viernes, 8 de noviembre de 2013

JESÚS IBÁÑEZ: LA INTELIGENCIA A CONTRACORRIENTE

Jesús Ibáñez es uno de los sociólogos españoles más originales y fecundos. Sus aportaciones a la sociología son reconocidas desde todas las perspectivas.  Pero no se trata de un académico convencional, sino que, por el contrario, su docencia e investigación se produjo articulada con su presencia en la sociedad de su tiempo. Se trata de un científico social comprometido e involucrado en la oposición al franquismo, la transición y los extraños años ochenta, en los que la democracia naciente se insertó en un carril inesperado.

Desde la perspectiva actual, el valor de sus aportaciones es creciente. Sus posiciones escritas en distintos medios de comunicación y compiladas en un libro “A contracorriente”, publicado por Fundamentos en 1997, se revalorizan desde la perspectiva presente, en donde comparecen muchos de los elementos estructurales clave, inmunes al cambio, que en los años de la transición se encontraban ocultos a los discursos en boga, pero que no pasaban inadvertidos a su poderosa mirada.

Jesús Ibáñez ejerció una gran influencia sobre una generación de sociólogos, que han continuado desarrollando la sociología crítica en España, que integra distintos autores, contenidos y perspectivas. Nunca olvidaré su presencia imponente en la facultad, su modo de estar en la vida, sus coherencias personales entre sus militancias y sus actividades docentes e investigadoras. Su obra y su figura es una referencia viva para las ciencias sociales.

Su vida se puede sintetizar en saber estar en una situación adversa, siempre a contracorriente. La dimensión más importante del poder contemporáneo es la producción de una definición de las situaciones, mediante la cual se asignan los significados. El poder del presente ha acentuado esta dimensión, generando un conjunto de poderosos dispositivos de producción del conocimiento, tales como las ciencias del mercado y las disciplinas comunicativas que le acompañan. Desde esta matriz, se multiplican los expertos que van reduciendo la autonomía de las personas mediante la ocupación de sus espacios. Además, se ha minimizado o neutralizado a las voces críticas, utilizando nuevos mecanismos de censura. Ahora esta opera, no tanto como prohibición, sino mediante la superabundancia de signos y comunicaciones, que satura a las personas, dificultando el poder de seleccionar y priorizar.

Reproduzco una frase de culto de Jesús Ibáñez que expresa muy bien los sentidos de su obra y que constituye un emblema de su herencia compartida por muchas personas, entre las que me ubico.
"El pensamiento es tarea de vagos y maleantes. Hay que saber perderse para trazar un mapa: vagar por los márgenes y por el desierto,  fuera de las fortalezas en las que están encerrados la verdad, el bien y la belleza. Sólo los nómadas descubren otros mundos. Hay que saber pervertir la ley (jugar con ella) y a veces subvertirla (ponerla en cuestión) para cambiar y/o quitar la ley: provocar malos pensamientos en los bien-pensantes, asediar las sedes de la verdad, el bien y la belleza. Sólo los malditos mejoran este mundo".

Saber perderse para trazar un mapa.  Estar perdido es la condición imprescindible para crear un estado interno de indagación que permita salir mediante la creación del mapa de cada cual. En alguna ocasión me ha comentado un exalumno, que en su mapa cognitivo personal había algún mojón mío. Esto es lo más gratificante que puede escuchar un docente. Lo más frecuente en el tiempo actual es que las personas, carentes de un mapa personal o cartas de navegación solventes, sean conducidas mediante la adhesión acrítica a las definiciones de los poderes.

Vagar por los márgenes y el desierto en la búsqueda de salidas. Porque desde las fortalezas institucionales vigentes es casi imposible cuestionar, deliberar, pensar y aportar. Estas son maquinarias de uniformización de las personas, imponiendo unos límites muy precisos al desarrollo de su inteligencia. Porque el campo de lo pensable se encuentra reducido a la reproducción de los sistemas operantes, en tanto que los contenidos son determinados por las mismas. Las organizaciones del presente son sistemas mecanizados que tienen aversión a la duda, a la crítica, a la deliberación, a la exploración. Las preguntas son penalizadas en un sistema en el que las respuestas están establecidas y cerradas. La unanimidad es asfixiante.

Por esta razón,  sólo los nómadas descubren otros mundos, más allá del agobiante pensamiento único, que limita la capacidad de pensar de las personas. Sólo los que exploran, los que cruzan las fronteras de lo que parece lo único posible, los que atravesando los límites establecidos, pueden comparar y contrastar con lo existente, los que pueden pensar e imaginar desde la independencia. Sólo esos pueden innovar, pueden aportar, pueden problematizar, pueden crear. La reducción de las dependencias, resulta un factor fundamental.

