiernos anteriores, actúan en favor del poder global sin máscara alguna. En el caso del PSOE la situación alcanza niveles de comicidad, salvo en el caso de los afectados por la gran rotación, para los que representa una tragedia.
Alcanzar la meta de la sociedad de la rotación, implica dotarla de la legitimidad necesaria. Para ello los poderes que la impulsan necesitan conquistar la opinión pública haciendo aceptar sus definiciones. En el estadio actual, se hace patente la gran descalificación de los profesores para constituir la educación dual; del mismo modo se descalifica a los médicos y enfermeras para facilitar el tránsito a una sanidad privatizada; los funcionarios también comparten el mismo destino, en tanto que son un obstáculo para el nuevo estado relacional ligero.
La población de los condenados a la rotación, que tiene que aceptar la ley de hierro del nuevo sistema “mejor es un puesto de trabajo eventual que el paro”, es también severamente descalificada por los nuevos poderes. Es imprescindible erosionar el imaginario universal, que todavía subsiste de los tiempos de la industria, la expansión del consumo y el estado de bienestar. En las comunicaciones públicas, las declaraciones de autoridades, expertos y comunicadores, que conforman el dispositivo que empuja a favor de la gran rotación, los contenidos son cada vez más explícitos.
En favor de la construcción de la gran descalificación de los que rotan y van a rotar, se explota el yacimiento de las neuropsicologías. Es preciso constituir un retrato-robot de los destinos sociales de segundo orden, que atribuya la responsabilidad individual de su situación a las mismas víctimas. En estas coordenadas se inscribe la construcción de un discurso que distingue entre los racionales comportamientos de los que ocupan posiciones de privilegio y los deficientes comportamientos de los vulnerables, ahora rotantes. Estas diferencias se asientan sobre la tan objetiva diferenciación de sus mismos cerebros.
El concepto principal es que la pobreza o la precariedad determinan un volumen considerable de carga cognitiva, “cognitive load”. Esta se deriva del estrés, la interiorización de la situación de incertidumbre y de la ausencia de objetivos que conlleva una situación que no puedes controlar. Los comportamientos asociados a la alta carga cognitiva pueden ser poco racionales, tener componentes de autodestrucción, impetuosos y carentes de disciplina.
Se afirma que la carga cognitiva influye sobre la corteza prefrontal del cerebro en el que se realizan las funciones ejecutivas, tales como la regulación emocional, la toma de decisiones o la planificación a largo plazo. De este modo, se construye una descalificación sobre las conductas de los que van a rotar. El argumento de que su situación se encuentra determinada por su déficit de competencias individuales, es reforzado mediante la carga cognitiva, a la que se atribuye una base biológica. Así se completa el ciclo de la individualización del destino social y la abolición de las condiciones sociales.
La red de poderes, dispositivos expertos y comunicadores que los apoyan, construye un argumento en apoyo al proceso de construcción de la población que rota, legitimando su discriminación. Ahora se puede entender a este mundo de personas rotantes, cuyas menguadas competencias laborales se acompañan por la compra compulsiva, la mala gestión de sus dineros, la incapacidad de tomar decisiones y el deterioro inevitable de sus decisiones sociales.
Sobre estas falacias se está constituyendo un poder que va adquiriendo la naturaleza de un nuevo autoritarismo tecnocrático, apoyándose en las instituciones que desempeñan el papel de selección social y gestión de las colas de los condenados a rotar. Me pregunto sobre la corteza prefrontal de muchos empresarios, diputados, expertos y comunicadores. Todo esto es muy inquietante. Termino rememorando el “Digem no” de Raimon de los tiempos de mi juventud. Ahora el “hem vist la por, la fam” deben complementarse con “hem vist la rotació”. Pero permanece inalterable el “nosaltres no som dêixe món”, que expresa elocuentemente la regresión que opera en el presente.
3 comentarios:
Tengo la impresión de que el paradigma de todo esto es ese empresario valenciano. El que dice que tenemos que aprender de los bazares chinos. Mientras él sigue escalando en la lista Forbes.
Y mientras tanto "los rotantes" seguiremos adormecidos viendo a Neymar inventar el doble caño.
pd. Hola Juan, este artículo me ha gustao más que el anterior. El anterior era más árido de leer, pero al final tenía su retranca.
Un abrazo.
Gracias Agustín
Más o menos es lo que cuentas. Para los que van a rotar salarios bajos, disciplina laboral, aceptación de la rotación, agradecimiento cuando llegue la etapa de empleo y exigencia de movilización en la polémica acerca de si Ronaldo es mejor que Messi o viceversa. Mientras tanto la leal oposición ere que ere o r que r.
la tasa de destrucción de empleo en éste nuevo capitalismo de acumulación es progresiva.
Amayores en españa la esclavización aumenta, la urgencia es demasiado alta. los sindicatos, la inspección de trabajo, la ley laboral, las estructuras de seguridad social se resquebrajan, no es una broma, el precariado aumenta, camino de 6 millones y creciendo, con más o menos "sostenibilidad".
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Trabajo precario: los esclavos del siglo XXI
Ya nada nos sorprende, pero es indignante: empresas que no pagan las nóminas o bajan un 25% los sueldos, horas extras que no se pagan, médicos en paro que hacen guardias en cinco hospitales, profesores contratados por días, camareros con contratos a media jornada que trabajan 12 horas, becarios sin cobrar durante años, empleos a comisión sin sueldo y hasta empresas que cobran a los que buscan trabajo. Miles de ejemplos de trabajo precario, ilegal y legal, de abusos a parados y trabajadores, cada vez más indefensos. España es el país con más precariedad de Europa, el paraíso del contrato temporal: el 92,16% de los firmados en 2013. Y así nos va: menos consumo, menos ingresos fiscales, menos cotizaciones, más accidentes y menos productividad. Y la patronal ha pedido todavía más flexibilidad en contratos, sueldos y horarios. La esclavitud laboral no ayudará a salir de la crisis. Nos hundirá por décadas.
Enrique Ortega
Tras cinco años de crisis, los trabajadores españoles están cada vez más indefensos, a merced de los crecientes abusos (legales e ilegales) de muchas empresas, grandes y pequeñas, que los consideran como trabajadores kleenex, de usar y tirar. Se recortan sueldos, se cambian horarios y se quitan horas extras, se reducen derechos y se cambian contratos más estables por otros temporales y precarios. Y el poco empleo que se ofrece es más precario y barato, mucho sin contrato, con sueldos de hasta 4 euros la hora. Incluso hay empresas que cobran por hacer los trámites de selección a parados, mientras uno de cada cuatro fraudes en Internet son ofertas de empleo falsas, según Inteco.
http://economiaaloclaro.blogspot.com.es/2013/10/trabajo-precario-los-esclavos-del-siglo.html
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