Un amigo diabético me acaba de interpelar alarmado. Me dice que alguien puede hacer una lectura de mis derivas diabéticas en términos de que mi propuesta es que los profesionales nos enseñen a vivir en las consultas. Mi mensaje es justamente el contrario. Se puede sintetizar así: el núcleo de la vida de un diabético es su cotidianeidad, ese es el espacio donde aparece la enfermedad, en el que es inevitable negociar con ella. La consulta de revisión es un acontecimiento cíclico en la larga carrera de la enfermedad. La inversión de esta situación constituye un episodio de medicalización desmedida. La propuesta de las derivas diabéticas es que tenemos que reapropiarnos de nuestras vidas. Los profesionales son sólo consultores nuestros en el proceso de nuestras vidas y adquieren relevancia en las crisis agudas que se puedan desencadenar. En la sociedad actual la diabetes se ha convertido en un expansivo campo comercial y profesional. Los enfermos corremos el peligro de convertirnos en materia prima a tratar por los dispositivos emergentes.
Lo que quiero decir es que se produce un conflicto sordo entre la visión médica dominante, que entiende el control de la diabetes en términos colectivos y de buenos resultados en el tratamiento, y la de los enfermos, que aspiramos a construir una relación entre los resultados y el precio en términos de unidades de vida gratificante. Formulado el problema así mi propuesta se plantea en términos de desmedicalización, pues el saber requerido para nosotros es conducir nuestra vida alcanzando los mejores resultados en términos de una vida activa, solidaria y creativa. Si no lo hacemos así, somos encerrados en una reserva, a semejanza de los indios, como un segmento de población definido sólo por sus carencias y por la potencialidad de los mercados constituidos para tratarnos.
No puedes delegar tu vida en un profesional. El riesgo de mi propuesta es que si se define la cuestión diabética en términos de competencia para gobernar tu vida, podemos constituirnos como un segmento sustancioso para otros mercados profesionales. La expansiva psicología y la pedagogía, que se encuentra a la espera de su oportunidad, son los candidatos más firmes. No. La desmedicalización de los diabéticos, que no es prescindir de los médicos, sino reapropiarnos del control de nuestras vidas, poniéndolos así en su sitio, forma parte de un proceso más general de desprofesionalización.
En la conversación con mi amigo ha salido un tema que todavía no he suscitado. Le he calmado al respecto. Voy a ritmo lento y esto aparecerá en el futuro. Se trata de la condición de enfermo diabético en una sociedad nueva, en la que el poder se funda en una racionalidad de competividad extrema. Los enfermos diabéticos se encuentran en desventaja para realizar las carreras profesionales requeridas en competición permanente con sus semejantes. Tengo miedo pues vislumbro que a John lo pueden despedir. Además, ser enfermo crónico en las sociedades posmodernas es duro, en tanto que se ha debilitado drásticamente la convivencialidad y todas las sociabilidades emergentes se articulan en torno a un nuevo modelo de yo orientado a su satisfacción y a su interior. Lo trataré aquí.
Con el fragor de la diabetes ha quedado desplazada una cuestión que ha suscitado Silvia, una socióloga que ha realizado varios comentarios en este blog. Remite un texto de Mabel Murin, una psicoanalista argentina, sobre los malestares de las mujeres y las barreras existentes en las consultas para ser entendidos y respondidos. Su comentario está en "Lo innegociable". Las consultas son un espacio donde se producen muchos acontecimientos imperceptibles por los agentes interactuantes. Además, están presentes en forma de espíritus todas las grandes fuerzas de la época. Mi capacidad de respuesta es lenta en relación a las cuestiones que se suscitan. Responderé con mi ritmo.
Apasionante este bate y debate sobre la desmedicalización.
ResponderEliminarDes-medicalización implica reflexionar sobre la medicalización. Y señalar que no ha sido una deriva azarosa o casual
Sino que la medicalización es la elevación a la categoría de ideología-dominante de la salud, como un imperativo, que opera como disciplinador,generada por el mercado, el capitalismo, las fuerzas de nuestra epoca, com Juan las llama
El mercado, como bien has explicado en varios lugares, ha creado algunos monstruos, con los que convivimos y pueblan el paisaje de nuestra vida cotidiana
1.el gerencialismo (que yo caracterizo como aplicación de algunos conocimientos de lo grupal y la motivación y la manipulación de los seres humanos a las estrategias comércieles de las empresas, últimamente encargados de convertir las instituciones del estado del bienestar en otra cosa bien distinta)
2. el predominio de los intereses comerciales por sobre los científicos y el declive de las instituciones profesionales,
3. la cada vez mas difícil confianza en un pensamiento científico independiente (de los mercados) en el terreno de la bio-medicina
Estos monstruos no solo son deformes y dañinos,
Sino que moldean los actos humanos, influyen en las decisiones, y nos construyen a las personas “a su imagen y semejanza”, de modo que en general se actúa como se espera de cada cual
El diabético
El medico
El gerente
El docente…
Por eso es tan difícil, aunque nos identifiquemos como críticos al rol asignado, veamos muchas de sus contradicciones y trampas, construir alternativas que construyan otras practicas. Por el peso de lo dominante, siempre nos vamos a sentir en minoría.
Y en este montaje economico-científico-institucional-profesional, el papel que les toca (nos toca) a los profesionales sanitarios, a los médicos, es el de trasmitir a la población ese imaginario, esas normativas y narrativas, que ponen a la salud (la salud obligatoria) como una religión actual; que influye en las conductas individuales (por sumisión o por rechazo, tanto daría, que genere acatamiento como culpabilidad) no faltará quien luego le diga al paciente, al enfermo crónico, que fue por su culpa.
Este papel lo podemos (y debemos, creo) elucidar y cuestionar. Para ensayar e intentar otras maneras de ser medico (y medica). Pero para cuestionarlo es preciso comenzar por reconocer su fuerza, su hegemonía.
Me parece importante señalarlo, para que no veamos cada actuación como algo tan individual; nuestros intentos de cambio, los pacientes reapropiando sus vidas, los medicos colocandose en otro lugar mas respetuosos y ofreciendo su saber....además de saber que estamos en minoría ...saber que a menudo “se nos cuela”, pese a las buenas intenciones, y a veces nos vemos reproduciendo lo que criticamos. Aunque el compromiso de saberlo y quererlo, lo sigamos teniendo,
Desde ahí, bienvenidas las referencias, los comentarios, las opiniones y posicionamientos diversos.
Abrazos y gracias por compartir
Gracias Elena por aparecer por estas páginas. Sólo hemos empezado a vislumbrar el problema de la medicalización. Espero que terminemos entrando en el tema.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo cuando te refieres al sistema como montaje económico-científico-institucional-profesional. La asistencia sanitaria se inscribe en un sistema económico que es más unitario que nunca, en tanto que reduce la sectorialidad de sus componentes. La producción de servicios sanitarios se integra en la producción postfordista global que exige requerimientos a cada sector. Nunca un sistema económico ha estado tan integrado.
Por eso es difícil disentir. La maquinaria institucional te arroja fuera. Algunos hemos recuperado el concepto de "disidente" en el sentido de que cualquier crítica te conduce a confrontarte con toda la máquina institucional que te percibe con la etiqueta de "antisistema". No hay espacio para el pluralismo. Esta es una de las razones que me han animado a impulsar este blog. Para disentir en el presente, que como señalas, es la forma de denominar a esta máquina integrada que es el capitalismo global.