Provocar malos pensamientos en los bienpensantes. Cuestionar los preceptos y los comportamientos mecanizados y automatizados de los uniformados, homologados y conducidos por las maquinarias institucionales. Saber estar presentes con dignidad, aceptando la condición de  minoría. No renunciar a comunicar, influir, desvelar lo oculto, explicitar las diferencias y descubrir los problemas,  establecer analogías o enunciar nuevas ideas y propuestas.

Porque sólo los malditos cambian este mundo. Los heterodoxos, los creadores, los innovadores, los que pueden aportar, porque han liberado su inteligencia. La mayoría automatizada, conducida mediante el gobierno a distancia, obediente al chip instalado en sus mentes,  carece de capacidad de  crear ni de cambiar. Sólo puede cumplir eficazmente el imperativo de adaptarse, constituyendo la masa indiferenciada que precisan las empresas de domesticación operativas en el presente.

Liberar la inteligencia es una cuestión imprescindible en una sociedad tan nueva,  dinámica, opaca, compleja y llena de dilemas. Porque la movilización de la inteligencia es la única salida posible. Para ello cada uno es imprescindible y necesario. Una persona que ha construido su mapa cognitivo individual se encuentra en condiciones de aportar a los demás.  La interacción abierta entre las inteligencias puede multiplicar los resultados y reducir el papel negativo de las castas institucionales de la era de las instituciones programadas y del consumo desbocado.

Esta es la condición para constituir una inteligencia colectiva que trascienda las viejas instituciones del presente desbloqueándolas. La tecnología que permite el hiperintercambio transversal y el fluir de la inteligencia ya existe.  Por esta razón la cooperación es la forma que hace posible el desanudamiento de las dependencias y el desarrollo de la inteligencia. La expansión de formas sociales definidas por la cooperación es el factor más esperanzador del presente frente a la hipercompetividad mórbida establecida por las instituciones de la gestión y la evaluación, cuyo sentido es sólo jerarquizar, seleccionar y castigar. Sólo en un medio de cooperación puede prosperar la inteligencia.

Jesús Ibáñez es una referencia de una obra tan fértil y original, que abre múltiples líneas posibles de indagación y no cierra ninguna. Sus textos sólo son posibles desde la independencia con respecto a la trama de poderes que asoma en su tiempo, por debajo de la aparente democratización del estado. Sólo un independiente puede abrir un camino. Se trata de un antecedente que pone de manifiesto la inquietante diferencia entre una sociedad que produce bienes y servicios sofisticados, basándose en tecnologías expansivas, pero donde la inteligencia aplicada a la sociedad y a la vida se encuentra muy rezagada. A veces no puedo dejar de añorar los tiempos de CEISA, antes de la institucionalización de la sociología en España, así como imaginarla en el presente.

Esta noche he pensado en los pinchos que se han colocado en las vallas de Melilla para dañar a los africanos que pretenden llegar hasta aquí. Me pregunto por esta crueldad, esta ausencia de inteligencia y esta insensibilidad imperante en esta tierra, que ellos perciben como tierra prometida. Hay que liberar la inteligencia sin demora.


3 comentarios:

  1. Gracias por tus palabras alentadoras, a mí personalmente, que intento huir a los márgenes para encontrar nuevas formas de entender la realidad y desde ahí vivirla. Porque el sistema actual te bloquea y te imposibilita la creación de nuevos mundos y nuevas miradas que llevar a la acción y a veces toda su maquinaria te abruma de tal manera que te paraliza y te hace sentir perdida, cuando realmente no es así.

    Un saludo,

    Silvia

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  2. Gracias Silvia. No te abrumes ni te dejes intimidar por ninguna institución que te pretenda ubicar en una cola y tratarte como un producto industrial. Supera el bloqueo, pierdete y busca la salida. Ahora vives un mundo en el que están naciendo nuevas formas sociales que estimulan la cooperación.
    Pero como soy profe tuyo permíteme decirte que de inteligencia no andas nada mal. Si la desarrollas nos beneficiaremos todos los que nos encontremos próximos a ti.

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  3. La escuela de Madrid... Factoría de sociólogos subversivos y naturalistas, nos enseño la hermenéutica del discurso social, acercó el psicoanálisis y la opinión pública como si siempre hubieran convivido y nos dió las herramientas para hacer la etnografía y la netnografía que hoy manejamos con asiduidad. El Profesor Ibañez nos dío alas a los que veníamos de vuelta de la mitología de la frecuencia como fuente de la verdad. Gracias por estos post tan cultos* Profesor Irigoyen

    * entendiendo cultura como experiencia históricamente acumulada y organizada.

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